Libro 1: El Abrazo de la Noche
¿Por qué volver a leerlo? Este fue el primer libro que atrajo a Styxx al reino de los Cazadores Oscuros, y le presentó a los lectores. Ten en cuenta al leer El Noche Abrazo, que nunca estaras realmente en su punto de vista, excepto en dos pequeñas escenas de Styxx. Aunque el libro de Styxx tiene escenas adicionales que no están en El Abrazo de la Noche (como poder ver cómo llega a New Orleans y por qué hace lo que hace), sino que también muestra la escena de la pelea de Styxx (desde su punto de vista), y finalmente saber qué es lo que Styxx susurró a Acheron en esa misma escena de lucha final. Y a ver exactamente lo que pasa después...
Ash no podía respirar cuando destelló rápidamente a Katoteros, una
pequeña región inferior entre dimensiones. Este era su dominio privado
donde se suponía que nadie, excepto él, había pisado.
Siglos atrás, Hades lo había relegado a este no-lugar. O más
correctamente, Hades lo había encarcelado ahí. Desde el día que Artemisa
lo había liberado, Ash había usado ese lugar como piedra de toque para
recordar lo que él era.
Lo que había sido...
Ahora, Ash luchaba por el control. Tenía que tener unos minutos para controlar sus pensamientos. Sus emociones.
Con un nudo en su estómago, se sintió enfermo por los recuerdos y el
dolor daba vueltas atacándolo. El aire alrededor de él chisporroteaba y
golpeaba de acuerdo a su volátil estado. Tenía que controlarse a sí
mismo.
No podía permitirse dar rienda suelta a sus emociones.
Nadie jamás sería capaz de detenerlo si lo hiciera. Nadie.
Ash pasó sus manos por su largo cabello negro y profirió su antiguo
grito de batalla. Un relámpago destelló y grises nubes de truenos se
deslizaron a través del misterioso cielo azul oscuro encima de él.
Esto no podía estar pasando. No ahora.
Y sin embargo, no había ninguna otra explicación. Styxx estaba libre. De
algún modo se había escapado de la Isla Desaparecida y andaba suelto
por Nueva Orleans.
¿Cómo podía haber ocurrido eso?
Ahora Styxx se hacía pasar por él. Se mezclaba con los hombres de Ash y hablaba con ellos...
El horror perforó su corazón. Tenía que detenerlo antes de que Styxx
revelara a alguien el pasado de Ash. Ash no podía soportar que alguien
supiera sobre su vida humana. Que supiera lo que había sido.
Lo que había hecho...
– ¿Acheron?
Se estremeció ante la voz de Artemisa – Este es mi lugar, Artie. Me prometiste que nunca vendrías aquí.
Ella se materializó ante él
– Sentí tu dolor -
– Como si te importara -
Ella tendió su mano para tocarle la cara, pero él dobló sus brazos sobre
su pecho, y se alejó de ella. Ella suspiró y dejó caer su mano – Me
importa, Akribos. Más de lo que crees. Pero no es por eso por lo que
estoy aquí. Me he enterado de lo de Zarek.
Ash gruñó bajo en su garganta. Por supuesto, ella nunca vendría porque
sufriera. Le había enseñado, mucho tiempo atrás, que su sufrimiento no
significaba nada para ella.
– Lo estoy manejando -
– ¿Manejando cómo? Él ha sido descubierto y ahora está siendo buscado
por las autoridades humanas. Lo compromete todo. Debe morir
– No – Gruñó - Me ocuparé de eso. Solo necesito más tiempo.
Ella tenía aquel familiar aspecto calculador en su cara – ¿Y qué me darás por este tiempo que solicitas? -
– Maldita sea, Artemisa, ¿por qué todo debe ser un pacto contigo? ¿No
puedes, aunque solo sea por una vez, hacer algo porque te lo pida?
– Nada es gratis – dijo ella mientras andaba en círculos a su alrededor.
Él se encogió mientras ella deslizaba su mano sobre su espalda - Tú de
entre toda la gente deberías saber eso. Un favor requiere otro favor a
cambio -
Él suspiró y se preparó para lo que estaba por venir. Le gustase o no,
tendría que desempeñar el papel de suplicante para mantener a Zarek a
salvo – ¿Qué quieres?
Le retiró su pelo hacia la nuca y cuello y frotó sus labios y su nariz contra su cuello.
En contra de su voluntad, su cuerpo estalló en escalofríos y se
endureció. Cuando ella habló, su voz era baja y ronca – Sabes lo que
quiero -
– Bien – dijo él con resignación - Puedes tenerme, sólo si no envías a Thanatos. Déjame que envíe a Zarek de regreso a Alaska -
– Mmm – ella respiró contra su piel – Ves... es mucho mejor cuando cooperas -
Él se puso rígido mientras ella lamía su piel.
– ¿Puedo hacer una pregunta? – Dijo fríamente - ¿Liberaste a Styxx sólo para darte un revolcón conmigo?
Ella se separó bruscamente y le dirigió una mirada sobresaltada – ¿Qué?
Ash la miró atentamente, deseando conocer la verdad.
– Styxx está suelto en Nueva Orleans -
Artemisa se quedó atónita - Nunca te haría eso, Acehron. No tenía ni idea de que se había escapado. ¿Estás segura? -
A su pesar, se sintió aliviado al saber que ella no lo había traicionado. De nuevo.
– Talon lo vio y pensó que era yo -
Artemisa presionó sus labios con su propia mano. Sus ojos verdes estaban aterrorizados – Vendrá a por ti -
– Lo está haciendo. Estoy seguro que el pequeño baile con Zarek fuera
del club era una forma para conseguir que mataras a Zarek. Sin duda,
Styxx está intentando neutralizar a mis hombres. Ya sea para evitar que
se le impida matarme o para mantenerme distraído.
– No le dejaré tenerte – dijo enfáticamente.
– Esto es entre mi hermano y yo, Artie. Quiero que te mantengas alejada
de esto – Ash se alejó más de ella – Volveré al amanecer para cumplir
con nuestro acuerdo. Mientras tanto, déjame a mí a Zarek.
Styxx estaba sentado solo en la cafetería Pontalba en una mesa junto a
una de las grandes puertas que daban a la calle, donde los turistas se
agolpaban en medio de la pre-celebración del Mardi Gras. La camarera le
había retirado el plato y la tarjeta.
Bebió de su cerveza, y se quedó mirando a los extranjeros, no tenían
ningún sentido para él.
Todo era muy extraño...
¿Como yo lo soy?
Verdadero. Estaba tan fuera de lugar, no podía soportarlo. Y odiaba
alterar la vida de las personas. Al principio, no le había importado su
tarea. Le recordaba a estar en guerra. Acercarse a los Cazadores Oscuros
que trabajaban con su hermano, e informar a Dionisio y Camulus. Jugar
con sus cabezas y confundirlos un poco para dar a los dioses tiempo para
poder hacer su plan.
Pero lo que le había sorprendido era cuánto lo amaban y respetan los Cazadores Oscuros que llevaba su hermano.
No importa lo mucho que lo intentara, no podía conciliar el Acheron que
recordaba como su hermano, el cobarde que lo había apuñalado mientras
dormía. El hermano al que había sostenido sin piedad hacia abajo para
que Estes pudiera márcalo, y se reían mientras lo hacían.
Su gemelo nunca había cuidado de otras personas. Justificable, teniendo
en cuenta lo que había pasado, Acheron siempre estaba amargado y
enojado.
Hostil.
Tal vez la gente lo ha cambiado. Los dioses lo sabían, Acheron había
tenido mucho tiempo para él, mientras que él había dejado a Styxx
pudrirse en el aislamiento en el “stygian”.
Stlll... ¿Por qué no podía ver a su hermano como el altruista "decente" y benevolente?
¿Al menos una vez en once mil años?
Cuando la camarera le devolvió la tarjeta, Styxx se frotó las sienes.
Tenía dolor de cabeza por las voces que resonaban a su alrededor. Eso
había sido lo único bueno de estar en la isla, la única voz en su cabeza
había sido la suya. E incluso se había desvanecido y se habido quedado
tranquilo después de unos pocos miles de años de soledad.
Ni siquiera los guardianes mudos que Artemisa le había enviado a
intervalos regulares tenían pensamientos verbales. Más bien sus
pensamientos habían sido vívidas imágenes, los había dibujado en la
arena después de irse. Entonces la marea venía y los lavaba, dejándolo
como una pizarra nueva para dibujar.
Su teléfono sonó. Styxx comprobó el número y agradeció que no era uno de
los Cazadores Oscuros que Dionisio había desvíado a su celda.
- ¿Qué necesitas? - preguntó Camulus.
- ¿Te enteraste de la mujer? ¿Sabe Talon que es su esposa reencarnada? -
Sí, lo sabia, pero Styxx se abstuvo de compartir eso. No estaba seguro
de por qué. Así que la alegría esperanzada en el tono de Camulus le hizo
desconfiar. Además, entendió el dolor de perder a la mujer que amaba.
No era lo bastante insensible para torturar a otro hombre con algo así.
Ni siquiera por su propia libertad y cordura.
- No lo sé - mintió.
Camulus maldijo - Averígualo! - Colgó.
- Estas a punto de romper esa cosa -
Styxx alzo la mirada hacia arriba para ver a Nick Gautier frente a su
mesa. Había tropezado con el chico hacia unos días, mientras que había
estado ayudando a la creación de uno de los Cazadores Oscuros. Este
hombre era un siervo de día, escudero-moderno, y empleado de Talon, el
Cazador Oscuro que Camulus quería torturar. Al parecer, Talon había
matado al hijo de Camulus en la guerra, en la Edad Media, y el dios
estaba dolido y quería venganza sobre él.
- Hey, chico - Styxx deslizó el teléfono en el bolsillo. De pie medía un
metro noventa, Nick era físicamente más viejo que Styxx y, sin embargo,
parecía un niño como él. No había inocencia en el chico Cajun, Styxx no
estaba seguro, si la hubiera poseído nunca. Si lo hubiera hecho, él
debía aún haber estado distraido.
Nick tomó la silla frente a él, le dio la vuelta y se sentó a horcajadas
- ¿Seguro que estás bien? Te ves un poco... - Hubo un eufemismo. Nick
era el único en la ciudad que realmente le preocupaba, cuando se trataba
de descubrir que no era Acheron. Al parecer, su hermano tenía una
relación con Nick que Acheron no tenía con otras personas.
- Son los Daimons. Demasiada mierda pasa -
Nick rió - Te entiendo. Por encima de todo lo demás, la escuela me está
pateando el culo. Me gustaría poder pagar a uno de vosotros para hacer
mis exámenes finales y escribir mis trabajos. No sé de qué se trata,
pero cada vez que tengo que sentarme en un examen, me ahogo y no puedo
recordar cómo hacer nada bien -
Styxx resopló ante sus palabras - Así que lo que me estás diciendo ¿es
que estás teniendo problemas de ansiedad por falta de desempeño?
- ¿Qué?.. No! Al infierno, no! -
Styxx se rió de la indignación de Nick. Podía ver por qué Acheron le
tomó cariño a Nick, y se fue a un tiempo lejano, para explicar por qué
su mentor Galen y el se habían hecho amigos.
"Hay un fuego dentro de ti, muchacho. A pesar de que caminas alrededor,
eres como Atlas con el peso del mundo sobre sus jóvenes hombros, sufre
por todo en silencio, y se aferra a su dignidad."
Nunca había entendido esas palabras hasta que conoció a este chico. Era
una descripción perfecta de Nick Gautier. Y Styxx admiraba la forma en
que el chico, veia a su madre y como su protegido. La suya era una
relación muy especial, y le gustaba pensar en su propio hijo, si hubiera
tenido la oportunidad de crecer, hubiera sido muy parecido a Nick.
- Ah, mierda - Nick sacó su teléfono. Styxx contuvo la respiración,
esperando que no fuera su hermano al teléfono. Si lo fuera, él seria
descubierto.
- Hola, mamá... No, estoy sentado con Ash en el Café P. ¿Necesitas algo?
- Sacó un bolígrafo del bolsillo de su pantalón y cogió una servilleta -
Leche descremada. Rebanadas de queso. Pan. - Hizo una pausa y frunció
el ceño - Ah, Ma... ¿No puedes? - Se encogió - Está bien. Girly son
cosas que no quiero saber. Gah! No, Ma, no vayas por ahí. Soy tu hijo,
¿sabes? ... No quiero saber tampoco eso. Te quiero. Adiós - Colgó el
teléfono y suspiró - No sabes la suerte que tienes de haber nacido antes
de que las mujeres usaran tampones. Juro que fueron inventados con el
propósito de causar un sinfín de horas de pena, humillación y tortura a
los hombres. Porque nada dice mejor "calzonazos" que un hombre en los
supermercados con una caja monstruosamente gigante de color rosa y
florecida. Lo menos que podrían hacer es ponerlos en un contenedor de
color marrón claro o una caja de color negro sin marcas o algo
omnipresente -
Styxx no tenía ni idea de lo que eran los tampones, pero la expresión en el rostro de Nick le decia que era mejor no preguntar.
Nick metió el papel en el bolsillo mientras seguía despotricando - ¿Y
por qué siempre esperan hasta que estan con el último antes de
reponerlos? No es como si no lo supieran una vez al mes, en unas fechas
bastante regulares... Si yo hiciera eso con el papel del baño, me
masacraría en mi sueños - Gruñó mientras se levantaba de un salto -
Tengo que hacer un recado de emergencia. Nos vemos más tarde -
Riendo cuando comprobó la definición de tampón, Styxx inclinó la cabeza
hacia Nick y vio que el chico desaparecia entre la multitud. Se levantó y
dejó un billete de veinte dólares sobre la mesa como propina, y luego
se fue en dirección opuesta.
Nick no tenía ni idea de lo afortunado que era tener a una madre que le
quisiera en la manera en que lo hacía. Era muy raro este mundo.
Styxx vagaba de vuelta al hotel donde se alojaba. Apenas había cerrado
la puerta de su habitación cuando Camulus apareció frente a él y le dio
un revés muy fuerte, le rompió las gafas de sol que Styxx había estado
llevando.
El dolor explotó en su cabeza, pero él no reaccionó ante el golpe
inesperado. Estaba demasiado acostumbrado a recibirlos - ¿Qué demonios?
- Si me mientes otra vez, te voy a destripar -
Styxx se limpió la sangre con el dorso de la mano - Vas a tener que
elegir una mejor amenaza. Ya me destripó un dios. Y realmente ahora al
respecto me importa una mierda -
- De acuerdo. Te voy a castrar -
Él se echó a reír - He estado allí y lo he hecho. ¿Quieres probar de
tres en tres? - Camulus frunció el ceño. - Estás loco, ¿no? -
Llegados a este punto, es una buena apuesta.
Pero no habló. Más bien, se abrió paso ante el Dios y fue a buscar otra
botella de cerveza de la pequeña nevera. Abrió la lata y se sentó en el
sofá a esperar en silencio su próxima misión.
Algo estaba creciendo más fuerte cada día. Estaba cansado de jugar con
la vida de las personas. Los suyos habían jugado suficiente para los
dioses, estaba cada vez más resentido por lo que Camulus y Dionisio
querían de él. Al paso que iba, él estaba a punto de pedir ser devuelto a
su isla aunque estuviera jodido.
Apolo o no Apolo.