Sobre la primera quedaron expuestos los temas que Rafael Ruiz, director de la red bibliotecaria de Córdoba, fue proponiéndonos.
Antonio Ventura (editor de Anaya infantil y juvenil y fundador de
Babar) comenzó las intervenciones sin escatimar críticas a cierto sector editorial, a pesar de que defendió la obvia posibilidad de encontrar un punto de unión entre mercado (beneficios) y calidad, como demuestran ciertos productos estrella de otros sectores económicos. Por cierta mención de Antonio, que ahora no viene al caso, me acordé del amigo de viajes
Jesús Peláez, editor también, vocal de la Asociación de Editores de Andalucía y que en ese mismo día -no pude asistir por la coincidencia- tenía igualmente un compromiso digno de hacer constar aquí en la Universidad de Córdoba: la presentación del Diccionario griego-español del nuevo testamento (DGENT) y que lleva a cabo el grupo GASCO (Grupo de Análisis Semántico de Córdoba), con tres fascículos de esta obra trascendental en el análisis lexicográfico innovador publicados ya.
A la mesa se sentaba también la escritora Inmaculada Diaz, que esa misma mañana había tenido un intenso contacto con su público. Antes de comenzar, tuvimos la oportunidad de ver los dibujos con los que había acompañado sus historias aún en la sala. Para Inmaculada, no había en realidad problema, si se partía de la experiencia, de la cercanía que como ella, maestra y escritora, tiene con un público que sabe lo que quiere.
A nosotros nos tocó por azar el papel de defender a "los otros", habida cuenta de que Antonio Ventura cargó las tintas finalmente en el ataque contra ciertos autores y títulos. Propusimos el concepto de
bibliodiversidad, que tiene sentido en un mundo en que no sólo existe una multiplicidad de lectores -alguno de los cuales no puede elegir cambiar de grupo-, sino una variedad enorme de finalidades de lectura. Estas finalidades variadas de lectura son las que justifican la convivencia de autores y títulos de calidad muy diferente incluso en el mismo lector. También nos extendimos sobre la consideración de la
basura literaria y algunas teorías sobre ella -como la de Aidam Chambers, por ejemplo.
El acto se fue animando y al miedo inicial de acumular más personas en la mesa que en el público (más alborotado lógicamente por los actos divertidos y resonantes del exterior), sucedió una participación que nos dejó las inquietudes de las madres, los libreros, los profesionales de la enseñanza y la animación lectora. Rafael, con su tranquilidad de budismo zen, nos planteba preguntas a las que cada vez hacíamos menos caso, ocupados en responder la multiplicación de afirmaciones del resto de participantes -¡cuántas cosas nos dejamos por decir!-. Al final, casi todas las preguntas quedaron sin responder, pero nadie quedó sin hablar -Rafa, la próxima, contestamos-. Una mesa redonda con un escaso público pero de lo más animada y participativa.
Me impresionó la preocupación de un madre por la afición escritora de su hija -ya había reclamado más talleres de escritura a la biblioteca- que al final de la sesión vino a mostrarme un precioso poema de su hija de 10 años, y a quien no pude terminar de atender por el barullo final típico de estos eventos. Es raro encontrar un empeño tal por la educación literaria de una hija. Ojalá consiga los deseos que expresó.
Respecto al Foro de Sevilla, su mejor aportación fue sacarnos del ámbito de la enseñanza y volcarnos sobre otros intereses y preocupaciones: las de los documentalistas y bibliotecarios.
La mesa redonda había estado precedida de la intervenciones de
Merlo y
Margaix sobre la web 2.0 y la biblioteca 2.0. Podemos considerar que estas y la intervención de
Nieves González-Villavicencio formaron un continuum por cuanto los tres -profesores universitarios- se decantaron por la numerología -explicaciones enumerativas- y destacaron por sus explicaciones taxonómicas, pedagógicas y sintéticas. Si las hiláramos, podríamos conseguir una
guía para perplejos 2.0 de lo más didáctico -animaos y publicadla, pero rápido, que ya mismo habrá otra novedad-.
Y los demás hicimos lo propio, de manera que nadie pisó terrenos ajenos:
Catuxa destacó el poder enriquecedor de los blogs, su esencia de memoria tanto individual como colectiva y los presentó como testimonio de su trayectoria ponderando su utilidad como elemento de visibilidad profesional -lógico, habida cuenta del público al que se dirigía.
Podríamos decir que Catuxa terminó de demostrar que los blogs son una navaja suiza de la comunicación cuando mencionó el caso de que un grupo de trabajadores lo usaban para comunicarse entre turnos (se trata de blogs privados, una opción de configuración que creo que pocos conocen aunque es totalmente accesible en blogger, por ejemplo, y que nosotros utilizamos en cursos de formación).
Álvaro Cabezas, por su parte, volvió con la blogmetría a poner en números las letras. Aunque se inscribe dentro del dudoso mundo en el que la cantidad se pretende reducir a calidad -uno más de los modelos de gestión de calidad- sus planteamientos nos resultan tan apasionantes como polémicos, a pesar de que ni siquiera suscitaron controversia -no sabemos si por ignorancia, por aversión de un público de letras a los números o por reverencia a los datos-. Parece que aún no hemos percibido esta tendencia general a reducir la calidad a cantidad en los estudios de eficacia y excelencia. De la misma forma, el giro en la educación dentro de la OCDE a la formulación por competencias parece querer desembocar también en una gestión de calidad (expresada en cantidad) fácilmente manipulable (confusión absoluta y malintencionada entre medida documental y medida real). A pesar de todo, podría decirse que los números cantan, y cuando los números cantan, al menos nadie puede hacer oídos sordos (el mejor efecto de la siempre inquietante blogmetría de Álvaro).
En nuestro turno, destacamos diversas metáforas del blog que sirven para comprender mejor su compleja naturaleza: el blog como publicidad, como dosificador, como apropiación y recreación de la información... Para llegar a una contradicción en los biblioblogs escolares: blog profesional y su incompatibilidad con el blog personal y las consecuencias que esta lucha ha tenido en diversos casos.
Aquí dejamos la presentación que no pudimos concluir por la férrea disciplina de
Jorge Serrano a quien sin embargo todos reconocemos su buen hacer preparando la mesa redonda por correo electrónico desde hacía un mes -perdonamos tu severidad y esperamos vengarnos algún día-.
El resto de las sesiones se dedicaron a las bibliotecas virtuales, que expusieron sus recursos y trayectoria (defendida además por sus respectivos directores en una mesa redonda de los
curricula más extensos e impresionantes que hemos podido oir en una presentación). Concluyó el acto con una entrega de premios de la Asociación Andaluza de Documentalistas y con una turbovisita a los Reales Alcázares de Sevilla (no se puede pasear -dijo severamente la guía), rematada con un ágape minimalista junto al Salón de los Tapices.
Una experiencia inolvidable que debo agradecer a la invitación de Rafael Cid, presidente de la AAD, y que creo que sirvió a los asistentes para poner en claro algunas ideas sobre la web social, la web 2.0. La organización: impecable y entusiasta. El público: magnífico, pero impuntual. Nos fuimos con ganas de más.