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miércoles, 31 de enero de 2018

The End of The F***ing Comedy

Dos hechos nos han revelado en las últimas semanas algo que llevábamos sospechando hace mucho.

El primer hecho es un programa televisivo dedicado a la figura de un genio, Miguel Gila.



En la serie de documentales Imprescindibles, RTVE ha elegido a esta ineludible persona y personaje, y nos ha presentado al gran humorista bajo el subtítulo de Gila nunca fue serio. Lo primero que se nos viene a la cabeza es que los redactores estaban haciendo uso de la ironía con este subtítulo. Quizás podamos pensar (o no) que la lectura se ha hecho de forma literal, que la intención era separar el personaje de la persona. Sin embargo, una vez que visualizamos el magnífico trabajo de este genio, nos damos cuenta de que Gila realizaba el mejor de los análisis sobre la realidad que le tocó vivir que, sin forzar en exceso, nos resulta un análisis muy parecido al actual. Nada ha cambiado en esencia. Nada ha cambiado, salvo que Gila podría llevarse en la actualidad algún disgusto con las autoridades. Qué curioso y qué anacrónico. 



El segundo hecho nos remite a la serie de Netflix The End of The F***ing World.

La serie, aparentemente dirigida a un público juvenil, es tan cómicamente cruel que refleja perfectamente la realidad, cual espejo enorme del escenario del mundo. Muestra nuestros instintos básicos, nuestras acciones controladas absolutamente por el poder del interés propio. Pero también muestra un ápice de salvación, sin moralinas. 



Las evidencias son muy claras. Vivimos en un país tosco, literal. Tan literal que confundimos realidad con ficción. Intentamos trasladar la realidad a la ficción, cuando realmente lo que hay que hacer es buscar la analogía que resulta de la ficción.

Este país ha postergado definitivamente el significado de ficción de la misma manera que ha perdido por completo el sentido del humor y ha olvidado totalmente su función, que no es solo hacer reír. La ficción y el humor nos dan la descripción detallada de esa realidad, pero no es la realidad. Tanto la ficción como el humor nos aportan diferentes enfoques y posibles soluciones. Son teorías muy serias que nadie se atreve a llevar a cabo porque no interesan. Y es una lástima que la mayoría de nosotros no se las tome en serio.

PD: Afortunadamente, el relevo generacional nos ha aportado cómicos como Ignatius Farray, quien se atreve a apostar irónica e irreverentemente por El fin de la comedia.



jueves, 9 de noviembre de 2017

El poema de la criada



La noche no cae, se levanta
Mi vida se diluye

viendo las vírgulas de agua rodar en el cristal

esperando a que mis ojos se adapten a la oscuridad
¿O quizás a la luz?
Me grito mentalmente
no puedo tocarme por fuera

El pequeño poder de no poder ser tocada
me regocija
Soy de alguien que impide ser de otros
Ellos fruncen el ceño, miopes de poder
un poder que no pueden ejercer

Pertenezco a alguien pero no soy de nadie
no lo entiendo
Soy pero no siento
siento que no soy por ello

Escapo hacia dentro
hacia el recipiente que soy
tocando todo el interior de mi cuerpo
comiéndomelo
comprobando que estoy viva
quizás simplemente que estoy

La voz aparece de nuevo
sin procedencia exacta
emana de las paredes de mi seno
"No dejes que te quiten lo de adentro"
Y me reservo
y tengo miedo
calculo y desaparezco

Vikowski

Puedes escuchar el primer programa aquí de El faro de la Atlántida donde se da una visión particular sobre el libro y la serie El cuento de la criada (primera parte) y el disco 1987 de Whitesnake (segunda parte) dentro de la sección Don´t Stop Believing.


miércoles, 15 de febrero de 2017

Elsbeth, el recuerdo y el acuerdo

La muerte de nuestra vecina Elsbeth nos ha reabierto un debate que teníamos un poco aparcado hace tiempo: ¿Cómo afrontar nuestra despedida con dignidad, sabiduría y calma?

Elsbeth era una mujer independiente, con estilo, autosuficiente, singular. Su modus vivendi en perfecta armonía con la naturaleza y con el meollo de la vida hicieron de ella una persona especial. Una mujer con una capacidad para estar en situaciones donde hay que estar y una capacidad para desaparecer, echarse a un lado, cuando hay que hacerlo. Esas son, a nuestro juicio, las mejores cualidades de un vecino; y por extensión, las de un familiar o amigo.

Elsbeth nos había avisado de su despedida hacía ya un buen tiempo. Y lo hizo a su modo, de la mejor forma: se asomó a la valla que separa nuestras casas para saludarnos y preguntarnos qué tal había ido el día. Nadie nunca nos había hablado de su propia muerte con tal aplomo, seguridad y cierta felicidad. Nos compartió su destino con una naturalidad envidiable. Aquellas palabras que transmitió e hizo llegar desde su parcela a la nuestra fueron las más cálidas que hemos escuchado nunca. Y para que no quedara duda de su propósito, las acompañó con su eterna sonrisa, plácida.

Después de conocerla, esa valla siempre nos pareció imaginaria, metafórica. Era solo una línea que obligatoriamente debe existir entre dos mundos, el margen al que debe asomarse alguien cuando se le pide y retirarse cuando haga falta. 

El primer legado que nos ha dejado consiste en recordar, recordar lo importante. Es decir, volver al significado etimológico de la palabra recordar: traer al presente desde el pasado algo habiéndolo hecho pasar por el corazón. Es una pena que el significado de esta palabra haya evolucionado tan desfavorablemente en nuestro idioma, que se haya perdido esa creencia de que el corazón es la sede de la memoria. Ortega y Gasset lo dejaba perfectamente plasmado en su obra: "El yo pasado, lo que ayer sentimos y pensamos vivo, perdura en una existencia subterránea del espíritu. Basta con que nos desentendamos de la urgente actualidad para que ascienda a flor de alma todo ese pasado nuestro y se ponga de nuevo a resonar. Con una palabra de bellos contornos etimológicos decimos que lo recordamos —esto es, que lo volvemos a pasar por el estuario de nuestro corazón—".



El segundo legado ha dado como resultado un acuerdo. Elsbeth no era una mujer religiosa, pero era enormemente espiritual. Sus ejercicios semanales de relajación y de contacto con la naturaleza se trasladaban hasta nuestra casa y se colaban en nuestro hogar. Aún hoy siguen llegando y lo seguirán haciendo por siempre. Por ello, hemos vuelto a echar mano de la etimología y del significado histórico de la palabra acordar: unir los corazones. Unir los corazones para hacer juntos el recorrido.

Por todo ese legado, estamos totalmente agradecidos.

Gracias, Elsbeth. Y buen viaje.

Hemos acordado recordarte siempre.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Necesidades irreales

Hoy en día, en una especie de yoísmo malvado, se expresa continuamente la necesidad de tener unas condiciones determinadas para ser feliz en lo personal o en el mundo laboral. "Yo necesito esto", "Yo necesito lo otro", se oye decir todo el rato, mientras se pierde el tiempo diciendo lo que se necesita.


Normalmente, esa necesidad se asocia a lo que nos debe aportar otra persona y es fruto de nuestras exigencias. Y cuando esta aportación no satisface los intereses personales de cada uno, es utilizada por una de las partes como justificación ante su propia inoperancia, que exculpa de todo a uno y acusa al otro de forma injusta. Más bien parece que lo que se busca son privilegios. Y eso no es del todo malo, pero en la búsqueda de estos privilegios se corre el riesgo de dejar por debajo a alguien, se incurre en lo inmoral e ilegal.


Lo que oculta un "Yo necesito" es sinónimo de "No sé ser feliz solo, soy dependiente", o un "No soy lo suficientemente capaz de hacer ese trabajo" o "Tengo miedo a hacerlo porque me harán responsable si sale mal" o lo que es peor, "No quiero hacerlo porque ya lo hará otro por mí".

El "necesito" es un claro signo de egoísmo, de un egocentrismo tan instalado en la sociedad actual que ya lo asumimos como algo habitual. Y en las sociedades actuales lo habitual se convierte en norma. Y la norma se acepta con resignación.


Dicen "Necesito" cuando debieran decir "Me gustaría..." o "Estaría bien si...". Y no es lo mismo, no puede decirse que lo que se quiere decir en realidad es esto último. No. A este tipo de cuestiones no se las nombra de una forma u otra arbitrariamente, gratuitamente. Un concepto de este tipo no es nombrado de esa manera por casualidad. Se le nombra así porque se siente de esa forma, porque se fija socialmente y porque es lo que se quiere decir en realidad.

Necesitar es depender y la dependencia no nos revierte normalmente nada bueno. Un ser necesitado es un error. Un ser dependiente comete errores continuamente, se frustra con muchísima facilidad y se le produce una correspondiente pérdida de felicidad.



No confundamos esa dependencia irreal, creada e infundada por el propio individuo, con la estructura social humana, con la vida social que ha formado la humanidad desde el principio de los tiempos y que sí ha sido necesaria para salvar a la especie a lo largo de la historia: la vida vivida como seres asociados, la ideal vida conjunta de personas como grupo y no agrupados. No hablamos de eso.

Ante todo debemos presentarnos como seres independientes, individuales. El individuo debe ser ante todo -y lo es- válido por sí mismo -para lo que sea, el abanico es bastante amplio- y en un segundo estadio, puede añadir complementos para mejorar, para perfeccionarse, pero nunca sentirlos como elementos imprescindibles, necesarios.

A la familia, a un padre, a una madre, a un hermano, a unos primos, o a unos amigos, o a unos compañeros de trabajo agradables con los que la labor es más llevadera, no se les necesita. Se les puede querer, añorar, reclamar, solicitar, aproximar, pedir ayuda, 
pero sería totalmente contraproducente necesitarlos. Nuestra vida puede salir adelante de forma adecuada sin necesitarlos. De lo contrario, esa vida se puede convertir en algo terrible cuando dejen de estar. Claro, que si estos están presentes, la vida es mejor, más llevadera. Por supuesto. Y hay que saber disfrutar de ello al máximo.

Pero esta necesidad no es necesaria. En realidad, no necesitamos a nadie para ser personas completas. Eso sí, si a nuestra vida le sumamos todo lo anterior se complementará y será más grande e intensa. 

¿Qué podrá aportar un individuo a su semejante si primero reclama en el otro una de sus "necesidades"?



domingo, 19 de junio de 2016

Credogma



Creo en todas las Artes, porque me gratifican y me devuelven la visión de la verdad cuando esta se ha deformado irremediablemente.

Creo ciegamente en la Música, el Arte de las musas. Y en sus intérpretes. Creo en sus voces, en sus ritmos de batería y bajo, y en sus riffs de guitarra que entornan mis ojos de gozo cuando suenan y plasman perfectamente todos mis estados de ánimo. Y en sus letras, que narran a la perfección las historias de mi vida.

Creo en la Literatura, porque al leer (y al escribir) enfoco las cuestiones desde diferentes perspectivas y me formo una imagen de la vida libremente, sin moldeados.

Creo en el Cine, porque comparte a través de imágenes esas vivencias libres.

Sí, creo en la Literatura y el Cine porque narran como nadie la Historia, muestran el presente y predicen el futuro prácticamente sin equivocaciones.

Creo en la lealtad que implica el Amor y la Amistad; y creo en las personas que las desarrollan.

Creo en la Esperanza y las Expectativas. Y si estas no se cumplen, creo y confío en reponerme del efecto de sus fracasos y hacerme más fuerte. Y volver a creer.

Creo en la Coherencia como único valor que da sentido a todos los demás, independientemente de si encaja o no en los parámetros personales de uno mismo.

Creo en la Objetividad, como valor casi extinto y entendido como una racional suma de subjetividades; como enfoque adecuado de la realidad y solución evidente a su deformación; como el único camino que nos lleva a ser tolerantes.

Creo ciegamente en las mal llamadas Causas Perdidas, porque desde que haya causa debemos luchar por ella y negarnos a que se le añada adjetivo alguno. Las causas no se pierden: permanecen y perduran; se mantienen vigilantes ante aquellos que les adjudican calificativos.

Creo en el "algo a cambio de nada", sin recibir de vuelta. Porque cuando se da a cambio de algo, el acto se torna impuro y deleznable.

Creo en el Poder de la Risa, sin contemplaciones; como un arma recurrente y eficaz; como un proceso introspectivo que se proyecta hacia el exterior.

Creo en los Pueblos Libres, que gestionan sus alegrías (o sus tristezas) a su antojo; que viven en paz, sin necesidad de tener que defenderse continuamente de monstruos que les quiten el sueño.

Creo en los que tienen un Sueño y mantienen intactas sus ilusiones sin ver una meta próxima, porque ellos me mantienen soñando.

Creo en que no me fallen las fuerzas para seguir creyendo.

Hasta el final.



lunes, 14 de marzo de 2016

Ojos divergentes

En una definición de miopía se especifica, en su primera acepción, que esta anomalía se debe a una curvatura excesiva del cristalino que hace que las imágenes de los objetos se formen un poco antes de llegar a la retina. Como ven, no es que los miopes no veamos bien, sino que nos anticipamos a las imágenes, vamos por delante.

Los miopes tenemos el globo ocular más alargado y la córnea es más curva que la de los "buenavista". ¿Y que hay de malo en eso? ¿En el canon de belleza no ha estado siempre la línea curva? ¿No ha sido siempre la cualidad de rasgado algo atractivo en los ojos? Como ven, también es una cuestión estética.



Una segunda acepción del término apunta hacia la incapacidad para ver cosas que son muy claras y fáciles de entender o para darse cuenta con perspicacia de algún asunto. ¿Incapacidad? Perdonen, pero eso no es cierto. Nosotros cerramos los ojos así, como haciendo de chino, enfocamos todo y lo desenfocamos a nuestro antojo hasta que damos con la imagen que nos agrada. Si eso no es perspicaz...

Los miopes vivimos situaciones divertidas. O mejor dicho, divergidas. Esa escena en la que salimos del agua en la playa tras haber perdido las lentillas, no tiene por qué ser entendida como algo terrorífico. En realidad, lo que sucede es que estamos haciendo vida social. Aunque en principio pueda parecer terrible, comenzamos la búsqueda imposible de nuestra toalla y vamos a parar a lugares extraños que reconocemos así solo justo cuando abordamos la intimidad de las personas extrañas. Explicamos nuestro problema a esas personas, nos miran con extrañeza (si no son miopes), pero acaban comprendiendo (si no son demasiado convergentes). Nos despedimos y comenzamos la nueva búsqueda, hasta que nuestros compañeros de toalla nos rescatan si no damos con el lugar exacto. Si eso no es divertido...

La miopía se "corrige" con lentes divergentes. Divergentes, así queremos ser los miopes: exigimos y no nos conformamos. No convergemos como se nos ha impuesto, nos rebelamos ante la convergencia como axioma inescrutable. Queremos divergir, revolvernos y abrir otro camino diferente que también pueda ser posible y viable (pensamiento divergente). Necesitamos discrepar y disentir para comprobar. En ese sentido, casi podríamos decir que somos insurgentes. Siendo miope se soporta mejor la cantidad de injusticias sociales que estamos viviendo en este mundo supuestamente avanzado. Ser miope hace que visualicemos desde varias perspectivas y que juzguemos sin prejuicios.



Los miopes soñamos diferente a los "buenavista". Soñamos que vemos como ellos y surcamos el mundo viendo y disfrutando hasta el último detalle. Soñamos que somos miopes -es muy fácil- y solo vemos lo que vemos. Ya en el mundo consciente decidiremos qué hacer: con o sin lentes.

Los miopes descansamos dos veces cuando nos quedamos dormidos en el sofá: la primera vez, como todo el mundo; y, la segunda, cuando nos despertamos, nos quitamos las gafas y nos volvemos a dormir sin ellas, ahora ya en la más profunda oscuridad.

¿A que dan ganas de ser miope? Pues empiecen a divergir.

domingo, 25 de octubre de 2015

Análisis catódico

16.41 horas


Por mi culpa. ¿Y ese niño, Antonia? (La 1 TVE). Producto patrio, rancio, con las archiconocidas y ñoñas coletillas; un sinfín de personajes que parecen todos el mismo y que se repiten hasta la extenuación cada temporada.

El apareamiento es un instinto natural. (La 2 TVE). El sonido de la selva, enigmático, balsámico, que enjuga el somnoliento momento de la mejor forma.

He recibido una oferta de trabajo para ser secretaria. (Antena 3). Supra citato en La 1 TVE.

Coordenadas confirmadas. Equipo Alfa en posición. (Cuatro). La acción siempre es un recurso al que se alude cuando no se tienen más ideas, aunque la mayoría de las veces es lo que se necesita.

Si ese señor me ha grabado sin yo saberlo, lo denuncio. (Telecinco). La razón de la sinrazón que a mi razón no satisface.

Han pasado 28 minutos desde su fuga y nadie se ha dado cuenta. (La Sexta). El vomitorio de información descontrolada de una investigación atropellada por querer llegar antes que nadie.

Pues si no la tenemos al amanecer, cojo todo lo que pueda y me largo. (Televisión Canaria). Dos tiros que se escapan cada cinco minutos rozando las cabezas de los que están al fondo de la barra y de los que están en el sofá en casa.

La primera vez que entré en el vestuario de los Knicks fue algo alucinante. (Canal +). Saber sobre lo que ningún espectador ordinario quiere saber siempre es atractivo y seductor.



22.50 horas


No es un león, es un guepardo bastante grande. Matarlo no sería una gran hazaña. (La 1 TVE). Aquí hay algo que no casa: o la hora, o la temática, o la desgana. ¿Quizás la propia cadena?

Ahora tienes que decirme algo al oído. Eres lo más importante que me ha pasado. (La 2 TVE). El cine sugerente siempre se sirve en platos calientes, aunque sean de precios baratos.

Y esta semana sube dos posiciones. Y es justo. Lo que estás haciendo es muy bueno. (Antena 3). Rienda suelta a la representación del arte actual basado en copias mediocres de éxitos dudosos de antaño.

Un producto que elimina las manchas el doble de rápido que otras marcas. (Cuatro). Imprescindible, el recurso más importante del género televisivo.

Le pido perdón por todo lo que dije sobre ella. Por lo menos, no lo reitero. (Telecinco). Donde dije digo, digo Diego, que uno tiene sus errores. ¿Quién no denuncia a otro de los malos actos cometidos por nosotros mismos? Ah, ¿no? Entonces usted no es español.

Los ciudadanos me han votado porque soy independiente y eso es lo que voy a seguir siendo. (La Sexta). Continúa el periodismo trepidante de investigación. Volveremos a hacer la misma pregunta hasta que se canse y diga lo que queremos oír.

Cuando llega el mes de octubre, llega el mes de honrar a la virgen, la virgen del Rosario. (Televisión Canaria). Dirigido a la mayoría de los telespectadores empecinados en que lo autóctono es la presentación hortera de programas cutres con fórmulas de TVE de los años sesenta, digo noventa, digo 2015.

Bienvenidos una noche más. Tenemos hora y media para hablar de todo el fútbol. (Canal +). Más tiempo dedicado a lo que pasa fuera de las líneas de cal que dentro del rectángulo. ¿Será también un nuevo tipo de periodismo de investigación? Que lo mismo te comentan un partido que te entrevistan a Abu Bakr al Baghdadi.


miércoles, 26 de agosto de 2015

Aguere, ciudad de La Laguna

Adoro La Laguna.

Aquella ciudad que se mostraba hace unos años desgastada por el tiempo, nunca fue vista por nuestros ojos universitarios como arcaica, sino como sinónimo de cultura, amistades y jolgorio nocturno. Se nos quedó en el hipocampo al contrario de como se suele guardar un lugar entrañable en el recuerdo: ahora ese recuerdo es más interesante, atractivo; una versión mejorada de aquella época, que responde a las exigencias actuales de una ciudad perfectamente integrada en su contexto histórico y cultural.



Me entusiasma que San Benito haga que el timple canario de sudorosas manos resuene en las calles y las impregne de tradiciones con olor a campo. Al día siguiente siempre podremos deslizarnos hacia el metapulmón del Camino Largo, lugar idóneo para pasear o correr, aunque esta última actividad pueda transformarse en un verbo en forma reflexiva por la noche.

Disfruto tomándome una cerveza o un vino en la Venta de la Esquina o en el Venezia, mientras nos mira atenta la torre de la Concepción, escrupuloso testigo de la visita al Punto Criollo en busca de un gofio ensalsado o unas arepas de mechada.

Me agrada pasear por esas calles peatonales que antaño fueron carretera y acera maltrecha; bajar la calle Herradores y pararme en la Tasca de Óscar, la casa del pintor surrealista. Un montadito acompañado de un vino y un saludo a Toni, aquel que hace años me preparaba el bocadillo de lomo en el bar Benidorm, mientras su padre, don Antonio, pelaba y picaba las papas para hacer su famosa tortilla y su hermano Jorge sonreía ante las anécdotas que el pícaro don Antonio dejaba siempre inconclusas.



Aquellos bares de las últimas décadas del siglo XX se han convertido en centenares de bonitas tascas, agradables restaurantes o lugares de tapeo. 


Me distrae hacer algunas compras en esa misma acera y atravesar la galería que conduce al antiguo Cine Aguere. Ahora es un espacio cultural con una acogedora entrada en la que hemos esperado muchas veces antes de disfrutar de películas o exhibiciones musicales como la de Carmine Appice, Javier Vargas y Paul Shortino.





La plaza del Adelantado, abriendo espacio, circundada por el ayuntamiento, la monja incorrupta y el Palacio de Nava, uno de tantos palacetes distribuidos por la ciudad, cuya tertulia literaria se extingue dentro del abandonado edificio, sin las voces del mercado que aún no ha regresado a este lugar emblemático. Es este palacio una de las estaciones de la ruta matemática lagunera, que descubre ejemplos de proporción áurea por toda la ciudad.



A pocos pasos de donde se celebraba la famosa tertulia, cientos de años más tarde se nos muestra una inscripción que recurre a la "incorrección política".



Me gusta subir la calle Carrera escaparateando y hacer una pequeña parada en la plaza de la catedral, donde en un recuerdo nocturno y borroso se visualizan unos patos que tratan de escapar de la fechoría de unos jóvenes estudiantes que se dirigían a placenteros y trasnochados infiernos. Me despierto.

Me agrada acudir a algún evento al reabierto y reformado Teatro Leal, frente al entrañable Hotel Aguere; encontrarme por el camino al eterno heavy metal de mi época estudiantil que baja la calle con su sempiterna camiseta negra de Queensrÿche y cruzar nuestras miradas cómplices, más por las coincidencias estético-musicales que por conocernos.



Que te dé la brisa en la cara en la avenida Trinidad es un deporte que todo lagunero ha experimentado alguna vez. Por allí todos caminábamos para terminar de despertar, carpeta bajo el brazo, y alcanzar el edificio más antiguo de la universidad. Ahora el recorrido lo hacemos para indagar entre estanterías en el catálogo de la librería Lemus.

La Plaza del Cristo, olor a pólvora húmeda, conciertos al aire libre, productos frescos en la nueva ubicación del mercado.

Calle San Agustín. ¿Cuántos intelectuales la habrán recorrido? El fantasmagórico Palacio de Lercano alberga hoy el Museo de Historia y Antropología, aunque después de la visita solo retumbe en tu cabeza los chasquidos del carruaje del señor de la casa entrando a las caballerizas del palacete. Allí, en la religiosa calle, en un marco colonial incomparable, se encuentran ubicadas la UNED, frente a la antigua Universidad de San Fernando y actual Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife; la Fundación Cristino Vera con su sala de exposiciones; la casa Salazar; el antiguo Convento y actual IES Cabera Pinto; el Hospital de Dolores; o la Casa Montañés (actual sede del Consejo Consultivo de Canarias). Todavía hoy se puede sentir un escalofrío cuando alcanzamos la iglesia devastada por el terrible incendio de 1964 que, como si de una maldición se tratase, se repetiría en el edificio del Obispado de la misma calle en 2006.





El Pasaje de la Concepción, un nuevo espacio de ocio, alejado del denostado Cuadrilátero que llenaba las calles de etílicas charlas provocadas en la esquina de La Troya y rematadas más tarde en el Blues Bar. Por la mañana este pasaje se cruza para hurgar entre las portadas de discos o rebuscar entre camisetas con mensaje; por la noche se atraviesa para disfrutar de música en directo junto a amigos y copas.



Casi sin darnos cuenta hemos cruzado el casco histórico, que mantiene el mismo trazado del siglo XV, sobre los pasadizos ocultos por los que probablemente misteriosos personajes circulaban de forma clandestina a lo largo de la ciudad.


Me seduce la fina lluvia de Aguere en primavera, teñida por el rastro que deja el incienso de procesiones de Semana Santa. Me gusta quejarme del frío que hace en invierno porque siempre se soluciona con un buen abrigo o cobijándose en cualquiera de los innumerables lugares que nos ofrece la ciudad. Me embelesa su verano porque los cobijos siguen estando ahí en esta estación calurosa, endulzada por la brisa que baja la calle por la tarde. El encanto de las fachadas invernales aumenta durante el otoño y se intensifica con la luz veraniega, dejando pequeños detalles al descubierto. No es de extrañar que el artista sudafricano Conrad Van Wick se haya enamorado recientemente de esta ciudad y haya querido plasmarla en sus obras.









Siempre que voy a La Laguna duermo en el edificio que hoy se eleva sobre el antiguo campo de fútbol de la calle San Juan. Desde allí, casi en el corazón de la ciudad y perfectamente acompañado, se puede contemplar la incordiosa niebla veraniega de Los Rodeos; desde allí, pasada la medianoche, se oye cómo regresan a casa los jóvenes estudiantes después de una velada agradable.


Como ya se sabe, hay personas que pasan por la universidad pero la universidad no pasa por ellas. No obstante, todos aquellos que estudiamos en La Laguna, la antigua Aguere, somos también laguneros, y nos vemos orgullosamente obligados a volver a ella una y otra vez.

jueves, 20 de febrero de 2014

¿Lo habéis/han notado?

Desde hace poco vengo notando algo que resulta extraño, raro, artificial, antinatural, erróneo y, además, bastante molesto. Yo soy así, me indigno por tonterías.

Al navegar por la red, abrimos un blog, el twitter o el facebook de usuarios canarios y nos encontramos con textos escritos en los que se utiliza de forma habitual la segunda persona del plural (tenéis, buscad, hubieseis, detendríais, habéis tocado...). Un uso, exceptuando pequeños reductos de nuestras islas, que nada tiene que ver con la realidad lingüística del archipiélago.

Las nuevas tecnologías también usan la lengua para comunicarse, afortunadamente. Y es cierto que el uso de la lengua en las redes tiene unas características diferentes al uso habitual, pero no por ello deja de ser lengua, ya que concluye con el mismo objetivo común: la comunicación. Todos esos usos son aceptables. Otra cosa es cuando se vulneran, se cambian, se amalgaman las formas adecuadas de cada situación de habla creando una forma totalmente artificial. Una cosa es usar emoticonos o expresiones creadas para ese tipo de medios y otra es intentar escribir usando las características normativas de otro lugar distintas a las propias. 

El asunto trasciende aún más. Este uso atropellado va más allá de los textos escritos en la plataforma globalizadora. También lo podemos encontrar en la lengua oral en los mismos soportes digitales o en las declamaciones en público. Cuál fue mi sorpresa al encontrar un día en la puerta de mi casa a una chica de mi pueblo que llegaba a venderme un producto que distribuye una empresa peninsular. La chica aconsejaba usar ese producto con argumentos que «vosotros mismos podréis comprobar» o «me llamáis para cualquier duda». Mis oídos no daban crédito. Casi me desmayo al ver cómo combinaba un «ustedes» con un «recordáis» sin inmutarse. A punto estuve de preguntarle si le había pasado algo en la boquita.

Hace poco acudí a una obra de teatro infantil. Disfruté mucho: los niños siempre producen esa sensación agradable cuando son protagonistas en algo. Pero algo hizo saltar la alarma en mi cerebro: los parlamentos de la obra alternaban las formas canarias y las formas peninsulares, creando un popurrí lingüístico inexplicable.

¿Qué será lo próximo? ¿Pronunciar la /z/?




Superada ya hace muchos años la discusión sobre si existe un español estándar, parece contradictorio que encontremos este hecho flotando en el aire cada día más, como un virus.
 
Resulta un tanto quejoso que, cuando por fin aquellos profesionales de la radio y la televisión que procedían de lugares como Canarias o Andalucía han retomado sus acentos originales, empiece a usarse este tipo de características impropias de las zonas y a imitación de otras más castizas. Fíjense en cómo se muestra desde hace ya mucho tiempo el acento andaluz de María Teresa Campos o José Antonio Maldonado sin ningún complejo, o el alivio con el que habla ahora un entrañable Paco Montesdeoca al dejar fluir su acento canario más que correcto. No sé cómo pudo mantener Cristina García Ramos su acento en aquella época en la que era obligatorio pronunciar un español muy de Valladolid o Burgos, si se quería trabajar en un medio de comunicación de amplitud nacional, y lanzar a los cuatro vientos aquel «CoraSón, coraSón». En aquella época y, según algunos, los españoles del sur, noroeste y nordeste (o sea, prácticamente el 65℅ de la población) teníamos «problemas de dicción». En fin. No sé yo quién tendría el problema.

En contrapartida y, sin que mi asistencia sirva de precedente, me he encontrado con la reciente incorporación de un cura a la iglesia de mi pueblo que trasmite su misa haciendo uso de la norma lingüística canaria. Al principio perecía extraño, tan acostumbrados nos tenían a la mezcla entre fragmentos institucionalizados con un uso peninsular y el resto de fragmentos de plática con un uso normativo canario. Pero paulatinamente el discurso se fue haciendo más lógico y, sobre todo, más cercano.

De todas formas, será lo que tenga que ser: los caminos de la evolución lingüística son inescrutables. Así que, podéis (pueden) ir en paz. Y que la bendición del Señor descienda sobre todos vosotros (ustedes).