Apocalipsis Z

A finales de 2007 Dolmen lanzó Apocalipsis Z; la plasmación en papel de Apocalipsis Zombie, un blog en el que, desde finales de 2005, Manel Loureiro ha ido escribiendo una novela por entregas de temática zombie. Una temática que en los últimos años ha experimentado un revival en el cine (El amanecer de los muertos, [REC]…), el cómic (Los muertos vivientes, Marvel Zombies…) o la literatura (los libros de Max Brooks que publicará en breve Almuzara), y ha conseguido unos resultados exitosos, no sólo comercialmente. Por ejemplo, todos los que han leído World War Z hablan maravillas, y otro tanto se puede decir de Los muertos vivientes de Robert Kirkman, probablemente el serial de comic estadounidense mejor construido de los últimos años (con permiso del trabajo que ha realizado Ed Brubaker en Sleeper, Criminal, Capitán América o Daredevil).

Desde luego el punto de partida es atractivo. Ciñéndose al medio original de publicación (un blog), y explotando al máximo su potencialidad, Loureiro escribe el diario de españolito de a pie que ve cómo se desmorona nuestra civilización (gallega, española, europea…) cuando una extraña enfermedad convierte a los que se contagian en muertos vivientes por el proceso «usual». Hay detalles que no están del todo cuidados desde el punto de vista formal (el arranque está escrito como si fuese un superviviente contando su peripecia a un público que no conoce los hechos más que el relato en tiempo real desde un blog a una comunidad que sigue la noticia), pero su descripción del paulatino colapso mundial mezclado con su día a día, la pérdida de comunicación con el exterior, su obcecación por quedarse en su casa, su primer encuentro con los muertos vivientes… mantienen una tónica más que aceptable. Hasta que, como suele ocurrir en la mayoría de historias de zombies (al menos para mi), hay que ir más allá de cierto punto.

Al llegar la página 100 hemos visto el colapso de internet, el blog se ha transformado en un diario escrito, se han producido varios encuentros con muertos vivientes, ha habido un viaje en el que se observa cómo se ha ido todo al garete, se ha trazado un objetivo hacia una zona libre de zombies… Lo esperable. Para inyectar un poco de novedad, Loureiro introduce un elemento diferente para escapar de lo previsible; que la trama sea algo más que llegar del punto A al punto B esquivando los tropecientos muertos vivientes que hay en medio… Y, la verdad, apenas lo consigue. Quizás porque lejos de explorar lo que implica sobrevivir en un entorno donde la sociedad ya no existe, se limita a algo más superficial; un retrato de supervivencia un tanto repetitivo donde el único relieve argumental se limita a introducir acción en la trama, observar cómo ha quedado Galicia y recordar, de pe a pa y sin la contundencia necesaria, que el hombre es lobo para el hombre. Quizás porque la prosa y las situaciones que describe carecen de la intensidad y/o efectismo que proporcionarían más garra a la narración. Quizás porque apenas hay más personajes que el protagonista y apenas aparecen relaciones relevantes o se explota conflicto alguno.

Tampoco ayudan las incoherencias argumentales que rompen la suspensión de la incredulidad, como múltiples acciones del protagonista (no me imagino que alguien en su sano juicio pueda ponerse a mirar las portadas de la prensa y leer algún artículo en un pasillo de un hospital atestado de muertos vivientes), los momentos en los que se pone a escribir su diario (el más alucinante, el armarito en el que se cobija durante un par de días a la espera de que los zombies de las proximidades se vayan) o elecciones narrativas poco meditadas (a medida que pasan las páginas, el narrador se hace más prólijo en su relato). Ni la forma de publicación. No porque me parezca una mala idea recuperar la historia, sino porque si de alguna manera podría funcionar Apocalipsis Z era tal y como se publicó, por entregas y con lapsos de tiempo entre cada una de ellas. Con los cliffhangers, los lapsos de tiempo entre entrada y entrada, con la historia dosificada… Algo que es necesario que aporte el propio lector espaciando la lectura de cada «capítulo» si quiere recuperar su potencial como historia por entregas. Porque leído todo seguido…