¡Felicidades, güela, allí donde estés!
Aprendiendo de vosotros
Esta
mañana
me
he sentado
a
leer los libros
que
salen por sus bocas.
Él
me hablaba
de
las zonas de mi pueblo,
donde
ganaba el duelo
que
año si y año también,
le
plantaban
los
campos de posguerra.
Lo
sé abuelo,
nunca
bajo tu techo,
faltaron
el sustento y la lumbre
que
a fuego lento
curaban
la escarcha del hambre.
Ella,
desde su silla de ruedas
me
miraba con una sonrisa,
quizás
recordando,
que
pasamos juntos
miles
de hojas de calendario,
y
que fue mi maestra,
mi
cocinera,
mi
amiga
y
que todas las noches
yo
dormía tranquilo
porque
sabía
que
estaba cerca.
Se
que jamás
podré
pagar todas las deudas
que
tengo con ella.
Y
mientras sus caras
dibujaban
el significado
de
la palabra felicidad,
cuando
nos despedíamos,
a
pesar de todo
lo
que han hecho por mi,
algo
recorrió todo mi cuerpo
cuando
escuche,
Gracias
por venir a vernos.
Abel
Aparicio González - 2010