Paolo Valdivia

En un mundo cada vez más digitalizado, la seguridad cibernética se ha convertido en una prioridad para individuos, empresas y gobiernos. Las amenazas digitales evolucionan constantemente, y una de las más preocupantes en los últimos años es el uso de deepfakes, una tecnología basada en inteligencia artificial que permite crear videos, imágenes y audios falsos de personas, simulando de manera convincente sus rostros, voces y gestos. Esta herramienta, aunque inicialmente desarrollada con fines creativos y de entretenimiento, ha mostrado su potencial para ser usada de manera malintencionada, especialmente en la suplantación de identidad.

En Tecnología de El Comercio, hemos podido conversar con Isabel Manjarrez, investigadora en seguridad en , quien nos ha compartido su visión sobre este tema, brindando una serie de recomendaciones para protegerse de los riesgos asociados a los deepfakes, así como de otras amenazas relacionadas con el uso indebido de datos biométricos. En esta entrevista, la especialidas destaca la importancia de la atención a los detalles, la necesidad de medidas de seguridad adicionales y la urgencia de educar a la población sobre los peligros que la inteligencia artificial puede representar, especialmente en regiones vulnerables tanto del Perú como de Latinoamérica.

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Entendiendo el fenómeno de los deepfakes

Los deepfakes son una de las manifestaciones más recientes y sofisticadas de la inteligencia artificial. Utilizan redes neuronales generativas, un tipo de IA que puede aprender a replicar patrones complejos, como los movimientos faciales o el tono de voz de una persona, a partir de grandes cantidades de datos. Esta tecnología ha permitido la creación de videos en los que figuras públicas parecen decir o hacer cosas que nunca ocurrieron en realidad. Desde escenas de películas alteradas hasta discursos políticos falsificados, los deepfakes han generado preocupación por su capacidad de engañar a la audiencia.

Manjarrez subraya que, si bien esta tecnología puede tener aplicaciones legítimas, su uso indebido plantea graves riesgos. “El principal peligro de los deepfakes radica en su capacidad para suplantar la identidad de personas, especialmente de figuras públicas o influyentes. Esto no solo afecta la privacidad y la reputación de las víctimas, sino que también puede ser utilizado para fraudes, desinformación y chantaje”, explica.

Claves para detectar un deepfake

Protegerse de un deepfake requiere un ojo atento y la capacidad de identificar detalles sutiles. Según Manjarrez, hay varios indicios que pueden revelar la naturaleza falsa de un video o imagen. “Uno de los primeros aspectos a observar es el parpadeo inexistente o anormal. Las personas parpadean de manera regular, pero muchos deepfakes no replican este comportamiento de manera natural. Otro signo a tener en cuenta es la sincronización de los labios con las palabras. Si los labios no coinciden perfectamente con lo que se está diciendo, es probable que estemos frente a un deepfake”, advierte.

Además, la investigadora destaca la importancia de prestar atención al contexto en el que se presenta el contenido. “Si el video o la imagen parece fuera de lugar o el contexto no coincide con la persona que está siendo representada, es un foco rojo. Por ejemplo, si vemos a un actor o a una figura financiera diciendo algo que contradice su imagen pública o profesional, debemos cuestionar la autenticidad de ese contenido.”

El futuro de los deepfakes y sus riesgos

El avance de la tecnología de deepfake plantea un escenario preocupante para el futuro. Manjarrez considera que los deepfakes pueden afectar a diversos sectores, desde la política hasta las finanzas, pasando por el entretenimiento y las relaciones personales. “En un futuro cercano, podríamos ver un aumento en el uso de deepfakes para engañar y manipular a las personas. Esto podría llevar a situaciones en las que no podamos confiar en lo que vemos, escuchamos o leemos, lo que minaría la confianza en las comunicaciones digitales”, señala.

Uno de los mayores riesgos es la suplantación de identidad, especialmente cuando se combina con otros tipos de datos personales, como la información biométrica. “Imagina que un deepfake de una figura pública es utilizado para manipular los mercados financieros o influir en la opinión pública antes de unas elecciones. Los daños potenciales son enormes”, alerta Manjarrez.

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¿Es el Face ID realmente seguro?

El uso de datos biométricos, como el reconocimiento facial (Face ID), se ha popularizado como una medida de seguridad en dispositivos móviles y aplicaciones. Sin embargo, Manjarrez advierte que esta tecnología no es infalible. “El Face ID, aunque es una herramienta útil, no es 100% seguro. De hecho, podría convertirse en un riesgo si no se complementa con otras medidas de seguridad. Si una banda criminal logra acceder a nuestros datos biométricos, podrían utilizarlos para suplantar nuestra identidad y cometer delitos en nuestro nombre”, explica.

El Face ID podría ser usada como una herramienta para perpetrar crímenes en caso de robo del dispositivo. (Foto: Apple)
El Face ID podría ser usada como una herramienta para perpetrar crímenes en caso de robo del dispositivo. (Foto: Apple)

Manjarrez recomienda que, además de utilizar el Face ID, los usuarios implementen una segunda capa de seguridad, como una contraseña o PIN adicional. “En particular, las aplicaciones financieras deben contar con múltiples capas de seguridad para proteger la información sensible de los usuarios. Confiar únicamente en el Face ID no es suficiente para garantizar la protección de nuestros datos”, insiste.

La importancia de proteger nuestros datos personales

Otro aspecto crucial que destaca Manjarrez es el riesgo de compartir datos personales en la red, especialmente a través de redes sociales o aplicaciones de mensajería. “Es muy común ver a personas compartiendo selfies con sus pasaportes o identificaciones, sin darse cuenta de que están entregando llaves adicionales a los atacantes. Estos datos pueden ser utilizados para crear deepfakes o cometer fraudes de identidad”, advierte.

La experta en seguridad recomienda ser extremadamente cauteloso al compartir cualquier tipo de información personal en línea. “Es importante preguntarnos qué datos estamos compartiendo y quién tiene acceso a ellos. Debemos limitar al máximo la exposición de nuestros datos más sensibles y, si es posible, evitar compartir información como identificaciones o datos biométricos en plataformas digitales”, aconseja.

Las aplicaciones de efectos y su potencial peligro

En los últimos años, aplicaciones que permiten crear efectos visuales, cambiar el aspecto de las personas o incluso generar deepfakes han ganado popularidad. Sin embargo, Manjarrez alerta que estas aplicaciones, aunque divertidas, pueden representar un peligro para los usuarios. “Muchas de estas aplicaciones recopilan una gran cantidad de datos personales, incluyendo imágenes y videos, que pueden ser utilizados para crear deepfakes o para otros fines malintencionados”, explica.

Uno de los principales riesgos es que los usuarios a menudo no son conscientes de los permisos que otorgan a estas aplicaciones. “Es fundamental que revisemos y comprendamos qué permisos estamos concediendo. Por ejemplo, si solo queremos editar una fotografía, no deberíamos otorgar acceso a todas nuestras imágenes o a nuestros mensajes. Debemos ser selectivos y conscientes de la información que compartimos con estas aplicaciones”, aconseja Manjarrez.

Recomendaciones para evitar ser víctima de deepfakes

Para protegernos de los riesgos asociados a los deepfakes y otras amenazas digitales, Manjarrez ofrece una serie de recomendaciones prácticas. En primer lugar, es esencial ser crítico con el contenido que consumimos en línea. “No debemos aceptar ciegamente todo lo que vemos o escuchamos en Internet. Siempre es importante verificar la fuente del contenido y cuestionar su autenticidad”, subraya.

Además, es crucial educarse sobre los riesgos digitales y cómo protegerse de ellos. “La educación es nuestra mejor defensa. Debemos informarnos sobre cómo funcionan los deepfakes y otras tecnologías similares, y aprender a identificar los signos de manipulación. También es importante compartir este conocimiento con nuestros seres queridos, especialmente con aquellos que son más vulnerables, como los niños, niñas y adultos mayores”, añade.

Finalmente, Manjarrez recomienda limitar la cantidad de datos personales que compartimos en línea y ser cautelosos con las aplicaciones que utilizamos. “No debemos otorgar permisos innecesarios a las aplicaciones y siempre debemos revisar y comprender qué tipo de datos estamos compartiendo. La privacidad es un derecho, y debemos protegerla activamente”, concluye.

El desafío de la regulación de los deepfakes

Uno de los mayores desafíos en la lucha contra los deepfakes es la regulación. Manjarrez explica que la tecnología avanza a un ritmo mucho más rápido que las leyes, lo que crea una brecha difícil de cerrar. “Aunque ya existen algunos avances en la regulación de los deepfakes, aún queda mucho por hacer. Es necesario que los gobiernos trabajen en conjunto con expertos en tecnología y ética para desarrollar marcos legales que protejan a las personas de los riesgos asociados a esta tecnología”, comenta.

Además, Manjarrez señala que en Latinoamérica, la situación es aún más compleja debido a la falta de conocimiento y educación sobre estos temas. “Nuestra región es particularmente vulnerable a los ataques de inteligencia artificial, ya que muchas personas no están al tanto de los riesgos que implican. Es crucial que las autoridades y las organizaciones trabajen para educar a la población y desarrollar regulaciones que aborden estas nuevas amenazas”, concluye.

En conclusión

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, es vital que estemos siempre un paso adelante en la protección de nuestra privacidad y seguridad digital. Los deepfakes y otras amenazas relacionadas con la inteligencia artificial no son solo un desafío técnico, sino también un reto para nuestra capacidad de discernir la realidad de la ficción. Tal como lo expone Isabel Manjarrez, la clave está en la educación, la precaución y la adopción de medidas de seguridad adicionales. La privacidad y la seguridad digital no son solo responsabilidades de las empresas tecnológicas, sino también de cada uno de nosotros como usuarios conscientes.

La vulnerabilidad de regiones como Latinoamérica ante estas amenazas subraya la importancia de un esfuerzo colectivo, tanto a nivel gubernamental como individual, para cerrar la brecha entre el avance tecnológico y la capacidad de protegernos frente a él. La conversación sobre los deepfakes, los datos biométricos y la ciberseguridad es crucial y debe ser continua, para que podamos navegar el futuro digital con confianza y seguridad.