El coste de oportunidad, en términos de economía de empresa, se traduce por los beneficios a los que renuncias expresamente cuando te decides por una inversión. El potencial beneficio al que renuncias viene derivado de no tomar el camino alternativo.
En la vida, este concepto me ha estado persiguiendo desde tiempos inmemoriales. Aunque la verdad es que persigue a todo el mundo. Espero que podáis recordar el momento en que vuestros padres escogieron una educación tradicional, en vez de una bilingüe, el momento en que os tocaba escoger vuestra carrera profesional a la edad de 17 años, justo antes de comenzar la universidad. Esos grupos que comenzaban a surgir en las clases, y optabais por acercaros a unos y no a otros. En mi caso siempre fui por libre, con un pequeño legado de seguidores, pero es que el control siempre ha sido una de mis obsesiones.
Vamos a avanzar en el tiempo. Actualmente nos solemos definir por nuestro trabajo y nuestra pareja. La ciudad donde vivimos nos condiciona, y evidentemente las personas con las que socializamos viene determinadas por los anteriores factores. Afortunado el que no se cuestione que el contenido de su vida es óptimo para poder decir, una vez haya pasado todo, a las puertas de San Pedro, “he vivido sin excusas ni remordimientos”.
De ahí que me cuestiono lo siguiente: ¿No os pasa nunca que entráis en la terrible espiral del “y si”?
Y si, hubiera escogido informática en vez de física, o diseño en vez de arte.
Y si, me hubiera ido a trabajar un año a Inglaterra en vez de quedarme en casa con los papis.
Y si, aquel día en la discoteca, me hubiera acercado a aquel chico@ que parecía estar loc@ por mi, en vez de anteponer mis ganas de desfasar y pasarlo bien.
No creo que ninguna de estas materias sean capaces de quitarnos el sueño, ya que estamos perfectamente educados para dejar el pasado atrás y mirar al futuro, sobreviviendo al presente a base de consumir. El problema viene de otro lado.
¿Cuál es el coste de oportunidad de lo que estás haciendo ahora mismo? “Ahí está la cuestión”
Cuando estamos en un lugar no podemos estar en otro. Cuando dedicamos el 120% de nuestra fuerza de trabajo a una tarea, ni si quiera nos paramos a pensar si es lo que nos está haciendo felices, si es lo que hemos venido a este mundo a hacer en materia laboral. Nos preguntamos si no nos aportaríamos más a nosotros mismos o a nuestros seres queridos empleándonos en otra labor. De hecho, la mayoría de vosotros está completamente esclavizado por la velocidad de la información. Y los sueños, ya no quedan sueños, no hay tiempo para soñar… lo que hace que cuando nuestros padres luchaban por un sueño, nosotros luchamos por llegar lo antes posible a lo que se pone de moda.
Trataré de explicar este punto. En la actualidad, y sobre todo gracias a las autopistas de la información, podemos estar de viaje y trabajar desde el aeropuerto, mientras esperamos el embarque. Podemos reservar pista de tenis desde nuestro despacho. Incluso podemos hacer la compra sentados en una aburrida reunión, o consultar si un amigo de la infancia sigue sin encontrar curro. Somos capaces de comunicar cualquier cambio en nuestra vida social y hacer que las personas interesadas en ello lo sepan en vivo, a través de cualquier medio de microblog o red social online.
A esta velocidad, ¿creéis que nos da tiempo de parar a pensar o saborear? Nuestros antepasados tenían tiempo de sobra para reflexionar sobre la crianza de vacas, y decidir cambiarlas por cabras. Quizás más adelante montar un establo, o incluso vender las tierras para hacer casas. Ellos sí eran libres. Ellos no estaban sobresaturados de información.
El día tiene 24 horas. Asumiendo que dormimos 8 horas, nos quedan 16. Si tenemos trabajos exigentes con nuestro tiempo, hablaríamos de una media de 10 horas. Con esto hacemos 6 horas más. Todavía no hemos comido, leído las noticias en el reader, no hemos consulado nuestros feeds, no hemos atendido los mensajes que acumulamos en Facebook o los más de dos e-mail de media que tenemos, no hemos devuelto un par de llamadas de teléfono, no nos hemos ejercitado 1 hora al día, y no he tenido en cuenta, ya que es algo muy personal, el tiempo que consumimos desplazándonos. ¿Podríamos hablar de 4 horas más?... Hasta aquí tenemos dos horas libres. Creéis que deberíais dedicar 1 hora al día a la casa, y 1 hora al día a conversar con la pareja? Porque yo sí las necesito.
En definitiva, no hemos pensado. Y si lo hemos hecho ha sido de una manera tan atropellada que raramente hemos encontrado si nos preocupa algo, excepcionalmente hemos hayado una solución, y nunca, nunca, nunca, tomamos una decisión.
AMIGOS, sabéis cual es el coste de oportunidad de la vida que llevamos???
QUE NO NOS CONOCEMOS A NOSOTROS MISMOS.
Bueno, Edgar. Todo tu escrito anterior lo resumiria yo en La Teoria de la Alienación. Somos hombres y mujeres programados. Hacemos, casi todos los dia, las mismas tareas, o casi las mismas.
ResponderEliminarCon respecto a la digestión de la información, creo, que es cuestión de buscar preferencias. Esto es la aguja en el pajar. Denominando aguja, a lo importante dentro de muchas noticias que nos embullimos cada dia, que serian el pajar. Donde está lo importante?? Donde está lo que los anglosajones denominan el lead? Para encontrárla, es cuestión de suerte, de rezar a Santa Lucia, o de simplemente usar la técnica.
Y sí, es necesario hacernos nuestro propio plan de vida. Si nos fijamos, siempre, o casi siempre, viene determinado por los demás. Hacer vida privada; con tu pareja, con tu mascota, o con quien quieras, es fundamental, para cualquier cabezita, que quiere conseguir una estabilidad mental.
Änimo pues, a todos aquellos lectores, que quieren mejorar. Que reflexionan de vez en cuando acerca de la vida. De su situación en el mundo que vivimos. De todo lo hablado anteriormente, sobre el enorme abanico de posibilidades que nos ofrecen hoy en dia, las nuevas tecnologías, es necesario, reflexionar.
Hacer un alto en el camino unos minutos al dia, considero que siempre es bueno. Mas que nada, para intentar conocernos a nosotros mismos, y de esa manera, poder aproximarnos a la felicidad.
Edgar, te felicito por estar tan claro respecto al valor del aquí y el ahora, y del costo de oportunidad, que sólo puede estar asociado con una conciencia viva del presente. Y también te felicito por tu creatividad, sensibilidad y originalidad, por tu deseo de aportar y nutrir con calidad y objetividad, y porque tu ego, inevitable en quien ha recibido tanto de la vida, no te limita sino que te sirve de combustible para ser, hacer y crecer. Un abrazote desde Venezuela. Gustavo (soyotuel@hotmail.com)
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