Hemos llegado a una forma sublime de menospreciar el arte, y es regodeándonos en la mediocridad. Soñemos, abandonémonos a los latidos que fingimos no oír, pues de asumirlos, serían quizá demasiado poderosos, ¡no habría vuelta atrás! Lo que hoy es una fantasía, mañana sería un objetivo a cumplir, la responsabilidad de ser uno mismo, ser más grande, comprender y abrir los ojos, para VER.
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