EL PORTADOR – Sergio Gaut vel Hartman & José Luis
Velarde
—¡Usted es un tipo prepotente, autoritario, un
verdadero fascista! —La mujer quiso cerrar la puerta, pero el intruso puso el
pie y sonrió.
—Le traigo la Palabra, hermana.
Usted, más que nadie, necesita al Señor. —La calma del sujeto contrastaba con
su mirada, gélida, cargada de odiosa determinación. La mujer empezaba a
asustarse. Había oído hablar de falsos misioneros que usaban la excusa del
mensaje religioso para meterse en las casas y robar, e incluso violar a mujeres
solitarias.
Hortensia reprimió el miedo.
Analizó al evangelista sin descubrir amenazas, y retrocedió invitándolo a
pasar.
—¿Quiere café? ¿Galletas?
El hombre, curtido en mil batallas
proselitistas, asintió, feliz por haber conquistado un alma nueva para el Reino.
Si lograba atención conseguiría doblegarla.
La mujer señaló una silla donde el
hombre se desplomó para hablar de culpa, arrepentimiento y perdón. Veinte
minutos después, se agitó al corroborar la fama de Hortensia como envenenadora
infalible.
Ella sonreía como una reina
mientras planeaba la desaparición del nuevo cadáver.
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