Por fin ve llegar el autobús, está tan cansada que ya no puede más, sólo puede pensar en el asiento desocupado que necesita encontrarse cuando se suba.
Saca el monedero, utiliza tan pocas veces el bus que ya no sabe ni lo que cuesta... "1,30€" reza el cartel y piensa que no hay derecho, encima de tener que aguantar los frenazos y acelerones de la "autobusera", tener que pagar ese dineral.
Se le pone una sonrisa de oreja a oreja al ver ese asiento ahí, esperándola, y deja escapar un gran suspiro al sentarse -¡qué bien!, ¡qué suerte!, un ratito para descansar hasta llegar a mi parada y tener que caminar el trayecto que me queda hasta casa.-
Así ve pasar la ciudad y se queda observando a la gente que sube al autobús: estudiantes tan frescos como lechugas a pesar de pasar toda la mañana en sus clases (juventud divino tesoro), mujeres cargadas con las bolsas de la compra (¿ cómo pueden con tanto después de ir de súper en súper buscando la mejor oferta?, -bueno, yo en ocasiones también hago lo propio- piensa.
En estos pensamientos estaba cuando la ve que se pone el bastón bajo el brazo mientras abre el monedero y va sacando las monedas lentamente, contándolas, ante la inquisidora mirada de la conductora ( ahora tendrá que acelerar más para después frenar más bruscamente en cada parada) y los ¡¡puff!! de los usuarios en la cola formada por la anciana.
Por fin ha cogido el ticket y se da un cuarto de vuelta para enfilar el pasillo donde ahí está ella, disimulando...-A ver si se levanta alguien para dejar sentarse a la viejita, pero nada...Le han enseñado y sabe que debe ceder el sitio a todo aquel que lo necesite más que ella, pero ¿quién juzga el que más lo necesita?.
Trata de no mirarla a la cara, sabe que en cuanto crucen sus miradas no habrá vuelta atrás y es que... está tan cansada... solo imaginar tener que enderezar las piernas otra vez le produce dolor, más dolor si cabe. -No, por favor, ya está aquí, no puede ser, me voy a levantar, sé que lo voy a hacer...no mires,no mires,NO MIREEEEES.- Pero cómo la va a dejar ahí, dando tumbos, así que hace lo que tiene que hacer y además lo que al fin y al cabo le apetece hacer aunque le cueste.Deja el sitio a la viejita.Ya está hecho. No fue tan grave. Lo he resistido muy bien, incluso creo que tengo menos dolores-
Además ha tenido un regalo añadido: Una tierna sonrisa de agradecimiento...
De pronto oye un gran suspiro cuando se deja caer en el asiento......
Pues debes de ser de las pocas. Estando embarazada de Raquel (de ocho meses), tuve que ir de pie en el autobús y éste dio un frenazo. Salí despedida y tuve que agarrarme de cualquier manera, y todo el mundo chilló, pero nadie hizo nada.
ResponderEliminarYo cedo el sitio a todo el mundo, y si veo a alguien apurado, cojo a mi hija en brazos y cedo su sitio. Excepto a la juventud, divino tesoro.
A ésos no les doy ni los buenos días.
Lo del v iaje en bus estando embarazadas es todo un reto, porque no todo el mundo entiende que entre el sobrepeso que se lleva y que el centro de gravedad se tiene un poco alteradillo, se está entre los que necesitan que le cedan el sitio, pero en fín, ¿qué se va ahacer?
ResponderEliminarSeguiremos cediéndolo por los que lo necesitan y por nosotras mismas.
Que precioso detalle nunca viaje embarazada en autobús si en metro pero jamás me cedieron asiento y mira que mi tripa era de locura los gemelos eran muy grande.
ResponderEliminarBesos guapa!
has hecho lo correcto, hoy hay menos respeto cívico que antes.
ResponderEliminarbiquiños,
Yo utilizo muy poco el autobús, ya tuve bastante en mi época universataria. Nos mandaban en aquellos cascajos que dudo mucho si pasarían la ITV, todos apelotonados, que parecíamos ovejas, ya entrabas de lado, con el bono entre los dientes y con el dinero justo. Y cuando el conductor doble-embragaba ya pensaba que se iba a partir en cualquier momento.
ResponderEliminarAhora utilizo el transporte de empresa. En el autobús que me toca, vamos ocho y hay 54 plazas. Un pecado. Pero así es.
Algún día estarás en la situación de esa viejita y serás tú la que muestre esa sonrisa de agradecimiento y al mismo tiempo sonreirás recordando lo de este día.
Cuando yo pertenecía a esa juventud divino tesoro cogía cuatro buses al día para atravesar Oviedo de un cabo al otro....y siempre me levantaba.
ResponderEliminarYo tengo esa buena costumbre de mirar siempre a los ojos, y no pido menos.
Será por eso que somos amigas tu y yo ;)
Echo de menos un sunny-day.... ¿para cuando?
ResponderEliminarFeliz 2010!
es increíble la cantida de gente que pasa olímpicamente de ceder el sitio apersonas mayores, madres y padres con niños en brazos o embarazadas... pero yo hay una cosa que no soporto, a la típica eprsona mayor que está estupenda, ve llegar el bus y hace un spring que más quisisera yo... y luego sube al autobus y se hace el vijo/la vieja invalida para que le dejen el sitio, os aseguro que he presenciado muchas de estas...
ResponderEliminarSí VIRTU creo que ya va remitiendo el temporal de frío y nieve y llegará un Sunnyday...
ResponderEliminarjajaja Tienes razón CHELO , de esas también abundan.
ResponderEliminarPor cierto; he intentado hacer un comentario en tu entrada y por dos veces me lo ha rechazado¿ sabrás lo que pasa?
Besinos
qué raro, no hemos tenido problemas con los comentarios, si te sigue dando problemas dimelo y lo investigo
ResponderEliminarun beso guapa y gracias por pasarte
A mí me ocurre excatmanete lo mismo que a tí, soy incapaz de mirar y volver la vista en estas situaciones, aunque, tb te digo, mucha gente se aprovecha por el hecho de ser mayor, pq, como tú bien dices, qué saben ellos cómo estás tú?... a veces a la hipocresía le llaman educación...
ResponderEliminarBesinos!