miércoles, 17 de agosto de 2022

-Asalto a los secretos del asedio romano al Cerro de Castarreño (Olmillos de Sasamón).

 Fuente: https://www.diariodeburgos.es

 Prospección geofísica y excavación arqueológica sobre el terreno, en septiembre de 2021.

El equipo de arqueólogos dirigidos por Jesús García Sánchez (Instituto de Arqueología, Mérida. CSIC-Junta de Extremadura) y José Manuel Costa-García (Universidad de Salamanca) vuelve a investigar el pasado de la comarca segisamonense por sexto año consecutivo. Esta intervención, financiada por la Diputación de Burgos y los ayuntamientos de Sasamón, Olmillos de Sasamón y Villasandino, tiene como objetivo estudiar los vestigios de un importante dispositivo de asedio romano alrededor del Cerro de Castarreño (Olmillos de Sasamón), así como continuar generando nueva información arqueológica sobre la importante ciudad romana de Segisamo (Sasamón), según informa Roman Army en un comunicado de prensa.

Mediante el uso de distintas técnicas de teledección –incluyendo drones-, los arqueólogos lograron documentar en los últimos años una doble línea de fosos que, por espacio de más de 6 kilómetros rodea el castro por completo. Asimismo, se han documentado varios campamentos militares romanos y un segundo alineamiento doble al exterior. Aunque en la península ibérica se han documentado otros escenarios de asedio de época romana -casos de Numancia (Soria) o La Loma (Santibáñez de la Peña, Palencia), el paralelo más próximo –cronológica y morfológicamente hablando- parece ser el cerco de Julio César alrededor de Alesia (Francia) a mediados del siglo I a. C. 

Durante la campaña arqueológica de 2021 se prospectaron con métodos geofísicos algunas de estas estructuras. La prospección geofísica con georradar y magnetómetro es un método en auge, pues permite obtener imágenes tridimensionales del subsuelo sin necesidad de excavaciones, para así identificar estructuras soterradas. Esto permitió conocer mejor el cerco, así como planificar posteriores intervenciones arqueológicas. Hasta la fecha, los miembros del equipo han prospectado con georradar lugares tan emblemáticos como la necrópolis de Pinilla Trasmonte, complejos vilicarios en Almenara de Adaja o amplios sectores de la ciudad romana de Segisamo. En colaboración con el Laboratorio de Arqueología no invasiva (MINARQLAB) del CSIC-IAM, la prospección de 2022 cubrirá otro sector del cerco completamente inédito y otro pequeño recinto recientemente documentado en las proximidades de Villasandino, así como diferentes áreas de la ciudad de Segisamo, cuyo urbanismo se conoce mejor a medida que avanzan los trabajos.

 

A continuación, se excavarán varios sondeos con el objetivo de documentar las estructuras, comprender su morfología, extraer elementos de cultura material relevante y tomar muestras para la datación por radiocarbono y luminiscencia de los antiguos fosos. Estos métodos, ya usados en 2021, permiten conocer con gran precisión cuándo se formaron esas potentes estructuras defensivas. Así, durante los trabajos desarrollados el agosto pasado, se recuperaron fragmentos de cerámica y algunas piezas del equipo militar romano que permiten situar el complejo sistema de campamentos y líneas de asedio en un momento anterior al inicio de la era cristiana.

Un pasado por (re)descubrir. Hasta el momento, únicamente se contaba con los escritos fragmentarios de algunos autores griegos y latinos para reconstruir la historia de la conquista de la comarca segisamonense. A partir de estos registros sabemos que los romanos conquistaron el centro peninsular e finales del siglo II a. C., pero la comarca del Odra-Pisuerga no quedaría definitivamente integrada en el Imperio Romano hasta finales del siglo I a. C. Esta integración supuso notables cambios en el paisaje. Los viejos poblados de la Edad del Hierro -como el oppidum del Cerro Castarreño (Olmillos de Sasamón), excavado en los años 2018-2020- fueron abandonados en favor de otro tipo de núcleos de cuño romano -como la recién fundada ciudad de Segisamo (Sasamón)-. Además, aparecieron nuevas infraestructuras públicas -vías, acueductos, etc.- y comenzaron a explotarse los campos de forma más intensa con el objetivo de obtener productos agrícolas con las que alimentar a la creciente población.

Sin embargo, quedan aún en el aire muchas incógnitas alrededor de este proceso de transición. Todo parece indicar que este cambio no se produjo de forma pacífica, pero desconocemos el destino de los antiguos Turmogos. ¿Arrasaron los romanos el Cerro de Castarreño? ¿Abandonaron los Turmogos sus asentamientos fortificados para habitar las nuevas ciudades? ¿De qué modo se integraron en el nuevo sistema? ¿Se respetaron sus derechos y costumbres? Las estructuras descubiertas recientemente podrían ayudar a responder estas preguntas.

 

En anteriores campañas (2017 a 2020), los arqueólogos han estudiado numerosos yacimientos en la campiña de Sasamón. Así, se estudiaron dos enclaves relacionados con el ejército romano (Carrecastro y Santa Eulalia), se prospectó el área urbana bajo el actual pueblo de Sasamón y se iniciaron los trabajos de excavación en el Cerro. Para ello se emplearon fotografías aéreas modernas y antiguas en color y en infrarrojo, imágenes satelitales y reconstrucciones 3D del territorio a partir de datos LIDAR. Se han usado, además otras técnicas sofisticadas y novedosas como la prospección geofísica o la generación de cartografías a partir de fotografías tomadas por medio de drones. 

De este modo se ha logrado conocer mejor el urbanismo romano de Segisamo -identificándose las trazas de sus calles y edificios-, reconocer la existencia de antiguos campamentos romanos e incluso recuperar materiales relacionados tanto con el ejército como con la vida cotidiana durante la Antigüedad. Por su parte, en 2018 se inició la excavación de una estructura identificada mediante estas tecnologías y que delimitaba el espolón septentrional del Cerro de Castarreño -donde actualmente se encuentran las antenas de telefonía-. La apertura de varios sondeos permitió documentar un potente foso excavado en el páramo y de un talud situado al interior del mismo. Todo parece indicar que el poblado se abandonó en relación con la llegada de Roma a la comarca y que ese abandono no fue tan pacífico como se creía. La campaña de 2021 vino a confirmar este punto al conocerse mejor los campamentos y estructuras defensivas construidas por los romanos.

Arqueólogos de diversos países (Reino Unido, República Checa, Alemania, Holanda, Portugal, España, Estados Unidos, Bulgaria, Italia) e instituciones han formado parte en el pasado de este proyecto.

El colectivo de investigación romanarmy.eu reúne a un conjunto de arqueólogos profesionales e investigadores de diversas instituciones (Universidades de Salamanca, Oviedo, Exeter y Minho; institutos de investigación como el Incipit-CSIC o el IAM) que estudian la presencia del ejército romano en el norte peninsular y las transformaciones que provocó la llegada de Roma en estos territorios. En los últimos años, el colectivo ha descubierto y estudiado numerosos yacimientos arqueológicos, lo que le ha permitido ofrecer visiones innovadoras sobre este proceso.

A través de una iniciativa centralizada en la web romanarmy.eu y en las redes sociales vinculadas, están llevando a cabo una tarea de difusión y visibilización de los nuevos hallazgos y análisis sobre estas evidencias arqueológicas, más de dos mil años después del fin de las operaciones militares. Durante la presente campaña, los arqueólogos retransmitirán a diario las novedades de la campaña. Asimismo, al final de la intervención se transmitirá a la población local los resultados obtenidos mediante una charla divulgativa. Asimismo, los resultados de las dos últimas campañas serán presentadas a final de mes en el prestigioso LIMES Congress XXV, que se celebrará en Nijmegen (Países Bajos).

El desarrollo de la campaña se transmitirá a través de los canales de comunicación del colectivo investigador Romanarmy.eu en Twitter y Facebook Live.

-Los secretos ocultos del despoblado de Alba.

 Fuente: https://www.burgosconecta.es

 Presa de Alba, en la provincia de Burgos./J.C.R.

Hay lugares que desprenden un cierto halo de misterio con solo mirarlos. En ellos se encierran historias que nadie ha contado; secretos que se quedaron bajo las aguas. Historias personales que murieron con una inundación. Esos lugares silenciosos son los embalses bajo los que quedan restos de pueblos o aldeas.

Los pobladores de Alba fueron auténticos supervivientes en mitad de un medio hostil. Alejados de todo vestigio de modernidad, eran moradores de una burbuja única… a miles de metros de lo que se podía conocer como 'civilización'… los Montes de Oca la engullían hasta hacerla desaparecer.

La niebla se echa sobre el viejo poblado comido por las hiedras y la maleza. Ya no queda de pie ni el viejo muro de la iglesia, dedicada a la Natividad de Nuestra Señora. No existe ya. Pero los vestigios permanecen y cerca de la iglesia se han encontrado altares dedicados a Cayo Deo, divinidad celta, y también hay una estela de casa romana y una inscripción con nombre de persona. En el resto de la aldea, apenas si se ve un abrevadero de ganado y el viejo lavadero.

Hoy ya nadie puede entrar en el despoblado de Alba; solo alguna alimaña o algún roedor son capaces de adentrarse en la maraña de maleza. Pero en Alba, el misterio, los secretos de los antiguos pobladores y el mismo silencio, son los protagonistas. Los restos de las viejas historias han quedado impregnados entre las hiedras. La historia ha muerto con el viaje definitivo de sus pobladores. El misterio permanece.

El entorno de la presa de Alba, en plenos Montes de Oca, es uno de esos lugares en los que la historia ha quedado escrita en el aire. En Alba y en Ahedillo ya no respira humano alguno. En la primera de ellas, los 20 vecinos que vivían, abandonaron el pueblo en los años 50. La última familia de Roque Rubio y Victorina Gutiérrez se fueron de Alba hasta Villafranca tras la muerte del cabeza de familia. Los cinco hijos del matrimonio se fueron también al núcleo más poblado de la zona. 

 Hoy solo quedan algunos restos comidos por la maleza. Un muro medio caído de su iglesia y un lavadero con la curiosa inscripción que dice: «prohibido lavar los hombres…» y la vieja fuente que mana del manantial de Alba, a modo de buzón.

Los robinsones de Alba tenían que cruzar un peligroso paso de montaña, el callejón de La Hoz, tras la ermita de la Virgen de Alba y la Fuente de San Indalecio, cuyas piedras rojas asemejan la sangre del martirio del santo.

Antes de despoblarse, la aldea sufrió un devastador incendio en 1937, en la Guerra Civil. Fue el inicio del ocaso de este pueblito. La modernidad, la necesidad de agua potable para la comarca de los Montes de Oca y Briviesca hicieron el resto. Y la Diputación de Burgos decidió construir una presa. El embalse de Alba es propiedad de la Diputación de Burgos que en 1996 lo construyó en una ladera de los Montes de Oca por su vertiente noreste.

Las aguas del Oca llenaron el barranco de Montecillo, justo al borde de las tierras de pastos de Alba. Los montes de Somoro, la Pedrera o el Castillo de Alba remontan el llano para alzarse frente a la presa y ocupar la altitud más elevada de este terreno. Con la construcción de la presa, los últimos restos quedaron fagocitados por el monte y la maleza que arrasó todos los restos que quedaban.

Del castillo no quedan vestigios ,pero desde la atalaya en la que se ubicaba se puede contemplar una vista del desfiladero y del entorno de los Montes de Oca por lo que la fortaleza tuvo que ser un punto estratégico de defensa. Por el desfiladero y el borde del río, la senda de la Hoz y al fondo se dibuja un enorme muro de 45 metros de altura que contiene las aguas del río Oca. 

El agua ha horadado la montaña en varias oquedades que en su nombre encierran más misterio, la cueva de los Moros y la Caldera, lugares privilegiados para las rapaces en lo más alto de estos montes. El paisaje de la zona es de embrujo. Si ya las ruinas de Alba son misteriosas, arrumbadas entre los troncos de las hayas que se comen los cercados y hiedras que agrietan los muros, en lo alto donde crece un enorme bosque de hayas, anidan leyendas de brujas y anjanas.


sábado, 9 de julio de 2022

-Una tumba de caliza con techo de madera. (En El Pendón de Reinoso, Burgos)

 Enlace: https://www.diariodeburgos.es

 

«¡La de enigmas que esconde este monumento! Cuando se acercaba el momento de finalizar las campañas de excavación siempre pensaba que serían las últimas, pero no, aquí seguimos porque continúan apareciendo nuevos secretos que nos hacen regresar», asegura Manuel Rojo, el arqueólogo que dirige las investigaciones en el dolmen El Pendón de Reinoso.

Los días previos a terminar los trabajos de 2021 aparecieron en la cámara y en el pasillo dos misteriosos hoyos. Acabó la campaña y cubrieron con plásticos el monumento megalítico para que quedara resguardado durante el resto del año. Pero Rojo tiene claro que acabarán por descubrir el significado de ambos boquetes. «El que se ubica en el centro creo que guarda relación con que el dolmen estaba protegido por una cubierta fabricada con maderas y material perecedero. Posiblemente en el agujero colocaron una pila que sujetaba el techo», expone.

Según los conocimientos del experto, «resulta de lo más habitual que estas tumbas prehistóricas contaran con una cubierta para proteger los restos, pero al no encontrar piedras de gran tamaño que sirvieran como tejado, lo más probable es que lo construyeran con otros materiales, aunque intentaremos llegar a la conclusión», añade. El segundo hoyo que asoma junto a la pila funeraria presenta varias piedras clavadas «a propósito por alguien» y restos óseos. Otro de los enigmas que el equipo compuesto por unos 20 expertos y estudiantes de historia y patrimonio pretenden descifrar a lo largo del mes de julio.

Pero en la campaña actual, que se alargará durante un mes, no solo se centrarán en encontrar respuestas sobre los llamativos agujeros, si no que intentarán acabar de excavar la cámara porque siguen apareciendo huesos humanos, y delimitarán el pasillo para realzar al monumento. Asimismo, también prolongarán la investigación un metro desde el pasillo hacia el suroeste para lograr que la estructura tumular se aprecie como en la parte noreste. La limpieza de la vegetación que rodeaba al dolmen hace más espectacular si cabe el lugar. No obstante, el director sostiene que el acceso al monumento puede que comenzara más lejos de lo que en un principio pensaban, por lo que excavarán desde el pasillo, pasado por un terraplén hasta llegar a una finca de cereal, para descubrir si la entrada original del Neolítico comenzaba en ese punto.

Las actuaciones de este año concluirán con los estudios de dos zonas en las que se aprecian «cortes de piedra caliza», que los expertos consideran que pueden tratarse de las canteras de donde obtuvieron el material para construir el monumento funerario. «Se encuentran muy próximas a la tumba y en otros dólmenes en los que he trabajado o he visitado trasladaban las rocas de lugares más lejanos, incluso situados a kilómetros de distancia», aclara Rojo.

programación para julio. Durante las próximas semanas los más pequeños podrán disfrutar de varios talleres que el Ayuntamiento de Reinoso ha organizado. Las visitas gratuitas en el dolmen y el museo de la torre realizadas por los arqueólogos se llevarán a cabo a las 19 horas.

Los tres últimos días de julio (29, 30 y 31), se celebrará en el municipio un encuentro científico novedoso en el país en el que se reunirán decenas de investigadores de cinco universidades españolas (País Vasco, Valladolid, Granada, La Laguna y Alcalá de Henares), con el fin de poner aún más en valor el monumento megalito. El programa de las jornadas incluye, entre otros actos, charlas, debates y representaciones.

-Atapuerca pone cara a los primeros europeos.

 Enlace: https://www.diariodeburgos.es

 

Ayer fue otro día histórico en los yacimientos de Atapuerca y por eso nadie se lo quiso perder. El hallazgo de dos fragmentos de una mandíbula de hace 1,4 millones de años «obligará a reescribir el libro de la evolución humana», tal y como dijo Juan Luis Arsuaga en una multitudinaria rueda de prensa a la que asistió el Equipo de Investigación prácticamente al completo. «No solo va a extender la cronología hacia atrás sobre la llegada de los primeros humanos a nuestro continente, sino que va a modificar ideas sobre la evolución del ser humano», añadió el codirector del proyecto.

Para empezar, el descubrimiento de este adulto en el yacimiento de la Sima del Elefante (en el nivel TE7) descarta la hipótesis de quienes sostenían que en esa época el viejo continente no estaba ocupado. «Cuando excavábamos TD6 de Gran Dolina se creía que Europa entonces (hace 850.000 años) era un continente despoblado. Pero encontramos a Homo antecessor y demostramos que en realidad Europa estaba petada, por decirlo vulgarmente. Ahora volvemos a reforzar esa afirmación sobre la situación ocupacional y podemos decir que estaba petada desde mucho antes. Este descubrimiento va a servir para conocer con precisión cómo se ha producido la evolución humana en los últimos 1,5 millones de años. Y nos ayudará a conocer a la especie que socializó Europa», sostuvo Eudald Carbonell, codirector del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA).

 Atapuerca pone cara a los primeros europeos

-Hallada en Atapuerca la cara del humano más antiguo de Europa.

 Fuente: https://elpais.com

 Las excavaciones en la sierra burgalesa destapan el rostro fósil de un homínido que vivió hace entre 1,2 y 1,4 millones de años.

 Presentación del descubrimiento de la cara del primer europeo, este viernes en el yacimiento de Atapuerca.

  El equipo de excavación de los yacimientos de Atapuerca (Burgos) ha hallado el fósil de la cara de un homínido que vivió hace entre 1,2 y 1,4 millones de años y es el más antiguo de Europa. El hallazgo es una sorpresa, pues no había hasta ahora evidencias tan rotundas de presencia humana en este continente en aquella época. El análisis científico de estos restos tiene una importancia excepcional para comprender los primeros pasos de la evolución del género humano fuera de África y la aparición de especies genuinamente europeas.

Hasta el momento, los fósiles humanos más antiguos de Atapuerca eran los del nivel 9 de la Sima del Elefante: una mandíbula y otros pocos fragmentos óseos de dos individuos que vivieron en este lugar hace 1,2 millones de años y que se hallaron en 2007. Estos fragmentos son tan escasos que los paleoantropólogos no los han atribuido aún a ninguna especie, solo al grupo Homo, al que pertenecen también los humanos actuales, Homo sapiens.

El nuevo fósil ha aparecido en un nivel inferior de la sima, el 7, cuya antigüedad máxima puede ser de 1,4 millones de años. La mandíbula hallada en el nivel 9 presentaba un rasgo en la barbilla que era moderno, es decir, aquellos primeros europeos podían ser los primeros en tener un rostro muy parecido al de una persona actual y alejado de la cara más simiesca de ancestros humanos de África como el Homo ergaster o el Homo habilis. El análisis detallado de la nueva cara hallada en el nivel 7 puede aclarar ahora quiénes eran los primeros humanos europeos, qué relación tenían con los grupos posteriores y si todos pertenecían a la misma especie.

El fósil lo halló el 30 de junio Édgar Téllez, un estudiante de doctorado del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana. Estaba unos dos metros más abajo que la mandíbula hallada en 2007. Primero apareció entre la arcilla el fragmento de hueso del pómulo y, un rato después, el maxilar donde irían encajados los dientes. Téllez avisó rápidamente a Rosa Huguet, coordinadora del yacimiento de la Sima del Elefante. “Su cara al ver lo que había encontrado era distinta que otras veces”, recuerda el científico. El día después, tras un análisis detallado, los científicos de la excavación concluyeron que los restos eran inequívocamente humanos. “En este maxilar también hay una proyección vertical, como en la mandíbula hallada en 2007, lo que podría indicar que ese rostro moderno ya estaba presente en esta época”, destaca.

Los fósiles han sido presentados este viernes en la localidad burgalesa por los tres codirectores de Atapuerca ( Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell), por Rosa Huguet y por Gonzalo Santonja, consejero de Cultura de Castilla y León.

 “Este descubrimiento probablemente nos ayudará a conocer la especie que socializó Europa”, ha resaltado Carbonell. Es posible que haya homínidos anteriores, ha argumentado, pero estos fueron los que comenzaron a establecer poblaciones más numerosas y permanentes.

El análisis científico y datación de los restos llevará al menos un año, ha explicado Bermúdez de Castro. Junto al maxilar se encontró un diente, pero estaba partido, por lo que no está claro si se podrán rescatar proteínas. Las excavaciones continuarán hasta finales de este mes y el equipo espera poder encontrar más restos humanos, posiblemente dientes de los que extraer material biológico. “Este fósil obligará a reescribir los libros de evolución humana”, ha destacado Arsuaga. Los restos “retrasan en el tiempo la presencia humana en Europa y nos muestran que cosas que pensábamos que aparecieron al final de la evolución [como el rostro moderno] surgieron al principio”, ha añadido.

Los yacimientos de Atapuerca comenzaron a excavarse de forma sistemática en 1978. Se sitúan en la trinchera de un ferrocarril minero que atravesaba esta sierra burgalesa y que dejó al descubierto antiguas cavidades con restos fósiles. El 8 de julio de 1994, hace hoy 28 años, la arqueóloga Aurora Martín se quedó petrificada al encontrar un diente sobresaliendo de la tierra que parecía de un humano. El equipo de excavación encontró más dientes y otros fósiles humanos y, tres años después, anunció los hallazgos al mundo en un estudio histórico publicado en la revista Science, donde le dieron nombre a una nueva especie humana: el Homo antecessor.

Los investigadores piensan que antecessor es descendiente de los primeros homínidos que abandonaron África hace 1,8 millones de años, los Homo erectus, que ya caminaban erguidos y fabricaban herramientas de piedra con las que cortar la carne de animales. La especie burgalesa sería el antepasado común de los neandertales que evolucionaron en Europa hace unos 400.000 años como de nuestra especie, los Homo sapiens, que aparecieron en África hace unos 250.000 años.

Los humanos de Atapuerca eran nómadas y establecían sus campamentos allí donde estuvieran en ese momento la mejor caza y los mejores frutos. El yacimiento de la Gran Dolina es el campamento temporal más antiguo de Europa. En este abrigo rocoso han aparecido más de 170 fósiles de al menos nueve antecessor que vivieron hace más de 860.000 años, junto a los restos de sus muchas presas animales.

Los restos humanos muestran que antecessor tenía una cara tan moderna que si fuera arreglado y peinado en un vagón de metro, no llamaría la atención. Su cuerpo aún presentaba rasgos arcaicos, como un tronco más robusto que los de los sapiens. Medía entre 1,65 y 1,85 metros. El tamaño de machos y hembras era muy similar, lo que sugiere que eran una especie sociable en la que no había encuentros violentos asociados al apareamiento, como sí sucede en otros primates, como los chimpancés.

La mayoría de los individuos de la Gran Dolina eran niños de pocos años y jóvenes. El detalle más escalofriante es que muchos de sus huesos conservan marcas inequívocas de que fueron devorados por otros humanos en un acto de canibalismo cultural. En aquella época no escaseaba ni la caza ni los frutos en la sierra de Atapuerca, por lo que los investigadores piensan que el canibalismo sucedió tras un enfrentamiento por estos recursos en el que habrían participado grupos rivales; una especie de germen de la guerra. Es algo parecido a lo que sucede en los chimpancés. Aunque sea una práctica abominable, el canibalismo es marca común entre la mayoría de las especies humanas del pasado y la práctica es mucho más frecuente entre los miembros de nuestra propia especie, el Homo sapiens.

 

 

-Hallan un nuevo nivel de 1,4 millones de años de antigüedad en un yacimiento de Atapuerca.

Enlace: https://www.elespanol.com

 

 Un grupo de unos catorce investigadores hallan un nuevo nivel en el yacimiento Sima del Elefante de Atapuerca (Burgos) que supera los 1,4 millones de años de antigüedad datados hasta el momento en los yacimientos de la sierra burgalesa. Así lo confirmó hoy la investigadora Rosa Huguet del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (Iphes), coordinadora del yacimiento de Sima del Elefante, en la Trinchera del Ferrocarril de la sierra de Atapuerca (Ibeas de Juarros, Burgos).

 Yacimientos de Atapuerca

 En este sentido, confirmó que debajo de la zona arcillosa del nivel 7 se encuentra otra de color más amarillo, aparentemente arenisca, donde en superficie se aprecian restos de caparazones de tortugas. Así, desveló que “ya podemos confirmar que por debajo del nivel 7, que hasta ahora era el último nivel que conocíamos, está apareciendo otro nivel, el nivel 6”, al tiempo que manifestó que “lo estamos dejando todo en superficie para poderlo luego acabar todo y hasta el momento lo único que hemos visto es que en el techo están apareciendo caparazones de tortuga”.

 

En esta línea, recordó que durante la campaña de 2021 comenzó la excavación de la parte superior del nivel 7 (aproximadamente 1,3-1,4 millones de años) de la secuencia de este yacimiento y que se obtuvieron restos de tortugas y suidos, que están ayudando a entender las condiciones paleoecológicas existentes en la sierra de Atapuerca en esa época del Pleistoceno inferior. En ese nivel se encontró una lasca en cuarzo, que hasta el momento es la única evidencia de la presencia humana en la Sierra hace aproximadamente 1,4 millones de años.

Hallan un hueso del pie y un fragmento de un diente de hipopótamo
De esta forma, explicó que los objetivos de la campaña 2022 están relacionados por esos “extraordinarios” resultados y se continúa con la excavación de los sedimentos del nivel 7, con el objetivo de localizar restos paleontológicos y arqueológicos. En particular, se excava la parte inferior del nivel 7, con el objetivo de averiguar el lapso temporal que comprende este nivel. Los restos fósiles que eventualmente se puedan recuperar, ayudarán en este cometido.

Así, informó de que en los primeros días de campaña de excavaciones, a finales de junio, ya se encontraron “un fragmento de un diente de hipopótamo”, así como “un astrágalo, que es un hueso del pie de hipopótamo” y que “es el primer resto poscraneal” dado que “hasta ahora en Atapuerca teníamos algunos restos, pero muy pocos, de hipopótamo” si bien, añadió que “pero todo eran dientes y es el primero que es del esqueleto, del que podemos tomar medidas también para empezar a ver cómo eran esos hipopótamos del Pleistoceno inferior”.

Por ello, aplaudió estos hallazgos y expresó su deseo de obtener más elementos de origen antrópico: industria lítica, huesos con marcas de corte o restos humanos, que permitirían caracterizar a los grupos de homininos que habitaron las inmediaciones de la Sima del Elefante hace 1,4 millones de años.

 

Una docena de investigadores recuperan hasta el momento costillas, vértebras y restos de cráneo de ciervos y caballos en el yacimiento de Galería, un yacimiento de Pleistoceno medio situado en la Trinchera del Ferrocarril de la sierra de Atapuerca (Ibea de Juarros, Burgos), que contribuirá a seguir documentando las evidencias de actividad (cacería) de los grupos humanos de esta época del Pleistoceno.

Así lo confirmó hoy una de sus responsables, la investigadora Isabel Cáceres, quien precisó que Galería presenta una secuencia arqueológica con cinco unidades estratigráficas datadas entre los 200.000 y los 400.000 años. Esta cueva funcionó como una trampa natural para los animales que merodeaban por la Sierra y que accidentalmente caían al interior de la cavidad.

Actualmente los trabajos de excavación se centran en la Unidad GIIIa, cuya antigüedad se ha estimado en unos 300.000 años. El objetivo fundamental de esta campaña es continuar con la excavación del tramo inferior de la Unidad GIIIa. Según las excavaciones que se llevaron a cabo en las décadas de 1980 y 1990, este tramo de la secuencia es uno de los más ricos en lo que a restos arqueológicos se refiere. Así, se espera seguir recuperando abundantes restos de animales, sobre todo, caballos y ciervos, así como las herramientas -bifaces y hendedores- que los grupos humanos utilizaban en los procesos de carnicería.

Por su parte, otra de las investigadoras, Paula García, se refirió a que “para procesar esos restos de fauna, los homínidos utilizaban instrumentos de piedra”, que aparecen en este yacimiento. Además, añadió que “la particularidad de este yacimiento de Galería es que como ellos no viven aquí prácticamente no configuran nada aquí, solo cubren necesidades puntuales y lo que hacen es aportar a la cueva instrumentos ya configurados de fuera y los abandonan aquí después del proceso de carnicería que hicieron”.

 

También se trabaja en el nivel superior del yacimiento de Gran Dolina, uno de los principales yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril, con una estratigrafía de aproximadamente 25 metros de potencia, y en el que se han localizado varios niveles arqueológicos con evidencias de ocupación humana, que ha permitido demostrar la presencia humana en la sierra de Atapuerca durante el tramo final del Pleistoceno inferior y la mayor parte del Pleistoceno medio.

En la campaña de 2022 se continúa la intervención en el tramo inferior de TD8, que ya ha ofrecido datos muy importantes sobre las especies de mamíferos, y evidencia de presencia de homínidos -herramientas de piedra. TD8 es una unidad muy interesante, no solo porque viene a completar información sobre la secuencia temporal de la sierra de Atapuerca, sino porque se corresponde con un período de entre los 800.000 y los 500.000 años sobre el que existen muy pocos datos en toda Europa occidental.

Concretamente, el contenido de la unidad TD8 y de la inmediatamente subyacente, TD7, permitirán evaluar por primera vez el alcance de esa fase de relativa despoblación de Europa que podía interpretarse con el registro actual. Es decir, aportará datos relativos al sustrato sobre el que se asienta la expansión de la tecnología achelense en esta parte del continente, hace aproximadamente medio millón de años. Durante este período y de ahí en adelante se produce lo que se ha denominado proceso de neandertalización (evolución hacia los neandertales clásicos de Europa), que tenemos documentado de forma privilegiada en el registro de la Sima de los Huesos.

En el nivel inferior, TD4, de Gran Dolina, se espera recuperar una colección significativa de fauna del Pleistoceno inferior, presumiblemente en buen estado de conservación, así como indicios de presencia humana, como el hallazgo de herramientas de cuarcita. En 2021, las excavaciones en TD4 llegaron hasta los niveles excavados en la década de 1990, bajo la dirección de Emiliano Aguirre.

Entre los hallazgos de 2021 destacó el hallazgo de una mandíbula de rinoceronte que encaja con el cráneo actualmente expuesto en el Museo de la Evolución Humana, hallado 30 años antes. Estos niveles se caracterizan por una abundancia significativa de grandes mamíferos, como osos, grandes bóvidos, caballos, rinocerontes y cérvidos de grandes cornamentas, que habitaron Europa hace 900.000 años.

-Destruyen unos 200 metros de calzada romana cerca de Lerma.

 

 Enlace: https://www.diariodeburgos.es

 A Isaac Moreno le llevan los demonios. Toda la vida dedicado al conocimiento, divulgación y protección de las calzadas romanas y no gana para disgustos. El último no es baladí: el arreglo de un camino rural en Revilla Cabriada, pedanía de Lerma, ha provocado la destrucción de más de doscientos metros de un tramo perfectamente conservado de calzada romana perteneciente a la vía que unía la ciudad de Clunia conSasamón. Su indignación es tal, que va a poner en manos de la Fiscalía de MedioAmbiente el asunto. Denuncia Moreno, que conoce a la perfección el tesoro que se ha ido al traste por culpa de maquinaria pesada, que en el año 2009 este tramo se sondeó «con muy buenos resultados. En ellos se veía perfectamente el afirmado de la vía romana con bolos y zahorras bien dispuestas». Y recuerda que, desde entonces, está publicada en la web www.viasromanas.net y que toda esa información obra en manos de la Junta de Castilla y León y la conoce mucha gente. Pero como siempre ocurre, «el que manda pasar la máquina por allí parece ser el único que no sabía nada de esto», explica con indignación el historiador.
En este punto, sostiene Moreno, la vía romana de Clunia a Sasamón cruzaba de sur a norte el río Arlanza entre las localidades de Castrillo Solarana, en la margen izquierda, y Santa Inés, en la derecha, por donde pasa en ambos casos. «Este era el único trozo de vía romana cierta que el término municipal de Lerma tenía bien conservada. El resto ya está destruido desde hace decenios. Es una pena, porque es un patrimonio que se ha perdido para siempre», apostilla con dolor. Sin embargo, indica, otros municipios contiguos, como Solarana, cuentan con una importante longitud de vía romana muy bien conservada «pero, como sucedía con la que se ha destruido, absolutamente desatendida de toda promoción, así como con un importante yacimiento de una ciudad romana por la que pasa esta calzada. Yo voy a seguir trabajando por que se intenten poner en valor éste y otros sitios, como he conseguido en algunos lugares de Soria».
Considera Isaac Moreno que despropósitos como el sucedido en Revilla Cabriada no se darían si los tramos de calzada estuviesen al menos no ya realzados, pero sí señalizados. Recuerda el investigador que el sondeo arqueológico llevado a cabo en el año 2009 (y al que pertenecen algunas de las imágenes de este reportaje, cedidas por el propio Moreno) permitieron ver perfectamente toda la estructura del firme en todo el tramo de loma, que era muy bonita, que se podía haber limpiado y puesto en valor. «El terraplén estaba intacto; era un tramo curioso, bonito, en el que podía haberse puesto una señal como se ha hecho en otras provincias. Pero ya se lo han cargado, ya no hay nada que hacer».
Lamenta Isaac Moreno que este tipo de agresiones sigan sucediendo en un momento «en el que existe muchísima información, accesible a todo el mundo. Mucha de la gente que me avisa para denunciar algún destrozo saca la información de la página web www.viasromanas.net. Al final, el Ayuntamiento es el propietario del camino y el último responsable». No ocurre lo mismo con el contiguo Tordómar, indica el investigador, «donde precisamente se pretenden promocionar como romanos restos de caminos y puentes de época moderna, del siglo XVI en adelante».

sábado, 14 de mayo de 2022

-De paseo por la ruta del carbón.

 

 Fuente: https://www.diariodeburgos.es

La historia de San Adrián de Juarros está indisolublemente unida a su pasado minero. A la vida de cientos de hombres que en durísimas condiciones extrajeron durante casi un siglo el carbón escondido en las entrañas de esta comarca burgalesa. A un 'oro' negro como el del polvo que se colaba en los pulmones de los valientes obreros que picaban la tierra y como el que aún hoy tamiza el firme de los caminos que surcan el llamado 'sendero minero'. Un ameno y didáctico recorrido circular, de diez kilómetros entre bosques de roble y pino, que nos lleva hasta los restos de nueve pozos, viejas bocaminas y una calera, donde es fácil imaginar la intensa actividad que hubo en la zona con los sonidos de los martillos golpeando la roca.

La idea de poner en valor este recurso patrimonial surgió en el año 2000 cuando la localidad se dio cuenta del potencial que tenía desde el plano turístico su recuperación, ya que hasta este lugar acudían numerosas personas interesadas en visitar las minas que hubo en estos bosques y disfrutar de un paraje salpicado de arroyos y miradores en pleno contacto con la naturaleza. Con una inversión cercana a los 300.000 euros se acondicionó el sendero, se señalizó el recorrido, se instalaron paneles informativos y se arreglaron los accesos de algunos de los pozos para acercar al caminante lo que fue este territorio carbonero, como explica el alcalde de San Adrián, Florencio Martínez, al tiempo que destaca el 'tirón' que tiene este trazado entre los senderistas (muchos llegados de comunidades limítrofes como La Rioja o País Vasco) y el impulso que ha supuesto para un pueblo de 95 vecinos que ha sabido conservar su arquitectura popular con casas construidas en piedra rojiza y teja árabe. «En su mejor época llegaron a vivir unas 400 familias provenientes de toda España; quizá eso hizo que San Adrián haya sido siempre un pueblo acogedor», apunta Florencio, tras anotar que el término municipal abarca más de 1.200 hectáreas, la mayor parte de ellas, monte.

La historia minera de la zona comienza en 1841 para suministrar carbón a varias empresas de Burgos. La mina Esmeralda, la única perteneciente a Brieva, fue una de la primeras en explotarse y una de las más peligrosas, por el exceso de agua y los hundimientos. En Burgos el carbón se utilizó en dos fábricas de papel, una de hilados, en alfarería, en producción de gas para alumbrado y en calderas. Las lavanderas lo usaban para calentar el agua. La compañía inglesa Ferrocarriles y Minas fue la que explotó la concesión los primeros años. A finales de los 60 la propiedad pasó a ser de Ibercominsa. Desde entonces, la producción de las minas sufrió oscilaciones, en función del precio de los carbones extranjeros. El problema del carbón en la comarca de Juarros consistía en su calidad inferior al de otras zonas cercanas como Palencia, León o incluso el carbón inglés. La única manera de que fuera competitivo era mediante un transporte rápido y barato.

Por eso, se realizaron estudios sobre la posibilidad de realizar un ferrocarril para llevar el carbón a Burgos, proyecto que nunca llegó a materializarse. La mina más conocida fue la Juarreña, que llegó a producir 5.000 quintales anuales y fue la primera en España en usar dinamita. En 1970, cuando se extraían casi 10.000 toneladas anuales, las minas se vieron obligadas a cerrar por falta de rentabilidad, lo cual supuso un fuerte mazazo demográfico para los pueblos de la zona.

Las entradas a la minas se realizaban por pozos verticales o por socavones cuando existía un desnivel en el terreno. En los primeros casos el acceso se realizaba mediante un caldero que servía de ascensor. Las condiciones de trabajo eran muy malas: trabajo con pico y pala, empuje de vagonetas, silicosis, problemas de visión por deslumbramientos de lámparas, respiración de los gases de las máquinas de vapor..., aunque fueron mejorando algo con la progresiva mecanización. No faltaron algunos sucesos luctuosos como el ocurrido en la mina Salvadora, donde llegaron a perder la vida 10 hombres.

El trazado del 'sendero minero', que carece de dificultad, arranca en San Adrián. Junto a la plazoleta, un gran panel nos informa del recorrido, que se inicia a escasos metros, tras cruzar una cancela. En ligero ascenso, se alcanzan unas viejas tenadas. Mientras ganamos altura, a nuestra izquierda, un castillete de hierro nos marca el primer indicio minero, el pozo San Ignacio, muy visible desde lejos por tener una gran torre de extracción, hoy rehabilitada de la ruina, y al que se llegará en el tramo final del paseo. Pero ahora toca seguir el camino, siempre bien señalizado. Pasamos un robledal, dejando la mina del Conde a la derecha y desembocamos en un gran valle transversal conocido como la Mata de los Campos.

Torcemos a la izquierda hacia el arroyo Salechón. Un mirador de madera y un panel informativo permiten disfrutar de las vistas, tapizadas por un pinar de repoblación. La siguiente parada la hacemos en la boca de la mina del Travesal de los Villares, de 100 metros de profundidad, que ha sido acondicionada para que los más curiosos, siempre que vayan provistos de cascos y linternas, puedan recorrer sus primeros metros bajo tierra.

El camino que sigue a la derecha nos llevaría a una decena de minas adicionales (entre ellas la Salvadora), pero nosotros tomamos un sendero que nace junto al río Brieva o Salgüero. En unos pasos llegamos a un pequeño puentecito enfrente del cual se abre la mina Esmeralda. En esta zona es fácil toparse con corzos y jabalíes. Un poco más adelante vemos los restos de un molino harinero que aún conserva la piedra de moler y algo más allá llegamos a la sencilla ermita de Las Nieves, del siglo XVIII. Desde este punto ya se vislumbra el cercano núcleo de Brieva, que se desparrama por una ladera rocosa al pie de la cual está el generoso manantial que da lugar al río Brieva. Desde aquí el paseo inicia el tornaviaje y apenas unos metros después nos encontramos con la bastante bien conservada calera de Brieva, de gran valor como arqueología industrial. Seguimos la senda que pasa junto a un gran ejemplar de roble y nos introducimos en una nueva zona boscosa. En el cercano cruce seguimos hacia la derecha, pasamos junto a una nueva boca de mina y llegamos a una zona más abierta y a la carretera de acceso a Brieva. Debemos torcer a mano izquierda por ella y recorrer los escasos 200 metros hasta salirnos otra vez a la izquierda por una amplia pista (en ascenso) que nos debe llevar de regreso a San Adrián. En este tramo final pasaremos por los pozos de La Escalera y de San Lorenzo (se comunicaban uno con otro), del Buey -que se visita- y por la escombrera de la mina la Juarreña. Un último repecho culmina en lo alto del collado y en una bifurcación más, donde tomamos la pista que sale por la derecha. Se nos ofrece enseguida la opción de ascender al Pico Sauce (máxima cota de la ruta y con excelentes vistas panorámicas), pero nosotros seguimos hacia el Pozo San Ignacio, justo encima de San Adrián. En este punto todavía podemos observar el cargadero y el castillete para el ascensor del pozo. Una reja de hierro permite asomarse a la negra profundidad del mismo, inalcanzable para la vista al superar los 200 metros. «Es uno de las instalaciones que más llama la atención y además es un mirador magnífico sobre el pueblo», concluye Florencio, no sin orgullo.

-El trazado urbano de la calzada romana languidece en el olvido.

 

Son apenas cien metros, pero los expertos aseguran que son los mejor conservados del término municipal de Burgos. El tramo de calzada romana perteneciente a la Vía Aquitania que se encuentra entre la estación del ferrocarril y el hospital, en el llamado sector S-27, es apenas perceptible: el hecho de que nunca se haya actuado allí poniendo en valor el trazado está poniendo en riesgo su conservación. Hace una década, el Ayuntamiento de Burgos valoró la posibilidad de intervenir aprovechando la comisión territorial de Patrimonio avala hacerlo en aquellos tramos que pudieran encontrarse en adecuado estado de conservación. No en vano, cuando se llevó a cabo la modificación del PGOU asociado a la variante ferroviaria, se preservó este trazado, calificando el tramo como 'suelo de rústico de protección' y subrayando que cuando se desarrollara el sector se realizaría una prospección arqueológica, se pusiera en valor la calzada y s e creara «un itinerario recreativo conectado a l os sistemas generales de espacios libres incluidos en él». Al haberse desarrollado urbanísticamente esta zona, el proyecto quedó en nada.

Este tramo es hoy pasto del olvido. Sí puede apreciarse, casi oculto por la maleza y escombros de todo tipo, que la vía -paralela al camino que discurre a esa altura- se halla sobre un leve promontorio, pero hay que imaginar mucho para intuir que bajo la yerba se encuentra la calzada romana. Durante las obras de construcción de la ronda interior (Avenida Príncipes de Asturias) se documentaron algunos restos de interés arqueológico, concluyéndose que la calzada tenía una anchura de entre ocho y nueve metros. Aquella idea del Consistorio pasaba por que la calzada quedara integrada en el parque que se haría al desarrollarse ese sector, dejándola perfectamente excavada y conservada, ofreciendo a la vista el corte de los distintos niveles, como una manera de mostrar cómo construían sus carreteras los ingenieros romanos en el siglo II. 

Las calzadas romanas eran caminos de entre cinco y seis metros de ancho, sumando la cuneta. En algunas bien conservadas, según asegura Isaac Moreno, historiador burgalés experto en la materia, su anchura llega hasta los ocho metros, caso del tramo que nos ocupa. Las vías principales debían tener la anchura suficiente para permitir que dos legiones formadas pudieran cruzarse en sentido opuesto sin que hubiera problemas de paso. Su construcción consistía en una zanja de aproximadamente un metro de profundidad para hacer unos cimientos de piedras grandes (statumen). Sobre ellos se colocaba una capa de cascajo (rudus), otra de grava fina (nucleus). En las zonas de mayor tráfico, como las cercanías a las grandes urbes, se añadía un empedrado de piedras anchas y planas (summa crusta). Cada pocos metros, se dejaba un drenaje. Las calzadas eran tan rectas como fuera posible y no se desviaban ante una colina, sino que la remontaban. Solamente ante altas montañas desviaban su trayectoria, faldeándolas. 

Las calzadas eran construidas por civiles, soldados y e esclavos para las tareas más pesadas con piedras de distintos tamaños con el objetivo de conseguir un firme sólido. Las piedras grandes se colocaban en la base y sobre éstas se establecía una capa de piedras más reducidas. En algunos casos, por norma general en las rutas más importantes, sobre estos cimientos se colocaba un firme de adoquines. Las calzadas tenían sistemas eficaces de desagüe, logrado mediante la construcción de una curvatura en las orillas.

La vía del oro. Las calzadas o vías fueron el cordón umbilical de aquel fabuloso Imperio Romano. La metrópoli estaba conectada con todas y cada una de las localidades de tan extenso territorio. Por Burgos cruzaban varias, pero quizás la más importante fuera la vía 34 del itinerario de Antonino, denominada Vía Aquitania. Unía Tarragona (Tarraco) con León (Legio VV), y en su trayecto por la actual provincia burgalesa atravesaba localidades importantes como Cerezo de Río Tirón (Segisamunculum), Briviesca ( Virovesca), Alto del Monasterio de Rodilla ( Tritium), Tardajos (Deobrígula) y Sasamón (Segisamone). Durante siglos, fue la columna vertebral de las comunicaciones este-oeste de la península. Por esta ruta se transportaba el preciado metal de las minas de León rumbo a Roma. Y no era una vía cualquiera. Por ella discurría oro. 

Como recoge Isaac Moreno en su libro Descripción de la vía romana de Italia a Hispania en las provincias de Burgos y Palencia, esta calzada fue la primera carretera construida en esta parte del mundo do por los romanos. Por ella transitaron cientos de cargamentos de oro procedentes de las minas leonesas, que eran embarcados en Tarragona rumbo a Roma. «El camino es tan desconocido hoy, que no tiene nombre concreto. Si tenemos en cuenta que el destinatario preferente del producto de las grandes explotaciones auríferas del noroeste peninsular sería la capital del Imperio, este camino bien podría llamarse Vía del Oro, con mucho más derecho que otro tan famoso cuyo apelativo de la Plata no guarda relación con el transporte de metales preciosos», escribe Moreno en su documentada obra. Sobre esta calzada, el historiador asegura que técnicamente es tan buena como las demás, «con unos paquetes de firmes espectacularmente gruesos en las zonas por donde pasa por terrenos arcillosos o húmedos, como el caso de Burgos capital o la zona de Las Mijaradas, cerca del campo de golf».

Muchos 'enemigos'. No sólo el olvido institucional afecta a este patrimonio histórico de la capital y su alfoz.Como ya denunció hace unos meses este periódico, el trazado de esta vía entre Quintanapalla y la capital que transcurre también por las localidades de Hurones y Villayerno Morquillas ha sido objeto de vandalismo: la señalética y los carteles informativos se han visto destrozados o malogrados, en actos que se antojan incomprensibles. A veces la maquinaria agrícola, otras los gamberros y la falta de conservación ha provocado que en los últimos años este tipo de hitos de los que está salpicada la calzada hayan desaparecido o se hayan visto afectados para mal.

 Fuente: https://www.diariodeburgos.es

-El yacimiento de La Quivilleja de Valparaíso revela nuevos secretos de los preneandertales.

 Fuente: https://www.elespanol.com

 

 Excavaciones en el  yacimiento de La Quivilleja de Valparaíso

La segunda campaña de excavación en el yacimiento La Quivilleja de Valparaíso, en el término municipal de Hortigüela, aporta nuevos datos sobre la tecnología de los preneandertales, y permite constatar la existencia de material arqueológico en posición estratigráfica en una antigua terraza del río Arlanza. Esta nueva intervención arqueológica, financiada por la Fundación Palarq y la Fundación Atapuerca, en colaboración con la Universidad de Burgos, finalizó hoy y estuvo dirigida por el arqueólogo y vicepresidente de la Fundación Atapuerca, Eudald Carbonell, según ha informado la agencia Ical. 

Según informaron desde la Fundación Atapuerca y la Universidad de Burgos, durante esta semana, un equipo de diez arqueólogos, muchos de ellos estudiantes de la UBU, terminó los trabajos de la cata de 25 metros cuadrados iniciada en la primera intervención, y se abrió una nueva cata de 15 metros cuadrados en otra área del yacimiento. Entre las herramientas recuperadas destaca una importante presencia de bifaces, hendedores, picos y lascas de gran formato, la mayor parte de ellas realizadas en cuarcita.

 Los bifaces, denominados así porque están tallados por sus dos caras, son las piezas más características del modo tecnológico II o achelense. En Europa esta tecnología la comenzaron a desarrollar los preneandertales hace medio millón de años y está bien documentada en los yacimientos de Galería y Gran Dolina en la sierra de Atapuerca. Estos yacimientos se encuentran a tan sólo 32 kilómetros en línea recta del yacimiento de La Quivilleja de Valparaíso.

Por este motivo el estudio de la colección de herramientas del yacimiento va a permitir conocer la relación tecnológica entre los grupos cazadores y recolectores que ocuparon la sierra de Atapuerca y los que se desplazaron por la cuenca media y alta del río Arlanza. Las herramientas descubiertas fueron talladas para se ser utilizadas directamente con la mano, sin necesidad de ir enmangados. Con estos objetos, los prenandertales podían despiezar un bisonte o trabajar una rama para fabricar una jabalina de madera.

Además del material descubierto en la excavación, toda una serie de prospecciones arqueológicas permitieron recuperar otro importante conjunto de piezas líticas de las mismas características. Estas herramientas quedaron dispersas por las tierras del alrededor, como resultado del desmantelamiento geológico de la plataforma donde se ubicaba el yacimiento. Una vez los grupos humanos abandonaron La Quivilleja de Valparaíso, el paso del tiempo y procesos naturales de carácter hídrico "fueron erosionando el antiguo yacimiento y dispersando por el espacio limítrofe las herramientas que estos humanos habían tallado", explican.

Los 35 metros cuadrados excavados permiten constatar la gran extensión de este sitio, que ocuparía la antigua vega del río Arlanza. "El estudio de La Quivilleja de Valparaíso nos introduce en la problemática de análisis del establecimiento de los nodos ocupacionales de las primeras redes poblacionales del territorio del Arlanza y establecer su relación con otras zonas como la cuenca del Arlanzón o la cuenca del Duero", afirman desde la Fundación. La recuperación de la industria en estratigrafía y el material en superficie permite caracterizar los procesos técnicos de talla y conocer la complejidad de las industrias del modo 2 contemporáneas a los yacimientos de la sierra de Atapuerca en la segunda parte del Pleistoceno medio.

La Quivilleja de Valparaíso es un yacimiento al aire libre ubicado en la margen derecha del río Arlanza en el término municipal de Hortigüela, localidad situada en el centro de la provincia de Burgos en las proximidades de la sierra de la Demanda. Estas excavaciones están dirigidas por vicepresidente de la Fundación Atapuerca, Eudald Carbonell i Roura; la profesora titular de Prehistoria de la UBU, Marta Navazo Ruiz; el investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), Alfonso Benito Calvo; el beneficiario de una ayuda económica para investigación de la Fundación Atapuerca, Francisco Javier García Vadillo; y Rodrigo Alonso Alcalde del Museo de la Evolución Humana – Universidad de Burgos. Junto a ellos participaron un equipo de varios becarios predoctorales y alumnos de grado de la UBU. Esta intervención arqueológica organizada por la Fundación Atapuerca es posible gracias a la colaboración del Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Hortigüela (Burgos).