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lunes, 2 de noviembre de 2015

Halloween, Castañera, Finaos...de fiesta nos vamos...

Y un año más llega el 31 de octubre, un año más vuelvo a asombrarme viendo los escaparates tomados por calabazas, esqueletos, brujas, momias...Sí, es cierto, vivimos en una sociedad globalizada, en la que te enteras antes de lo que ocurre en la otra parte del mundo que del embarazo de la vecina de al lado.

Sin embargo, esa misma sociedad globalizada es la que se asusta con las tradiciones, modos y costumbres de la cultura del inmigrante del cole de nuestro peque. Sí, seamos sinceros, por un lado gritamos:

  Sí, vienen a nuestro país que se adapten a nuestras costumbres

martes, 29 de octubre de 2013

Los Martes y Yo: De Finados y Don Juanes.

      
                      Cierto, vivimos en un mundo globalizado. Vivimos en un mundo en el que aún no ha terminado de pasar algo en un hemisferio y el otro ya se ha entarado por medio de tweets y demás medios cibernéticos. Sí, vivimos en un mundo en el que las culturas se mezclan, conviven, no siempre en armonía porque, todo hay que decirlo, muchas veces sentimos terror por las costumbres ajenas. Muchas veces me asombro por la falta de tolerancia de los que me rodean. Hay quien no entiende que una mujer lleve la cabeza tapada, en más de una ocasión me tocó defender a más de una niña por ello. Sinceramente, si quieres llevar un pañuelo llévalo, me parece mal la imposición pero no la decisión propia de hacerlo. Sin embargo, la incongruencia típica del ser humano se muestra una vez más con la no aceptación de ciertos símbolos culturales, religiosos, etc y en cambio acepta sin más la imposición de ciertas fiestas.

            Crecí escuchando a Don Juan enamorando a Doña Inés cada 31 de octubre. ¿Quién de mi generación no recuerda ver la representación de Don Juan cada 31 de octubre? ¿Quién no ha recitado alguna vez el comienzo de...
 
¿No es verdad, ángel de amor, 
que en esta apartada orilla 
más pura la luna brilla 
y se respira mejor? 
Esta aura que vaga llena 
de los sencillos olores 
de las campesinas flores 
que brota esa orilla amena; 
esa agua limpia y serena 
que atraviesa sin temor 
la barca del pescador 
que espera cantando al día, 
¿no es cierto, paloma mía, 
que están respirando amor? 

         En mis islas tenemos la Fiesta de los Finados o lo que es lo mismo la fiesta de los muertos, tradición que poco a poco ha ido desapareciendo gracias a la importación del Halloween, no del Halloween celta porque sí Halloween no lo inventaron los estadounidenses sino nació en Irlanda. Cierto es que en los últimos años muchos colegios están rescatando la tradición y celebrando los finados con los peques.

      No, no estoy en contra  de las importaciones pero no me parece lógico aparcar, olvidar nuestras costumbres para celebrar la de otros. Esta semana los niños son bombardeados con dibujos de monstruos, fantasmas, zombies, tenebrosas calabazas y demás símbolos del "jalogüín" . Dibujan calabazas, murciélagos, arañas en el cole, saldrán pintados de pequeños draculines, fantamistas, etc... el jueves tarde y, sin embargo, ¿qué conocen del nacimiento de esa fiesta? Nada, sólo la parte divertida. ¿Qué saben de su propia fiesta del porqué no irán a clase al día siguiente? Nada. Salvo excepciones.

        A mí me tocará comprar chuches y tenerlas preparadas detrás de la puerta porque en la zona en la que vivo el "truco o trato" nos invade cada 31 de octubre. Juro que flipé en colores cuando recién mudada hace 3 años me tocaron las primeras brujas, dráculas, fantasmas pidiéndome caramelos. Mi plaza cada noche de los muertos parece la típica calle de película norteaméricana con niños deambulando disfrazados de un lado a otro. Niños avisándose de que vecino tiene caramelos y quién no. ¿Qué ocurriría si el jueves cambiara los caramelos por castañas, nueces y almendras?

Besitos avainillados