Las Ferias del Libro suelen ser esos lugares
maravillosos donde uno va a buscar aquellos libros que quiere encontrar y termina
encontrando aquellos libros que había dejado de buscar, o aquellos que creía
que no iba a hallar nunca. Suelen ser lugares en los que los amantes de los
libros estamos felices por tenerlos juntos y cerquita, pero casi siempre nos
vamos también frustrados por haber tenido que dejar alguno o algunos en los
anaqueles para la próxima vez.
Los editores somos esos lectores privilegiados
a los que los libros nos llegan antes que al público lector, y participamos
como verdaderos parteros en el nacimiento de ellos. Este privilegio, este honor
y esta responsabilidad que conlleva la publicación de un libro se ven
potenciados cuando se tratan de obras que particularmente nos gustan, que son
del estilo de lo que leemos habitualmente, o bien cuando nos sorprenden tan
gratamente que incluso nos generan la ansiedad por llevarlos a los ojos de los
lectores y compartir la alegría de buenos libros para que todos los lean.
A veces, como en el caso de estas dos obras
notables, nos parece que una edición de 300 ejemplares es corta, que debiera
tener muchísimos más ejemplares para que todo el mundo pudiera acceder a ellos,
sobre todo teniendo en cuenta la gran afluencia de público que hay en Ferias
como ésta, o la gran cantidad de lectores que hay en Argentina y por supuesto
en la Patagonia.
Noto con felicidad y orgullo, que en la
Patagonia y sobre todo en nuestra provincia, Chubut, que la producción
literaria crece pero que lo hace con una calidad increíble y prácticamente en
forma silenciosa, o al menos lejos del interés de los medios de comunicación
masiva. Me parece, y no creo exagerar con esta afirmación, que tenemos autores
brillantes de proyección internacional, con obras importantísimas y hasta diría
fundacionales que crearán nuevas generaciones de autores jóvenes bajo su
influjo, y dentro de estos autores brillantes ubico a Silvia Iglesias.
El primer libro que leí de los dos fue “Cuerpos
extraños” al que sentí cercano en su concepción y escritura por la economía de
palabras y adjetivos, la precisión en la utilización del lenguaje y la forma de
transmitir la idea de cada poema, así, directamente. El poemario nos interpela
a través de lo que nos es extraño, pero no extemporáneo, sino como un espejo
que permite ver lo que no se ve en nosotros mismos pero que sí podemos ver en
los otros. Como escribí en el libro, reafirmo que la poesía de Silvia es, en
este libro, algo así como una intersección entre el estilete y la caricia, y
así trabaja en el ojo del lector, como un orfebre familiar, como si alguien que
no conocemos nos acariciara distinto y a la vez extrañáramos ese mimo. Silvia
es capaz de mostrarnos que hasta nuestro propio cuerpo es extraño. Es el libro,
entonces, un mapa conocido de lugares ignotos, una invitación a desconocer lo
familiar, una puerta de entrada con la cerradura en el umbral.
La primera vez que leí “Yaoyin” no tenía ese
título y me atrapó el tono, las palabras y las reflexiones de Nina y Juan. Muy
bien logrados. No es para nada fácil dar el tono justo a la voz de un chico y
más difícil aun a un chico de las primeras décadas del siglo pasado, máxime al
situarlos en la Patagonia. Yaoyin. Su clima, sus raíces, sus plantas, Yaoyin,
las vidas que se cruzan y toman otros destinos, como los senderos en los cerros
y la estepa, y ese momento en que se decide por uno u otro en el cruce suele
ser definitorio, trascendental. Y Yaoyin como un mantra, como un llamado a la
compañía silenciosa, al amigo incondicional que siempre está y acompaña,
Yaoyin. Y el final de esta novela es una invitación a releerla. No dejen el
libro por la mitad. Permítanse la sorpresa, permítanse el asombro.
Para una editorial como la nuestra, radicada en
Comodoro Rivadavia y que tiene seis años de vida, 57 títulos publicados, 7
títulos más en imprenta y algunos más en proceso de edición, la aparición de
“Yaoyin” y “Cuerpos extraños” es motivo de orgullo y celebración. Orgullo por
el sello y por chubutenses, por contemporáneos de Silvia y porque entendemos
que su obra es notable y brillante. Celebrar con alegría estas publicaciones es
desear que tenga los miles de lectores que se merecen estas puertas abiertas a
la belleza, al pasado, al presente, a nosotros, a la Patagonia, a su vida y sus
espejos, sus cruces y su destino, su historia y nuestras historias.
Gracias, Silvia, por confiar en Vela al Viento
el cuidado de la edición y publicación, y gracias a todos por su presencia y por
favor no dejen de comprar y regalarse estos libros maravillosos.
Rubén Eduardo Gómez
39ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
5 de Mayo de 2013
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