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lunes, 15 de marzo de 2010

Favor de no leer.


I
Hidelbrando Magañas sabía que aquél hombre parado en la puerta de la lonchería tenía un arma bajo su impermeable y la usaría para matarlo, sin embargo, se limitó a buscar un bolígrafo dentro de sus bolsillos, tomar la primera de un montón de hojas que minutos antes estaba leyendo, borrar el título del escrito y garabatear con movimientos nerviosos “favor de no leer”; justo después de escribir aquel mensaje, Hidelbrando se entregó a su destino…
II
Esta mañana me he despertado con la sensación de hartazgo. Mi vida parece un interminable deja vú cuyo final es predecible. El mismo sabor del café matutino me lo advierte, sin embargo hay fuerzas mayores que me hacen seguir esta maldita rutina. Dios ató cuerdas en mis extremidades y ahora soy su marioneta. El sonido del timbre apartó a Hidelbrando de sus pensamientos, y lo obligó a dirigirse a la puerta para atender el llamado. Su departamento era tan pequeño que sólo le bastaron tres saltos desde su cocina para alcanzar el picaporte de la puerta y abrirla sin ganas. Además, tenía tan pocos muebles que se podía llegar a cualquier lugar del departamento sin mucho esfuerzo. El reloj de la sala marcaba las 9:30 am y estaba ratificado por la luz que se filtraba del exterior, se reflejaba en la mesa de cristal y daba directamente en el techo de la habitación de Magañas, quien había aprendido que cuando sucedía eso eran más de las nueve y tenía que levantarse de su cama, tomar una taza de café, bañarse e irse a su trabajo. El cartero, que estaba del otro lado e la puerta, sólo tuvo que timbrar una vez para que Magañas saliera. Entre sus manos traía un paquete sin remitente y una hoja donde la gente firma al recibir paquetes.
-Buenos días, señor. Le ha llegado este paquete, si es tan amable de recibirlo. Firme acá. Al parecer el cartero conocía suficientemente a Magañas como para no preguntarle antes su nombre. Por alguna razón Magañas tampoco se sorprendió de este hecho y lo recibió sin hacer pregunta alguna, sólo se limitó a saludar y a agradecer por el servicio.
-Buenos días… gracias.
Magañas cerró la puerta al acabar el protocolo y se deslizó sin problemas, esta vez de la entrada a la cocina. Abrió el cajón donde guarda diversas herramientas y buscó las tijeras. Tomó un sorbo de su café y abrió el paquete. Eran varias hojas y en el frente tenían escrito con máquina: “El personaje”. Al parecer era un cuento. Lo metió en su portafolio, se terminó su café y salió de su departamento con dirección a su lugar de trabajo.
III
Soy el doblepensar. Sé que esto es sólo un pedazo narrado por alguna voz intermitente que repite palabras; soy un pensamiento de alguien que se ocupa de mí y a pesar de eso lo evito con el doblepensar. Es como un mitin político convocado por los que están en el poder. Hablan de la elevación de la calidad de vida, de una economía sana y de menos pobres en el país. Los convocados gritan y aplauden como focas, a pesar de que van descalzos, tienen familiares que han perdido su trabajo recientemente y en su comunidad hay continuos asaltos y matanzas. Saben que lo que dicen aquellos políticos no es cierto, pero anulan esa mentira y la piensan como verdad. Es el doblepensar de Orwell. Mi estancia aquí es corta, entonces, ¿Para qué me esfuerzo en hacer cosas sin sentido? Es porque soy el doblepensar, el títere de Dios… el ensueño en el que se encontraba Hidelbrando fue interrumpido por un fuerte ruido producido por sus entrañas. Tenía hambre. Mecánicamente se levantó de su silla, se alejó de su escritorio y salió del edificio con dirección a la lonchería, entre sus manos llevaba el extraño escrito que había llegado por paquetería en la mañana.
Llegando al local, un mozo con cara ratonil le entregó una carta con el menú del día. Hidelbrando observó la carta y pidió arroz, caldo de pollo, milanesa empanizada con ensalada de lechuga y agua de papaya. El mozo con facciones ratoniles tomó la orden sin mucho interés y se retiró a atender a otros clientes que llegaban al lugar. Hidelbrando se interesó por el escrito y lo comenzó a leer. De pronto, y mientras sus ojos pasaban por las letras escritas en esos papeles, sus facciones tomaron diferentes formas. Mientras leía “El personaje”, el sudor le perlaba la frente a Magañas y su mirada iba del escrito a los comensales. Sus piernas comenzaron a temblar y su corazón palpitaba con fuerza. Casi había terminado de leer y sintió una poderosa necesidad de voltear a la puerta de la lonchería. Sus ojos se encontraron de frente con unos ojos esquizofrénicos que pertenecían a un hombre parado en la entrada. Hidelbrando Magañas sabía que aquél hombre parado en la puerta de la lonchería tenía un arma bajo su impermeable y la usaría para matarlo, sin embargo, se limitó a buscar un bolígrafo dentro de sus bolsillos, tomar la primera de un montón de hojas que minutos antes estaba leyendo, borrar el título del escrito y garabatear con movimientos nerviosos “favor de no leer”; justo después de escribir aquel mensaje, Hidelbrando se entregó a su destino. Recibió 6 ráfagas que se incrustaron en su espalda y cabeza. Al caer herido de muerte comprendió todo: Hidelbrando Magañas era el personaje de un cuento que recibía un paquete extraño en el que se relataba su muerte en una lonchería. Su vida se había estancado en ese momento; era un círculo eterno y no se rompería hasta que la gente no dejara de leer ese cuento. Sólo unos garabatos pintados en lugar del título lo ayudarían a salir de aquel lugar, aquellas palabras que evitarían que la gente leyera posteriormente esa historia: “favor de no leer”.

viernes, 26 de febrero de 2010

Arquetipos monstruosos derivados de un viaje al desierto.

 
En enero decidí, junto con tres amigas, emprender un viaje por el norte y oeste del país. Pasamos dos días en la ciudad de San Luis Potosí, hospedados en la casa de un amigo, y de ahí subimos al desierto, entrando por estación Wadley. 
Al llegar a estación Wadley, un lugareño muy amable nos metió al desierto en su camioneta, pues cuando llegamos ya estaba oscureciendo. El viaje fue como de tres cuartos de hora y mientras nos introducíamos en el terreno, el desierto nos recibió con uno de los atardeceres más maravillosos que he presenciado. Justo a las ocho de la noche, después de instalar nuestras casas de campaña y prender una fogata, nos internamos en el desierto a buscar un cacto llamado peyote (Lophophora williamsii) con propiedades alucinógenas. Sinceramente pensé que no encontraríamos nada, pero al cabo de una hora, comenzamos a encontrarlos. Comí, pues, el cacto, y al cabo de media hora sus efectos comenzaron a cambiar mi percepción de la realidad cotidiana. El frio era intenso y me acerqué al fuego para calentar mi cuerpo. En ese momento observé como varios rayos de luz que emanaban del fuego se metían por mi obligo y calentaban todo mi ser. Fue un momento maravilloso. Después, cerraba los ojos y una serie de extraños seres invadían mi mente; seres como el que presento en esta entrada. Me pedían que los dibujara, sin embargo en ese momento no tenía ni lápiz ni papel.
Ahora que tengo a la mano los materiales necesarios, me he dado a la tarea de sacar uno a uno esos seres, esperando que sean de su agrado. :D

martes, 12 de enero de 2010

Souleymane (pt.1)

En una de mis tantas expediciones al pasado, me encontré con un esclavo "bozal"(*) originario del reino del Congo, cuya tribu había sido aniquilada y hecha mercancía por cazadores de esclavos que traficaban con humanos a cambio de oro y especias. Su cara estaba totalmente desfigurada y, después de conocer su historia, me di cuenta que era la viva imagen de su vida, desfigurada por los golpes de la imbecilidad humana. Tengo la necesidad de reproducir totalmente su historia, pues me recuerda mucho a la historia de millones de personas que hoy día siguen siendo esclavizadas bajo el eufemismo de "trabajador asalariado".

"Me llamo Souleymane, soy hijo de la tribu de los kotas, que fue despoblada por cazadores de la costa de Marfíl y vendida como mercancía a comerciantes Ingleses y Portugueses. Mi desgracia comienza con el amanecer más hermoso; recuerdo que al abrir mis ojos me maravillé hasta el corazón al ver que por fin salía el sol después de muchos días de lluvia. Hoy día  pienso que fue un regalo de la madre tierra, al saber la suerte de los kotas. Las mujeres alimentaban a los hijos y la madre mayor instruía, señalando a dónde iríamos los cazadores a buscar comida ese día. Preparé mis cosas y me dirigí a donde estaban los demás cazadores. En ese momento el horizonte se llenó de sombras humanas, eran aproximadamente 200 personas, todos portando armas y ropa extraña. Nuestros corazones sabían que la desgracia había llegado, pero permanecimos inmóviles, esperando a que se acercaran. Mis manos sudorosas apretaron mis instrumentos de caza, buscando en ellos alguna esperanza. Pero no. Ellos empezaron a matar a las mujeres. Las agarraban de los cabellos y las atravesaban con sus espadas. Nosotros vimos tal acto y, sin más, comenzamos la defensa. Inútil defensa. Corrí empuñando mi arma y sentí una especie de mordida en la pierna derecha. Llevaban perros. El perro me tiró e inmediatamente dos de esos cazadores de hombres me ataron de pies y manos y me pusieron un grillete en el cuello. Mis ojos se llenaron de llanto al sentir la impotencia de la defensa. Sólo veía como capturaban y/o mataban a mis hermanos y hermanas. Otros hermanos se pudieron defender más tiempo pero con inútiles resultados. Fue tan rápido que en menos de media hora ya estábamos caminando por la sabana todos los capturados. Nuestra aldea fue incendiada y nuestra honra destruida. Después, cada uno de los capturados fuimos dispuestos en dos líneas y se nos fueron puestos grilletes tanto en nuestros cuellos como en nuestras manos. Nos llevaron durante tres días a través del territorio, hasta llegar al mar. Uno de mis hermanos más jóvenes mostraba la carne de su tobillo a raíz del rose de los grilletes. El dolor era tan insoportable que gritaba continuamente que, por amor a sus hermanos, lo mataran. Ellos no entendían nuestro lenguaje y nosotros no entendíamos el suyo La fatiga mató a un niño capturado, quién fue degollado y sus manos fueron cortadas para no perder tiempo desatándolo. Lloré inmensidad de lágrimas por él. Al llegar al mar nos metieron en unos pequeños cuartos hechos de piedra y nos dieron de comer. Los cuartos eran tan pequeños que nos sacaban una vez al día para que pudiéramos mover las piernas un rato y para que nos diera el sol, porque tampoco entraba la luz. Así estuvimos dos días, y durante el transcurso de ese tiempo, uno de mis hermanos creó música con su llanto. Esa música era cantada por todos, pidiendo a los dioses explicaciones de tales actos. Pidiendo por los muertos y por nuestro futuro en aquellas circunstancias. 
Pasado ese tiempo llegó la gran casa flotante. El verdadero infierno. Nos formaron en el patio y un comerciante de aspecto raro nos escogió a los más saludables y fuertes. La herida que el perro me había hecho era menor, por lo que también fui escogido. A los más heridos, a los viejos y enfermos los mataron y tiraron sus cuerpos al mar. Nos metieron a la casa flotante a tantos como podíamos caber y nos encerraron en grandes cámaras con poca ventilación. Viajamos por mar durante más de un mes; hacíamos del baño en el mismo lugar donde dormíamos y la comida que nos daban era escaza. Después supe que muchas casas flotantes con hermanos fueron invadidas por enfermedades horribles y que todos ellos fueron "sacrificados" y echados al mar."



Continuará...  


(*) Bozal: esclavo traído directamente de África; al contrario del esclavo ladino, quién previamente estaba aculturado (utilizado regularmente para servir en actividades domésticas).






jueves, 29 de octubre de 2009

Recordando al muerto del año: James Joyce


[Se acerca el día de muertos y para recordarlos he hecho un pequeño relato, homenaje al muerto que más me impresionó este año, disfrútenlo]


Demonios ese maldito coche no deja de pitar de seguro la persona que está en él está ansiosa por morir llegará tarde a su cita con la muerte pero qué calor hace yo creo que está más fuerte que el sol del verano no puede ser olvidé tener cambio para pagar el bus caray donde tengo la cabeza me acuerdo que el otro día estuve a punto de salirme de la casa sin zapatos si no es porque sentí más frío el piso de afuera ya casi llego nada más me faltan como tres cuadras por qué siempre que voy a pagar me sudan las manos más ahora que le daré un billete de a cincuenta al señor chofer se ve que es enojón esa señora me quiere tirar del asiento está bien gorda como el otro día que una señora se sentó en mi pierna de tanta grasa que tenía la suya ya no hay respeto por la juventud cada vez que pienso así me acuerdo del último capítulo de Ulises pinche James Joyce ese wey es un genio cómo se le ocurrió hacer tan grande librote hablando literal y metafóricamente la verdad es que ese tipo como se llama ha si Bloom me daba un poco de asco sobre todo cuando está desayunando riñón guacala me lo imaginé todo creo que Joyce estaba ciego y por eso se clavó tanto en su mente ["Se cobra uno por favor bajo en CU, me subí en calzada del hueso]
Si tenía cambio el señor chofer aparte fue muy amable qué bueno ya casi es día de muertos me acuerdo que hace un año vi muertos qué loco nomas de pensarlo me sudan las manos pero si a mí me sudan las manos por todo por fumar por tomar café por estar en momentos de tensión ha si ahora que llegue a la casa voy a escribir algo en mi blog qué será ha claro un homenaje al muerto que más me impactó este año a James Joyce como una vez que iba leyendo el Ulises y una chica lo vio y lo reconoció y luego me vio y nada más me echaba miraditas jajajajajaja si no fuera tan menso me la hubiera ligado yo nunca he conocido a nadie así ha de ser re chistoso subirte al bus soltero y bajarte con un ligue jajajaja pero en qué estoy pensando chinga hay mucha gente en el Pumabus ahora qué hago me iré en bicipuma hasta la facultad el problema es que luego llego re sudado a la clase y la maestra se me queda viendo con cara de guacala pero no hay otra opción si quiero llegar temprano voy a oler re feo en la tarde a puro sudor qué mal ni modo

[Dedicado a James Joyce, que aún muerto sigue sorprendiendo a los vivos.]

viernes, 9 de octubre de 2009

Metamorfosis del agua


El medio día no es ni mañana ni tarde, no hay nada científico en ello; lo cierto es que, ¿Me dejará el mar profundo convertirme en ave y tapiar mis ventanas mentales?
Cierro los ojos, abro la mente; ideas lúcidas pasan frente a mí; pero lo cierto es que, ¿Me dejará el mar profundo escribir lo infinito con una pluma tipo bic?
Alcancé lo profundo sin tiempo; recorrí lo extenso sin espacio: dadas las circunstancias es preferible escribir palíndromos sin sentido antes que dejar que el mar profundo me coma las entrañas:
Es a él, léase.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Palíndromo.

Entre un domingo de hartas lecturas y un lunes extraño, mi creación palindromézca vio la luz:

Hallase Nala, oír a tecnócrata atar con cetario. Alan es Allah.

Sé que tiene el mínimo de coherencia (o nada) pero, ¿Qué de la vida tiene coherencia?

(Nota: si no sabe qué chingaos es un Palíndromo, lea usted la frase de adelante para atrás y después de atrás para adelante.)