¿Cuál es el fin, el objetivo, el destino
existencial del ser humano? Según el periodista César Hildebrandt, ahora las
personas viven para pasarla bien: tu carro, tu depa y tu flaca. That’s it, bro. Chupa. Fuma. Tira. Carpe diem. No hay mañana. Todo acaba
hoy.
Y la verdad es que esta interpretación no está del
todo alejada de la realidad. El estudio es un castigo. Pensar es un martirio.
Producir ideas es una tarea tediosa reservada a los feos. ¿Para qué molestarse
con los libros? Eso para otros, para los “idiotas” que no tienen la pinta para
ligar con flacas ricas. Conclusión: si no eres feo, vive como las estrellas del
cine y, ojo, no puedes tener a la lectura, el estudio, la investigación
académica o la literatura como tus actividades de ocio predilectas. Si lo son, eres feo. Si eres feo, no estás en
onda. Si no estás en onda, no vales.
No solo las dictaduras reprimen a la gente. La sociedad
condena con la mirada, suprime la libertad individual: tiene la injusta prerrogativa
de quitarnos el “valor” a quienes no acatan su forma de pensar, su forma de
vestir, su forma de vivir, su forma de hacer empresa. A los que quedan fuera se
les etiqueta de caviares, fuera de moda, homosexuales, marginales. El mundo
padece de demencia.
Estos síntomas neurológicos no hacen más que
diagnosticar un futuro poco prometedor. “Cuida tus pensamientos porque se
vuelven palabras, cuida tus palabras porque se vuelven acciones, cuida tus
acciones porque se vuelven en tu carácter, cuida tu carácter porque se vuelve
tu destino” (de la película The Iron Lady).
Las pitonisas no existen, pero para saber qué nos
depara no es necesario que existan. El nuevo fin de la humanidad, el placer
inmediato de los sentidos, nos está comunicando lo que se viene. Modificando la
frase de McLuhan, puedo decir que el fin es el mensaje.
S.B.