José Antonio Bragayrac

La contundencia ofensiva de la selección peruana puede resumirse en el minuto 80 del partido en Quito. Balón largo en tres cuartos de cancha y Santiago Ormeño, que debía pelear la posición en base a su talla y destreza aérea, apenas mira la pelota y la deja pasar para comodidad del rival. En la jugada siguiente se repite el pelotazo y Ormeño esta vez si atina a pelear el esférico, aunque torpemente. Su pericia para vencer a Yordy Reyna en el PlayStation no pudo ser revalidada en la cancha. Luego, como ante Colombia, estuvo Aldo Corzo para arengar luego del pitazo final, aliviado tal vez porque a diferencia de lo sucedido en Lima, en el estadio Rodrigo Paz Delgado no hubo nadie que le reclame algún cambio ni tuvo que ensayar explicaciones para justificar al técnico Fossati.