La seguridad es el tema recurrente; de cuando en cuando salen noticias, fotos sobre el tema de la prevención, accidentes, anécdotas... y si no se inventan. La seguridad vende, amigos.
Pues bien, para los no iniciados el asunto este de la seguridad y salud es un rollo acojonante y no son conscientes de que a la vuelta de la esquina les espera la sorpresa. Veamos a continuación una, a priori, entrañable estampa invernal a la que el clima nos tiene acostumbrados en estas fechas:Ahí lo tienes, da lo mismo que sea Peñamellera Baja que Guadálajar, Espein. Cuando nieva a veces pasan estas cosas, que nieva de cojón. Y que se te acumule un metro ochenta en el tejado no es muy agradable, por mucho que se suponga que aguante la estructura. Porque luego hiela y igual cae un tapín de 4 kilos a la calle e igual matas al hijo del alcalde y a lo mejor no te dan la licencia para la chabola nueva.
Total, que te subes al tejado con una pala y las botas de pescar. Así de primeras la cosa pinta peligrosa: primero porque según abres la ventana que te lleva al tejado, te encuentras que hay nieve como para una boda y que no se ven las tejas; y segundo: ¿quién te dice a ti que revolviendo con la pala de los cojones no vas a ocasionar un mini alud y acabas en la acera?
El sentido común te pica en el cerebelo y te pide que te ates o algo. Al final optas por el algo y lo que haces es llamar a tu cuñado que viene también con botas de río y con otra pala. Tú abres camino y el te sigue mientras avanzas por el tejado. Produciéndose estampas tan majas como esta:Ahí los tienes, acercándose al alero, palotiando como campeones. Pero claro, no pasa nada porque nunca pasa y sobre todo porque eres un paisano como los de antes; sin miedo al vacío.
A abrigarse que viene el temporal.
Pues bien, para los no iniciados el asunto este de la seguridad y salud es un rollo acojonante y no son conscientes de que a la vuelta de la esquina les espera la sorpresa. Veamos a continuación una, a priori, entrañable estampa invernal a la que el clima nos tiene acostumbrados en estas fechas:Ahí lo tienes, da lo mismo que sea Peñamellera Baja que Guadálajar, Espein. Cuando nieva a veces pasan estas cosas, que nieva de cojón. Y que se te acumule un metro ochenta en el tejado no es muy agradable, por mucho que se suponga que aguante la estructura. Porque luego hiela y igual cae un tapín de 4 kilos a la calle e igual matas al hijo del alcalde y a lo mejor no te dan la licencia para la chabola nueva.
Total, que te subes al tejado con una pala y las botas de pescar. Así de primeras la cosa pinta peligrosa: primero porque según abres la ventana que te lleva al tejado, te encuentras que hay nieve como para una boda y que no se ven las tejas; y segundo: ¿quién te dice a ti que revolviendo con la pala de los cojones no vas a ocasionar un mini alud y acabas en la acera?
El sentido común te pica en el cerebelo y te pide que te ates o algo. Al final optas por el algo y lo que haces es llamar a tu cuñado que viene también con botas de río y con otra pala. Tú abres camino y el te sigue mientras avanzas por el tejado. Produciéndose estampas tan majas como esta:Ahí los tienes, acercándose al alero, palotiando como campeones. Pero claro, no pasa nada porque nunca pasa y sobre todo porque eres un paisano como los de antes; sin miedo al vacío.
A abrigarse que viene el temporal.