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viernes, septiembre 21, 2007

Cuesta arriba mejor que cuesta abajo

por: Zerolito

... o lo que es lo mismo... el mundo al revés, por Zerolito.

Ayer hice un entreno de esos que se llaman "de calidad". Es decir, te metes una paliza que flipas y si lo aguantas te vas derrotao pero feliz para casita. Pues eso me pasó a mí, ahora os cuento.

La idea era hacer uno de los entrenamientos que hacen en la Tapia de Lloz (entrenador de atletismo que durante todos los jueves del verano prepara un entrenamiento para todo el mundo que quiera ir). Después de un calentamiento subir la cuesta de Somosaguas de la Casa de Campo (2500m de longitud, 70m de desnivel) en tramos de 1' a tope, 1' recuperando. Al llegar arriba bajar la cuesta a tope y volver trotando. Según Lloz, la parte más dura es ésa bajada a tope, con lo que yo estaba muy "mosca". Entrenamiento duro para hombres curtidos... y tenía que intentarlo.

Salgo antes de comer, sobre las 2PM, hace calor y me voy acercando a la cuesta. Empiezo a hacer las subidas y voy sfriendo del carajo, buscando la sombra en cada parada y tratando de recuperar el aliento en un escaso y mísero minuto. Aprovecho que no hay gente para gemir como hace tiempo que no hacía (en carrera, claro...) tratando de meter algo de aire fresco en mis pulmones. Recuerdo lo que se hablaba en el foro sobre el braceo, y trato de hacer fuerza con los brazos, con los dedos... todo por subir cuanto antes esta cuesta. Al final fueron 10 repeticiones de 1 minuto, con lo que el ritmo de subida fue muy alto, sobre 4:02/km. Increíble para mí, aunque llego absolutamente empalizado.

Decido, por el calor y el cansancio, recuperar 3' y lanzarme a esa cuesta abajo a tope. Empiezo a bajar y a eso de los 300m noto como que las piernas son de caucho y no obedecen. No se mueven, no tienen fuerza. Yo sigo respirando muy fuerte, gimiendo y tratando de avanzar, pero por arte de magia mis pies parecen pegados al suelo, no noto ni un gramo de fuerza en las piernas y por más que intento no consigo elevar el ritmo. A eso del km decido bajar la cuesta simplemente como pueda, y se me hace eterna la bajada. Creo que el nivel de sufrimiento fue mayor que en el maratón (eso sí, más breve) ya que nunca había experimentado esa falta de fuerza en las piernas. Estaban como inertes. Cada curva, cada pequeño giro visualizaba el final... que no llegaba nunca. Terminé por fin en 11:13, a 4:30/km. Es decir, subo más deprisa que bajo (es un decir, claro, son cosas distintas, pero ahí están los números).

Al llegar al final de la cuesta estoy tan cansado y tan vacío que decido ponerme a andar un rato, tratando de recobrar el resuello y las fuerzas. Me quedan 3.6km para llegar a casa con un desnivel de 58m. Al poco de andar empiezo a trotar muy, muy despacio, el pulso se para en 160ppm, lo cual indica la paliza que le estoy dando al body. De repente oigo una música de acordeón, es una pieza bonita, bien ejecutada, pero no sé de dónde viene. sigo trotando y de repente veo a un chico joven subido en un monociclo altísimo y tocando el acordeón a la vez. IMPRESIONANTE. No me quedó más remedio que ponerme a aplaudir y gritarle: "sí señor" mientras el chico me sonreía. Después de ésto me paro en la fuente del Zoo, a ver si recupero, y sigo trotando hasta casa. Bueno, hasta el final de la Casa de Campo, que el último tramo volví a hacerlo andando.

Hoy iba a salir por la mañana a trotar muy despacio para recuperar, pero ha caído una tromba de agua del 15 y no he salido al final. Quizá salga luego, si mis pobres piernas me lo permiten. Hasta la próxima, chicos.