jueves, 18 de marzo de 2010

Principios para gestionar el cambio

Se ha hecho realidad algo que no es nada original pero que los tiempos que corren exigen que nos planteemos, de verdad. Me refiero a la necesidad de gestionar el cambio en nuestras organizaciones, algo que, supuestamente, siempre nos ha parecido evidente pero que siempre ha sido una opción más a seguir en aras de ser más o menos modernos o innovadores.

Paradójicamente, esto que es a todas luces tan claro, choca con el caudal de la cultura organizativa que fluye desde hace tiempo y nos obliga a remontar penosamente, como salmones, el cauce de lo que siempre hemos hecho y de aquello en lo que siempre hemos creído, y aquí nos tienes expuestos a todo tipo de peligros a cada salto que damos, siendo incierta la posibilidad de salir con vida y acabar desovando en algún meandro tranquilo y protegido de las corrientes.

Este nuevo mundo en el que ya vivimos exige que nos replanteemos seriamente la concepción clásica que tenemos de las personas, de los grupos y de las organizaciones. Y es que, siguiendo con la metáfora fluvial [escribo esto desde una zona que me inspira…], nuestras concepciones de siempre han llegado al delta donde las tranquilas aguas se confunden y se diluyen en la inmensidad de un mar que… ¿cómo decirlo?... va de otro palo y sabe distinto.

A la hora de abordar un proyecto de cambio organizativo es muy importante detenerse un momento y armarse de una serie de principios que nos inspiren y ayuden a enfocarlo. Hemos de concretar una serie de premisas que estén en consonancia con el entorno que nos rodea, conformen nuestra mirada, nos aporten criterios y doten de sentido a nuestra actuación.

De las posibles ideas/principios de los que partir y, aprovechando la reflexión realizada en el marco de un proyecto artesano con un exsocioysinembargoamigo, quiero resaltar estas:
  • Conocimiento: Es en la organización donde reside el conocimiento y la capacidad para adecuar sus actuaciones a los requerimientos y a las necesidades cambiantes de su entorno; y este conocimiento está distribuido entre todas y cada una de las personas que la conforman. Hay que llevar a cabo actuaciones para transformar el conocimiento tácito en explícito.
  • Disposición: El cambio organizativo está normalmente determinado por el entorno y tanto la organización como las personas están inmersas en él y, por tanto, lo conocen y están dispuestas a aceptarlo.
  • Confianza: La confianza en las personas es la base para su participación y ésta, a su vez, fundamental para el cambio. Implicar en el cambio supone no dudar de la capacidad de las personas para percibir que es necesario cambiar.
  • Conversación: La conversación es la comunicación más efectiva. Las conversaciones entre seres humanos suenan como humanas y tienen voz humana. Si las conversaciones son humanas, sus opiniones, sus chistes, sus argumentos, sus perspectivas, son usualmente abiertas y naturales, ¿por qué cambiarlo? [del Manifiesto Cluetrain]
  • Participación: Las plazas son el centro por excelencia de la vida de las comunidades. En ellas se concentra la conversación a través de una variedad de actividades. Hay que crear el equivalente de plazas públicas en la organización para favorecer la conversación y, por ende, la participación de la mayoría de las personas.
  • Liderazgo: Liderar consiste fundamentalmente en movilizar y aprovechar los liderazgos que existen en todos los niveles de la organización. Se trata de diluir el Yo entre el Nosotros.
  • Innovación abierta: La innovación se genera a través de la conversación y, especialmente, gracias a la conversación con terceros. Las fuentes de innovación no se encuentran tanto en el interior de las corporaciones como en las ideas de sus usuarios, clientes y colaboradores.
  • Aprendizaje extendido: El protagonismo de la formación dirigida y encapsulada en entornos cerrados y controlables, como las escuelas y las aulas, en una sociedad hiper-comunicada y de abundancia de información, cede paso a un modelo centrado en el aprendizaje autónomo y personal alimentado por un sinnúmero de canales abiertos.
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    La foto es de Antonio Devilla y podéis ver su serie aquí.

sábado, 13 de marzo de 2010

Evaluar[nos]

Desde que nos incorporamos y echamos a andar hemos supuesto que lo hacemos bien [lo de andar] simplemente porque conseguimos trasladarnos de un sitio a otro, sin caernos y sin llamar la atención del prójimo por el modo de hacerlo… No obstante, si algún día nos descalzáramos y mirásemos por dónde se desgasta más la suela de nuestros zapatos, much@s de nosotr@s deduciríamos que no andamos tan bien y que, a largo plazo, nos estamos jugando la salud de nuestras rodillas, de la columna o de cualquier otra parte relacionada de nuestra arquitectura. De hacerlo [evaluar cómo andamos] podríamos poner remedio antes de que fuera demasiado tarde.

Esta analogía tan sencilla que relacionamos continuamente con nuestros procesos de revisión y mejora continua de productos o servicios es lógica hasta cierto punto ya que no solemos aplicarla a ciertas situaciones críticas y que, sin embargo, son relevantes para la cultura de equipo, para la toma de decisiones y para la gestión del preciado recurso-tiempo… me refiero a las reuniones de trabajo.

He adquirido la sana costumbre, que además intento transmitir a aquellas personas con las que colaboro, de evaluar todas las reuniones realizadas con un equipo de trabajo. El procedimiento que sigo es muy sencillo:
  • Me reservo los últimos 10-15 minutos de la reunión y propongo algo como:
  • “Si os parece, podríamos valorar la marcha de la reunión, si ha sido útil, si ha sido dinámica, si el tiempo que hemos tenido era el suficiente, si se ha mantenido un ambiente que invitaba al trabajo… Vamos a pensar en ello y decidamos, cada un@, una nota del 0 al 10."
  • A continuación “me levanto” [importante poder levantarse en una reunión…] y anoto en una pizarra o rotafolios las puntuación de cada persona del grupo de trabajo. Eso suele llevar poco tiempo y, afortunadamente, vivimos en un país donde cuesta dar el 10…
  • Una vez anotado le pido a cada un@ qué ha echado de menos en la reunión para llegar al 10.
  • Recojo en el rotafolios/pizarra cada una de las aportaciones. No abro debate, las anoto así, sin más y cierro la reunión.
  • Envío lo más pronto posible, vía e-mail, las aportaciones recogidas a cada uno de los participantes en la reunión.
  • Muy importante, la siguiente reunión la empiezo recitando las aportaciones recogidas en la última y así sucesivamente…


A parte de ser sencilla, realmente me está siendo muy útil esta forma de hacer. Y es que… [muy] de vez en cuando, conviene mirarse los zapatos y ver como caminamos para poder seguir haciéndolo…

jueves, 4 de marzo de 2010

Dolor

Hace ahora más de 20 años, cuando atendía a pacientes protegiéndome con la capa de una ciencia en ciernes, recuerdo que, para mantenerme inexpresivo ante el dolor ajeno, jugaba con el pié con un cajón de mi mesa, el auténtico recurso para que no se me partiera el alma.

Hoy mi actividad es muy distinta, pero una parte importante de mi trabajo como consultor es contener el problema de mi cliente. He tardado tiempo en darme cuenta de que asumir la búsqueda de la solución a una situación determinada, ya de por sí supone un tanto por ciento muy elevado del alivio de quien requiere de mi colaboración…un alivio que casi se puede tocar.

Siempre había pensado que eran las metodologías, las técnicas que conocía o el saber que tenía lo que contaba pero, hoy por hoy, sé que lo que ofrezco a aquellos con quien trabajo es, básicamente, el tiempo que no tienen para concentrase en determinados temas, la casuística [mi gran acervo] de la que dispongo y, sobre todo, el contener su demanda, sobre todo eso… liberarlos del monto de ansiedad relacionado con buscar la solución a un problema… eso me lo quedo yo.

No me quejo de ello ya que, me guste o no, he orientado mi vida a hacer eso, y aunque la cualidad de la ansiedad es muy distinta de aquella que respiraba en mis comienzos profesionales, a veces… muy pocas veces, trabajando con algunas organizaciones me veo expuesto a ese dolor de las personas que cada vez me cuesta más digerir y… echo tanto de menos aquel cajón…