Idioma original: inglés
Título original: The Stupidest Angel. A Heartwarming Tale of Christmas Terror.
Año de publicación: 2004
Valoración: Se deja leer
Como ya comentamos aquí cuando Izas reseñó Un trabajo muy sucio, a las novelas de Christopher Moore no hay que pedirles que nos descubran profundos abismos de la realidad humana, o cuestionamientos radicales de la realidad social contemporánea: hay que leerlas sabiendo que con la única esperanza de pasar un buen rato, de echarte algunas risas y de estar entretenido durante unos cuantos viajes de metro. Y bueno, en general Moore consigue lo que se propone, aunque con altibajos.
El ángel más tonto del mundo es un "entrañable cuento de terror navideño", según su subtítulo, y al igual que Un trabajo muy sucio es una combinación de humor y fantasía con toques sobrenaturales (concretamente, ángeles y zombies). A un pequeño pueblo californiano en el que conviven una antigua estrella de cine de serie B con un policía adicto a la marihuana, y un investigador pauloviano con un piloto de la DEA que tiene un murciélago como mascota, llega el ángel Raziel decidido a hacer un milagro. Y claro, las cosas se complican, y las situaciones absurdas se acumulan.
A Moore yo le pondría una pega importante (partiendo de la idea, como decía antes, que no hay que pedirle peras al olmo): que llegado un punto de la novela, y esto pasaba también en Un trabajo muy sucio, se pone en "modo Hollywood" (y de hecho los derechos de sus novelas ya han sido adquiridas por compañías cinematográficas), se olvida del humor y de la ironía y se centra en escenas de acción ("acción trepidante", que dirían los clásicos), y que llevan a un final de lo más predecible y ñoño. [Nota al margen: algo parecido le suele pasar a Terry Pratchett, que por lo demás me parece muchísimo mejor que Moore en un género semejante de humor-fantasía].
Vamos, que Moore tiene golpes buenos, algunos de ellos políticamente incorrectos, y en general hacen gracia sus invenciones fantasiosas, más las naturales (los personajes extravagantes) que las sobrenaturales (¿zombies, en serio?); pero reconozco que las últimas cincuenta páginas las leí en diagonal, porque total, sabía cómo iba a acabar todo, así que solo quería que acabase cuanto antes para pasar a otra cosa.
También de Christopher Moore en ULAD: Un trabajo muy sucio
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lunes, 31 de octubre de 2011
martes, 26 de enero de 2010
Christopher Moore: Un trabajo muy sucio
Idioma original: inglés
Título original: A Dirty Job
Fecha de publicación: 2006
Valoración: Está bien
Buscando información sobre Christopher Moore (buscaba un libro que regalar a mi padre y alguien me dijo que este autor podría gustarle), descubrí –en algunas páginas de internet, al menos– que es calificado como "escritor estadounidense de ficción absurda". Como el concepto ficción absurda se escapaba a mi entendimiento, decidí investigar un poco más. Y lo que descubrí es que sus novelas tratan de personajes normales que se ven envueltos en circunstancias sobrenaturales o extraordinarias (Wickipedia dixit). Como seguía sin entender a qué venía lo de absurdo (como si no hubiera novelas que hablan de personas normales envueltas en circunstancias extraordinarias), compré uno de sus libros y me lo leí antes de arriesgarme a regalárselo a nadie.
Un trabajo muy sucio comienza presentándonos a Charlie Asher, un hombre normal, dueño de una tienda de antigüedades, que cuenta los minutos para que nazca su primera hija. Pero el que iba a ser el día más feliz de su vida termina convirtiéndose en uno de los peores, puesto que su mujer muere poco después del parto. Y no sólo eso, sino que a su lado, en el hospital, Charlie ve a un hombre al que se supone que no debería ver y que le revela en qué se va a convertir. Así, mientras intenta superar la muerte de su esposa, cuidar de su hija y sobrevivir a sus empleados, descubre que es un Mercader de la Muerte. Sí, sí, así como suena. Su –nuevo– trabajo consiste en recoger las almas abandonadas de aquellos que han dejado este mundo, continuar con su vida normal (si es que sigue siendo normal), evitar que las Fuerzas de la Oscuridad se le suban a la chepa y descubrir quiénes forman el Pueblo Ardilla y por qué están empeñados en hacerse con las almas que recoge. Casi nada.
Y todo esto nos lo cuenta Moore –como ya imaginaréis– con mucho sentido del humor. No llega al nivel de Sharpe, por ejemplo (sí, confieso, tengo debilidad por Tom Sharpe), pero hay que reconocer que no lo hace nada mal, y que tiene momentos verdaderamente memorables. La trama no tiene demasiada complejidad y el final es bastante predecible, pero se le puede perdonar porque tampoco buscamos que esta obra nos cambie la vida. Si buscáis estar entretenidos, no pensar demasiado y pasar un buen rato, éste es vuestro libro. Aunque sigo sin tener muy claro lo de ficción absurda.
También de Christopher Moore en ULAD: El ángel más tonto del mundo
Título original: A Dirty Job
Fecha de publicación: 2006
Valoración: Está bien
Buscando información sobre Christopher Moore (buscaba un libro que regalar a mi padre y alguien me dijo que este autor podría gustarle), descubrí –en algunas páginas de internet, al menos– que es calificado como "escritor estadounidense de ficción absurda". Como el concepto ficción absurda se escapaba a mi entendimiento, decidí investigar un poco más. Y lo que descubrí es que sus novelas tratan de personajes normales que se ven envueltos en circunstancias sobrenaturales o extraordinarias (Wickipedia dixit). Como seguía sin entender a qué venía lo de absurdo (como si no hubiera novelas que hablan de personas normales envueltas en circunstancias extraordinarias), compré uno de sus libros y me lo leí antes de arriesgarme a regalárselo a nadie.
Un trabajo muy sucio comienza presentándonos a Charlie Asher, un hombre normal, dueño de una tienda de antigüedades, que cuenta los minutos para que nazca su primera hija. Pero el que iba a ser el día más feliz de su vida termina convirtiéndose en uno de los peores, puesto que su mujer muere poco después del parto. Y no sólo eso, sino que a su lado, en el hospital, Charlie ve a un hombre al que se supone que no debería ver y que le revela en qué se va a convertir. Así, mientras intenta superar la muerte de su esposa, cuidar de su hija y sobrevivir a sus empleados, descubre que es un Mercader de la Muerte. Sí, sí, así como suena. Su –nuevo– trabajo consiste en recoger las almas abandonadas de aquellos que han dejado este mundo, continuar con su vida normal (si es que sigue siendo normal), evitar que las Fuerzas de la Oscuridad se le suban a la chepa y descubrir quiénes forman el Pueblo Ardilla y por qué están empeñados en hacerse con las almas que recoge. Casi nada.
Y todo esto nos lo cuenta Moore –como ya imaginaréis– con mucho sentido del humor. No llega al nivel de Sharpe, por ejemplo (sí, confieso, tengo debilidad por Tom Sharpe), pero hay que reconocer que no lo hace nada mal, y que tiene momentos verdaderamente memorables. La trama no tiene demasiada complejidad y el final es bastante predecible, pero se le puede perdonar porque tampoco buscamos que esta obra nos cambie la vida. Si buscáis estar entretenidos, no pensar demasiado y pasar un buen rato, éste es vuestro libro. Aunque sigo sin tener muy claro lo de ficción absurda.
También de Christopher Moore en ULAD: El ángel más tonto del mundo
domingo, 24 de marzo de 2013
Jaime Rubio: El problema de la bala
Idioma original: español
Año de publicación: 2012
Valoración: está bien
Hace ya bastantes años empecé a seguir un blog de humor absurdo llamado La decadencia del ingenio. Hace algunos meses empecé a seguir a un twittero gracioso, de un humor bastante absurdo, llamado Jaime Rubio. Hace algunas semanas descubrí dos cosas: que Jaime Rubio es el autor del blog La decadencia del ingenio, y que es también el autor de tres novelas de humor absurdo (como era de esperar): La decadencia del ingenio, El secreto de mi éxito y El problema de la bala. Cuando vi que la tercera estaba disponible en la página Libro de Notas a un precio más que asequible (ahora cuesta 2,40€, pero creo que yo la compré de oferta por 1€...) me decidí a probar...
Me gustaría hacer una aclaración antes de pasar a hablar del libro: creo que hay dos cosas que son especialmente difíciles para un escritor: escribir una escena de sexo sin caer en lo cursi ni lo pornográfico; y hacer reír al lector sin caer en el humor fácil de caca culo pedo pis. Son pocos los libros con los que recuerdo haberme reído (no una sonrisa irónica de complicidad, sino una carcajada que se oiga desde la habitación de al lado): así a bote pronto me acuerdo de haberme reido con Sin noticias de Gurb, con Wilt de Tom Sharpe, con algunos relatos de Woody Allen y Groucho Marx... y sí, lo confieso, con algunos pasajes del Quijote. Digo esto para que se ponga en perspectiva todo lo que voy a decir a continuación sobre la novela de Jaime Rubio.
Porque El problema de la bala es (¿ya lo había dicho?) una novela de humor absurdo, un poco en la línea de Christopher Moore. El protagonista de la novela decide un buen día suicidarse pegándose un tiro, sin saber que ese será solo el principio de sus problemas: acusado de asesinato (porque de hecho ha matado a una persona), debe enfrentarse simultáneamente a su propia putrefacción y a un proceso judicial rocambolesco en el que acabará sentenciado a muerte (otra vez) y recluido en la cárcel Modelo a espera de que se cumpla la sentencia.
Que conste que la novela me ha entretenido, que es para lo que se compra y se lee una novela como estas. Así que, en ese sentido, prueba superada, Jaime Rubio. Ahora, la mayor pega que le pongo al texto es que el humor que utiliza es muy blando, muy blanco, me habría gustado que fuese más incisivo y más ácido, y que no recurriese tanto a determinados tópicos o estereotipos (los abogados solo quieren dinero, los políticos son unos idiotas corruptos, etc.). He echado en falta en la mezcla un poco de Ricky Gervais o de Masaenfurecida, por decirlo así. O un poco más de absurdez, aunque parezca mentira leyendo el argumento de la obra del párrafo anterior. En algunas páginas da la impresión de que se acaba el impulso de la idea inicial y se sigue leyendo un poco por inercia, a la espera de que el tono remonte...
Y es una pena, porque tengo la impresión de que no haría falta mucho para afilar el texto, solo una dosis de ironía al estilo de Ambrose Bierce (cuando se pone irónico) o de sátira a lo Jonathan Swift (cuando se pone satírico). Recuerdo por ejempo un pasaje en que un personaje dice (aproximadamente, cito de memoria): "Usted no es perfecto: estudiaba Filosofía y seguro que se hizo algunos enemigos en la Facultad"; con haber cortado la frase después de "Usted no es perfecto: estudiaba Filosofía", ya habría sido más gracioso (aunque también más ofensivo para miles de estudiantes de Filosofía everywhere, claro).
En fin, que es una novela divertida, alocada, entretenida pero blandita. No descarto en algún momento (dentro de algún tiempo) comprarme alguna otra del mismo autor, aunque, entre tanto, me contentaré con seguir a Jaime Rubio en su blog y en Twitter.
Año de publicación: 2012
Valoración: está bien
Hace ya bastantes años empecé a seguir un blog de humor absurdo llamado La decadencia del ingenio. Hace algunos meses empecé a seguir a un twittero gracioso, de un humor bastante absurdo, llamado Jaime Rubio. Hace algunas semanas descubrí dos cosas: que Jaime Rubio es el autor del blog La decadencia del ingenio, y que es también el autor de tres novelas de humor absurdo (como era de esperar): La decadencia del ingenio, El secreto de mi éxito y El problema de la bala. Cuando vi que la tercera estaba disponible en la página Libro de Notas a un precio más que asequible (ahora cuesta 2,40€, pero creo que yo la compré de oferta por 1€...) me decidí a probar...
Me gustaría hacer una aclaración antes de pasar a hablar del libro: creo que hay dos cosas que son especialmente difíciles para un escritor: escribir una escena de sexo sin caer en lo cursi ni lo pornográfico; y hacer reír al lector sin caer en el humor fácil de caca culo pedo pis. Son pocos los libros con los que recuerdo haberme reído (no una sonrisa irónica de complicidad, sino una carcajada que se oiga desde la habitación de al lado): así a bote pronto me acuerdo de haberme reido con Sin noticias de Gurb, con Wilt de Tom Sharpe, con algunos relatos de Woody Allen y Groucho Marx... y sí, lo confieso, con algunos pasajes del Quijote. Digo esto para que se ponga en perspectiva todo lo que voy a decir a continuación sobre la novela de Jaime Rubio.
Porque El problema de la bala es (¿ya lo había dicho?) una novela de humor absurdo, un poco en la línea de Christopher Moore. El protagonista de la novela decide un buen día suicidarse pegándose un tiro, sin saber que ese será solo el principio de sus problemas: acusado de asesinato (porque de hecho ha matado a una persona), debe enfrentarse simultáneamente a su propia putrefacción y a un proceso judicial rocambolesco en el que acabará sentenciado a muerte (otra vez) y recluido en la cárcel Modelo a espera de que se cumpla la sentencia.
Que conste que la novela me ha entretenido, que es para lo que se compra y se lee una novela como estas. Así que, en ese sentido, prueba superada, Jaime Rubio. Ahora, la mayor pega que le pongo al texto es que el humor que utiliza es muy blando, muy blanco, me habría gustado que fuese más incisivo y más ácido, y que no recurriese tanto a determinados tópicos o estereotipos (los abogados solo quieren dinero, los políticos son unos idiotas corruptos, etc.). He echado en falta en la mezcla un poco de Ricky Gervais o de Masaenfurecida, por decirlo así. O un poco más de absurdez, aunque parezca mentira leyendo el argumento de la obra del párrafo anterior. En algunas páginas da la impresión de que se acaba el impulso de la idea inicial y se sigue leyendo un poco por inercia, a la espera de que el tono remonte...
Y es una pena, porque tengo la impresión de que no haría falta mucho para afilar el texto, solo una dosis de ironía al estilo de Ambrose Bierce (cuando se pone irónico) o de sátira a lo Jonathan Swift (cuando se pone satírico). Recuerdo por ejempo un pasaje en que un personaje dice (aproximadamente, cito de memoria): "Usted no es perfecto: estudiaba Filosofía y seguro que se hizo algunos enemigos en la Facultad"; con haber cortado la frase después de "Usted no es perfecto: estudiaba Filosofía", ya habría sido más gracioso (aunque también más ofensivo para miles de estudiantes de Filosofía everywhere, claro).
En fin, que es una novela divertida, alocada, entretenida pero blandita. No descarto en algún momento (dentro de algún tiempo) comprarme alguna otra del mismo autor, aunque, entre tanto, me contentaré con seguir a Jaime Rubio en su blog y en Twitter.
lunes, 18 de diciembre de 2023
2023 en libros. El único veredicto que vale
¡Pues sí, amigos! Llega el día en que todas las listas de "lo mejor de 2023" palidecen, pese al título de la entrada, ante la proverbial independencia, modestia y buen gusto de los reseñistas de ULAD. Porque no estamos ante la lista de los invitados a la boda del crítico de turno (no, Babelia y El Cultural, no estamos diciendo que vosotros hagáis eso) y porque no pretendemos sentar cátedra diciendo qué es lo mejor que se ha publicado en 2023 (¡coño, que hay tropecientas mil novedades y habremos leído un 0,0001%!). Esto solamente es, nada más y nada menos, lo mejor que hemos leído en 2023.
No podemos dar paso a la lista sin antes recordar lo que para nosotros ha sido la peor noticia que nos ha podido dejar este 2023: el fallecimiento, en el mes de agosto, de nuestro compañero Emilio. Las reseñas que dejó programadas y que hemos ido publicando estos últimos meses dan idea de lo que para Emilio fueron sus mejores lecturas del año.
Sin más, aquí tenéis nuestro dictamen
El veredicto de Koldo (por ahora):
- Relecturas del año: La insoportable levedad del ser (Milan Kundera), El general del ejército muerto (Ismail Kadaré) y Las muertas (Jorge Ibargüengoitia).
- Crónicas y Memorias para desmemoriados: El largo viaje (Jorge Semprún) y Sonámbulos (Christopher Clark).
- Biografías: Último tren a Memphis: La construcción del mito y La destrucción del hombre (Peter Guralnick) y Alexandra Kollontai (Helene Carrere D'Encausse).
- Libro de viajes: De la Groenlandia al Pacífico (Knud Rasmussen).
- Novelas piraña: Los de Bilbao nacen donde quieren (María Larrea), Kudryavka, Perra de pelo rizado (Xenia García) y Vivir deprisa (Brigitte Giraud).
- Zoom: El occiso (María Virginia Estenssoro).
- Literatura y ciencia: MANIAC (Benjamín Labatut)
- Novela escrita por hijo de escritor ultramegafamoso que no desmerece a la obra de su padre: El volcán (Klaus Mann).
La sentencia de Juan:
- Relecturas del año: Nuestros antepasados y Palomar del inconmensurable Italo Calvino.
- Librazos con dibujitos: Ronson de César Sebastián, Primavera para Madrid de Magius, y From Hell de Alan Moore y Eddie Campbell.
- Culebrones familiares (nazi-familiar y chino-familiar, respectivamente): La fábrica de canallas de Chris Kraus y Bélver Yin de Jesús Ferrero.
- Novela policiaca y de miedito (o viceversa): Dientes rojos de Jesús Cañadas.
- Novela histórica y de miedito (o viceversa): El Terror de Dan Simmonds.
- Novela sólo de miedito (más o menos): Acércate de Sara Gran.
- Novelas cortas pero matonas: Trenes rigurosamente vigilados de Bohumil Hrabal y El ocaso de los dioses de la estepa de Ismaíl Kadaré y Guerra de Louis-Ferdinand Céline.
- Libros de (se supone que) no ficción: Una salida honrosa de Éric Vuillard, Meditaciones de cine de Quentin Tarantino y El malestar de las ciudades de Jorge Dioni López.
- Libro más esperado del año (y no es porque sea del padre fundador de este blog): El edificio, de Santi Pérez Isasi.
- Leeré en 2024 (con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide): lo nuevo de Mónica Ojeda.
Palabra de Oriol:
- Mejor novela: La sumisa de Fiódor M. Dostoievski.
- Otras novelas sumamente reivindicables: La llave de Junichirō Tanizaki, El premio de las damas de Gyula Krúdy, El caminante de Natsume Soseki, Mar de fondo de Patricia Higsmith, La fortaleza de Meša Selimović, Estío de Edith Wharton, Cowboy de medianoche de James Leo Herlihy y Bestias de Joyce Carol Oates.
- Mejores antologías: Avió en vol ras de J. G. Ballard, El signo de los tiempos de Oda Sakunosakue, Espacio vital de James Alan McPherson y La companyia dels llops de Angela Carter.
- Experiencias lectoras extravagantes, curiosas e intensas: Modulorama de VV.AA., La estatua que tiembla de Tamara Romero, El frasquito de Luis Gusmán, El unicornio de Javier Tomeo y Tres ritos cenobitas de Helen Bakú.
- Gamberradas que parecen escritas para mí: Cromosoma Splatter de VV.AA., Polipiel de Alba Lucero y El sheriff Goodman contra Pinhead... de Takeshi García-Ashirogi.
- Clásico que ha envejecido bastante bien: El estudiante de Salamanca de José de Espronceda (también recomiendo sobremanera su adaptación al cómic titulada Montemar).
- Clásico que no me ha encandilado: Prometeo encadenado de Esquilo.
- Cero sorpresas en no ficción, aunque El arte de tener razón de Arthur Schopenhauer tiene su gracia y enjundia.
La sentencia de Francesc:
No muy bien habrá ido la cosa cuando he tenido que revisitar mis reseñas para poder componer esta lista. Así que
- Recuerdos que prevalecen sin excesivo esfuerzo, o sea, MUY BIEN: Material de construcción de Eider Rodríguez, o cómo lidiar bien, literariamente, con la pérdida, y Les voltes del món de Tuli Márquez, a ver si el mundo editorial se entera del talento de este hombre y se le traduce al español.
- Demasiados ensayos que se han quedado a medias o que me ha dado la impresión de que no conectan profundamente con la realidad, así que no los mencionaré. La realidad no lo pone fácil, cambiando cada dos por tres.
- Alguna biografía musical que tiene más pulsación narrativa que mucha narrativa, como Bobby Gillespie en Un chaval del barrio o Jarvis Cocker en Buen Pop Mal Pop
- Extraño reencuentro por partida doble con Houellebecq, del cual Unos meses de mi vida me ha mostrado una sorprendente actitud frágil y victimista. Curioso que su acercamiento a sí mismo le haya hecho desenfocar su aguda visión de la sociedad.
- Y a ver si las cosas mejoran. O sea, que los tótems atinen o que las eternas promesas se consoliden. Ya, por favor.
El panegírico de Santi
En un año de bastantes pocas lecturas (una vez más), afortunadamente ha habido algunas buenas o muy buenas:
- Novela española del año: La mala costumbre de Alana Portero
- Mejores novelas hispanoamericanas: Tengo miedo torero de Pedro Lemebel y El invencible verano de Liliana, de Cristina Rivera Garza
- Mejor novela portuguesa: Luanda, Lisboa, Paraíso de Djaimilia Pereira de Almeida
- Novela internacional (y necesaria): Un detalle menor de Adania Shibli
- Bastante ciencia ficción, nacional e internacional: Así se pierde la guerra del tiempo de Amal El-Mohar y Max Gladstone; El árbol viene de Munir Hachemi, De nuevo centauro de Katixa Agirre
- Relectura del año: Ehun metro (Cien metros) de Ramón Saizarbitoria.
- Decepción del año (sobre todo por lo exagerado que fue el hype): Los destrozos de Bret Easton Ellis
Resolución (recurrible) de Carlos
- Podio de la Novela: Los suicidas, de Antonio Di Benedetto (oro), Corrección, de Thomas Bernhard (plata, reseña en unos días), Las ciegas hormigas, de Ramiro Pinilla (bronce)
- Clásicos y Teatro: poca cosa, y como para no celebrarlo demasiado: Eneida, de Virgilio, y La ópera de cuatro cuartos, de Bertolt Brecht
- Ciencia: Las diez claves de la realidad, de Frank Wilczek
- Música y mundillo cultural: Bulbancha, de Jacobo Rivero
- Historia: La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, de Robert Darnton
- Viajes: Sesenta semanas en el trópico, de Antonio Escohotado
- Literatura bélica: ex-aequo Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, y La batalla del Ebro, de Jorge M. Reverte
- Pensamiento/Sociología: El gran teatro del mundo, de Philipp Blom
- Arte: 20 toneladas, de Luis Izquierdo-Mosso
El dictamen de Marc:
- Libro del año: «Un caballero en Moscú», de Amor Towles
- Ensayo del año: «La supervivencia de los más ricos», de Douglas Rushkoff
- Grandes consolidaciones en narrativa: Xavier Mas Craviotto, por «La pell del món»
- Descubrimientos del año (autores): Byung-Chul Han con «La expulsión de lo distinto»
- Caerán más libros de: Clarice Lispector, Siri Hustvedt, Amor Towles, Paul Auster
- Propósitos para el 2024: más poesía, continuar con más ensayo y reencontrarme con la narrativa tras un año sin grandes lecturas
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