Como ya conté en mi entrada anterior, ayer estuve en Chipiona, en un anillamiento en el cordón dunar. La verdad es que no es un sitio de lo más sereno. Me explico: cada dos por tres te ves perros corriendo de un lado para otro, persiguiendo conejos (y no lo hacen por cuenta propia por supuesto); silvestristas en busca de sus capturas; y furtivos que atrapan y matan lo que pueden. El retamar aparentemente es tranquilo, pero tiene un trasfondo un tanto estresante. No puedes estar sentado esperando que caigan los pájaros en las redes japonesas tranquilamente vaya.
En uno de los paseos a las redes, encontramos una costilla (nombre que se le da coloquialmente a una trampa que utilizan los furtivos para matar aves básicamente). Me sorprendió que incluso los lugareños conozcan a los passeriformes como "pajaritos de costilla". Toda una declaración de intenciones...
Parece mentira lo civilizados que creemos ser y lo salvajes que realmente seguimos siendo.