Martín Amis
Martin Amis, El segundo avión. Un escritor aterrorizado escribe sobre el terrorismo
Escribe CARLOS CALDERÓN FAJARDO
Martín Amis publicó en el 2007 y en español el 2009 por Anagrama El segundo avión, un conjunto de artículos y textos sobre el terrorismo islámico. Se trata, sobre todo, de una reflexión suscitada partir del atentado del 11 de septiembre. Este libro se escribe cuando en el mundo el terrorismo se presenta como la cara de la historia moderna, y por lo tanto como desafío a la novela occidental contemporánea. Para nosotros, el tema interesa por obvias razones, de manera especial a nuestra narrativa actual.
DonDelillo, el notable novelista norteamericano en El hombre del salto formula una idea sorprendentemente atractiva: “Existe una profunda estructura narrativa en los actos terroristas que se infiltran y alteran las conciencias como los novelistas pensaban hacerlo en tiempos pasados” ¿Qué se deduce de las palabras de DonDelillo: que el que comete un acto terrorista se siente un personaje viviendo una peripecia novelesca.
Pero el novelista inglés Martin Amis, va más allá, plantea en El segundo avión que el 11 de septiembre no pretendió ser un atentado contra el capitalismo, que no fue ese su objetivo central, sino que el terrorismo islámico buscó, -y busca- impactar en los medios. El terrorista no como personaje novelesco como en una novela conocida de John Updike, sino un protagonista mediático, cuyo propósito es afectar aterrorizando la conciencia de un espectador. Y con el 11 de septiembre lo consiguió, empezando por el mismo Amis.
Otro novelista inglés muy importante, Ian McEwan en su novela: Sábado, analiza de qué manera lo cotidiano se entrelaza con los grandes acontecimientos históricos. Su interés como novelista es indagar, cual neuro-cirujano, la forma cómo el terrorismo afecta a nivel personal, en la conciencia de los hombres de su tiempo.
El segundo avión de Amis es polémico porque no reconoce los matices dentro del Islam. Amis, es severamente criticado en Inglaterra por diarios tan serios como el Sunday Times y el The Telegraph, y por muchos intelectuales. Hacia mucho tiempo que un libro no era tan polémico. Publishers Welkey dice sobre El segundo avión: “Terror y aburrimiento, la mente dependiente, la confusión y perpleja respuesta de occidente”.
Pero el libro no sólo causa polémica en Inglaterra, Acaba de ser publicada en francés y Marc Weitzman critico de Le Monde, escribe el 19 de marzo del 2010:“El peor defecto del libro de Amis no es otra cosa que el conocimiento puramente libresco que el autor tiene sobre el mundo musulmán. ¿A partir de qué mundo habla, del inglés, del americano, del occidental? Lo que se consigue es un libro repleto de disparates (ensayos reportajes) en donde se busca una posición lúcida solo se encuentra incoherencia”.
Por supuesto que hay voces favorables el libro de Amis, se las puede hallar en google. Es defendido por el mismo McEwan.
Amis, en este libro ácido y provocador, afirma algunas ideas muy interesantes. Él afirma que El segundo avión no es sólo un libro sobre el terrorismo sino una reflexión sobre la identidad masculina, vincula el terrorismo islámico con la misoginia paranoica en el mundo árabe. Amis en este libro parece continuar con una idea que aparece también en sus últimas novelas La casa de los encuentros (2008) y Koba (2009) sobre la guerra fría y el estalinismo. Que la historia en lugar de darle cabida a los hombres excepcionales, se los da personajes inconsistentes como Hitler, Stalin y Bush. Pero, al mismo tiempo, junto a estas ideas sugestivas en El segundo avión, Amis se presenta como un autor plagado de prejuicios sobre el islamismo. El segundo avión es para Amis, el Islam. Amis se considera “Islamofobo” y sostiene que el terrorismo siempre se expresa en la forma de una religión, o vinculada a una, especialmente en el Islam donde un conjunto de elementos son entendidos por Amis no como un intelectual lúcido, sino como la visión de un hombre occidental común y corriente aterrorizado y que de alguna manera justifica la agresión contra los practicantes de una religión. Se ha dicho que el terrorismo en el Perú fue más que político un movimiento religioso, con profeta y todo, pero la comprensión novelesca de un fenómeno tan complejo exige de mucha inteligencia y perspicacia, evitando al máximo los prejuicios. El novelista no puede ser parte de una campaña creada para encubrir los verdaderos intereses económicos que se ocultan detrás de la violencia contra los árabes y el Islam, sin que esto justifique, por supuesto, los actos de una minoría fanática y mentalmente desequilibrada. No se puede condenar al pueblo alemán por el nazismo, no se puede echarle al pueblo ruso por lo que hizo el estalinismo, no se puede satanizar al pueblo norteamericano por los actos políticos y militares de Bush.
Marc Weitzmanm de Le Monde, reconoce que el mejor capítulo del libro es el que surge de una visita de Amis a Irak acompañando a Tony Blair. Y esto se relaciona con una pregunta que nos hemos hecho en el Perú repetidas veces: si para escribir sobre el terrorismo, novelas realmente logradas esto solo es posible si son escritas por alguien que ha vivido el terrorismo desde adentro. Que sólo se escriben buenos libros sobre temas que se conocen de manera directa. La idea es muy discutible, ya que, por ejemplo, no se podrían escribir novelas históricas; y la historia de la literatura universal ha demostrado que se han escrito obras maestras por autores que no tuvieron experiencias personales sobre lo que escribieron. El revalorado Julio Verne nunca se movió de Paris.
Amis dice: “Lo que vimos el segundo avión vimos el final de todo, para nosotros su brillo representó el primer atisbo del futuro cercano. Sentí miedo de mi especie”. Un occidental aterrorizado, y Amis lo es, debe inhibirse hasta que supere su miedo. No se puede escribir sobre el terror lúcidamente si se está acosado psicológicamente de esa manera. De repente, la gran reflexión y las grandes novelas sobre el terrorismo en el mundo y en el Perú serán escritas quizás por los que no han nacido todavía, aquellos que posean la distancia suficiente que permita una mirada penetrante, justa y libre de presiones sobre lo que realmente ocurrió.