La selección dirigida por Vicente del Bosque golea a Italia en la final gracias a los tantos de Silva, Alba, Torres y Mata, y logra lo que nadie consiguió antes: ganar en cuatro años dos títulos europeos y un Mundial.
Jesús Ollero | Actualizado 02.07.2012 - 01:07
Artículos relacionados
- Y al sexto partido, Xavi Hernández resucitó
- Viena, Johannesburgo, Kiev: las escalas del viaje que cambió España
- Puerta, Miki, Jarque y Preciado, en la memoria de los campeones
- Del Bosque: "Hemos dado un rato de felicidad"
- Jordi Alba: "Me ha salido una Eurocopa que no me esperaba"
- España, campeona de la Eurocopa 2012
- Las imágenes de la final de la Eurocopa 2012
Todo lo que usted piense, escuche o lea seguramente se quede corto. La selección española, aquel aspirante de antaño que coleccionaba dramas y lágrimas, es la mejor de todas las historias que jamás se escribieron. Habrá que ver quién supera esto si no es la propia España, un prodigio de fútbol y de capacidad competitiva, una insuperable mezcla de toque y defensa, de ayudas y de profundidad, de coordinación y mentalidad. España no ganó la final de la Eurocopa 2012. España arrolló a una gran selección italiana para cerrar un ciclo nunca antes visto, una triple corona Eurocopa-Mundial-Eurocopa inédita en el universo. Nunca una selección logró tres títulos consecutivos. Y lo hizo España, y con una exhibición asombrosa para una final. 4-0 como pudo ser equis a cero. España hace fácil lo difícil y realidad lo imposible. La selección ha superado los sueños de su gente y cada vez tiene el techo más alto. Incapaz de encontrar a nadie que le frene, para colmo casi todo el bloque tendrá buena edad para el Mundial de Brasil y muchos para la siguiente Eurocopa en Francia. Puede que, en el fondo, España acabe aburriendo a muchos aficionados al fútbol. Pero serán aficionados de otras selecciones hartos ya de ver a Casillas levantar una copa y resoplando ante un cruce con España, pues es inconcebible aburrirse disfrutando de este equipo hasta cuando la cosa se pone fea.
Con la corriente a favor o con la corriente en contra, España es un equipo campeón en toda su extensión. En el triunfo y en el reconocimiento al adversario. También en el recuerdo a la hora de recoger la copa en el Olímpico de Kiev: Sergio Ramos volvió a honrar a Puerta y Cesc lució una camiseta con Jarque, Preciado, Puerta y Miki Roqué. Un diez dentro y fuera para este grupo.
España recelaba de un rival que, ya en la fase de grupos, le había incomodado muchísimo. Y encima había crecido. Lo había bordado en semifinales contra Alemania. Aunque España había dado varios giros muy adecuados ante Portugal hasta encontrar el punto que buscaba (luego el gol no llegó y tuvo que pasar por penaltis), era lógico desconfiar de Italia. Siempre es Italia. España lució su mejor versión y contra eso poco más se puede añadir.