Tuesday, September 18, 2012
Las muchas venecias: imágenes y párrafos
Wednesday, August 29, 2012
La imprenta de Aldo Manuzio
Monday, February 18, 2008
La Serenissima
Al ver las imágenes del documental -tanto las nuevas como las de Super 8 (éstas grabadas por el propio R. G.)- no he podido evitar el asalto de mis recuerdos venecianos del último verano. ¡Cuántos momentos! Por eso, además de recuperar las reflexiones que ya os puse desde las Italias (escritas en el tren Venezia-Roma), me gustaría compartir con vosotros estos tres minivídeos de penosa factura (están grabados con una cámara de fotos):
1) la puesta de sol vista desde La Giudecca (allí sentados, la Esfinge y yo, durante horas, con los pies colgando en el aire), con ese horizonte que enseguida parecería una batalla sangrienta de Turner;
2) el gondolero cantante, como un eco que se va apagando con la distancia, perdiéndose en el dédalo de los canales;
y 3) la triste despedida de la laguna, a medida que me iba alejando de ella; porque, como dice R. G., "irse de Venezia es sólo eso, no puede ser más que eso: irse de Venezia y... basta, es decir, es algo que termina, radicalmente, en ese punto".
Thursday, December 13, 2007
A Lisboa
¡Qué bueno es para el alma ver entrar, bajo un sol alto quieto, estos carros de paja, estos cajones por hacer, estos transeúntes lentos de la aldea transferida! Yo mismo, mirándolos desde la ventana de la oficina, donde estoy solo, me transmuto: estoy en un pueblo tranquilo de provincias, me remanso en una aldehuela desconocida, y porque me siento otro soy feliz.
Lo sé bien: si levanto los ojos, tengo ante mi la línea sórdida de las casas, las ventanas por lavar de todas las oficinas de la Baja, las ventanas sin sentido de los pisos más altos donde todavía se vive, y, en lo alto, en el ángulo de los tragaluces, la ropa de siempre, al sol entre tiestos y plantas."
Pessoa de paseo (valga el jueguecito de palabras).
"Lo sé, pero es tan suave la luz que dora todo esto, tan sin sentido el aire tranquilo que me rodea, que no tengo una razón ni siquiera visual para abdicar de mi aldea postiza, de mi pueblo provinciano donde el comercio es un sosiego.
Lo sé, lo sé... Aunque sea verdad que es la hora del almuerzo, o del descanso, o de la interrupción. Todo discurre bien por la superficie de la vida. Yo mismo duermo, aunque me asome al balcón, como si fuera la amurada de un barco sobre un paisaje nuevo. Yo mismo pienso, como si estuviese en la provincia. Y, súbitamente, otra cosa me surge, me envuelve, me domina: veo, por detrás del mediodía del pueblo, toda la vida en todo lo del pueblo; veo la gran felicidad estúpida del sosiego en la sordidez. Veo, porque veo. Pero no he visto y me despierto. Miro alrededor, sonriendo, y, antes de nada, me sacudo de los codos del traje, desgraciadamente oscuro, todo el polvo de la barandilla del balcón, que nadie ha limpiado, ignorando que tendría un día, aunque sólo fuese un momento, que ser la amurada sin polvo posible de un barco que singla en un turismo infinito."
Saturday, September 30, 2006
Venecia, Gómez Pin y Recoletos
Así dicho, parece una asociación de ideas sin sentido, pero hurgando un poco en la vida de las palabras podemos hallar la conexión inaudita: a saber, el segundo escribió un libro sobre la primera que, con algo de suerte, puede ser encontrado en el tercero. Pues sí que estamos bien...
A ver, vayamos por partes:
1) Víctor Gómez Pin: catedrático de Filosofía en la Universidad de Barcelona, experto en el sistema aristotélico y estudioso de los aspectos ontológicos del cálculo diferencial, da clases de Teoría del Conocimiento e Introducción al Pensamiento Matemático... Pero que nadie se asuste: también sabe escribir (y muy bien, por cierto). Es nuestro Proust filósofo.
2) Venecia: ciudad italiana por todos conocida, increíble, decadente y bella, inmortalizada por muchos artistas y escritores en obras fabricadas con la materia de los sueños. (El de arriba es un cuadro de Joseph M. William Turner.)
3) Recoletos: paseo del centro de Madrid, situado entre las plazas de Colón y Cibeles, donde, dos veces al año, se asienta una modesta sucursal del paraíso: la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. (Cuando pasé el otro día por allí, estaban llegando las cajas -llenas y cerradas- a las casetas. Ayer viernes se abrió la veda.)
Ahora sí, ya la cosa va cogiendo forma... Aclaremos el enigma definitivamente.
En junio de 1987 Víctor Gómez Pin publicó, en la editorial Montesinos, Venecia. La ciudad y el deseo, un libro que -me atrevo a pronosticar con osadía- perdurará en el tiempo más allá del alcance de nuestra imaginación... Pero como los editores de las Españas no ven tres en un burro, quien quiera tenerlo entre sus manos tendrá que hurgar en las librerías de lance de su ciudad o encomendarse a San Antonio de Recoletos. Pues eso. A buscar se ha dicho.