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viernes, 13 de diciembre de 2013

Tirando muertos: Bonelli, Alfano, Pagni & Co. acusan al gobierno nacional por los resultados violentos de la rebelión de las policías provinciales.

La oposición política y mediática no ha vacilado en utilizar como una herramienta de erosión de la legitimidad del gobierno nacional la rebelión de policías provinciales, los consiguientes saqueos y la violencia conexa, que provocaron hasta el momento diez muertos. De un modo evidente, esta estrategia manipulatoria quedó expuesta en la última emisión de “A dos voces”, en la noche del miércoles, por TN. “¿Por qué se llegó a esto?”, preguntaba el zócalo en la pantalla, al pie de una sucesión de imágenes de violencia.
Y la voz de Marcelo Bonelli en off: “Tierra de nadie, así fueron varias provincias en estos últimos días, el vandalismo, los saqueos, la protesta policial. ¿Qué es lo que pasó? ¿Por qué se llegó a esto? ¿Qué hizo el Gobierno nacional frente a esta situación?.
Y luego Edgardo Alfano: “Gobernadores que no pudieron solucionar de inmediato sus problemas con la rebelión policial y un Gobierno nacional que cambió su actitud. De darle la espalda a Córdoba, al problema policial y de los saqueos terminó ayudando a los gobernadores con gendarmería y también con dinero para poder pagar los sueldos”.
Y otra vez Bonelli: “Nueve muertos en todo el país. Los saqueos, vecinos y comerciantes armados, cruces entre el Gobierno nacional y los gobiernos provinciales, mientras tanto la gente estaba en el medio desahuciada. ¿Qué es lo que pasó, como se llegó a esto, qué hay detrás de esto? Lo vamos a tratar esta noche en A dos voces”.
¿Está claro, no? La estrategia es disolver la responsabilidad de cada una de las administraciones locales, borrando incluso la peculiaridad de cada uno de los conflictos en las distintas provincias, para concentrar “la carga de la prueba” (los cadáveres) en el ataque dirigido al Gobierno nacional. El massista Darío Giustozzi le repetía convencido a Bonelli: “Es la inflación”. Sí, obviamente, todos los efectivos de las fuerzas policiales de una decena de provincias descubrieron ¡al unísono! el efecto empobrecedor del alza de precios sobre el poder adquisitivo de sus salarios y ¡sin ningún tipo de coordinación! decidieron acuartelarse, generar zonas liberadas y, en algunos casos, hasta participar de los saqueos. Además: ¿pueden las fuerzas policiales hacer una huelga total y dejar librada a su suerte a la población? No, obviamente, pero no se escuchó ni un solo cuestionamiento a estas irresponsabilidades, con lo cual se las “naturalizó” y “legitimó” a futuro, en tanto es previsible que esta película de sublevaciones en cadena no haya terminado acá.
Un aparte para el “caso Córdoba”: Vale subrayar que, según los periodistas de “Clarín”, De la Sota “evidentemente tenía responsabilidad” pero, al fin de cuentas, la factura de lo sucedido se la remiten al jefe de Gabinete del Gobierno nacional, Jorge Capitanich porque “no lo ayudó”, y a otra cosa. Una visión “naif”, claro. En la provincia mediterránea se incubó un conflicto que el gobernador opositor al kirchnerismo decidió en principio ignorar, al punto de irse de viaje a sabiendas de la rebelión policial en marcha, y que sólo después de la grave conmoción social resultante aceptó asumir como propio. De La Sota intentó responsabilizar al Gobierno nacional por el daño sufrido por los cordobeses saqueados, por el terror colectivo ante el desamparo, se hizo el gallito pero al final aceptó su impotencia, pidió ayuda y, forzado a reconocer la responsabilidad por la crisis política desatada por la sublevación policial en su provincia, despidió al jefe de Gabinete y a la ministra de Seguridad. ¡Un papelón! Pero el daño estaba hecho, en tanto instaló un ejemplo, para todos y todas: la extorsión de los agentes policiales que se niegan a prestar servicio y convocan al saqueo prefiguró un atajo, un método “virtuoso” para obtener inmediatas mejoras salariales. Y, además y para colmo, le puso un precio muy alto al cese del conflicto.
Sobre este asunto se expidió ayer Carlos Pagni, desde las páginas de “La Nación”, bajo el auspicioso título: “Un prematuro final para la primavera neokirchnerista”. Un artículo también obviamente dedicado a esmerilar al Gobierno nacional, donde se cuestiona al secretario de Seguridad, Sergio Berni, por no haber repuesto el orden patrullando con fuerzas federales las calles de la ciudad de Córdoba sin acuerdo del gobierno provincial (lo cual hubiera ocasionado un enorme escándalo institucional que “La Nación” y De la Sota hubieran explotado al máximo) mientras el gobernador estaba de shopping en Panamá. Y no, la Casa Rosada no lo hizo porque Carlos Zannini, el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia, no come vidrio.
Pero, lo más inquietante es este párrafo del periodista “pispeador” de mails ajenos: “De la Sota regresó a una Córdoba incendiada, con su poder de negociación muy menguado: venía de enfrentarse con la policía, acusada por la infiltración del narcotráfico. Zannini no calculó que, acorralado, De la Sota cedería a lo que le pidieran. Tampoco imaginó que, al conquistar un incremento cercano al 40%, los uniformados cordobeses serían la vanguardia de una reivindicación salarial de las demás jurisdicciones. Queda para la historia del maquiavelismo criollo determinar si el gobernador de Córdoba era consciente de que con su generosa paritaria incendiaría el resto del país. A bordo del avión que lo devolvió desde América Central tuvo más de seis horas para pensarlo”.
Y la pregunta ¿Efecto dominó o se equivocó De la Sota?, formulada por Artemio López se actualiza: “Incertidumbre porque la ocurrencia de los hechos no culmina con los múltiples muertos y saqueos impulsados por acción u omisión por los subersivos. Los efectos institucionales desestabilizadores se perpetúan en las promesas de impunidad a los policias golpistas y los efectos desestabilizadores a nivel económico social que indujo el alzamiento y que señala de manera clara con lógica inexorable el documento del FIT que publicamos: Mientras dan aumentos que llegan al 200% del básico a los policías, se niega un plus de fin de año o doble aguinaldo para jubilados, estatales y para quienes cobran la Asignación Universal por Hijo. (…) Se trata de un encadenamiento de efectos jurídicos-políticos y sociales que apuntan al plexo de la gobernabilidad democrática en el país, cuya mecha la enciende el ex gobernador cordobés con una actitud que desborda plenamente cualquier "margen de error" sensatamente imaginable en un político de ultraderecha de su ya insoportablemente extensa trayectoria”.
Y sí. El impacto de ese ejemplo construido por la derecha cordobesa se replica aún hoy en otros distritos y el resultado de esta atípica “negociación salarial” con las policías provinciales se convierte en un antecedente obviamente disponible a futuro para los intentos desestabilizadores de la oposición política, económica y mediática, la misma que el pasado 10 de diciembre intentó sacar de quicio la celebración de los 30 años de la democracia argentina y teñir los merecidos festejos de impotencia y fracaso.

lunes, 12 de julio de 2010

Periodismo basura: ¿dónde están las fuentes?




¿Y cuál es la fuente? Desde hace varios días, después de la derrota del seleccionado argentino frente al equipo alemán, circula una "información" que da por cierto que el Gobierno nacional habría ordenado la impresión de 50.000 afiches con la imagen de la presidenta, Cristina Fernández, y el director técnico de la selección nacional, Diego Maradona, con una intención proselitista. Pero ninguno de los que reprodujeron esta "noticia" pudo identificar la fuente de esa "información".

Así lo dijo Carlos Pagni en La Nación (05/07/10): "El feliz retrato que los Kirchner compusieron con Diego Maradona y Julio Grondona al inaugurar, como si fuera un plan de asistencia social, el programa Fútbol para todos, iba a ser reproducido en 50.000 afiches por todo el país. Ahora, después del 4 a 0, ese triángulo familiar está atravesado por enconos y por traiciones." O sea, para Pagni, los afiches nunca se imprimieron.

Por su parte, el muy creíble Guillermo Cherashny afirmó en su página "Informador público" (07/07/10), lo siguiente: "El gobierno tenía preparados 50.000 afiches con la foto de Cristina con Maradona firmados con Fútbol para Todos que se iban a pegar ni bien terminara el partido con Alemania si ganaba Argentina. Pero finalmente tuvieron que tirar los afiches a la basura por el fracaso deportivo". O sea, según Cherashny, sí estaban impresos y los tiraron a la basura.

Nelson Castro ofreció otra versión del rumor en Perfil.com (10/07/10): "Hubo que parar la impresión de afiches con la foto de la Presidenta junto a Diego Armando Maradona, aquel día en que se anunció el Fútbol para Todos y la Dra. Fernández de Kirchner habló de los 'goles secuestrados'". Según Castro, pararon las rotativas.

Así las cosas, llegamos al titular de Clarín de este domingo: "Antes de que nadie los viera, quemaron los afiches para festejar el Mundial". Allí, la reciente incorporación del Grupo, Susana Viau, escribe: "Los sueños sudafricanos de los Kirchner quedaron reducidos a cenizas y, como un símbolo, los 50 mil afiches que habían encargado para asociarse al triunfo deportivo fueron incinerados estos días en medio de inusitadas medidas de seguridad. Habían sido confeccionados en las imprentas ligadas a la Secretaría de Informaciones y la foto, tomada antes de la partida de los jugadores, mostraba a la Presidenta con la camiseta argentina y flanqueada por su marido y Diego Maradona. Faltó Lionel Messi, quien declinó la invitación porque su sentido común le indicaba que 'no hay que mezclar las cosas'".

O sea: así prolifera un rumor que se vuelve noticia. No hay una fuente comprobable. Se puede decir cualquier cosa. A esta altura los supuestos afiches no fueron impresos, se los imprimió y tiró a la basura y, también, ya impresos se los quemó. ¡Y ni hablar acerca de las contradictorias versiones de la foto del afiche que nadie vio!

La degradación del periodismo hegemónico parece no tener límite. "Y en el fetiche de un afiche de papel / Se vende la ilusión, se rifa el corazón." ¿No es cierto, Susana?