Los días normales. Una canción de Vicente Llorente sobre un poema de Karmelo C. Iribarren de su libro "Atravesando la noche", Huacanamo 2009.
Dirigido por Jairo Arráez.
Los días normales
La nieve está en mi corazón
La nieve está en mi corazón como el silencio en las habitaciones de los balnearios: densa y profunda, indestructible.
La nieve está en mi corazón como la hiedra de la muerte en las habitaciones donde nacimos.
Y el tiempo huye de mí con un crujido dulce de zarzales.
Nieva implacablemente sobre los páramos de mi memoria. Es ya noche entre los blancos cercados.
Cuando amanezca, será ya siempre invierno.
Julio Llamazares
de Memoria de la nieve. (Hiperión, 1982)
Una videocreación de Az Creativa
¿Qué vamos a hacer ahora, Gedeón?
Fotomontaje del rodaje de la película "Crotón el Grande" Guión postumo de Jacinto Molina (Paul Naschy)
Dirigida por Luís Colombo.
Protagonizada por Damián Varea, Ricardo Pastor y Silvia Galve.
Música: "Luz Atómica" de Vicente Llorente.
Texto y voz: Damián Varea.
¿Qué vamos a hacer ahora, Gedeón?
Después de tantos años soñando que alcanzaríamos el éxito... Íbamos por el buen camino, amigo. Claro que sí. ¿Te acuerdas? Fueron buenos tiempos para el circo del Gran Titán. Nunca conocía a un hombre tan fiero. La gente se volvía loca por ver a aquel hombre que peleaba con las fieras dentro de una jaula a pecho descubierto. Jamal, el Gran Faquir, los gemelos enanos... Y luego estaba la pequeña Bibiana y sus hermana, fantasía en el trapecio. Le encogían el corazón a todo el público que miraban boquiabiertos hacia arriba siguiéndolas con la mirada en cada voltereta provocando suspiros y gritos en cada mortal. ¡Dios! Y luego en cabeza de cartel tú y yo: Gedeón, el Payaso de las Estrellas y Crotón el Grande, el hombre más fuerte del mundo. Y todos los demás... ¿Qué habrá sido de ellos? La guerra lo pudre todo. A los hombres, los gobiernos, todos los sueños se acaban pudriendo con la guerra, Gedeón.
Y justo ahora que nos pasaba algo bueno, ¡maldita sea! Llegó Cloe y se convirtió en nuestra oportunidad, quizá en el último tren. Lo único limpio y puro que hemos tenido... Y se nos ha derramado entre los dedos como agua valiosa en medio de un desierto. Baltanás, hijo de mil perras, tenía que haberte arrancado los ojos y haberte abierto la barriga en canal y haberme meado en tus tripas hasta comprobar que estabas bien muerto.
¿Qué vamos a hacer ahora, Gedeón? ¿Qué vamos a hacer ahora?
Tengo miedo. Lo siento pero por una vez tengo miedo. Miedo por tí, por Cloe, por Bibiana, que tiene que volver precisamente ahora. Ahora que había conseguido olvidarla. La mayor zorra que he conocido nunca, la mujer que me traicionó y me partió el corazón. Te das cuenta que la mujer que me destrozo la vida es ahora nuestra única esperanza. ¿Nos estará engañando otra vez, Gedeón?
No encuentro otra manera de escapar a Francia. Sin su ayuda no podremos librarnos de Baltanas, ni de ese asesino que ha contratado y que dicen que nunca falla. Ni de Pomeroy y Von Kafren y todas sus SS. Estamos muy jodidos, amigo. Cómo hemos llegado a ésto. En qué nos hemos convertido. En unos tramposos primero, en asaltadores de tumbas después, en asesinos, en fugitivos.Ya no hay sueños. Ya no hay esperanza porque ya nunca seremos lo que quisimos ser, porque ni siquiera podremos ser lo que fuimos. Y qué me dices de Cloe, qué va a pasar con Cloe si tu la amas y yo también.
La mort dans l'âme
La mort dans l'âme
Somnolientas sombras se van desdibujando
por el ahíto abandono de tu cuerpo.
Una desgana infinita te empalaga.
Afuera la lluvia trae el día,
en tristes remolinos barrenando
de odio la ciudad, dedcapitadas
las farolas por la bruma de la aurora.
Te levantas y enciendes
tras la persiana un cigarrillo.
Ya se acerca en tropel la incertidumbre.
Miras dentro de ti. Y deseas que termine
de una vez esta comedia ingrata.
Y que el olvido te abrace para siempre.
Roger Wolfe. Noches de blanco papel. Huacanamo 2008
Espera en Badajoz, Europa
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Espera en Badajoz, Europa
La calle donde se cuecen tus ganas
las mías
mi rabia
del alma
se alumbra con farolas porque ya no hay luz.
Quinquilleros la recorren en sus bicis.
Desgastados, desgastadas.
Mecen la avenida
con las nanas roncas de una huida
de signo
negativo.
Ruina humanidad
para las miradas de bien
ahogadas en fondos de inversión.
Se asemejan a perros
-piensan, los que miran-
tal vez podencos cansados de (tanto) correr.
Entonces,
con la misma soga
con que amarran sus billetes
dibujan una horca.
De vez en cuando, los ciclistas caninos
se detienen
y sin bajarse de la bici
recogen pavas desperdigadas por la acera,
colillas que más tarde compartirán
en improvisado rincón que es casa y colegueo;
y sabe a gloria el hastío de los pudientes.
Esos mismos que se detienen ante escaparates
impúdicos, desvergonzados,
de amplia oferta inmobiliaria.
Esos que se bajan del BMW
y leen:
Se vende, Valdepasillas.
Tantos metros cuadrados,
dormitorio, aseo y baño.
Tantos miles de euros.
Hay quien,
armado
del engendro electrónico
con tono y politono,
retrata el ofertón.
-Al menos como inversión tiene su interés.
Este hombre conduce
el BMW
satisfecho
con sus planes de futuro.
Como el resto de la gente
de bien
que pasa por tu puesto
sin montura,
buscando sus caballos
entre telas de Adolfo Dominguez
y las herraduras
que se cuelgan
del cuello
de sus cinturas.
Mientras van y vienen,
los veo,
a unos
con aceitunas en los ojos;
a otros
con bellotas en los bolsillos.
Y yo,
con los ojos de no verte
y un siete en la camisa
te espero
en el suelo
de Europa.
Un poema de:
Az.
Presentación nuevo libro de Roger Wolfe
Roger Wolfe
Noches de blanco papel
Poesía completa (1986-2001)
Noches de blanco papel recoge la obra poética de Roger Wolfe publicada entre 1986 y 2001, en edición del propio autor. Heredero directo de Baudelaire, T. S. Eliot, Blaise Cendrars, Bukowski o Céline, y de clásicos y grandes maestros de expresión hispana como Jorge Manrique, Rubén Darío, Neruda, César Vallejo o Cernuda, Roger Wolfe está considerado como el impulsor, a partir de la década de los noventa, del nuevo realismo poético español, y como el escritor más vigoroso y original de su generación, con una obra de gran peso filosófico, que derriba barreras entre géneros y se conforma como la expresión de lo que él mismo llama Escritura Total.
Poema Diez Años Antes O Después de Roger Wolfe
the imposibility of being human…
Ch. Bukowski
Releyendo
10 años después
El árbol de la ciencia
Me pregunto
-entre otras cosas
porque no lo sé-
si este magistral desharrapado
conoció a ese otro
Doctor de los Infiernos
que fue Céline.
Descarriados hijos
de una gran familia
de balas perdidas en el eco
canalla
de los siglos:
Villon considerando
el peso
de su propio culo
la víspera de su frustrada
ejecución;
Dostoyevski
asesinando a Dios;
Baudelaire
copulando con las cenizas
de Satán;
Céline prendiendo fuego
a los nueve caminos de la perdición
en el hipocentro de la noche;
Baroja escupiendo los gargajos
verdes
de su asco por la página…
Voces cuya cólera enronquecida
reverbera
con un odio más intenso y puro
que la metafísica
en la orgiástica y brutal marea
de este baile de locos,
posesos anunciando
entre grotesco giro y absurda reverencia
el final de una historia
que nunca debió comenzar.
(De :Arde Babilonia)
Perdóname
PERDONAME
-Hoy, Sr. Nelson, es uno de esos días, que incluso a mí, me resulta dificil creer que soy Dios.
-¿El todo poderoso creador del universo, Capitan?
-Ojalá, no fuera yo el principio de todas las cosas. Ojalá, Sr. Nelson, tuviera yo también un Dios a quien culpar de todo lo que soy. De todo lo que he hecho.
-Pero, Capitán... Es tan agradable sentirse en manos de algúien...
-He sido capaz de crear el universo de la nada, pero ahora sólo soy las ruinas de un maravilloso sueño. Se que estoy solo, contemplando la agonía de la humanidad. Mi humanidad.
-Pero Capitán, pasamos las tardes enteras, contemplando la creación.
-Ya no tengo nada mejor que hacer. Mi creación, si. Sin duda, a mi imagen y semejanza. Maltradada por el tiempo.
-¿El tiempo, Capitán?
-Sí, el tiempo. El tiempo me ha vencido y os he dejado abandonados en la decadencia, en el sinsentido del universo... Perdoname...
-¿Perdonarle, Capitán?
-Que vais ha hacer sin mi, ahora que ya no os quiero.
Vicente Llorente
Menu del día. Poesía para intrépidos comensales
-Capitán, hoy encontré a Lester, nuestro cocinero, leyendo un libro. Me preocupa Capitán. Creo que a Lester le sucede algo.
-¿Te sorprende, Sr. Nelson? El Sr. Lester es un ávido lector. Debora cualquier manuscrito que cae en sus manos.
-Lo se, Capitan, lo que sucede es que Lester estaba totalmente desconocido. Sonreía de vez en cuando, y parecía tranquilo. Su rostro se endulzó de un modo mágico. Hasta me pareció que sus ojos y su expresión tenían algo de hermoso. Hagase cargo Capitán, acostubrado como estoy a verle deambular por "La Pena Negra" maldiciendo y blasfemando. No lo reconozco, ese libro debe tener algo especial.
-En este bocadillo de fiesta
que es a veces la vida, Sr. Nelson,
tenemos los años,
el tiempo,
los amigos,
las risas bañadas en aceite.
Pero también hay un hueco
en nuestras viandas
para la nostalgia en su punto
para la fiebre hervida
para el dolor con clavo y otras especias.
Después de todo, el mar
empuja la herida que se atraganta
en la boca del miedo... ¿De postre?
Tomaré otro abrazo de nata
otro beso de chocolate.
La esperanza, como el hambre,
Suena en mis tripas. Sobre la mesa
Un plato vacío.
Vicente Llorente
(de MENÚ DEL DÍA. Editorial Huacanamo,2007)
Entorno (Paseo poético)
-Capitan, anoche encontré este libro. Alguien lo olvidó en una sucia taberna del puerto.
-Sr Nelson, a veces los libros pueden llegar a alcanzar el valor del más ostentoso de los cofres que podamos desenterrar.
-Tan valioso es este libro, Capitán.
-No sabría responderte, contramaestre. Si te aventuras en la lectura de ese manuscrito, pasado algún tiempo, serás tu quien de respuesta a esa pregunta. Puede que ya nunca más seas capaz de desacerte de él. O tal vez, no encuentres el secreto que esconden sus páginas. En tal caso, con el tiempo, acabará convirtiéndose en papel mojado.
El mar hace estragos en el cerebro de los hombres
-¡Capitán! ¿Has visto a esos dos tipos sentados en el madero del fondo! No entiendo como el posadero sigue permitiéndoles venir a beber aquí
-No había visto a esos hombres en toda mi vida, Sr Nelson. No me parecen peligrosos.
-Pero son muy raros Capitán, parecen un poco dementes.
-El mar, Sr. Nelson, acaba por trastornar el cerebro de todos los hombres. ¡Hijo! Llena las jarras de estos dos pobres viejos lobos de mar que estamos sedientos. Y ponles otro trago a esos dos chiflados del fondo, diles que el Capitán Chinaski y que el contramaestre Pool Nelson les invitan a un trago.
-¡Brindo por la locura Capitán!
-Por la locura, Sr. Nelson.