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martes, 17 de diciembre de 2024

Javier Conde: “La idea de volver a Galicia no estaba en mi casa” / Hugo Prieto @prodavinci



Recuerdo a una admiradora secreta de los editoriales que escribía Javier Conde* en Tal Cual, agraciada e inteligente ella. Lo seguía a lo largo de su carrera. Cuando eso ocurre, es poque el periodista siempre te va a sorprender, siempre compartirá contigo su curiosidad insaciable, un punto de vista distinto o una revelación. Quizás un comentario tan divertido como acertado. Javier es como un segundo bate en el béisbol, pienso en Joe Morgan, cuya tarea era poner a correr las bases al resto de su equipo, Los Rojos de Cincinnati. Alguien me dice que escribe con más frecuencia que nunca. Y es cierto, lo hace a la velocidad del viento.

Su última entrega llega en forma de libro: Vidas exiliadas, con prólogo de Toña Betancourt. Su amiga que nunca faltó en las malas y celebró en las buenas. Son 20 piezas escritas bajo las reglas de distintos géneros periodísticas. Todo esto lo digo con conocimiento de causa, porque hemos coincidido en las páginas del diario El Nacional y Tal Cual. Aviso que no voy a hacer spoilers, tendrán que leer el perfil de Arturo Sosa, por ejemplo, para avistar la elusiva proximidad de la Compañía de Jesús con el poder. O la entrevista que le hace a Carlos Blanco, en la que se aprecia a un intelectual que no resiste la tentación de participar en la política.

¿Cómo llegaste a la idea de reunir diversos géneros periodísticos en un libro?

Esos trabajos los hice como piezas individuales y, luego los reuní, en forma de libro. El catalizador fue la historia de Randy, relato que resultó ganador de la convocatoria del Premio de la Asociación de Periodistas Miguel Otero Silva, que hace vida en Madrid. Ahí me surgió la idea de compilar esa y otras historias, porque la de Randy, obviamente, no es suficiente. El hilo de estos trabajos, que se publicaron en distintos medios (Tal Cual, La Gran Aldea, El Progreso, un diario de España), es el exilio y la lucha política. Aunque los huelguistas de la UCAB -una de las historias- no son propiamente exiliados, todos viven fuera de Venezuela. A Farruco Sesto, por ejemplo, no pude hacerle la entrevista, se negó de plano, hice consultas, busqué información, reuní testimonios y construir ese trabajo.

La de Randy no son las peripecias de un exiliado, en cambio, son el reflejo de 7,5 millones de venezolanos que han abandonado el país. En esa historia eché en falta lo que pudiera ser el exilio interior y la posibilidad de reflexionar sobre ese mundo. ¿Qué piensas alrededor de esta observación?

Tienes razón. Ya alguien me había hecho un comentario parecido. Hay ciertas aproximaciones, pero yo creo que Randy es una persona reservada, poco dada a expresar sus sentimientos. Seguramente, porque tiene muy claro que su principal objetivo es sobrevivir. Entonces, se concentra en alcanzar esa meta. Quizás debí escarbar más por ahí.

Para Randy, el problema no es que dejó atrás el país o parte de su familia, sino la necesidad imperiosa e ineludible de buscar medios para sobrevivir.  

En mis indagaciones, al escuchar acentos venezolanos o no, siempre encuentro a gente decidida a iniciar otra vida. Hay un pasado, hay unas querencias y mil cosas que extrañar, pero yo tengo aquí otras obligaciones. Esa experiencia, de alguna manera, la viví de pequeño cuando mi familia emigró de Galicia a Venezuela. La preocupación era cómo te adaptas a esta realidad y echas para adelante. De niño, no hablaba bien el castellano, sino una mezcla de castellano y gallego. En mi casa, no me respondían si hablaba en gallego, tenía que obligarme a hablar en castellano, porque cuando llegué tenía que ir al colegio. Yo no hablaba bien el castellano y ahora no hablo bien el gallego. Mi familia no se refugió en la colonia gallega que vivía en Venezuela. Se relacionaron con venezolanos, con italianos, que había muchos en Chacao, donde vivíamos. La idea de volver no estaba en mi casa, no había una fecha para volver. Tienes que pensar en abrirte a otra vida. Construir una vida. Y eso es, precisamente, lo que está haciendo Randy y muchos venezolanos que emigraron a otros países.

Una de tus piezas periodísticas indaga en un personaje enigmático, Jacobo Árbenz, el derrocado y fallecido expresidente de Guatemala en los años 50. Es curioso que haya vivido parte de su exilio en Uruguay. ¿El enigma Árbenz fue lo que despertó tu curiosidad?

No. De ese exilio habla Mario Vargas Llosa, en el final de su libro Tiempos Recios. Ahí encontré la motivación para hacer el trabajo de Árbenz. En ese momento, yo estaba viviendo en Montevideo y me pareció que podía haber una historia interesante. ¿Cómo fue el paso de Árbenz por Uruguay? Una vez que logré dar con el historiador, Roberto García Ferreira, quien tenía un vínculo afectivo con Guatemala, entre otras cosas, porque su padre fue muy activo en las protestas que se escenificaron en Montevideo, a raíz del golpe que derrocó a Árbenz, pude reunir más información para escribir esa semblanza. Hablé además con el expresidente uruguayo, José María Sanguinetti, un hombre de centro derecha, que en los cincuenta era un pichón de reportero. La pregunta era: ¿Fue Árbenz un comunista o no lo fue? Ni lo afirma García Ferreira, ni Sanguinetti. Simplemente, Árbenz era un hombre circunspecto, sin dotes de orador, que alcanzó el grado de coronel en el ejército guatemalteco. Ya en la presidencia de su país e influenciado por su esposa, una salvadoreña de familia conservadora que había estudiado en Estados Unidos, se propuso decretar la jornada laboral de ocho horas y permitir las organizaciones sindicales libres. En sus años de exilio, Árbenz fue a Cuba, a comienzos de los años 60, en plena efervescencia revolucionaria y no encajó, finalmente, murió en México.

Rómulo Gallegos, el creador de una novela fundacional, va a Galicia en busca de sus orígenes, de su pasado. A Gallegos le bastaba una breve estadía para captar, asimilar, entender, las motivaciones y los intereses que enmascara la cotidianidad. ¿Cuál sería la historia que hay detrás de ese perfil?

Creo que Gallegos estuvo en Galicia en tres oportunidades, solía pasar acá los veranos. Durante esos años, él estaba inmerso en la literatura. De ese período, tal como se refleja en mi trabajo, como en los escritos del ensayista mexicano Andrés Iduarte, es su novela Pobre Negro. Ambos (Gallegos e Iduarte) escribieron un libro que yo pude conseguir y que fue de gran ayuda para escribir mí trabajo. Él era un hombre alejado del bullicio, no frecuentaba los cafés literarios donde se reunían los grandes intelectuales madrileños. Era poco dado a dejarse ver. Esos rasgos de su carácter merecieron una crítica de Octavio Lepage, quien no le vio mano zurda para el manejo político. Seguramente, Gallegos fue víctima de esa fiebre revolucionaria del trienio adeco y del accionar de su partido, Acción Democrática, dado al sectarismo y a no pocas arbitrariedades.

Gallegos se le recriminan rasgos de su personalidad, pero el hecho de haberse comprometido con los destinos del país, hasta el punto de ser electo presidente de Venezuela, pareciera que no tiene importancia. Yo creo que a Gallegos, esa faceta política, no le hacía falta para nada. Pero el tema de los intelectuales y la política es recurrente en el país.

Diría que la política no es un oficio, necesariamente, para intelectuales o para escritores que viven un mundo muy particular. La política quizás exige otras maneras de proceder, otras concesiones, que no son las habituales de un hombre de letras. A Vargas Llosa no le fue nada bien cuando fue candidato presidencial. En su libro, El Pez en el Agua, él reconoce los errores cometidos en la campaña. Pasó por esa experiencia, pero quizás su gran error, precisamente, fue meterse en esa experiencia. La política es un oficio muy duro y puede devorar a hombres que no están hechos para la política.

Voy a tu perfil sobre un político fundamental de la segunda mitad del siglo XX venezolano: Carlos Andrés Pérez. Diría que ese trabajo, referido a su segunda presidencia está escrito en clave de novela policial. Yo creo que CAP, las siglas de una marca, cometió un gran error al no decirle a los venezolanos que su segundo mandato iba a ser muy diferente al primero. De la abundancia pasamos a la carraplana. CAP no le dijo toda la verdad al país.

Creo que ahí, de alguna manera, está dicho que durante la campaña no se iba a hablar demasiado del programa económico (los ajustes estructurales del Gran Viraje). No profundizar en eso. Fue un diseño de campaña. Sin duda, Pérez tenía un gran liderazgo y, desde la Internacional Socialista, él seguía influyendo en la política venezolana. Si su segunda presidencia hubiera salido bien, nos habríamos ahorrado males mayores. El cambio que él le planteó al país necesitaba de un pilar fundamental en las alianzas políticas. Eso no se hizo. Carlos Andrés Pérez sobrevaloró su carisma político, le parecía suficiente para gobernar e impulsar esos cambios, pero como lo dice Ricardo Escalante (un periodista avisado en todo lo que se refiere a Acción Democrática), eso no era posible. Creo que la herencia que dejó el gobierno de Jaime Lusinchi contenía un sustrato que estaba a punto de explotar. Y explotó. Cometió, además, errores inexplicables. Por ejemplo, permitió que las tendencias de AD, opuestas a los cambios, dominaran el parlamento.

Tu trabajo nos muestra a un Carlos Andrés Pérez mucho mas complejo del que vimos en las caricaturas del momento. Me estoy refiriendo a CAP como producto publicitario. Creo que Pérez estaba muy consciente de que el Pacto de Puntofijo estaba en serios problemas. Eso tampoco funcionó. Allí hay que buscar responsabilidades en las élites del país.

En el Gran Viraje había un cambio profundo. Pero mucha gente en el país no lo entendió así. El MAS, por ejemplo. La idea extendida, en nuestra juventud periodística, es que “estos son unos tecnócratas; no tienen burdel. Esto es un paquetazo”. Sí, la prensa fue poco seria. A uno como que le faltaba más formación para hacer esas coberturas y más cultura política para hacerlas en profundidad. En el periodismo nos pasó y los medios jugaron un papel contrario a lo que hubiera sido deseable.

Sí, es una mancha en el ejercicio de la libertad de expresión en Venezuela. Jugamos un papel muy irresponsable.

Habría que poner sobre la balanza, por un lado, el carisma de Pérez y por el otro la increíble conjunción de personajes como Matos Azócar y Uslar Pietri, en eso que conocimos como “los notables”, falta análisis en el papel que jugaron los medios de comunicación y los sectores sociales que se oponían a los cambios, sin desestimar los errores de diseño que había en esa propuesta. Moisés Naím lo dice. En el propio gabinete Ejecutivo había fuerzas que actuaban en sentido contrario. Todo ese conjunto de cosas nos llevó adonde nos llevó. Por otro lado, habría que decir que, si tú le dices la verdad a la gente, la gente no te vota. Vargas Llosa le dijo la verdad a los peruanos y no lo votaron. Hay un sentimiento de hipocresía generalizado en las sociedades, que podríamos resumir de este modo. Si me dices la verdad, no voy a votar por ti. Si anuncias sacrificios, no te votan. Entonces, el liderazgo tiene que valorar eso.

En lo personal, el perfil de Petkoff me resultó muy divertido. Ver a Teodoro en su faceta periodística, metido en una redacción y viviendo el día a día de lo que es un periódico, con la idea de auditar el poder. Petkoff lo hizo con sus particularidades y tú lo viviste muy de cerca. ¿Te parece que fue audaz y exitoso en esa tarea de confrontar al poder? ¿De poner el ojo en las barbaridades que cometió el gobierno de Chávez?

Quizás he pensado en esa pregunta a retazos. Petkoff logró crear un polo de referencia política y periodística, a través del proyecto de Tal CualTal Cual es un proyecto de participación política, no es un modelo periodístico. Yo eso siempre lo he tenido claro. De alguna manera es la vieja usanza de las corrientes de izquierda que creaban un medio de comunicación para el combate político. Teodoro tenía esa idea, andaba por la libre. Ya había renunciado al MAS. A Teodoro lo movía la política, fundamentalmente, aun cuando él siempre tuvo una faceta periodística, desde que trabajó en Tribuna Popular (el órgano de opinión del Partido Comunista de Venezuela), pasando por el diario Punto (órgano de difusión del MAS, que Petkoff fundó con el dinero que García Márquez le cedió cuando ganó el Premio Rómulo Gallegos) hasta Tal Cual. Ahí trabajaron Eleazar Díaz Rangel, Manuel Felipe Sierra y otros periodistas reconocidos. Pero insisto, a Petkoff lo movía lo político. Tal Cual es un órgano para el combate político y para la defensa de la democracia. En ese sentido, yo creo que él jugó un papel importante, que avisó en su primer editorial: Hola, Hugo. El periódico siempre fue la voz poderosa de Teodoro.

Se sentía con tanta libertad que empezó a cuestionar los procedimientos de la oposición. La reticencia a escuchar los errores es algo no ha variado en estos 25 años.

En ese momento, el periódico perdió lectoría y presencia, después se recuperó con el cambio de vespertino a matutino. Pero ya el clima político era otro. Se habían conformado dos bandos, plenamente identificados. Y, dentro de la oposición, era muy difícil cuestionar ciertas posiciones, cierto accionar político. Y eso tampoco podía ser.

Si vamos a examinar la segunda mitad del siglo XX venezolano, no la podríamos entender si ignoramos la figura de Teodoro Petkoff. Incomoda, eso sí, su tozudez placentera de nadar a contracorriente. Creo que esa actitud le restó alcance de miras para entender la realidad que estamos viviendo. Eso lo condenó a vivir en las minorías.

Es posible. Tal Cual sacaba a la calle 45.000 ejemplares, fue algo sorprendente. Luego la realidad política venezolana era muy tensa, muy compleja, muy difícil. Si el PGS detectaba que te movías un grado a la derecha o un grado a la izquierda, se disparaban las alarmas y suscitabas reacciones (casi siempre juicios populares) en una parcialidad política o en la otra. Teodoro decía las cosas como el lema de Tal Cual, claro y raspao. Entonces, era un recurso para expresar la política. No era El Diario de Caracas que fue concebido como un proyecto periodístico. Petkoff auditó el accionar político del gobierno de Hugo Chávez (las iniciativas que ponían en riesgo o amenazaban la democracia, la incompetencia manifiesta en el manejo de la economía, lo disparatado o fantasioso del modelo social), lo hizo desde el diario El Mundo y muy pronto lo sacaron de ahí, lo entregó la propia empresa que mantenía vínculos con el poder. Luego crea su propio producto editorial, como un reto, como un desafío muy difícil.

***

*Periodista de raza y fuste.

 https://prodavinci.com/javier-conde-la-idea-de-volver-a-galicia-no-estaba-en-mi-casa-b/

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martes, 10 de diciembre de 2024

James Robinson: “Es fascinante que la América Latina democrática reproduzca proyectos políticos similares a los de Trujillo o Somoza” / Hugo Prieto @prodavinci

 


El título de esta entrevista señala de qué va la cosa. Entonces, la sola idea de la dinámica política de este atribulado continente, según la cual podemos entender que la democracia y la dictadura son la cara de una misma moneda, que son el mismo musiú, pero con diferente cachimbo, diría Alí Primera, nos deja perplejos. Aquí la cosa parece que es de trajes: un civil enfluxado sale de la habitación vestido con traje de gala militar. Lo han hecho Juan Domingo, Perón, Hugo Banzer y su tocayo, Hugo Chávez. 

Es probable que esto nos diga que la política en América Latina hace lo que sabe hacer: servir a los intereses de una élite y marginalizar, y de paso empobrecer, a una inmensa población que está marginalizada y asiste, como un convidado de piedra, al hámster que corre sobre los peldaños de una rueda de la fortuna en miniatura. 

A los partidarios de la idea de que España y América Latina eran la misma cosa, a los que sobrevaloran la creación de instituciones de papel en la durante el colonialismo del imperio español, esta entrevista no les va a gustar, pues no es tanto lo que se hizo, sino con qué visión y objetivos se hizo. En el manejo de las instituciones, todo funcionaba si eras la persona que tenía lo que hay que tener: redes sociales, reciprocidad y lazos personales. Las circunstancias han cambiado, los personajes son otros, pero esa cultura que eterniza los privilegios, ha cambiado poco o nada. En lo personal, a mí me suena lo que dice a continuación, el economista James Robinson*, quien se alzó con el Premio Nobel de Economía 2024, después de recibir las respuestas a un cuestionario que le envié vía correo electrónico. 

América Latina tiene rasgos muy fuertes de Occidente. Hablamos un idioma occidental. Practicamos la religión cristiana, mayormente católica. Damos por hecho que seguimos un modelo republicano de gobierno. Pero somos un continente empobrecido, lo cual es muy diferente a ser pobres. Visto de ese modo, ¿Podemos decir que América Latina es la favela más grande de Occidente?

En cierto sentido, sí. Estas similitudes entre América Latina y el resto de Occidente ocultan distinciones importantes. Las instituciones que se crearon en América Latina durante el período colonial eran mucho más «extractivas», centradas en la explotación de esclavos y pueblos indígenas, en la creación de monopolios y privilegios. Esto dio lugar a un tipo de sociedad muy diferente en comparación con América del Norte: mucho más jerárquica y desigual. En muchos aspectos, esa sociedad ha perdurado. América Latina ha sido mucho menos democrática, sus instituciones han sido más débiles, los niveles de desigualdad mucho más altos y la movilidad social más baja. El legado de las instituciones extractivas sigue afectando al continente hoy en día.

Usted ha dicho que Venezuela y Argentina siguen “un patrón complicado” para romper con la inercia de las taras políticas, culturales y sociales. Diría que el resultado del ensayo en Argentina está por verse, mientras que el ensayo en Venezuela ya dura 25 años. Ambos países están en las antípodas ideológicas y políticas. ¿Podría ahondar en esa expresión, “un patrón complicado”?

Creo que ambos países son bastante similares en sus trayectorias históricas en el sentido de que ambos experimentaron una reacción popular frente a, primero, una larga historia de autocracia, seguida por una democracia restrictiva y clientelista. En Argentina, esto llevó al ascenso de Perón en 1946. En Venezuela, la dinámica se desarrolló de manera más lenta, pero el ascenso de Chávez después de 1999 es comparable. Ambos fueron militares y construyeron una coalición de “descamisados”. Ambos llegaron al poder como consecuencia de la mala gobernanza previa en sus países. Por supuesto, lo triste es que ambos destruyeron aún más sus países. La desigualdad, la autocracia y el clientelismo que promovieron simplemente dieron lugar a un régimen autocrático y clientelista de otro tipo. A esto lo llamamos la “ley de hierro de la oligarquía”. Milei está ahí ahora, pero no por mucho tiempo. El peronismo ha creado una sociedad altamente polarizada donde los peronistas son seguidos por antiperonistas extremos que generan un desastre, y luego se vuelve al peronismo. No estoy seguro de si Venezuela está en este círculo vicioso. Supongo que lo veremos cuando finalmente el gobierno de Maduro pierda el poder.

Utilizó una palabra muy rotunda para calificar la situación en Colombia: “un desastre”. No sé si en español puede haber una palabra para calificar la situación en Venezuela. ¿Qué opina? 

Venezuela no ha sufrido la violencia masiva que ha vivido Colombia. Durante décadas, Colombia fue la capital mundial del asesinato y el secuestro. Venezuela es muy diferente. Sé que, en la última década, con el colapso económico, las cosas han sido muy difíciles y muchas personas han emigrado, pero esto es muy distinto a Colombia, donde cientos de miles de personas han sido asesinadas. ¿Cuál es la palabra para Venezuela? Me gusta la idea de José Ignacio Cabrujas del “Estado mágico”. ¡Incluso puedes mover la Navidad!

América Latina es el campeón mundial de la desigualdad. Han transcurrido más de 200 años de independencia y no hemos avanzado casi nada, por no decir nada. Según su criterio, ¿Cuáles serían las razones?

No hay progreso porque no hay un proyecto político real para cambiar esto. Las élites latinoamericanas han sacado mucho provecho de la situación; viven en Miami y Nueva York. Han mantenido su control sobre la sociedad. Esto es, en parte, político: la democracia es muy reciente en América Latina, y es clientelista y está capturada de muchas maneras, por lo que no ha producido una transformación. Por eso alguien como López Obrador, o Chávez, se volvió tan popular: parecían ofrecer algo finalmente diferente. Pero, en realidad, no lo hicieron. Hay muchos enigmas: incluso cuando llega una democracia real, no es transformadora. López Obrador parece un hombre sincero, pero pasa más tiempo en televisión que realmente cambiando algo. ¿Por qué? Chávez hizo lo mismo. Hay algo profundo en la cultura política que aún no entendemos bien.

Habló además de hechos políticos y económicos que se han reproducido debido al legado de la colonización. ¿Podría dar tres ejemplos de la presencia de esas esos hechos en la actualidad, tomando en cuenta que las circunstancias han cambiado radicalmente?

Creo que la debilidad del Estado está profundamente arraigada en el sistema colonial. El colonialismo español nunca creó una burocracia ni instituciones reales. Incluso la extracción se organizaba de manera indirecta, a través de caciques y líderes indígenas. No existía un “proyecto estatal” para controlar el territorio. Aún hoy, en gran parte de América Latina, no hay un proyecto estatal. Creo que todos los monopolios, desde Carlos Slim hacia abajo, también tienen sus raíces en el sistema colonial. Esa es la mentalidad. Finalmente, el Estado colonial no era para nada democrático. En los Estados Unidos, en 1619, Virginia ya tenía una asamblea legislativa con sufragio masculino adulto. Esto llegó a Centroamérica (excepto Costa Rica) en la década de 1990.

Agregaría además el tema de las instituciones. “Unas extractivas y otras inclusivas», en su opinión. Diría que han predominado, con un énfasis vigoroso las instituciones “extractivas”. Entonces, ¿Qué tan difícil son los cambios culturales? Y más cuando la política, como ejercicio de poder, no quiere cambiarlos. 

Sí, este cambio es muy difícil. Las revoluciones no lo han logrado y, hasta ahora, la democracia tampoco lo ha conseguido realmente, salvo quizás en Chile desde 1990. En Por qué fracasan las naciones enfatizamos la acción colectiva de quienes sufren bajo instituciones extractivas, pero esta debe ser la coalición correcta, lo que llamamos una “coalición amplia”. Teníamos esperanzas en que el Partido de los Trabajadores en Brasil fuera una coalición de este tipo, pero lo que vimos cuando llegaron al poder fue, nuevamente, la ley de hierro de la oligarquía: se volvieron corruptos y empezaron a comportarse como todos los demás. De alguna manera, la democracia con instituciones estatales débiles crea demasiadas tentaciones. Pero es más que eso. La actual presidenta de Perú pasa horas todos los días viendo telenovelas. No tiene intención de gobernar, solo disfruta del poder. El presidente Petro en Colombia tampoco gobierna. El presidente Fernández en Argentina, al parecer, organizaba fiestas diarias en la Casa Rosada. Así que hay algo cultural aquí.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Francisco Suniaga: “El poder es una realidad y la gloria una ilusión infinita” / Hugo Prieto @prodavinci

 


Esta es una de esas entrevistas que uno no quiere hacer. Pero el periodismo tiene esas cosas. Además, la curiosidad mató al gato. Le pido a Francisco Suniaga, a quien conozco desde hace años, que me envíe una copia PDF de su nueva novela: El Pacificador (Editorial Planeta). En un país donde las librerías son reliquias, casi prehistóricas, me arriesgo a que mis amigos y conocidos me pidan que se las reenvíe, no lo haré. Lo aclaro desde ya. Valoro el trabajo del escritor y la propiedad intelectual.

Digo que no quería hacer esta entrevista porque el personaje en cuestión, el general Pablo Morillo, un héroe español que ganó gloria y reconocimiento en la guerra contra las tropas invasoras de Napoleón en España, terminó en Tierra Firme, en la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de Nueva Granada, derrotado, quizás humillado, por su enemigo a muerte, el general Simón Bolívar, quien creó en Angosturas, en las propias narices de Morillo, una república que, difícilmente, hoy podemos llamar Tierra de Gracia. Son siete millones de venezolanos los que viven las penurias de la diáspora, mientras los que nos quedamos aquí languidecemos en esta hora de destrucción.

Un país, dice Suniaga*, no se puede destruir por siglos. Y yo me pregunto si en algún intersticio de esa frase, no habrá un poco de esperanza.

Si un historiador se lee tu novela, ¿Podría poner en duda la veracidad de los hechos históricos que hay en ella?

Tuve el cuidado, y fue siempre mi intención, respetar los hechos históricos como tales. Lo que está documentado, lo que ocurrió. La ficción está en lo que podría haber en los intersticios, o en las lagunas, de esos hechos.

¿Qué apoyos te prestó el capitán de navío Luis Farage Dangel?

Aparte de ser capitán de navío retirado, Luis Farage Dangel es doctor en Historia. Es buzo, además. Él ha tenido un gran interés por el naufragio del San Pedro Alcántara, el navío insignia de la expedición de Pablo Morillo. Conoce muchísimo del tema y me auxilió con todo lo que tiene que ver con la navegación, con los barcos de la época, y de cosas que yo, por supuesto, no entendería.

El narrador se sumerge en la psiquis de Pablo Morillo; también en la de Francisco Tomás Morales; Simón Bolívar; Francisco de Miranda; Juan Bautista Arismendi; ¿Qué podrías decir de esa inmersión?

Escribir una novela como ésta requiere que tú conozcas, profundamente, al personaje, digamos, por la vía de lo que se ha escrito y existe. De Morillo, por ejemplo, hay varias biografías (De Bolívar, agrega quien esto escribe, ríos y ríos de tinta). Las memorias del propio Morillo no son muy copiosas, más bien son una sucesión de sus documentos y proclamas. Una de esas memorias la escribió, años después, Rafael Sevilla, un capitán que lo acompaña en su expedición a Tierra Firme (la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de la Nueva Granada); está la biografía de Andrés Révész, un libro que está fuera de imprenta desde hace muchos años. Para Miranda, por ejemplo, me leí el libro que que escribió Mariano Picón Salas, en el que analiza un personaje tan complejo como Miranda. En función de esas lecturas, y de la interpretación que tú haces, puedes escribir sobre la psicología, la personalidad y la conducta de los personajes. Bolívar le escribió a Morillo, incluso después que éste regresa a España, donde, además, lo visita el general Carlos Soublette, durante la cual Morillo le entrega documentos y las cartas que su ejército captura en la batalla de La Puerta.

Hay un énfasis variado en la caracterización de esos personajes.

El brigadier Francisco Tomás Morales, por ejemplo, está descrito desde diversos ángulos. Y no es mentira que las órdenes de Morillo incluían la de sacar a Morales de Venezuela, porque tanto él como (José Tomás) Boves se habían convertido en un problema para la corona española. Sin embargo, Morales se queda, resistiendo en el Castillo de Puerto Cabello, creo que hasta 1823. Entonces, conoces bien al personaje. Eso hay que hacerlo en la novela, para meterte en profundidad y poder reaccionar, por ejemplo, ante el episodio de la entrega de Arismendi en el Castillo de Santa Rosa (en Margarita). Y claro, complementas con lo que puedas haber leído sobre el héroe y lo que el héroe crea de sí mismo. Quise relatar, quizás detalladamente, a otro personaje, José Francisco Bermúdez.

Hay una larga conversación entre Morillo y Miranda en la celda de La Carraca (sin duda, parte de la ficción), en la cual Miranda le augura a Morillo el fracaso del ejército expedicionario. El héroe español contra la invasión francesa no va a encontrar nada en Venezuela, que no sea odio, rencor, y luchas soterradas por el poder, en medio de una guerra horrible y sin reglas. La certeza de una abrumadora sensación de derrota y fracaso.

Uno presume varias cosas, la primera es ¿Cuál podía ser el estado anímico de Miranda, después de estar más de tres años preso y ya anciano para el momento? Miranda, que había vivido una vida heroica en Europa, y también en los grandes salones de las cortes europeas… de repente reducido en una pequeña celda, aunque no ruinosa, Miranda era un preso privilegiado, pero era un preso. Morillo viene de ser el héroe de la guerra contra Napoleón, tiene sus dudas, pero cree que puede alcanzar sus objetivos. Miranda no puede tener una opinión similar. Ya es un hombre derrotado. Esas son conclusiones hasta visuales. El cuadro de Miranda (de Arturo Michelena) ha sido para mí, muy revelador de su estado de ánimo. Incluso, su postura que sin duda es muy incómoda. Todos los venezolanos tenemos ese cuadro metido en la cabeza.

martes, 26 de noviembre de 2024

María Isabel Peña: “¡Qué maravilla pensar en aromas!” / Hugo Prieto @prodavinci

 


“No hay espacio sin gente, no hay gente sin espacio”. Esta cita de Henry Lefebvre es la bujía de inyección del trabajo que María Isabel Peña realiza en el barrio José Félix Ribas de Petare. Ella se ha puesto a trabajar junto con Jairo Ruza para cambiar percepciones, introducir oportunidades y ofrecer una tercera vía, distinta a la violencia delictiva o a la represión de las autoridades, para que una juventud inmersa en un ambiente, a veces hostil, a veces cruel, pero siempre adverso, encuentre un camino de realización personal. 

La autoconstrucción es la cara visible de lo que fue un lugar vacío en la ciudad, del cual la gente se apropió, no sólo para vivir, sino para ser parte del tejido social. ¿Para qué? Para recrear sus vivencias, darles continuidad a sus expresiones culturales, crear formas de organización. En fin, para reproducir un mundo sociológico, antropológico, cuyas variantes fortalecen el trabajo comunitario y la creación de ciudadanía. Y, para ejemplo, un botón: la casa de Jairo Ruza, de dos niveles, uno inferior que ocupa el hogar de su familia, pero también la sede de una escuela y otro superior, en el que funciona un gimnasio de boxeo. Es como una bisagra que abre dos espacios, uno hacia adentro (en educación escolar) y otro hacia afuera (en la práctica del boxeo) de los muchachos del barrio. 

Quien habla es María Isabel Peña*

¿Cómo se modifican esos espacios? ¿Cómo los modifica una comunidad?

Por suerte en la vida, me tocó conocer a Jairo Ruza y entender cuál era su aproximación a la educación y a lo que él quería con los jóvenes. El propio Jairo lo resume en una frase: “Yo los quiero salvar del mal”. No solamente es enseñarles a boxear, sino cuándo contenerse y cuándo usar la violencia. Él lleva un hilo conductor de cómo sus alumnos progresan. Él sigue el hilo, incluso, cuando los muchachos se van del barrio (entre otros casos, está el de William Flores, quien el pasado 15 de noviembre disputó el Título Internacional de la Asociación Mundial de Boxeo en Dubái. Aunque Flores perdió el combate, vendrán nuevas oportunidades, a sus 25 años. O el caso de Diana Maestre, quien ganó la medalla de bronce, en la categoría de los 57 kilos, en el Mundial de Boxeo femenino, celebrado en Kazajstán). Al final es lo que dice Jairo: “Lo importante no es que ellos sean boxeadores, mi meta es fortalecerlos para que ellos, mediante el trabajo duro, la constancia y la disciplina, alcancen lo que sea”. 

Son pocas las oportunidades, son pocos los proyectos que se insertan en nuestras comunidades populares. Además, hay poca imaginación, pocas capacidades, para aprovechar tecnologías, formas de estudios, formas de comunicación o vehículos de enseñanza.  

Lo bonito de la experiencia de Jairo es que el vehículo es el cuerpo. Son ellos mismos, los que se muestran y necesitan reconocimiento. Ellos podrían estar en la escuela todo el tiempo, pero para ellos es muy importante hacer las demostraciones públicas. No es una casualidad que elijan la estación Palo Verde del Metro, por donde circulan más de un millón de pasajeros al año. A ellos les da mucha visibilidad poder tener esa tarima y mostrarse. Demostrar que tienen valía y que tienen criterios propios. Desde los seis años, ellos se van fortaleciendo y se van formando como individuos. Jairo tiene tres turnos en los que los atiende. Además, está la comida diaria y la tarea diaria. Uno de los entrenadores es su hijo. Entonces, es la familia y la demostración de que todos juntos podemos. 

El reconocimiento, la identidad, es una necesidad vital para una persona que crece en un medio tan hostil y tan precario. Nos cuesta entenderlo, porque nos resulta muy incómodo ponernos en los zapatos de esos muchachos. 

El éxito en el barrio se mide de varias maneras. Uno. Por el ejercicio de la violencia. Dos. Por la obtención del dinero fácil. Tres. Todo eso se mide contra un reconocimiento de lo que tú eres como ser humano, de lo que tú puedes lograr con tu cuerpo. Jairo les hace entender (a sus alumnos) que esa primera casa, que ellos son como cuerpo, tiene muchas posibilidades y, justamente, esa es su tarea. 

¿Hay una convivencia, o más bien una competencia, entre las conductas ciudadanas y las conductas delictivas? 

Es muy interesante entender el concepto de paralegalidad, que es algo que sucede en nuestros barrios. Este es un concepto que acuñó Roberto Briceño León, sociólogo, que tiene muchos años trabajando en el Observatorio de Violencia. Lo que nos dice ese concepto es que, en el barrio, que también es un tejido social, hay individuos que tienen cierto poder, que lo ejercen de manera brutal. Además, hay redes muy presentes y muy activas, por ejemplo, está lo que se conoce como el gariteo, cualquiera que pase el límite del barrio hacia adentro, enseguida es reportado. Hay al menos 200 personas que trabajan con Wuileisys, el capo de la zona. Jairo está en José Félix Ribas seis y Wuileisys en JFR ocho. Él fue capaz de paralizar a todo Petare, con refriegas armadas, porque no le cumplieron con unos juguetes que eran para sus niños. Dejó en claro quién era la autoridad dentro del barrio. Esa autoridad no está escrita en ninguna parte, pero todo el mundo la conoce. Entonces, sabes a qué hora debes regresar a tu casa. O hay gente que apuesta a que está mucho mejor con Wuileisys que con la policía. 

Sí, hay un poder legal y otro paralegal, pero los dos tienen el mismo propósito: ejercer el poder y reprimir. 

Exactamente, para mi tesis doctoral hice lo que se llama la construcción social del caso. Jairo es lo que conocemos como un titán. Su casa es el hogar de su familia, la sede de la escuela, del comedor y del gimnasio de boxeo. Todo. Él carga el mundo sobre sus hombros y dice: Yo puedo contra todo. Yo los voy a salvar del mal. Esa es una figura. La otra es Wuileisys. El Robin Hood de Petare. Él los defiende de los malos. Y hay momentos en los que la gente sufre el síndrome de Estocolmo. Colabora, voluntariamente o no, con Wuileisys porque creen que él los puede proteger más que el Estado, con sus distintivos cuerpos de seguridad. Estamos frente a un mundo paralelo, donde no hay nada escrito, pero todo el mundo sabe comportarse. Ellos conocen toda la ciudad, mientras nosotros no sabemos cómo se bate el cobre en un barrio. 

María Isabel Peña retratada por Alfredo Lasry | RMTF

¿Qué diría del boxeo como un vehículo para socializar?

Es una forma de socializar maravillosa. Niños y niñas, adolescentes de ambos sexos, se hacen amigos, se fortalecen mutuamente. No siempre sus padres los apoyan, pero ellos hacen familia con todo el equipo de los 106 niños que inicialmente eran, porque es una cosa de todos. Jairo los reprende si los oye decir groserías, si descubre que hacen apuestas, algo que ocurre en cualquier esquina o calle del barrio. Él es la tercera opción, la que no estaba pensada (no es el Estado, no es Wuileisys). Es una opción distinta. Él sabe surfear entre uno y otro. 

¿Qué diría de su experiencia personal?

Desde el año 1999, siempre ha habido esa cercanía con todo el tejido social, con todo lo que es autoproducido. No sólo con lo físico sino con lo intangible. La gente que construye un lugar. He tenido la oportunidad, la experiencia, de hacer planes para que se mejoren y se tomen en cuenta los barrios, tanto en mi condición de arquitecta como con la Fundación Espacio. En Catuche, propusimos hacer pequeños parques, pequeños plantíos, en los márgenes de la quebrada que quedaron despejados después de la vaguada, entre otras cosas, para que la gente pudiera disfrutar de un nuevo espacio público o aprendiera a hacer picantes con ají dulce y emprendiera un negocio o se repartieran el producto de un pequeño conuco. También les enseñamos a hacer adoquines con las piedras del río, para que cubrieran sus calles. Son cosas que dan muchísima satisfacción. En otros espacios, empezamos a trabajar con los niños para bypasear la polarización. ¿Qué pueden hacer para que la gente se sienta mejor en su barrio? Ellos eligieron hacer lámparas para alumbrar las calles para que la gente se sintiera más segura. Culturalmente, las películas también nos ayudaron muchísimo, pasábamos películas en un lugar donde se podían reunir todos.   

Hay mucha gente que asegura que el país ya no está polarizado. 

No. Sigue estándolo. Si preguntas cosas básicas, la respuesta suele ser ellos o nosotros. ¿Quién reparte la caja CLAP? Ellos ¿Les llega el agua? A nosotros sí, a ellos no. Entonces, ¿De qué estamos hablando? Hay diferencias. Quizás el país está menos polarizado. Pero no. Sigue estándolo. Nuestro mensaje es que los venezolanos somos un solo pueblo. 

Caracas es una ciudad con muy pocos espacios públicos, reconocidos, diseñados y pensados como tales. ¿Qué puede decir de los espacios públicos en los barrios?

Cuando estudias los barrios, entiendes que construyeron sobre terrenos precarios. Hay, incluso, manchas que señalan posibles deslizamientos y ciertos riesgos. Si esa realidad se compaginara con una buena gobernanza, esas áreas no deberían ser ocupadas por viviendas, sino para crear espacios públicos fuera de peligros. En el barrio El Carmen, por ejemplo, en una de esas manchas proyectamos un anfiteatro sembrado y lo vamos a hacer con aromas ¿Ustedes han olido, alguna vez, el pomagas (el olor del fruto es similar al de una rosa)? ¿Recuerdas el color de la flor? Sí, es fucsia. Bueno, vamos a hacerlo. ¡Qué maravillas! Pensar en aromas. Y no en malos olores. Mira, sí hay capacidad, pero se necesita un orden impuesto, alguien que controle los espacios. Son espacios donde no puede haber una construcción permanente, pero sí actividades puntuales: películas, boxeo, rituales festivos… Pero lo único que se conoce como espacio público es la cancha y la calle. 

¿Cuál sería el balance preliminar de su trabajo en las comunidades o de su experiencia en el tejido social y comunitario?

En términos urbanos hay diferentes texturas: el casco central de la ciudad, su extensión por medio de distintos tipos de edificios y viviendas y lo autoproducido, en los márgenes, en los intersticios de las quebradas y en uno u otro lugar donde haya barrios. Pero funcionalmente, somos una sola ciudad. Hay libros sobre la ciudad, historias que se han escrito sobre la ciudad, que no incluyen a los barrios. Tenemos una visión parcial y tenemos que entendernos como una sola ciudad con tres texturas. Y eso lo puedes ver perfectamente (desde la década de 1950) en las fotografías de Paolo Gasparini. Ahí ves, el casco, lo moderno y el barrio. Siempre fuimos tres, pero funcionalmente coexistimos todos. Pero creo que esa realidad no se ha entendido políticamente. Tenemos que auxiliarnos mutuamente. ¿Para qué? ¿Para que todos estemos mejor? Cosa que ocurrió en Medellín, experiencia que pudimos conocer gracias a la Fundación para la Cultura Urbana. Uno espera que el mundo sea un poco más justo. 

Grandes urbes, hacinadas, ¿No es así como viven los países pobres o los países desiguales como los de América Latina?

Eso puede cambiar con el tiempo, con todos los proyectos que hemos hecho de incorporación y homologación de lo que puede ser un barrio mejorado. Pero sí, falta voluntad política. Pero uno quiere que haya más justicia social. 

***

*Arquitecta por la Universidad Central de Venezuela. MSc. Arquitectura y Diseño Urbano, Graduate School of Architecture Planning and Preservation, Columbia University, Nueva York. Doctoranda en Urbanismo, Instituto de Urbanismo FAU/UCV. Ex directora del Instituto de Urbanismo, FAU/UCV. Miembro Asociada de Fundación Espacio. Co-Autora de Caracas del Valle al Mar. Guía de Arquitectura y Paisaje junto a Iván González Viso y Federico Vegas.

https://prodavinci.com/maria-isabel-pena-que-maravilla-pensar-en-aromas/

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domingo, 17 de noviembre de 2024

Huniades Urbina Medina: “Seguimos en emergencia humanitaria compleja” / Hugo Prieto @prodavinci

 


Afirmaría, sin lugar a dudas, que el doctor Huniades Urbina* es un firme creyente de la educación y de la salud pública. Lo ha demostrado a diario, con una firme convicción. La radiografía que hace de la salud en Venezuela muestra un patrón, incluso en las estadísticas. Hemos experimentado un retroceso sorprendente, quizás inexplicable, en un país que aún figura entre las naciones de ingresos medios. El dato más demoledor es la inversión que el Estado destina a la salud: 0.8 por ciento del Producto Interno Bruto. Vivimos de la buena voluntad de los donantes para vacunar a la infancia de enfermedades que estaban erradicadas, como la difteria y el sarampión. La formación de recursos humanos es producto de un compromiso ético, de una preocupación individual, de una condición altruista. En la salud, como en otros espacios de lo público, el Estado ha abandonado sus obligaciones. O se comporta como un convidado de piedra.

¿En qué condiciones se encuentra la medicina venezolana en estos momentos?

La salud en Venezuela, en los últimos 15 años, está en una fase crítica, entre otros factores, por la escasa inversión que realiza el Estado. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, para que un país tenga un sistema de salud adecuado, debería destinar el seis por ciento del Producto Interno Bruto a este rubro. Venezuela (de acuerdo a la Oficina Panamericana de la Salud) estaba invirtiendo 0.8 del PIB, para el año 2021. Evidentemente, con ese presupuesto asignado, no se puede mantener una salud adecuada para los venezolanos. Se han hecho algunas inversiones, hay que reconocerlo, pero no están acordes con la necesidad de los hospitales.

¿Qué significa eso?

Las autoridades deberían preguntarles a quienes hacemos vida en los hospitales: ¿Cuáles son las necesidades? No llegar con una orden superior y empezar a hacer cambios e inversiones que son innecesarias. Voy a un ejemplo, el Hospital de Niños J.M. de los Ríos, hospital de referencia nacional: en 1987, manejábamos 420 camas. Actualmente, se manejan 80 camas y la población infantil venezolana crece, anualmente, entre 500.000 y 600.000 nacimientos por año. Ese hospital, construido en la década de 1960, tenía sus paredes recubiertas de baldosas, ese era el acabado de momento. En la actualidad, eso no se permite. ¿Qué hicieron en el Hospital de Niños? Las paredes de la entrada las cubrieron con dry wall prohibido por la norma ISO 9.000, porque no se puede lavar, es inflamable y propicio a los hongos. O pusieron puertas de vidrio, en casi todos los hospitales de Venezuela, y en Caracas, que es zona sísmica, esas puertas se rompen o se traban, en caso de un terremoto. Entonces, se hace inversión, pero no es la adecuada. El déficit presupuestario tiene otra consecuencia: No hay camas suficientes; no hay laboratorios; no hay medicamentos; no contamos con equipos actualizados y la atención al paciente se retrasa.

¿En términos de salubridad? ¿Cuál es la situación?

Todo eso hace, en transversal, que el sistema de salubridad venezolano, en el que fuimos bandera en América Latina durante muchísimos años (malaria, fiebre amarilla, diabetes, enfermedades no transmisibles) está también desasistido. En vacunación, Venezuela fue, hasta la década del 2000, pioneros en esquema de vacunación para la población infantil y adulta, en la región. Al día de hoy, quedamos atrasadísimos. La cobertura vacunal apenas llega, según cifras de la Oficina Panamericana de la Salud, al 50 por ciento. De acuerdo a la OMS, para que usted tenga una adecuada cobertura vacunal, debería vacunar al 95 por ciento de la población. Eso quiere decir que estamos dejando al 50 por ciento de nuestros niños, niñas y adolescentes, sin la protección. ¿En que se traduce eso? En que reaparecen enfermedades que estaban controladas, como la difteria, que reapareció después de 24 años en Venezuela por la baja cobertura vacunal. Reapareció, en 2016, el sarampión después de 10 años, en los que fuimos declarados zona libre de las Américas. La cobertura en tuberculosis, que era bandera en nuestro sistema de vacunación pública, llegaba al 90 o 92 por ciento. Al día de hoy está en 67 por ciento. Estamos dejando al 37 por ciento de los lactantes sin protegerlos a futuro contra la tuberculosis, en un país de desnutridos, de hacinamiento. La tuberculosis es marca de pobreza a nivel de los Estados. De acuerdo a la OMS, Venezuela está en una emergencia humanitaria compleja.

De la emergencia humanitaria compleja se habló con insistencia el año pasado. Pareciera que pasó de moda.

Claro, porque la gente no sabe lo que es eso. ¿Qué es una emergencia humanitaria compleja? Es cuando un país ha sufrido un desastre natural o las consecuencias de un conflicto bélico (una guerra civil, por ejemplo), nada de eso ha ocurrido en Venezuela. En esos eventos catastróficos, se desarticulan y se pierden los programas de salud. No hay medicamentos. No hay transporte para los heridos. Esas son las consecuencias de un evento natural adverso o de una guerra, nada de eso ha ocurrido en Venezuela. Pero sufrimos las consecuencias como si los hubiésemos padecido. Nuestro sistema de salud está desarticulado y prácticamente inoperante.

¿Cuándo dice que el sistema de salud está desarticulado a que se refiere?

Voy a un ejemplo. Si hay un programa de diabetes, se supone que el ministerio de la salud, que es el ente rector, debe conocer cuántos pacientes diabéticos tiene, cuánta insulina necesita, y eso no existe. En Venezuela, desde el año 2016, no se publica el anuario estadístico vital, eso es contra la ley. Esa información debería ser pública, pero especialmente para el personal de salud. Aquí no sabemos de qué nos morimos, de qué nos enfermamos. Al no saber la cifra de pacientes, usted no puede hacer una proyección de cuántos medicamentos necesitas, cuántos equipos de tomografías necesitas, cuantas radioterapias… A eso me refiero cuando hablo de un sistema de salud desarticulado. El programa puede existir en el papel, pero no se ejecuta porque el ministerio no da a conocer los datos. Ojo, los deben tener, pero no los publican. Entonces, usted va a atender a un paciente diabético, no consigue la insulina; los niños no consiguen las vacunas; las mujeres con cáncer de seno, no tienen dónde hacerse radioterapias. Eso es lo que significa desarticular. Aquí cada quien anda por su lado, sin atender a la población que lo necesita.

Algunos economistas señalan que han surgido clínicas pequeñas que han servido como paliativo a la salud pública. ¿Usted tiene alguna apreciación sobre ese dato?

Las clínicas, sean grandes o pequeñas, siempre han contribuido con el sistema de salud, entre otras cosas, porque la gente debería tener la posibilidad de elegir qué médico la atienda y cuál es el lugar donde quiere que la atiendan, sea un hospital o una clínica privada. ¿Qué pasa en Venezuela? A raíz de la emergencia humanitaria compleja, que obedece a múltiples factores, solamente, de acuerdo a la cámara venezolana de aseguradoras, entre el cinco y el ocho por ciento de la población, tienen un seguro privado. Eso sería la población de Costa Rica, pero nuestra población es mucho más grande. Entonces, alrededor del 92 por ciento de los venezolanos tenemos que morir en los hospitales. Eso no es paliativo, eso es: el que tiene puede; el que no, critica, como dice la gente. En los hospitales de Venezuela tenemos el 50 por ciento de las camas operativas y cuando usted llega al hospital, la larga cola y la gran deuda social. No hay camas, no hay medicamentos, no hay quirófanos, no hay anestesiólogos. O usted consigue un hospital con anestésicos y anestesiólogos, pero no tiene quirófano. Por eso estamos desarticulados. Todos los hospitales, todos, deberían tener todos los servicios para atender a la población venezolana.

Los postgrados de medicina que se imparten en las universidades autónomas son un ejemplo de solidaridad y trabajo colaborativo. No hay ningún incentivo para la formación académica.

Es una labor altruista. Así de sencillo.

¿Podemos hablar de sostenibilidad?

No… bueno, sí. De hecho, lo estamos haciendo. ¿Qué sucede en las universidades? Primero, la matrícula ha bajado, los muchachos no quieren estudiar en los institutos de educación superior, por diferentes razones. En la UCV, llegamos a tener más de 40.000 alumnos en todas las carreras. Actualmente, la matricula es de 23.000 estudiantes. ¿Qué ocurre? Las universidades, como entes públicos, dependen del gobierno, en este caso del Ministerio de Educación Superior. Debemos trabajar con un presupuesto. El presupuesto de la UCV y el de la Universidad del Zulia, por ejemplo, representan el uno por ciento de los recursos solicitados, que llegaron en el mes de junio. Con eso hay que pagar obreros, empleados, profesores, investigación… Usted me dirá. ¿Qué pasa? Nos están asfixiando y, a pesar de eso, las universidades autónomas seguimos trabajando. Seguimos dando docencia. Hacemos nuestro mejor esfuerzo para darles a nuestros estudiantes la mejor formación. Ahí, nos apoyamos con los jubilados, a quienes se les dio la condición de profesores invitados, porque nuestros profesores se están yendo del país, o se están muriendo, o tienen una condición crónica. Nos apoyamos en las clínicas privadas, a través de convenios, para que nuestros alumnos puedan completar su especialización, básicamente en la parte quirúrgica, con médicos que, a su vez, fueron formados en la universidad o son profesores universitarios.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Edgar Blanco Carrero: “La inteligencia artificial ha cambiado las formas del poder” / Hugo Prieto @prodavinci

 


Desde la edad de piedra hasta nuestros días, los cambios políticos se gestan, entre otras cosas, en el modo en que la información (y sus distintas plataformas) se expande, como un manto de humo que, al principio es casi imperceptible, pero luego adquiere propiedades inauditas que no entendemos del todo. Sigue la inestabilidad y el caos político, pero también la necesidad de control. 

En el seminario Facetas de la racionalidad, celebrado en la Universidad Central de Venezuela se habló de los límites de modernidad, la postmodernidad, el control y el caos y de las profundas trasformaciones que estamos viviendo a escala planetaria a raíz del desarrollo de la física cuántica, las redes sociales -valga decir, una nueva plataforma para difundir la información- y el vehículo o soporte que le sirven como mecanismo de difusión: las computadoras, los teléfonos celulares y las aplicaciones que se crean como eslabones de una cadena, cuyo impacto no deja de ser paradójico: nunca antes teníamos tanta información en la mano y nunca antes estábamos tan desinformados. La post verdad, la reconfiguración del lenguaje y, por tanto, de la historia y de los hechos actuales, así como la información falsa y los rumores, han creado, precisamente, un profundo caos, inédito y peligroso, y una necesidad de control que restringen la libertad del individuo, borran las fronteras entre lo público y lo privado, lo que ha cambiado, radicalmente, la política, sus propósitos y su caja de herramientas. 

En la guerra el hombre se ha vuelto omnipresente, a través de un ordenador controla distintas plataformas (un dron, un avión no tripulado, un misil hipersónico) que pueden destruir capacidades enemigas, ocupar y controlar espacios geográficos territorializados. De los cuales puede sacar provecho u obtener beneficios. 

En esta ocasión, quien habla es Edgar Blanco Carrero*

La revolución industrial creó un mundo nuevo, desató el caos social y forjó un paradigma de la política que conocemos como la modernidad. ¿Por qué la física cuántica y la inteligencia artificial no habrían de provocar algo parecido?

Ese caos ya lo estamos viviendo. Un primer síntoma lo percibimos con la pandemia, entre otras cosas, con el boom del trabajo telemático que, así como surgió, desapareció. ¿Qué fue lo que vimos? Una condición de precariedad y de inseguridad y eso es lo que genera inestabilidad. En Venezuela, apenas lo percibimos, porque nosotros estamos en una condición especial. Pero en los países desarrollados, créeme que se vivió de una manera muy distinta. Hay mucho miedo de que una máquina te reemplace en el trabajo. Desde la perspectiva de los países desarrollados hay una cantidad de problemas que genera interrogantes. Uno es el tema de la inmigración, tanto en Estados Unidos como en Europa. Habrá oportunidades para las personas cualificadas que puedan mantener el aparato productivo de esos países. Muy a la par del desarrollo tecnológico que viven en estos momentos. ¿Qué es lo que estamos viendo? La inestabilidad social y política. 

Hay un resurgimiento de la geopolítica, que ahora cobra tanta importancia como la tuvo en la época de los imperios. Se está retomando la geopolítica, pero en condiciones muy diferentes y en buena medida desconocidas. Es un campo fértil para la aplicación de la inteligencia artificial. Ese escenario es la guerra. Y lo estamos viendo en el Medio Oriente. 

Formalmente, se habla de inteligencia artificial a raíz de la invención de la máquina de Turing, creada para descriptar los desplazamientos y las tácticas de los submarinos alemanes. Mi tesis es que nosotros tenemos que reinscriptarnos de nuevo. Tenemos que impedir que la inteligencia artificial descubra cuáles son nuestros patrones de conducta y comportamiento, para que no puedan controlarnos de una manera tan fácil. Cuando hablo de estas cosas, estoy pensando en dispositivos de control en poder del Estado o en empresas que tiene un poder cuasi estatal. 

¿Cómo se haría eso?

Hay que eliminar, frecuentemente, el historial que uno tiene, tanto en la computadora como en el teléfono celular. Manejarse con un perfil diferente al que uno tiene en un momento determinado. Decidir cuál información es de carácter público y cuál no. Dentro de la geopolítica, podemos hablar de territorialización, que no es otra cosa que la normalización de un espacio equis, en función de un ordenamiento. Y ese ordenamiento lo impone alguien. Y un claro ejemplo, como exponente del boom de la territorialización, es la partición del mar que se definió en el Tratado de Tordesillas (1493). Ahí es cuando se empieza a hablar de geopolítica, pero no en el sentido actual, porque esa palabra (geopolítica) surgió en 1916, junto con otra, biopolítica. La territorialización nos lleva a la idea de controlar un espacio como un todo. Entonces, es estar en un espacio: en la superficie terrestre, en el mar, en la atmósfera o, incluso, más allá, en el espacio sideral. 

Digamos: ¿Estar presentes? ¿De qué manera?

En un barco, en el mar, pero la palabra que yo utilizo es plataforma, porque la plataforma, digamos, mutatis mutandis, la puedo llevar a la aeronave; mutatis mutandis la puedo llevar a la nave espacial; y, mutatis mutandis, la puedo llevar a un ordenador que yo opero, con una identificación personal y puedo estar en un espacio. Esos tres espacios que acabo de mencionar, los llamo espacios abstractos que, desde el siglo XV, (diferentes naciones) han tratado de controlarlos. Entonces, la geopolítica es la acción intencional del Estado con respecto a un espacio que puede ser territorializado. Ese espacio, visto de manera abstracta puede ser el mar, puede ser el ciberespacio, puede ser el espacio extraterrestre. La comunicación (que se transmite en el campo electromagnético) es lo que ha unido todo. Y vemos que la inteligencia artificial puede operar en cada uno de esos tres espacios sin ningún tipo de inconveniente, que no sean las limitantes que tiene hasta ahora. ¿Podemos estar, mediante alguna plataforma, en cada uno de esos tres espacios? Ahí radica el problema. 

¿Aquí lo importante es el cómo y no el qué?

No, siempre habrá un qué, aunque hablemos de manera provisional. En el mar (un barco), en el espacio extraterrestre (una nave espacial), en ambos espacios, yo podría estar de manera indefinida, pero en un avión, no. Y la forma en que pueda estar la determina el cómo. En una perspectiva menos abstracta el cómo responde a una pregunta. ¿Qué puedo aprovechar yo de ese espacio? ¿Cómo lo puedo usar para mis propios beneficios?

En todos los espacios que ha mencionado hay una gran intervención de la tecnología militar. Y en mucho, de la inteligencia artificial. 

La revolución industrial (tanto en Europa como en Estados Unidos) desembarcó en lo que es el carbón y el acero. Actualmente, estamos con las tierras raras, el litio, el cobalto. Eso, desde el punto de vista físico, genera un cambio de visión en lo que es la provisión de recursos. En lo que se conoce como el triángulo del litio (un territorio que comparten Chile, Bolivia y Argentina) hay presiones geopolíticas fuertes, tanto de China, como de Estados Unidos y Europa. Ya no es relevante estar físicamente, el punto es que puedes estar desde el espacio extra terrestre. ¿Cuál es el objetivo de la actual carrera espacial? El control de las órbitas L1 y L2 (La de los satélites de comunicación y la de los satélites de vigilancia). La tecnología, digámoslo así, que ha movido en términos materiales los intereses económicos y políticos de los grandes países. Entonces, ¿Cómo puedo yo estar en otro sitio, que me permita a mí mediar entre necesidad y satisfacción y, a la vez, evitar que otro me quite a mí ese espacio? 

domingo, 3 de noviembre de 2024

Luis Lemoine: “Un proyecto para saber quiénes somos y de dónde venimos” / Hugo Prieto @prodavinci

 


Tenemos una fotografía nítida de quienes somos desde hace 500 años. Y rastros, no todos precisos, de hace dos mil años. En términos históricos y arqueológicos, podemos decir que esa información es reciente. Por eso, la Fundación Arqueológica del Caribe se ha propuesto indagar en un pasado más remoto. En las líneas que siguen hay unas conclusiones preliminares. El territorio de lo que hoy es Venezuela fue un punto de encuentro para varias migraciones y el ADN de América del Sur esta en nuestra materia genética. 

Las conclusiones del proyecto confirmarán ideas y conceptos que tenemos sobre nuestro pasado, pero van a contradecir otras. Son revelaciones que configuran, como en un laboratorio fotográfico, una imagen nítida de los aborígenes que poblaron esta tierra de gracia. Es, por su complejidad y naturaleza, un trabajo colaborativo que pasa por la participación abierta de instituciones públicas y privadas, en especial de nuestros museos, para que lleguemos a buen puerto. El proyecto trasciende nuestras fronteras y engrana con la comunidad científica de todos los países que muestren interés en indagar cuál es el material genético de esta parte del mundo.

Quien habla es Luis Lemoine*

¿Qué significación tendría la posibilidad de rastrear el ADN de los antiguos pobladores de lo que hoy conocemos como el territorio de la República Bolivariana de Venezuela?

Los venezolanos tenemos información documentada desde la llegada de Colón a la fecha. Sobre el mestizaje que se produjo en la colonia y más recientemente, con la inmigración europea del siglo XX. Tenemos, si se quiere, una población indígena flotante, que se mueve en los márgenes. Pero de Colón hacia atrás, de ese tiempo pasado, no sabemos casi nada. La pregunta, entonces, es: ¿De dónde venimos? Y la respuesta es el principal objetivo de este proyecto. Es como la arqueología molecular de la arqueología. ¿Qué sabemos de nuestro pasado prehispánico? Una de las piezas fundamentales es el ADN de la población indígena. ¿Venimos de migraciones que llegaron del norte del continente? ¿o de los Andes? Otros análisis pudieran resultar complementarios. ¿Qué comíamos? ¿Qué tanto nos desplazábamos? ¿Qué tanto nos alimentábamos?

¿Qué hallazgos preliminares de este proyecto podría mencionar?

Para llegar a un resultado definitivo, necesitaríamos recabar muestras arqueológicas (previas a la colonización) de lo que es el territorio nacional. En este momento, tenemos 40 muestras y lo ideal es tener 100 o más muestras. Tenemos una fotografía preliminar. Pero la idea es recuperar, en cada año, cada vez más muestras, para tener un panorama completo, que incluya todas las regiones del país (los Andes, los Llanos, la franja norte costera, el Macizo Guayanés y nuestra Amazonía). Algo muy interesante que podemos señalar es que la colonización humana de América del Sur aportó un flujo de ADN de cuatro grupos (A, B, C y D). En cada una de las regiones del continente predominaba uno de esos flujos. Lo curioso es que en nuestro territorio había presencia de los cuatro grupos. Es decir, que la mezcla genética es muy anterior a la que vino después con la colonización. Entonces, desde hace 20 mil años, ya nosotros éramos una comunidad humana intermezclada. Eso no es nuevo, es muy antiguo.

Esa es una particularidad que obedece a la geografía, ¿No? 

Claro, tenemos una geografía, y una ubicación en el continente, que es propicia para la integración humana.  Es un beneficio de la biodiversidad de la cual se habla hoy con insistencia. Diferentes grupos humanos, de distintas estaturas y configuraciones. Antes se pensaban que los grupos indígenas eran uno o dos, con una preponderancia de los Caribes. No, en realidad, esos son grupos lingüísticos y aquí podemos hablar de otra conclusión del trabajo: dentro de esos grupos lingüísticos, había grupos distintos de ADN. Ninguna tribu era pura, genéticamente hablando. Todas eran mezcladas. Otra conclusión, a la que apunta el trabajo, es que gran parte del Caribe se pobló desde el territorio venezolano, que resultó ser una suerte de cabeza de playa para saltar de isla en isla. Así se configuró lo que hoy conocemos como el Caribe. 

¿Qué riquezas podría haber en esas mezclas?

Se ha demostrado que la biodiversidad y la mezcla genética siempre ha sido positiva. Claro se complejizan muchas cosas, especialmente la gestión de la sociedad, pero eso contribuye a la adaptación y también a la resiliencia. No podría decir si después de la conquista española, todo esto mejoró o empeoró, la historia lo dirá. Hemos sido un territorio de migraciones y eso se refleja en muchísimas cosas, aquí hay una rica creatividad en los distintos grupos sociales. Siempre hemos tenido una gran capacidad de adaptabilidad. Eso quizás no sirva para construir grandes ciudades, pero si sirve para sobrevivir. 

Las conclusiones preliminares del estudio ponen en entredicho algunos conceptos o ideas que teníamos sobre nuestro pasado. ¿Qué impacto podría tener en el área de la educación y de las ciencias sociales?

Una vez que completemos el estudio, algunas cosas se van a corroborar y otras se van a contradecir. Quizás lo más relevante sean los patrones migratorios. Saber ¿Cómo se pobló el territorio venezolano como tal? ¿Por donde ingresaron los grupos humanos al área que hoy es Venezuela? Si bien la arqueología ya había definido ciertas cosas, pareciera que algunas se contradicen, que no son tan así. Nosotros tenemos la idea de que mucho del territorio se pobló desde los Andes y desde el Amazonas, pero no estamos muy claros en qué fue primero y qué después. El proyecto va a agregar nivel de detalle. Y eso es importante para conocer y entender la prehistoria genética de nosotros. Necesitamos definir ese mapa. 

Tenemos información desde que llegó la conquista española, pero si apuntamos o miramos hacia atrás…

Son 500 años de historia, pero hacia atrás muy poco. 

¿Podemos ubicarnos en un punto (de la línea de tiempo) para completar esa información? ¿Cuánto debemos retroceder para ubicar un punto de partida?

En realidad, la arqueología ha hecho un buen trabajo en levantar información y escribir nuestra historia hasta hace unos dos mil años. Más atrás, la información es escasísima o simplemente no hay. Sin embargo, habrás oído de la mujer de Margarita, una osamenta humana que tiene cuatro mil años. Se descubrió en Margarita y por eso se llama así. Guao, tenemos una fotografía de hace cuatro mil años. Y luego tienes otra fotografía de hace 20 mil años que descubrimos en El Hatillo. Esas fotografías nos van dando información. Entonces, tenemos una línea arqueológica nueva que, en mí opinión, es imprescindible tenerla dentro de las demás líneas arqueológicas. Sin esa línea, estás viendo muy poco de la película. El proyecto iría desde el año 1498 para atrás y cubriría 20 mil años que hay ahí. Lo difícil es que para cubrir ese lapso tenemos que tener osamentas humanas. Pero osamentas de más de cuatro mil años son muy difíciles de conseguir. Nuestro territorio está en una franja del trópico cálida. Tenemos que movernos con ese spam. Pero con una muestra de hace cuatro mil años, tú puedes tener información de hace 20 mil años. Es decir, puedes leer la historia del ADN que encierra la osamenta de ese ser humano.  

Luis Lemoine retratado por Alfredo Lasry | RMTF

No creo que se puedan descubrir osamentas de más de cuatro mil años bajo las condiciones climáticas que hay en nuestro territorio. Si encontraron esa osamenta de 20 mil años en El Hatillo, quizás a esa altura (900 metros o más) pudieran hacer otros hallazgos. Quizás en las serranías de Falcón, en el Turimiquire, en Perijá. 

Hay gente que me dice, ¿Por qué no buscan en Guayana, que es una zona muy antigua? Sí, pero con suelos muy ácidos, donde cualquier osamenta duraría, si acaso, unos mil o dos mil años. Además, la condición selvática -las plantas, las raíces- acaba con todo. En sitios áridos se preservan los huesos, pero no la parte orgánica. La media son sitios más frescos, sitios rocosos donde hay cavernas y formaciones que ofrecían protección natural para el ser humano. En el caso de El Hatillo, no se trata de una osamenta humana, sino la de un animal del pleistoceno, un animal ya extinto, que fue comido por los aborígenes. Esa osamenta se consiguió en una cueva. Es decir, en un lugar donde se mantienen condiciones de temperatura y humedad relativamente constantes. Ahí hay condiciones que preservan cualquier osamenta. 

¿Qué ocurre con las osamentas que hay en los diferentes museos del país?

Las que se han recuperado en las diferentes excavaciones arqueológicas, que son más de 500, sin duda, un volumen importante, tienen un promedio de 800 a mil años de antigüedad. Esas osamentas son clave para el ADN y nos pueden dar información, incluso, de hace 20 mil años. Claro, lo ideal sería encontrar osamentas mucho más antiguas, que nos sirvan para tener un ADN no contaminado y que nos puedan decir, por ejemplo, quienes fueron los primeros habitantes que llegaron a este territorio, donde se ubicaron, cuántas generaciones anteriores tenemos los venezolanos. A esos fechamientos podemos llegar de forma indirecta. Ahí radica la importancia del proyecto. 

Este proyecto tiene eco en el mundo académico y universitario del continente. ¿Qué acuerdos se han suscrito con universidades de otros países?

Trabajamos en dos ámbitos. Uno local, tenemos la Fundación Arqueológica del Caribe que se encarga de las relaciones institucionales y todo lo referente a los permisos y documentación con las instituciones gubernamentales. La fundación ha hecho acuerdos con distintas universidades y museos del país, entre otras cosas, para la cooperación académica e intercambio de información. En el ámbito foráneo hemos suscrito un acuerdo con la Universidad de Harvard. Bajo su patrocinio, hemos podido hacer todos los análisis y el equipamiento del laboratorio. Ellos me dan un número determinado de tickets para hacer equis número de pruebas de ADN, o de radio carbono o de isótopos, que yo uso. Al final, lo que queremos es que esto se convierta en una publicación de distribución pública, de distribución masiva, al que tenga acceso cualquier persona interesada, sean investigadores venezolanos o de todo el mundo. Además, con los diferentes arqueólogos o curadores de los distintos museos, vamos a redactar conclusiones, para que puedan ser interpretados por investigadores de todo el mundo. Estamos pensando en un libro, con todas las regiones o papers científicos de diferentes tipos. 

Así como podemos rastrear el ADN, ¿también podemos rastrear ciertas particularidades que tienen que ver con nuestra forma de ser? ¿Con nuestra conducta, por ejemplo? ¿Con las luces y sombras de nuestra personalidad?

La genética es muy puntual y estamos concentrados en eso. Además, es lo más claro y probado científicamente. Hay un área que se está desarrollando más recientemente, la epigenética, que nos hablan de los efectos que pudieran tener ciertas condiciones en el fenotipo. Eso está en pañales y es mucho más complejo. 

La pregunta la hago porque nos cuesta entender lo que nos ocurre. ¿Por qué no ha resultado hacer comunidad? ¿Por qué somos tan individualistas? ¿Qué nos puede decir la arqueología de nuestro recorrido?

Es una pregunta que nos hacemos los antropólogos, los sociólogos y en alguna medida los arqueólogos. Pero el material del pasado que recoge la arqueología nos dice poco o nada de cómo somos o cómo nos relacionamos entre sí para gestionar nuestros problemas. Podemos tener unos atisbos, unas ideas muy imprecisas, sujetas a errores. 

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*Arqueólogo por la Universidad de Leicester (Reino Unido). Ingeniero electrónico por la Universidad Simón Bolívar. Presidente de la Fundación Arqueológica del Caribe. Se ha especializado en Antropología Física, Arqueogenética y Análisis bioquímico, enfocado en el estudio de los primeros pobladores de América. Ha realizado importantes investigaciones, publicaciones y ponencia en Venezuela, Estados Unidos, Reino Unidos y otros países.

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