Entre paisaje y paisaje he ido pintando algunas flores. Las anteriores sobre mi mesa con la ventana al fondo con una pipa, tarro de miel, una orquídea y pinceles. Un flexo antiguo al fondo. El problema para mi de estos temas es la composición, algo siempre complicado. Una bandeja blanca, que una zona sin pintar siempre ayuda.
La anterior acuarela es la última que he pintado, interpretando "Almendros en flor", óleo de Sorolla. Dentro de lo posible intentando buscar los colores y las mezclas, algo muy instructivo. De paso utilizo el viridiana, verde que no uso casi nunca. Las flores blancas se reservaron con líquido enmascarador, aunque luego se dieron unos toques con témpera blanca en algunos lugares. Con un rotulador blanco se perfilaron algunos detalles. Normalmente soy más purista, pero hoy no.
Jugando con los colores. Un tema otoñal imaginario y dos acuarelas de pensamientos. Se recurre a los quinacridonas de Daniel Smith y a los cadmios de Rembrandt.
El siguiente trabajo, también sin modelo trataba de probar la forma en que Geoffrey Wynne hace las cerámicas y porcelanas blancas, con tres baños de amarillo, rojo y azul superpuestos en húmedo. Si se acierta con la proporción y el grado de humedad queda un gris azulado en el que se habrán dejado algunas zonas de luz. Luego se refuerzan las sombras. Algo más seco, con ultramar y cobalto en mi caso, se dibujan los adornos del cacharro. Cuando están casi secos del todo se insiste en algunos de esos trazos que habrán quedado difuminados.
En el anterior se jugaba con la trasparencia del cristal sugiriendo una cenefa tallada entre luces y reflejos. Después viene una serie de amapolas intentando conseguir que las capas aplicadas en húmedo y luego en seco, separen los pétalos y sugieran transparencias. La primera con acuarela líquida, forma de conseguir ese rojo tan intenso. En todas ellas se añaden los detalles blancos de los tallos con lápiz blanco o rotulador.