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miércoles, 22 de septiembre de 2021

The Guilty - Crítica

 


La película dirigida por Antoine Fuqua resulta prácticamente un calco de la original danesa (‘Den skyldige’), salvando las distancias en cuanto a la dinámica con la que se presentan los acontecimientos.

Esta remake resulta más ágil (fiel al estilo de este tipo de producciones norteamericanas) pero quizá menos fría (cuestión que suele ser propia del cine nórdico) o menos “seria” en sus formas, algo que la cinta concebida en Dinamarca manejaba con mucha sobriedad y más pausadamente.

Thriller que trata sobre un operador en un centro del 911 que, enfrentando sus demonios y fantasmas del pasado, recibe una llamada de una mujer aterrada que parece haber sido secuestrada. La temática nos recuerda a ‘The Call’, de Brad Anderson, pero con una exhibición distinta en pantalla, teniendo en cuenta que aquí, en ‘The Guilty’, todo ocurre en un solo escenario.




¿Hubiese funcionado esta obra sin un actor de la talla de Jake Gyllenhaal? El protagonista de ‘Enemy’ nos vuelve a regalar una brillante interpretación, expresiva, con matices y termina resultando el gancho o el aliciente principal de este relato que, probablemente, de haber contado con otra figura central no hubiera llamado la atención de los espectadores.

Es factible que el giro perturbador de la historia produzca un impacto bastante menor que en el film dinamarqués (quizá por estar trabajado de peor forma o tal vez porque uno ya sabe con lo que se va a topar), pero si se analiza a ‘The Guilty’ no como remake de ‘Den skyldige’ (para no caer en comparaciones) y sí como mero entretenimiento, cumple con su cometido, con creces, aunque sin trascender.

Lo Mejor: la potente labor de Gyllenhaal con la cámara encima todo el metraje, con un nivel expresivo sublime.

Lo Peor: cuestiones trabajadas de forma menos seria que la cinta original.

Puntaje: 7,5 Alancitos Atormentados sobre 10

 

sábado, 29 de agosto de 2015

Southpaw - Crítica



El último uppercut

Southpaw, el flamante trabajo de Antoine Fuqua (Training Day, The Equalizer) es un drama de boxeo casi estereotipado que aparenta beber de varias fuentes propias de obras cinematográficas similares. Se trata de una historia tal vez poco novedosa, pero volcada en la gran pantalla de forma correcta, prolija e incluso entretenida, que se sostiene principalmente por la soberbia actuación (otra vez) de Jake Gyllenhaal. El acompañamiento de los secundarios conforma también un lugar importante.
Billy Hope (Jake Gyllenhaal) es un boxeador en ascenso que, tras mucho esfuerzo (y sangre derramada durante cada noche de pelea arriba del ring), vive en una mansión con su esposa Maureen (Rachel McAdams) y su pequeña hija Leila (Oona Laurence). De a poco, todo comienza a complicarse desde el aspecto económico hasta el relacionado con los afectos. Además (lo más significativo) un trágico episodio da vuelta por completo las cosas, desmoronando la vida de Billy, quien deberá comenzar de cero para sobreponerse y salir a flote.


Fuqua aborda un relato predecible, tal vez con muchos lugares comunes y situaciones que dan la sensación de que ya las hemos visto antes. Los diálogos en Southpaw tampoco son memorables; se trata simplemente de una narración acentuada por el intenso dramatismo que supone el hecho de perderlo todo de un momento a otro, de caerse y tocar fondo. El desafío radica en volver a levantarse. La esperanza, la fe en uno mismo, los valores y los códigos aparecen en una buena cantidad de pasajes para remarcarnos la lucha constante de nuestro protagonista ante una realidad que lo ha golpeado más duro que cualquier otro adversario dentro del cuadrilátero. El director, aprovechando lo que caracteriza a la narración y a la temática en sí, toma algunos elementos de proyecciones (y personajes de estas) semejantes y los planta en escena, permitiendo así que el espectador, casi de forma automática, pueda encontrar en Southpaw referencias o ciertas similitudes en relación a films tales como Rocky o Million Dollar Baby, por citar dos ejemplos.


Mención especial merece Jake Gyllenhaal, puesto que su labor aquí es tan grande y sentida que deja en evidencia que sin su colaboración la cinta sería mucho más olvidable e intrascendente de lo que en verdad se percibe. El actor de Brokeback Mountain supo conquistar como un detective con tics nerviosos en Prisoners, así como también cautivó a través de un doble juego de personalidades en la intrigante Enemy. Ni que hablar del sociópata ojeroso e inescrupuloso que compuso para personificar a Louis Bloom en Nightcrawler. En esta oportunidad y con un nuevo cambio físico, Gyllenhaal encarna a un boxeador parco, hundido en la angustia y con una ira acumulada que amenaza a cada instante con salir a la luz. Lo admirable no radica sólo en su virtuosa, sobresaliente y conmovedora interpretación, sino además en la capacidad que posee para no repetir siquiera un gesto de los roles que le hayan tocado desempeñar con anterioridad.
Más allá de una continua inclinación hacia lo dramático e incluso a pesar de pasarse un poco de la dosis justa de acontecimientos en los que emerge el golpe bajo, Southpaw convence y entretiene. La emotividad se fusiona con la tensión y la adrenalina que poseen las secuencias de boxeo (muy bien rodadas).

LO MEJOR: la brillante actuación de Gyllenhaal. Sólida tarea de Forest Whitaker, principalmente, y secundarios. Conmovedora, una historia bien narrada.
LO PEOR: predecible. Tiende a abusar de las situaciones dramáticas.

PUNTAJE: 7,6

domingo, 21 de diciembre de 2014

The Equalizer - Crítica



El vengador

The Equalizer llama la atención por su tráiler y por la presencia de Denzel Washington como figura central del film. El director Antoine Fuqua lo ha dirigido en aquel muy buen policial del año 2001 llamado Training Day, en el que Denzel se lució al punto tal de obtener un Oscar como mejor actor. Todo lo que acontece en la cinta cobra un grado de interés mayor gracias a lo que el mencionado intérprete nos brinda. Por lo demás, se trata de una historia que da la sensación casi todo el tiempo de haberse visto con precedencia. Trillada, de mayor a menor, con instancias de acción ideales para amantes del cine pochoclero.
Robert McCall es un sujeto de apariencia amable. Un solitario (y solidario) de buen trato con la gente, pero a la vez misterioso. Robert no duerme, sin embargo le sobra energía para ocuparse de todo. Trabaja en una tienda comercial que vende una amplia diversidad de artículos y le tiende una mano a un empleado de allí que aspira a convertirse en guardia de seguridad. Lo aconseja y lo entrena. Cada noche acude al mismo bar. Se topa con una joven prostituta (Chloë Grace Moretz) manejada y maltratada por la mafia rusa. Nuestro héroe no puede tolerarlo y decide preparar una venganza por cuenta propia.


La película comienza pausadamente y casi en nulidad de diálogos. Fuqua lo hace bien, administra los silencios y los primeros acontecimientos dejando en el camino, como si fuesen huellas, ciertos retazos de magnetismo. El espectador es llevado al seguimiento de los pasos del protagonista, y cuando Washington está a cargo (omnipresente), quien observa se siente seguro y conforme por la sobriedad innata y natural del actor.
Chloë Grace Moretz, quien sorprendió especialmente desde su rol como Hit-Girl en Kick-Ass, acompaña y congenia de buena manera (aunque tenga poca participación) con Denzel. El resto del reparto cumple con lo justo en relación a lo que la trama requiere.
Vale la pena remarcar que la duración (poco más de dos horas) le juega en contra a The Equalizer, y esto se hace sentir principalmente en los tramos finales. En los pasajes cercanos al desenlace, la narración se torna indefectiblemente pesada, más allá de que se desenfunde un enfrentamiento interesante pero previsible que intenta levantar y animar el asunto.
En la proyección de Fuqua, la acción es sangrienta y feroz. Los movimientos del personaje de Robert son milimétricos, se trata de un tipo frío y calculador que arrasa contra quien se le tope en su camino (¿ni siquiera un peligroso conjunto organizado puede con él?). Cuchillos, golpes de puño, pistolas varias y hasta un sacacorcho forman parte del “repertorio” con el que nuestra figura arremete. Con altibajos, no obstante entretenida, aprueba por la enorme capacidad de Denzel Washington.

LO MEJOR: Denzel Washington. Las escenas de acción. El inicio.
LO PEOR: de resoluciones discutibles e inverosímiles. Irregular, se extiende más de la cuenta.

PUNTAJE: 6

viernes, 29 de noviembre de 2013

Películas del Recuerdo - Día de entrenamiento (2001)


Lobo versus oveja

En las calles y pequeños suburbios norteamericanos se mezclan las pandillas callejeras. Para meterse a negociar ahí es necesario estar ducho y poseer experiencia. No cualquiera puede ingresar a lidiar con traficantes, hay que saber moverse y manejar todo tipo de recursos, desplazar ciertas piezas delicadamente y no ser demasiado abrupto.
Día de entrenamiento nos sumerge en ese mundo. Y lo hace enseñándonos dos estilos muy distintos entre sí. Denzel Washington está curtido en el asunto. Trece años de historias lo avalan en el rubro de narcóticos. Sus modos o procedimientos son cuestionables, puesto que oscila entre lo lícito y lo que traspasa esa delgada línea. Se suma Ethan Hawke, mucho más ético, “tiernito” en la jerga, un novato bajo la supervisión de Denzel, en lo que aparenta ser un primer y arduo día de trabajo.


Antoine Fuqua, que hasta ese entonces no había sabido conformar una obra recordable o trascendente, saca de la galera sus mejores conejos y artilugios posibles para engendrar un thriller tirante y entretenido, en donde uno de los grandes aciertos radica en la interpretación camaleónica de Washington bajo la muy buena compañía de Hawke. Cada cual constituye una cara de la misma moneda, de un flanco lo inmoral y del otro lo decoroso. El personaje de Ethan no esconde su ansiedad por atar cabos manteniendo las estrictas reglas que aprendió en la preparatoria, preceptos que se van diluyendo ásperamente a medida que su compañero y mentor lo interioriza en el tema, prácticamente obligándolo a manejar cada instancia de la manera en que él crea conveniente.
Training Day se ocupa de dar un pantallazo tan severo como real de la selva cotidiana que se vive en los alrededores de las zonas más sombrías de la ciudad. Un golpe bajo a la decencia de quienes son los encargados de protegernos y luchar contra la inseguridad, con una mirada pesimista pero sincera sobre la corrupción policial, con drogas en cada esquina y traiciones dispuestas a salir a la luz en cualquier momento.

LO MEJOR: no sufre altibajos. Frenética. Washington y Hawke, en ese orden, resaltando la sobresaliente actuación de Denzel. La realidad de lo que postula.
LO PEOR: falla en las escenas de enfrentamiento cuerpo a cuerpo, no están bien montadas.

PUNTAJE: 7,2