Somewhere (Over the Rainbow)
Unos cinco años más tarde estaba con Selina en Barcelona un día de junio, cuando Giacomo y el resto de locasloquísimas con l@s que compartía piso nos arrastraron a la manifestación más quecoñohagoyoaqui a la que he asistido.
Fue una fiesta. Canté, bailé, me di inocentes piquitos con los amigos de mi novia mientras cantaban “Somos gueis, no nos mireis, tu culo es mi culo… ¡Movimiento guei! (yo creo que me animé en alguna estrofa, pero no pondría la mano en el fuego porque la cerveza fría me confunde cuando estoy bajo un sol de 38º). Y me convencí de que tenían tanto derecho a sentirse orgullosos como yo de tener los ojos marrones o de mi perro, sólo que sabían hacer ruido (y fiestas).
Unos años después, tomando una cerveza en el bar del Cram a horas intempestivas de un jueves, Mr. Rayght y yo decidimos suspender el plan de ir a Xavea a bucear. Y como no nos apetecía nada quedarnos en Barcelona decidimos que este año sería divertido ver Madrid en convertido en Gaysneylandia por unos días.
No creo que me manifieste. No encuentro motivos para ello. Quizá cante, baile, y me dé inocentes piquitos con quién se tercie mientras cantan el lema absurdo del año. (Quizá también me anime en alguna estrofa, pero no pongo la mano en el fuego porque la cerveza fría me confunde cuando estoy bajo un sol de 38º)
De modo que como gran defensor de la cultura folklórica (y con esto no me refiero a peinetas y funerales de portadas del Hola) creo que me lo tomaré mas bien como una colorida variante de los Sanfermines. Una neotradición que es digna de ver, al menos, una vez en la vida y en la que lo importante es llevar la ropa más adecuada, no perder los papeles bebiendo, intentar mancharte lo menos posible y tener mucho cuidado con los cuernos.