Era una loba.
Misha (la niña) le habló y le dio un trozo de carne que llevaba en su morral.
Rita, así la llamó a la loba, en homenaje a la perra de sus abuelos, acabó
convirtiéndose en su madre. Dormían pegadas la una a la otra, la lamía,
la gruñía y empujaba a modo de reproche cuando hacía algo que no le gustaba,
e incluso le traía comida. Un día Rita apareció con un compañero.
Al macho no parecía gustarle aquella historia, pero la loba lograba imponerse.
de la autobiografía no real "sobreviviendo con lobos" +