Situaba Tácito los límites de la Roma arcaica (alrededor del siglo VI a.C.) entre cuatro puntos: el altar del dios Consus, el Ara Maxima de Hércules, situada frente al Circo Máximo, las antiguas Curias y el santuario de los Lares. La primeriza Roma palatina del rey Rómulo comenzó a expandirse durante el reinado del mismo, según las leyendas, con la ocupación de Veyes, una población etrusca cercana de gran valor estratégico y económico, especialmente por las salinas de la desembocadura del río Tíber. Dada su importancia, Veyes no caería en manos romanas fácilmente, y durante largo tiempo Roma y Etruria se enfrentarían por su posesión.
La vieja Roma situada en el Palatino nació como una monarquía bajo el reinado de Rómulo. Las crónicas romanas hablaban de siete reyes míticos (Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco marcio, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio), cuya existencia, si no refutada directamente, es cuestionada por la mayoría de historiadores. Los antiguos romanos atribuían ciertos hechos y mejoras en Roma a cada rey, como si cada uno hubiera aportado su grano de arena para conformar la Roma que conocerían los republicanos. La historia de los siete reyes romanos resulta hoy tan artificial que los historiadores no pueden sino considerar tal lista de monarcas como una leyenda consensuada para explicar los hechos y acciones qu conformaron la nueva Roma. Probablemente hubo muchos más reyes, y algunos de ellos bien pudieron tener esos nombres. Pero salvo las certezas que puedan ser arrancadas a la tierra mediante la arqueología, la verdad tras la lista canónica de los reyes romanos ha quedado sepultada por el tiempo.
A la muerte de Rómulo, supuestamente acaecida en el 717 antes de Cristo, Numa Pompilio, hijo de un tal Pomponio, y casado con la hija del rey de los sabinos, Tito Tacio. Para entonces el legado de Rómulo había dejado a Roma, según la leyenda, las primeras legiones, el Senado, nuevas expansiones territoriales y una expansión demográfica que el mito atribuyó al famoso rapto de las Sabinas, el secuestro de un gran número de mujeres sabinas para ser convertidas en esposas de los romanos.
La Roma de Numa Pompilio debía comprender ya no sólo la colina del Capitolino sino quizás ya algún asentamiento en las colinas de otras tribus como el Quirinal (llamada así por Quirino, la deificación de Rómulo), el Esquilino, el Capitolino y la colina de Celio. Al reinado legendario de Numa se atribuyen hechos como el descenso desde los cielos de un escudo otorgado por Júpiter en el cual estaba grabado el futuro de la ciudad de Roma, y del cual el rey mandó hacer varias copias, las ancilia. Se atribuye a Numa el regulamiento del calendario solar y lunar y el establecimiento de los pontífices romanos y las Vestales, la creación de los diversos gremios romanos y la división de los clanes en los pequeños núcleos de los pagi.
Numa Pompilio
A la muerte de Pompilio en el 673 a.C. le seguiría Tulio Hostilio, elegido por el Senado por su rancio abolengo que apuntaba a un compañero del mismo Rómulo. A Tulio Hostilio se le atribuye el sometimiento definitivo de Alba Longa, y su reinado se considera por lo general un período mucho más belicoso que el del más tranquilo Numa Pompilio. Quizás el legado más grande de Tulio al pueblo romano fuera la construcción de la Curia Hostilia, sede permanente, aunque reconstruida y remodelada varias veces, del Senado romano hasta el siglo I antes de Cristo.
En el 642 accede al trono Anco Marcio, un rey más pacífico que Tulio Hostilio, y cuyo principal legado será el mejoramiento y expansión de la ciudad de Roma. Bajo su reinado parece conformarse entorno a las salinas de Veyes una primitiva Ostia, y se accede al control de otra salina en el Aventino. Se construye el primer puente de Roma, hecho de madera, el pons Sublicius. También se toma el pueblo latino de Politoro, siguiendo una política defensiva de Roma contra las tribus latinas hostiles. Otros pueblos latinos como Telene y Ficana no tardarán en caer.
Al igual que muchos otros pueblos indoeuropeos, los primeros romanos parecieron organizarse en clanes o familias, las gens romanas, subdivididas a su vez en varias familias de padres, madres e hijos que compartían un apellido y se situaban bajo la autoridad de una figura paterna, siempre masculina, el pater familias, o padre de familia.
Las distintas gens romanas se organizaron políticamente en tribus subdivididas a su vez en diez curias. Cada curia constaba de cien hombres (las centurias), o al menos ésta era la cantidad de hombres que debían aportar al primitivo ejército romano. Las tribus entre las que se dividieron los primitivos romanos fueron tres: los Ramnes o primitivos romanos del palatino, los Tities, quizás producto de algún asentamiento sabino, y los Luceres. Dichas tribus irían creciendo hasta alcanzar el número de 35. Aquellas primitivas tribus formarían el patriciado romano primitivo.
A Anco Marcio le sucede Lucio Tarquinio Prisco en el 616. Se le atribuye un ancestro griego y un origen sabino. Bajo su reinado tiene lugar una ofensiva de los sabinos que lleva la guerra a la misma Roma, pero según los antiguos Tarquinio Prisco logrará defender la ciudad y derrotar a los sabinos.
La política subsiguiente de Tarquinio Prisco se centrará en la expansión del territorio romano mediante continuas guerras contra sus vecinos sabinos, estruscos y latinos. Se le atribuyen también la organización de ciertos festivales romanos y del primer desfile triunfal, así como la construcción del Circo Máximo y la Cloaca Maxima, que sirvió para desecar los pantanosos territorios bajos de Roma, sobre los que se construye el Foro. En dicha época se erigió también el templo de Júpiter y se establecen, al parecer, algunos de los símbolos reales y militares romanos. Tarquinio Prisco era asesinado tras una conjura de los hijos de Ancio Marcio. Le sucederá Servio Tulio.
Bajo el reinado de Servio Tulio se expanden las fronteras de Roma a costa del disputado territorio de Veyes y otras áreas etruscas. El Quirinal y el Esquilino pasan a formar definitivamente parte de Roma, así como la colina del Virinal. Elabora también un primer censo que aporta un saldo de ochenta mil cabezas de familia. Es probable que para entonces Roma contara ya con unas 20 tribus. También se debe a Servio Tulio la creación de la Asamblea Centuriada, nuevo órgano político que tomará las competencias políticas más importantes frente a los Comicios Curiados. Durante se levantó también la que fuera quizás la primera muralla de piedra de Roma, la muralla Servia.
Tulio, que había subido al poder en un momento de caos y sin la aprobación de los plebeyos, dedicó su reinado a favorecer a éstos a costa de los patricios. La creciente impopularidad de Servio Tulio entre estos últimos llevará al asesinato del rey en unc omplot orquestado por quien habría de ser el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, hijo de Tarquinio Prisco.
Lucio Tarquinio accedía al trono el 535 antes de Cristo. Entre otros trabajos, completó la construcción del templo de Júpiter, el Capitolio. A su reinado se atribuye la leyenda de los proféticos libros sibilinos que fueron ofrecidos a Tarquinio por la sibila de Cumas. De los seis libros iniciales Tarquinio se quedó con tres, que albergaban distintas profecías sobre el futuro de Roma. Los libros sibilinos fueron guardados en el templo de Júpiter para ser consultados en tiempos de crisis.
El reinado de Tarquinio, según las leyendas romanas, se caracterizó sin embargo por el despotismo y la violencia. La gota que colmó la paciencia de Roma fue la violación de una patricia por parte del hijo de Tarquinio. La afrenta causó una revuelta popular liderada por un pariente de la vejada, Lucio Junio Bruto, que derribó el gobierno de Tarquinio y expulsó a la familia real de Roma. Aunque Tarquinio el Soberbio y sus hijos trataran de aliarse con ciudades extranjeras para retomar el trono, todos sus intentos fueron inútiles. Nacía así la República Romana.
El nacimiento de la República de Roma quedaba, así envuelto, y explicado a la vez, por la leyenda, como lo habían sido todos los hechos acaecidos desde la fundación de la ciudad. Aunque muchos cuentan con testimonios arqueológicos, no hay testigos documentales que puedan aclarar los motivos, causas o protagonistas de tales historias. Tan sólo se cuentan con las teorías aportadas por los historiadores.
Así, el fin de la monarquía romana, atribuido al despotismo de un rey y su familia, es enmarcado hoy en una corriente general de evolución política en diversas ciudades de Etruria y el Lacio, paralelas a las de las ciudades griegas, en que la monarquía comenzaba a ser abandonada por nuevos marcos políticos oligárquicos y protodemocráticos, producto quizás de nuevas realidades políticas y socioculturales.
Así pues, en Roma, se establecía a finales del siglo VI un nuevo régimen centrado entorno al otrora consejo de ancianos, el Senado, y con los poderes de la extinta (aunque quizás esta afirmación debiera ser matizada) figura del rey divididos entre varias magistraturas.
La Roma que dejaron los reyes era muy distinta del primitivo poblado de Rómulo. Su posición estratégica junto al Tíber, cercana al mar, y por cuyo territorio circulaba la Via Salaria, arteria principal del comercio de la sal, así como su expansión territorial y económica, habían hecho de la ciudad que había expulsado a su rey la primera potencia del Lacio y una potencia a tener en cuenta dentro de la Península Itálica. También se habían conformado en esos siglos muchas de las estructuras políticas y sociales que alcanzarían su apogeo en la nueva República de Roma.
La vieja Roma situada en el Palatino nació como una monarquía bajo el reinado de Rómulo. Las crónicas romanas hablaban de siete reyes míticos (Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco marcio, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio), cuya existencia, si no refutada directamente, es cuestionada por la mayoría de historiadores. Los antiguos romanos atribuían ciertos hechos y mejoras en Roma a cada rey, como si cada uno hubiera aportado su grano de arena para conformar la Roma que conocerían los republicanos. La historia de los siete reyes romanos resulta hoy tan artificial que los historiadores no pueden sino considerar tal lista de monarcas como una leyenda consensuada para explicar los hechos y acciones qu conformaron la nueva Roma. Probablemente hubo muchos más reyes, y algunos de ellos bien pudieron tener esos nombres. Pero salvo las certezas que puedan ser arrancadas a la tierra mediante la arqueología, la verdad tras la lista canónica de los reyes romanos ha quedado sepultada por el tiempo.
A la muerte de Rómulo, supuestamente acaecida en el 717 antes de Cristo, Numa Pompilio, hijo de un tal Pomponio, y casado con la hija del rey de los sabinos, Tito Tacio. Para entonces el legado de Rómulo había dejado a Roma, según la leyenda, las primeras legiones, el Senado, nuevas expansiones territoriales y una expansión demográfica que el mito atribuyó al famoso rapto de las Sabinas, el secuestro de un gran número de mujeres sabinas para ser convertidas en esposas de los romanos.
La Roma de Numa Pompilio debía comprender ya no sólo la colina del Capitolino sino quizás ya algún asentamiento en las colinas de otras tribus como el Quirinal (llamada así por Quirino, la deificación de Rómulo), el Esquilino, el Capitolino y la colina de Celio. Al reinado legendario de Numa se atribuyen hechos como el descenso desde los cielos de un escudo otorgado por Júpiter en el cual estaba grabado el futuro de la ciudad de Roma, y del cual el rey mandó hacer varias copias, las ancilia. Se atribuye a Numa el regulamiento del calendario solar y lunar y el establecimiento de los pontífices romanos y las Vestales, la creación de los diversos gremios romanos y la división de los clanes en los pequeños núcleos de los pagi.
Numa Pompilio
A la muerte de Pompilio en el 673 a.C. le seguiría Tulio Hostilio, elegido por el Senado por su rancio abolengo que apuntaba a un compañero del mismo Rómulo. A Tulio Hostilio se le atribuye el sometimiento definitivo de Alba Longa, y su reinado se considera por lo general un período mucho más belicoso que el del más tranquilo Numa Pompilio. Quizás el legado más grande de Tulio al pueblo romano fuera la construcción de la Curia Hostilia, sede permanente, aunque reconstruida y remodelada varias veces, del Senado romano hasta el siglo I antes de Cristo.
En el 642 accede al trono Anco Marcio, un rey más pacífico que Tulio Hostilio, y cuyo principal legado será el mejoramiento y expansión de la ciudad de Roma. Bajo su reinado parece conformarse entorno a las salinas de Veyes una primitiva Ostia, y se accede al control de otra salina en el Aventino. Se construye el primer puente de Roma, hecho de madera, el pons Sublicius. También se toma el pueblo latino de Politoro, siguiendo una política defensiva de Roma contra las tribus latinas hostiles. Otros pueblos latinos como Telene y Ficana no tardarán en caer.
Al igual que muchos otros pueblos indoeuropeos, los primeros romanos parecieron organizarse en clanes o familias, las gens romanas, subdivididas a su vez en varias familias de padres, madres e hijos que compartían un apellido y se situaban bajo la autoridad de una figura paterna, siempre masculina, el pater familias, o padre de familia.
Las distintas gens romanas se organizaron políticamente en tribus subdivididas a su vez en diez curias. Cada curia constaba de cien hombres (las centurias), o al menos ésta era la cantidad de hombres que debían aportar al primitivo ejército romano. Las tribus entre las que se dividieron los primitivos romanos fueron tres: los Ramnes o primitivos romanos del palatino, los Tities, quizás producto de algún asentamiento sabino, y los Luceres. Dichas tribus irían creciendo hasta alcanzar el número de 35. Aquellas primitivas tribus formarían el patriciado romano primitivo.
A Anco Marcio le sucede Lucio Tarquinio Prisco en el 616. Se le atribuye un ancestro griego y un origen sabino. Bajo su reinado tiene lugar una ofensiva de los sabinos que lleva la guerra a la misma Roma, pero según los antiguos Tarquinio Prisco logrará defender la ciudad y derrotar a los sabinos.
La política subsiguiente de Tarquinio Prisco se centrará en la expansión del territorio romano mediante continuas guerras contra sus vecinos sabinos, estruscos y latinos. Se le atribuyen también la organización de ciertos festivales romanos y del primer desfile triunfal, así como la construcción del Circo Máximo y la Cloaca Maxima, que sirvió para desecar los pantanosos territorios bajos de Roma, sobre los que se construye el Foro. En dicha época se erigió también el templo de Júpiter y se establecen, al parecer, algunos de los símbolos reales y militares romanos. Tarquinio Prisco era asesinado tras una conjura de los hijos de Ancio Marcio. Le sucederá Servio Tulio.
Bajo el reinado de Servio Tulio se expanden las fronteras de Roma a costa del disputado territorio de Veyes y otras áreas etruscas. El Quirinal y el Esquilino pasan a formar definitivamente parte de Roma, así como la colina del Virinal. Elabora también un primer censo que aporta un saldo de ochenta mil cabezas de familia. Es probable que para entonces Roma contara ya con unas 20 tribus. También se debe a Servio Tulio la creación de la Asamblea Centuriada, nuevo órgano político que tomará las competencias políticas más importantes frente a los Comicios Curiados. Durante se levantó también la que fuera quizás la primera muralla de piedra de Roma, la muralla Servia.
Tulio, que había subido al poder en un momento de caos y sin la aprobación de los plebeyos, dedicó su reinado a favorecer a éstos a costa de los patricios. La creciente impopularidad de Servio Tulio entre estos últimos llevará al asesinato del rey en unc omplot orquestado por quien habría de ser el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, hijo de Tarquinio Prisco.
Lucio Tarquinio accedía al trono el 535 antes de Cristo. Entre otros trabajos, completó la construcción del templo de Júpiter, el Capitolio. A su reinado se atribuye la leyenda de los proféticos libros sibilinos que fueron ofrecidos a Tarquinio por la sibila de Cumas. De los seis libros iniciales Tarquinio se quedó con tres, que albergaban distintas profecías sobre el futuro de Roma. Los libros sibilinos fueron guardados en el templo de Júpiter para ser consultados en tiempos de crisis.
El reinado de Tarquinio, según las leyendas romanas, se caracterizó sin embargo por el despotismo y la violencia. La gota que colmó la paciencia de Roma fue la violación de una patricia por parte del hijo de Tarquinio. La afrenta causó una revuelta popular liderada por un pariente de la vejada, Lucio Junio Bruto, que derribó el gobierno de Tarquinio y expulsó a la familia real de Roma. Aunque Tarquinio el Soberbio y sus hijos trataran de aliarse con ciudades extranjeras para retomar el trono, todos sus intentos fueron inútiles. Nacía así la República Romana.
El nacimiento de la República de Roma quedaba, así envuelto, y explicado a la vez, por la leyenda, como lo habían sido todos los hechos acaecidos desde la fundación de la ciudad. Aunque muchos cuentan con testimonios arqueológicos, no hay testigos documentales que puedan aclarar los motivos, causas o protagonistas de tales historias. Tan sólo se cuentan con las teorías aportadas por los historiadores.
Así, el fin de la monarquía romana, atribuido al despotismo de un rey y su familia, es enmarcado hoy en una corriente general de evolución política en diversas ciudades de Etruria y el Lacio, paralelas a las de las ciudades griegas, en que la monarquía comenzaba a ser abandonada por nuevos marcos políticos oligárquicos y protodemocráticos, producto quizás de nuevas realidades políticas y socioculturales.
Así pues, en Roma, se establecía a finales del siglo VI un nuevo régimen centrado entorno al otrora consejo de ancianos, el Senado, y con los poderes de la extinta (aunque quizás esta afirmación debiera ser matizada) figura del rey divididos entre varias magistraturas.
La Roma que dejaron los reyes era muy distinta del primitivo poblado de Rómulo. Su posición estratégica junto al Tíber, cercana al mar, y por cuyo territorio circulaba la Via Salaria, arteria principal del comercio de la sal, así como su expansión territorial y económica, habían hecho de la ciudad que había expulsado a su rey la primera potencia del Lacio y una potencia a tener en cuenta dentro de la Península Itálica. También se habían conformado en esos siglos muchas de las estructuras políticas y sociales que alcanzarían su apogeo en la nueva República de Roma.