BUZÓN
sábado, 24 de diciembre de 2011
sábado, 17 de diciembre de 2011
SI
martes, 13 de diciembre de 2011
sábado, 10 de diciembre de 2011
ESCRIBIENDO
También (claro está) ha contribuido a este extraordinario y maravilloso logro actual los millares de cuartillas que he venido rellenando día tras día durante todos estos años en la más absoluta soledad sin resultado inmediato aparente, siempre torturado por la convicción de que nada de esto servía para nada ni en modo alguno era valioso ni habría de importarle a nadie; nunca.
¡Ah, queridos amigos!, esta página que ahora aquí redacto sería la prueba irrefutable y perfecta de cuanto digo si lo que voy plasmando en ella de izquierda a derecha en negros caracteres (descripciones, narraciones, diálogos, reflexiones, ideas, emociones, sensaciones, percepciones, vivencias…) no se volatilizara del mismo modo de derecha a izquierda vertiginosamente, recuperando la página toda su alba pureza, tal como ha sucedido con los cientos y cientos (es sin duda ya un vastísimo, inabarcable conjunto…) que he cubierto febrilmente con mi apretada caligrafía a lo largo del día y que ahora se amontonan en mi escritorio (encima y alrededor) en el más completo desorden.
sábado, 3 de diciembre de 2011
LA NUNCA CONTADA HISTORIA DE JUAN IRINEO
De niños compartimos vivencias, juegos y peleas, entonces era un chiquillo prudente y un tanto esquivo, poco soñador, siempre apegado a las cosas materiales, convencido de que el dinero lo compraba todo.
Irineo no escuchaba nadie o al menos a mí nunca me escuchó, sólo me dejó ser testigo del ocaso su desbaratada existencia y de cómo terminó vencido por la hipocresía, la codicia y la lascivia.
Cierto es que llegó a acumular grandes riquezas materiales, pero no le sirvieron de mucho, nunca tuvo un verdadero hogar, sólo se compró casas, no consiguió tener felicidad, ni paz interior, ni sabiduría, ni tan siquiera pudo comprar su salud.
Murió un domingo de abril de madrugada y apenas tres años después las dos mujeres que compartieron su vida, en un triángulo impúdico y consentido, repudiaban públicamente su nombre y hasta su recuerdo.
Poco bagaje dejó el desdichado que merezca la pena ser recordado, dinero, haciendas y la simiente de la avaricia fertilizando en sus hijos.
Así que nadie espere que les cuente esta infeliz historia, las muchas cosas que sé las callaré para siempre.
sábado, 26 de noviembre de 2011
SONRÍO
sábado, 19 de noviembre de 2011
DECISIONES
Me han dicho que debo tener cuidado en esta ciudad.
La inseguridad reina, pero soy fuerte y tengo una corpulencia que creo disuasiva. Por eso decido pasar por el sombrío callejón entre las dos avenidas. Sin embargo, confieso que me sorprendo al ver un enclenque pequeñajo salir de un portal y decirme sin mucha convicción: “¡Dame el reloj!”. Aunque tiene una navaja en la mano, le respondo que no le doy nada y lo miro fijamente. Baja los ojos, está demacrado y muy delgado, pero agita la navaja y repite con insistencia: “¡Te digo que me des el reloj. Dame el reloj!”.
Lo mido de arriba abajo y decido: lo tumbo de un solo puñetazo y queda tendido a mis pies, boca arriba. Está inconsciente y lo observo con más detalle. Lleva una vieja y sucia camisa abierta sobre un pecho hundido del que sobresalen las costillas y calza unas zapatillas deshilachadas. No tiene calcetines y parece destentado.
Lo vuelvo a mirar y tomo otra decisión : me quito el reloj y lo deposito con cuidado sobre su camisa entreabierta.
Antes de irme, intento reanimarlo.
martes, 15 de noviembre de 2011
Recital de Relatos breves en el Interferencias día 18
Recital nº 2 del Ciclo de narrativa breve
bar INTERFERENCIAS (Benavente, 11- Zaragoza)
sábado, 12 de noviembre de 2011
PIEDRAS EN LOS BOLSILLOS
Suelo volar con facilidad.
Consigo hacerlo en cualquier sitio y en casi cualquier circunstancia. La única energía que necesitan mis alas para emprender el vuelo es ansiar huir. En un parpadeo, me elevo por encima del mundo y lo observo desde la distancia que proporciona el aire, el azul y las nubes.
Adopto un estadio en el que las sensaciones dirigen las ideas. Lo que siento es absoluto y, desde esa certeza, se abre el abanico infinito en donde soy dueña de un escurridizo destino.
Con las alas extendidas, me enfrento al miedo envuelta en un halo de atrevimiento y recursos. Fuerte, serena y libre para emprender cualquier proyecto, cualquier ilusión que permanezca enterrada bajo las sábanas de la desidia. Me convenzo de que los obstáculos son salvables y que el optimismo es la mejor arma; de que las emociones son mis aliadas y no debo reprimirlas; de que puedo y sé.
Todo es posible en mi dimensión. Hasta tu amor por mí. Convencida de que me deseas tanto como el nudo de tu estómago te ata a mí. Logro saborearte con tal nitidez que, cuando te vuelva a ver, me vanagloriaré de haber estado en tu boca. Justo entonces abro los ojos y me veo a mí misma como una pobre diablilla que se alimenta de fatuas ilusiones. Algo se rompe dentro de mí, probablemente alguna pluma.
Me salen muy caros estos viajes a ninguna parte, por eso siempre llevo piedras en los bolsillos.
Autora: Anabel Consejo
sábado, 5 de noviembre de 2011
LA PRUEBA
Ella le pidió a él, como una prueba de amor, palabras que nunca le hubiera dicho a nadie.
Él las buscó durante varios días y en todas las noches que pasó en blanco, hasta que consiguió encontrarlas. Pero no se las dijo.
Poco a poco, el silencio se fue instalando entre ellos, separándolos.
Aquello que él no quiso decirle era lo único que jamás le hubiera dicho a nadie.
sábado, 29 de octubre de 2011
CASTIGO
jueves, 27 de octubre de 2011
sábado, 22 de octubre de 2011
SE ABRIÓ LA TEMPORADA DE CAZA
La liebre no tiene la culpa del pecado original de Adán y Eva. Sin embargo, creada el sexto día del Génesis, no se sabe muy bien porque fue también expulsada del paraíso terrenal (las liebres no comen manzanas) y ahora anda a salto de mata por nuestros campos, esquivando los cartuchos de los cazadores. Como les pasa a tantos otros animales — codornices, patos y perdices— los justos pagan por los pecadores. Es más, son los descendientes de Adán, el presunto pecador, los que cargan las escopetas al hombro y los que cultivan y cosechan con ingenio y eficacia una gran variedad de manzanas.
sábado, 15 de octubre de 2011
JUNTOS
Miré sus ojos negros y sus cejas perfectas. Sus labios insinuaban las curvas y se escondían por el resto de su cuerpo. Era preciosa. Cuando la vi por primera vez entrar en clase, hasta el profesor notó cómo le faltaba el aire, porque todos los chicos la habían robado en un intento de no caer desmayados. Creo que yo me enamoré de ella como habían hecho los demás. Pero el año transcurrió y fui descubriendo que Chantall era humana. Lloró cuando suspendió matemáticas y sonrió avergonzada en día de su cumpleaños. Yo quería diosas a mi lado, no tristes mortales.
¿No me vas a contestar?
Vi cómo un mosquito, de esos que aparecen en los lagos al anochecer, acercarse a la tersa y morena piel de Chantall. Casi me pareció ver cómo se relamía al saborear la sangre llena de fruta y comida sana de mi enamorada. Me asqueó ver el habón que se le formó en su cuello. En ese mismo sitio dónde ella soñaba que le iba a besar.
sábado, 8 de octubre de 2011
DUROS
Y los que intentan ir de duros tienen ese punto de ternura cuando adviertes en sus ojos todo el peso de la duda, del abatimiento. Grandes acumuladores de frustraciones, evitan expresarse por cansancio prefiriendo un silencio que no alivia, más bien todo lo contrario. Y resulta que la fe desaparece rápidamente, la esperanza se desmorona con motivo, basta una mirada, una palabra no dicha a tiempo, un mal gesto, un no cuidar al otro. De pronto lo ves claro y te invade un cruel ramalazo de ira al pensar en tu absurda candidez en este turbio y desangelado mundo. Sonríes disfrutando de tu soledad, arropándote en ella y descubriendo finalmente que a veces, es la mejor compañía.
sábado, 1 de octubre de 2011
LA CUCARACHA. ·"UN COCODRILO VENIDO A MENOS"
Me senté frente a la pantalla del ordenador a ver si era capaz de teclear algo. Mi editor estaba tan en blanco como yo, y hacía meses que me apremiaba bajo amenaza de no comer en los próximos años.
Moví mis dedos como quien va a dar buena cuenta de una comida suculenta.
¡Se movían! ¡Bravo! Me arremangué hasta los codos y la espalda formó un perfecto ángulo recto con la silla. Abrí una página de Word. Justo en ese momento mis dedos parecieron petrificarse.
Ninguna historia. Nada. Mi imaginación se petrificó solidarizándose con mis dedos y mis codos quedaron ridículamente desnudos como esperando algo. Se quedaron quietecitos sobre la mesa como Penélope en la estación.
Pensé en todos los cocodrilos, mandriles, sapos, salamandras, jabalíes, mujeres de mala vida, hombres desangrándose en batallas, apariciones de fantasmas, brujas y sobre todo hadas y musas a las que agradecer una inspiración. Pero no apareció ningún cocodrilo, mandril, sapo, salamandra, jabalí, mujer de mala vida, hombre desangrándose en batalla, fantasma, bruja, ni hada ni musa que consiguiera dar vida a mis dedos.
Cuando fui capaz de golpear una tecla, el ordenador se apagó y el sol había desaparecido de mi ventana.
En la penumbra de los neones, vi cómo una cucaracha negra, de tamaño mediano[,] ascendía por mi pierna sin pantalones ni medias siquiera, para mediar entre sus asquerosas patitas de araña y mi piel de terciopelo blanco. Miles de patitas más rubias que el cuerpo, decididas plenamente a sortear cualquier obstáculo hasta llegar a mi boca y obligarme a escupir y a gritar, y a saltar por toda la sala. Quise saltar por la ventana, aunque en una de esas milésimas de microsegundo imposibles de medir, pensé que tal vez sería mejor hacerla saltar a ella. Para ello necesitaba volver a mi cuerpo, recuperar las funciones vitales, corazón-cerebro, principalmente, y por supuesto ese espíritu cobarde que estaba ya en el quicio de la ventana preparado para el gran salto.
—¡Ven aquí inmediatamente[,] cobarde! —Le gritaron al unísono mis pulmones, mi laringe, mis cuerdas vocales, mi paladar, mi lengua, mis dientes, mis labios y mi glotis.
Más allá de la fonología, tomé conciencia de mi corteza cerebral. Funcionaba. El corazón también debía funcionar porque podía escuchar sus latidos a modo de tambor resonando en mis oídos y golpeando mis sienes.
Mi espíritu miró de reojo intermitentemente a la cucaracha que se había parado a tomar aire para encarar la subida por la rodilla y a mi boca ordenándole que bajara inmediatamente de ese minúsculo poyete que le mantenía al borde del abismo. Miró también hacia abajo a la vez que la cucaracha reiniciaba su marcha imparable.
Cinco pisos le separaban del asfalto, sin contar los que su vértigo añadía. Ante tal dilema sufrió un ataque de pánico allí mismo mientras los pulmones se desinflaban, el corazón se ralentizaba y el cerebro se rendía ante somera inutilidad de sus colaboradores. El último golpe de sangre que bombeó el corazón logró abrir los ojos para suplicar un poco de compasión para ese cuerpo que quedaría a expensas de la cucaracha si él no accedía a bajar rápidamente de esa estúpida ventana.
La cucaracha ganaba terreno. El espíritu cobarde observaba impertérrito su avanzada. ¡Dios! Se iba a colar en el ombligo. Allí repostaría fuerzas de nuevo y juraría que le hizo burla meneando sus antenas mientras babeaba.
Más tarde mi espíritu me confesaría que fue precisamente en ese mismo instante cuando se introdujo en aquel cuerpo maltrecho que se desplomaba sin remedio entre el sillón de madera y la mesita del ordenador.
Y sin saber cómo exactamente, se puso al servicio de ese cuerpo ya desplomado completamente en el suelo.
Entonces ocurrió que mi mano buscó en las tinieblas cualquier objeto a su alcance con el que sacudir a la cucaracha para inmediatamente pisarla. Cogió uno de los libros que andaba varios días revolcándose por el suelo, y la lanzó contra el aire. Mis ojos intentaron seguir su vuelo, pero se perdió en la luz de los neones.
Decida a acabar con ella, pulsé el interruptor de la luz. La cucaracha andaba como loca buscando un agujero donde esconderse, pero aquel no era un buen lugar para encontrar cobijo. Lo único de lo que disponía en la habitación era el sillón de madera, la mesita del ordenador, con ordenador incluido, y un colchón tirado en el suelo. Parecía asustada y eso reforzó a mi espíritu. Tenía que vencerla antes de que se colara entre las mantas que arrastraban por el piso o se colara en algún hueco que se escapara a mi control. Eso sería mi final.
Su cuerpo brillaba. Las antenas se le volvieron locas como un radar que le anunciaba mi presencia en todas direcciones. Debía estar calculando sus posibilidades cuando la punta de mi zapato le hizo sombra. Entonces recordé el asqueroso crujido que aseguraba su muerte. Momento que aprovechó el repugnante insecto para reanudar su carrera. Mis ojos la seguían buscando a la vez que buscaba algún objeto de peso con el que poder aplastarla contundentemente. Agarré una piedra que hacía las veces de pisapapeles y la arrinconé en una de esas esquinas en las que se sienten a salvo. Tuve que esperar unos segundos hasta que quedó a mis expensas. Y sin ningún remordimiento de conciencia, la aplasté bajo la piedra. Sólo escuché el golpe de mi pisapapeles contra el suelo. La losa del piso se resquebrajó. Aún así, me pregunté si estaría muerta. Las cucarachas pueden incluso vivir sin cabeza durante nueve días. Un escalofrío movió todo mi cuerpo antes de atreverme a descubrirla. ¡Allí estaba! La observé con detenimiento, e incluso deseé haber tenido unas pinzas para separar cada parte de su cuerpo y poder recrearme en mi venganza. El corazón me latía tan deprisa como si acabara de matar a un cocodrilo. Entonces, la miré de nuevo. Parecía que la hubiera pasado por encima una apisonadora. Casi sentí lástima. Desde luego, aquella cucaracha no merecía que mi espíritu hubiera estado a punto del suicidio ni que mi corazón se parara en medio de una habitación en la que nadie me hubiera encontrado hasta estar tan putrefacta como ella.
Definitivamente había sido en defensa propia. Nadie me acusaría de matar a un bicho tan repugnante. Incluso la casera me lo agradecería. Envolví sus restos en un trozo de papel y la lancé por la ventana como venganza última. Pensé en tirarla por la taza del water, pero no podía recorrer los cinco metros de pasillo que me separaban del retrete común con su cadáver entre mis manos.
La tensión me había dejado exhausta. Sentí mi cuerpo aflojarse y un inmenso placer recorrió cada uno de mis músculos. Satisfecha de mi hazaña, volví a sentarme en el sillón de madera y encendí el ordenador de nuevo. Los neones se apagaron y dieron paso a una luz blanquecina que anunciaba el amanecer.
La pantalla del ordenador se iluminó y mis dedos teclearon: La cucaracha. “Un cocodrilo venido a menos.”.
Autora: Carmen Jiménez
sábado, 24 de septiembre de 2011
UN MAL ESPEJO
"No", le dijo ella mirándole a los ojos. Él fue incapaz de sostener aquella mirada, y se empañó olvidando que la misión de un buen espejo es apoyar las decisiones de quien se refleja en él. Por eso, cuando el teléfono sonó y siguió sonando hasta que no sonó más, ella sacó a ese mal profesional a la calle y lo hizo pedazos antes de abandonarlo junto al contenedor de basura.
sábado, 17 de septiembre de 2011
CALLE ABAJO
Una noche de diciembre Elena terminó de recoger la vajilla, se puso el abrigo y en zapatillas bajó despacio las escaleras para tirar la basura al contenedor. Al pisar la acera echó a andar calle abajo con su bolsa de basura en la mano y anduvo y anduvo.
Su familia llenó la ciudad con la foto de su rostro ajado, que los meses, el sol y la lluvia terminaron por desvanecer. Pero Elena no volvió.
sábado, 10 de septiembre de 2011
UN BUEN MOMENTO
No para de sangrar tumbado en el suelo boca arriba, la vista se le nubla. Piensa que lleva más de veinte años patrullando las calles, ayudando a sus conciudadanos, atrapando malhechores. Su trabajo le hace tener la conciencia tranquila y sentirse orgulloso. Esa entrega ha sido la causante de no haber visto crecer a sus dos hijos y de haber perdido a la mujer de su vida. Pobre Marcela, no aguantó las noches en vela, los avisos de media noche, los sustos y las llamadas desde el hospital. A los desvelos se sumaron los celos, no siempre infundados, y el olor a alcohol que impregnaba el uniforme. Ya sólo le queda su gran pasión: ser policía. El compañero le grita que no cierre los ojos, que aguante, pero Fernando piensa que es un buen momento para morir.
sábado, 3 de septiembre de 2011
DUROS
sábado, 30 de julio de 2011
sábado, 23 de julio de 2011
SENSIBILIDAD
Durmió a su hijo en brazos después de darle el último biberón del día. Lo acostó y lo arropó con cuidado de no despertarlo.
Abrió la ventana para oler el rastro de la tormenta.
Saboreó ese vino especial. Escuchó ese disco de blues que siempre le arrancaba lágrimas.
Amó a su mujer con la devoción que le inspiraba su cuerpo recién parido, más lleno de vida que nunca.
Se vistió aún de madrugada. Salió a la calle a cumplir su misión.
Por la tarde, frente al televisor, con la cabeza del perro en las rodillas, sonrió: las censuradas imágenes de dos cadáveres mutilados, y el rastro de sangre, subrayaron su triunfo.
sábado, 16 de julio de 2011
FALLOS
Primer intento: No se esmeró lo suficiente, se apoyó en su trayectoria y se dejó mecer por ella. Falló.
Segundo intento: Decidió esmerarse más pero su intento fallido ya formaba parte de su trayectoria, volvió a fallar por falta de fe.
Tercer intento: Dos meses después, digeridos los intentos fallidos, se hizo la luz, finalmente comprendió las razones de sus fallos. Sólo entonces ganó.
Ella, con el pelo alborotado, lo miró a los ojos y sonrió feliz, por fin se sentía comprendida.
sábado, 9 de julio de 2011
HUÉSPED
sábado, 2 de julio de 2011
LA MIRADA
No recordaba desde hacía cuánto tiempo nadie la miraba así, con esa atención, ese descaro, ese, casi le daba vergüenza pensarlo, deseo contenido que se escapaba en cada parpadeo. Repetía la imagen una y otra vez en su mente porque le producía una sensación placentera: la piel se estiraba, se tornaba tersa y el latido del corazón oxigenaba más deprisa las células. La excitaba, sí, la excitaba tanto como la aturdía. Sólo había sido un viaje en el ascensor, un roce inesperado por culpa de las bolsas de la compra, un lo siento, no ha sido nada y el silencio ensordecedor de aquella mirada impúdica, como si fuera la primera vez que viese a una mujer. Deseaba de una manera atroz coincidir de nuevo con él. Si la volvía a mirar de esa forma, olvidaría sin esfuerzo que podría ser su madre.
sábado, 25 de junio de 2011
EL CASERÓN DE LAS HIGUERAS
A dos kilómetros de Barbianes, perdido en la hondonada del valle, está el viejo caserón de las higueras, la que durante décadas fue la finca de recreo de la familia Bolaño hoy es sólo un montón de ruinas.
Recibe el nombre de dos enormes árboles que sobresalen por encima del enrejado, tiene un jardín vencido por la maleza y está rodeado por un gran muro de piedra y una verja oxidada que termina en lanzas puntiagudas en forma de hojas.
En el valle, la historia del viejo caserón va unida al destino de Amalita Bolaño y sus frustrados esponsales con el fatuo de Gerardo Olmedo.
Recién terminada la guerra civil, en aquel valle sumido en la miseria y en la tristeza, los preparativos de la boda de la única hija del viudo Román Bolaño, sirvieron de esparcimiento y comadreo entre los lugareños, y no digamos las consecuencias que su desenlace trajo.
La tarde antes del desposorio, el novio salió de la casa familiar en medio de un gran aguacero para dirigirse a la hacienda de los Bolaño, pero nadie lo vio entrar en la finca y jamás apareció por lugar alguno.
Aquella noche de mediados de septiembre, llovió a mares. Las torrenteras borraron los caminos y anegaron los campos. Los adornos florales y las guirnaldas preparadas para el festejo se deshicieron y el jardín quedó convertido en un lodazal.
Cuando pasó la riada y durante semanas rastrearon los caminos, el río y las acequias, preguntaron en los burdeles, investigaron las aduanas, los trenes, los barcos… pero a Gerardo Olmedo se lo había tragado la tierra.
Así que la delicada Amalita Bolaño se quedó compuesta y sin novio a los pies mismos del altar, con su vestido de raso y organdí amarilleando dentro de un baúl envuelto en papel de seda, pero la joven supo afrontar su infortunio con una entereza sorprendente para sus escasos años: en ningún momento la vieron llorar ni perdió la compostura.
Los Bolaño al poco tiempo abandonaron el valle buscando el olvido. Amalia se acabó casando con un magistrado, tuvo un hijo, sensato y serio, como su padre y varios nietos que le alegraron la vejez. Pero nunca quiso volver al valle, ni contaba detalle alguno sobre aquel pasaje de su vida.
Tras casi cincuenta años de matrimonio y a punto de cumplir los ochenta, enviudó del magistrado Antón Ubide. Nada más echar el cerrojo al panteón pidió a su hijo que la llevase a Barbianes, al viejo caserón del valle a donde jamás lo había querido llevar hasta entonces, y del que el hombre sólo tenía unas difusas referencias y unas escrituras guardadas en un cajón bajo llave.
Insistió en hacer el viaje los dos solos. Tardaron casi una hora en llegar. Durante ese tiempo Amalia estuvo callada, con la mirada perdida en el horizonte.
La verja de hierro del viejo caserón chirrió al empujarla. La anciana anduvo unos metros y se quedó mirando fijamente a un enrejado cubierto de hierbas y barro.
Estaba pálida y parecía fatigada, pero con firmeza señaló la rejilla que estaba junto al muro, casi a ras de tierra y dijo:
- Nadie buscó ahí.
-¿Qué tenían que buscar?, -mamá.
-Lo que el tiempo haya dejado de Gerardo Olmedo. He tenido que esperar a que tu padre y quienes me ayudaron estuvieran muertos para contártelo, hijo.
Y con la tranquilidad de quien lleva toda la vida esperando, fue relatando cómo aquella noche se enteró de las aventuras y deudas de su futuro marido; y de cómo ella, en un arrebato de celos, le empujó y Gerardo se golpeó la cabeza contra la escalinata de piedra.
- Entre tu abuelo, el aya, los guardeses y yo -prosiguió- descuartizamos el cadáver a hachazos y lo arrojamos a ese pozo envuelto en sábanas de hilo y repartido en media docena de pedazos.
El agua se lo llevó todo aquella noche y además allí no buscaron- terminó de relatar Amalia mirando a su hijo que estaba lívido e inmóvil.
De todas formas -añadió mientras se daba la vuelta y se dirigía tranquila hacia la salida- yo ya soy vieja y de aquello ha pasado demasiado tiempo, pero tú sabrás lo que hay que hacer ahora, que para eso eres juez, hijo mío.
Autora: Pilar Aguarón
viernes, 17 de junio de 2011
PORVENIR
sábado, 11 de junio de 2011
MIENTRAS PASA LA VIDA
Autora: Charo Caru
sábado, 4 de junio de 2011
EQUIPAJE
sábado, 28 de mayo de 2011
NADIE
sábado, 21 de mayo de 2011
RUTINA ESPECTRAL
sábado, 14 de mayo de 2011
PASAR PÁGINA
sábado, 7 de mayo de 2011
SOMBRA
Autor: Carlos Enrique Cabrera
sábado, 30 de abril de 2011
DICEN QUE HAN VISTO UN ANIMAL SALVAJE MERODEANDO POR EL IRIS DE MIS OJOS
Autora: Anna
sábado, 23 de abril de 2011
SOLO DE VIOLÍN
sábado, 16 de abril de 2011
SOLOS
sábado, 9 de abril de 2011
LA INSOLENTE ASIMETRÍA
sábado, 2 de abril de 2011
VACÍO ENVASADO
sábado, 26 de marzo de 2011
EN(H)ER(B)VADO
Vengo fumao porque así la sangre circula más lenta. Y las rodillas me hacen cosquillas. Y me pareces más guapa. Aunque ya te follaré mañana porque hoy sólo puedo reír. Te ves tan graciosa mirándome así. No te asustes, mujer, sólo es oca... ocasional. Sí. Por eso voy de lao. Porque ya no fumo nunca. ¿No lo ves? Tú tendrías que probarlo también. A lo mejor te corrías por fin. Te soltabas de una puta vez. Y me soltabas a mí también. Y todos sueltos correríamos desnudos. Cuando venía he visto un árbol que tenía ojos. La naturaleza nos habla, amorcito. ¿No crees que todo está conectado?
sábado, 19 de marzo de 2011
UN RAYO DE LUNA
Un rayo de luna perdido en la noche realza el contorno de todas las cosas, rayos de sombra, como hilos azules de hielo glacial, invaden espacios con furtivo resplandor.
Guarda silencio la oscuridad ante la pupila del tiempo, mientras la nada habita bajo
tus dedos y te preguntas qué hacer cuando la chispa lunar revela la belleza del morir.
sábado, 12 de marzo de 2011
SOBRESALTO
Autora: Belén Inred
sábado, 5 de marzo de 2011
LA VIE EN ROSE
Puso el viejo vinilo en el giradiscos, no sin antes limpiar el polvo acumulado desde la última vez.
Él Se agarró a su talle, y ella a sus hombros. En esa posición la vida se detenía.
Bailaron durante poco mas de tres minutos, pero durante ese tiempo, solo con su mirada primero, y los ojos cerrados mientras danzaban, se dijeron lo que en treinta años de convivencia se decían todos los días. Sin palabras.
Y es que, para celebrar su aniversario, desde el día que se prometieron amor eterno, se dedicaban unos minutos para rememorar que la vida tenía sentido mientras se tuvieran el uno al otro. Mientras hubiese cariño, una caricia, un beso o un roce que les recordase que no había nadie mas feliz.
La vida era de color rosa un día al año al menos.
sábado, 26 de febrero de 2011
GAME OVER
Autora: Hypathia Alejandría
sábado, 19 de febrero de 2011
LO TERRIBLE DE LAS MAÑANAS
Soy el mismo que hace filigranas con el pelo, con las entradas que se nos hacen a los hombres y que parecen moscódromos, eso dicen mis hijos. Sí, en efecto soy el mismo de todas las mañanas, el que estoy acostumbrado a ver y a quién nada pregunto para evitarme el desconcierto. Y sin decirle nada al que me mira desde el otro lado del espejo, salgo del cuarto de baño.
Pero cuando después de desayunar entro al baño con las gafas puestas ¿qué me encuentro? Pues veo otra persona, seguramente la que realmente soy. Veo un rostro con las arrugas del escepticismo endurecidas bajo los ojos, el repliegue de la ira cotidiana sobre las cejas y los frunces de la piel bordeando la boca y el labio inferior con la amenaza de la desgana de callar tantas y tantas palabras a lo largo del día. Y siempre llego a la conclusión de que la persona que después de desayunar entra al baño y se mira al espejo es el otro que llevo dentro y que no quiero ver. Antes salía cabreado conmigo mismo preguntándome quién era en realidad, si el de delante o el de detrás del espejo. Sin embargo, después de meditarlo, llegué a la conclusión de que esta actitud no servía de nada. Así pues, desde hace unos meses hice un pacto con el otro y antes de marchar al trabajo nos saludamos, nos damos la mano, sonreímos con incierta confianza y hasta el día siguiente. La felicidad no es tan difícil de conseguir, ¿o sí?
sábado, 12 de febrero de 2011
(NO) TE ECHO DE MENOS
Nunca tuvo el valor de echarle de menos.
Ni entre las sábanas tibias donde apenas se demoraba después de que él las abandonara.
Y no le echaba de menos el domingo.
Ni el jueves por la tarde.
Ni el martes, aunque lloviera.
El lunes lo llenaba de todo menos de él.
El sábado olvidaba encender el móvil.
El viernes estaba demasiado ocupada como para hacerle un hueco a su ausencia.
El miércoles lo vaciaba cuidadosamente de recuerdos.
Pero un domingo cometió el error de quedarse un rato más en la cama después de su partida, y de buscar el rastro de su olor. Ese lunes ya no pudo llenarlo con nada. El martes, aunque no llovió, pensó en él. El miércoles se acordó de sus besos. La tarde del jueves se le hizo tan larga como la noche más oscura. El viernes lo dejó todo de lado para entregarse a la nostalgia.
El sábado encendió el móvil con la intención de llamarle y enseguida le entró su mensaje: “Ya no te echo de menos”.
Autora: Ana Tortosa
sábado, 5 de febrero de 2011
Hace dos años un 17 de enero...
sábado, 29 de enero de 2011
LUCIÉRNAGAS
Creyeron que lo peor era ese preciso instante de estruendosa negrura cenital. Para iluminarla susurraron sus nombres con voz temblorosa, apenas audible. La palabra es candil, pero no alumbraba lo suficiente. Avivaron la llama, conatos de caricias anhelantes, gestos crispados para verse sin luz. Tacto áspero convertido en ojo. El negro es la ausencia de todo color. Entonces recordaron sus contornos: amor rosa, sexo carmesí, melancolía violeta, infancia añil, amigos naranjas, desencanto marrón, ternura magenta, despreocupación verde, fiesta amarilla. Se hicieron resistentes, tenían tiempo suficiente para narrar matices, y cada día fabricaban destellos pese a no tener ni sombra.
Arriba, en la boca de la mina, los familiares continuaban alimentando una sonda con la inmensa claridad de la esperanza.
Autora: Arqui-Loca
sábado, 22 de enero de 2011
TODO POR UNA CANCIÓN
Dedicado a la figura de Andreas, del relato “La leyenda del Santo bebedor” (Joseph Roth)
Autor: Marcos Callau
sábado, 15 de enero de 2011
CAMBIAR DE VIDA
Autora: Luisa Miñana
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- PATRICIA ESTEBÁN (7)
- PILAR AGUARÓN (5)
- RAÚL ARIZA (1)
- RAÚL GARCÉS (2)
- Recitales (9)
- REINA (1)
- RICARDO FERNÁNDEZ MOYANO (1)
- ROBERTO MALO (3)
- ROBERTO MARTÍN GRANADO (1)
- SARBALAP (1)
- SILBERIA (1)
- VICTORIA SALGADO (3)
- YBRIS (1)