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Conocí a Saborit durante las sesiones del Congreso de Jóvenes Filósofos que se celebró, precisamente, en Oviedo, en el año 1990. Yo presentaba una comunicación sobre Jean Baudrillard y Saborit se encontraba entre el (escaso) público asistente. Mi alocución la recuerdo como un auténtico despropósito argumental; sin embargo, mi pasión verbal y mi vehemencia al parecer le resultaron simpáticas, y tuvo la gentileza de, durante el turno de preguntas, hacerme una para -recuerdo perfectamente sus palabras- "apagar un poco el fuego" que acaba de arder ante sus ojos. Durante los días siguientes trabamos amistad y, ya de vuelta a nuestra Cataluña natal, me hizo llegar su libro El plat preferit dels cucs. Ese libro tuve el honor de traducirlo al castellano para Trea hace un par de años, una tarea que se me antojó de una justicia poética descomunal.
La lectura del libro de Saborit con 22 años me abrió los ojos y las puertas de la mente. Su estilo irónico y humorístico, su trabada escritura (luego descubrí que deudora de los moralistas franceses, cuya pasión me contagió), su autoexigencia racional y su mirada fértil, atenta a los sentidos ocultos en los inanes episodios cotidianos, me indujeron por imitación a sentarme al teclado y pergeñar mi propio libro, Apología de Román, cuya deuda con el de Saborit resultará, para quien llegue a tener ocasión de leerlo, harto evidente, cuando no escandalosa.
Pocos años después, en 1995, tuve el honor de publicar en Los Trabajos de Sísifo (una humilde editorial artesanal, pero pionera en la fórmula del print-on-demand, ahora en boga) el opúsculo de Saborit Un gato portugués, que antes había aparecido en catalán. De la obra no recuerdo que se vendieran apenas ejemplares, pero aún conservo el regusto agridulce del intrépido editor que tiene bastante con botar el barco y lanzarse a navegar por el mar, aunque nunca regrese a puerto con pesca suficiente para alimentarse.
Con mi mudanza a Andalucía perdí el contacto directo con Saborit, aunque ocasionalmente hablábamos por correo electrónico. Cuando abrí El Aforista, y como no podía ser menos, le pedí a Saborit unos textos para la revista, ya que es de bien nacidos ser agradecidos y pagar las deudas contraídas, aunque sea de una forma pírrica y simbólica. El resultado aún está en línea y puede leerse aquí.
Poco después, le comenté a Saborit la posibilidad de publicar alguno de sus libros de aforismos, traduciéndolo yo mismo al castellano. Una vez aceptó mi propuesta, le trasladé el proyecto a Álvaro Díaz Huici (editor de Trea), quien la acogió de inmediato de manera entusiasta. Poco tiempo después, aparecía El plato preferido de los gusanos, con mi nombre y el de Saborit de la mano en la portada. Mi alegría no podía ser mayor, claro, no tanto -aunque también- por aliarme ya para siempre con el de mi admirado amigo y escritor, sino por el mero hecho de que pudieran ser leídas sus creaciones en el idioma que compartimos centenares de millones de personas en todo el mundo.
Por todo lo narrado, la aparición de Los colores de la paradoja, de nuevo en Trea (esta vez, en versión directa del propio autor), me reporta una nueva ocasión para la alegría, así como para animar a quien aún no lo conozca a adentrarse en la lectura de este escritor único, singular, irreductible a ninguna categoría conocida, una persona a la que el destino quiso hacerme conocer y el mutuo cariño me ha permitido frecuentar, hasta ahora mismo.
Enciclopedia de libros españoles de aforismos
Inauguramos nueva sección, en la que vamos a empezar a recopilar los mejores aforismos de los libros escritos por autores nacidos o residentes en España, y publicados en nuestro país a partir del año 2010 en adelante. Lo hacemos para reunir en un único espacio virtual la más ingente cantidad de información posible sobre este tema, a modo de "enciclopedia" para su consulta por parte de cualquier interesado o estudioso en el futuro. Las primera obras que incorporamos son los libros de Carlos Marzal, Ana Pérez Cañamares, Manuel Neila, Victoria León, José Luis Morante, Ander Mayora, Jordi Doce, Dionisia García, Fernando Menéndez, Erika Martínez, Felix Trull, José Antonio Santano, Emilio López Medina, Carmen Canet, José Ángel Cilleruelo, Pedro Roso, Antonio Rivero Taravillo, Miguel Ángel Arcas, Gabriel Insausti y Mario Pérez Antolín, entre otros.
Los aforistas que se ocupan de Dios
Una somera lectura de los libros publicados en España en los últimos años, y ciñéndonos exclusivamente al siglo XXI, nos permite afirmar, de manera taxativa, que los aforistas españoles vivos, contra la impresión apresurada, sí se ocupan de Dios. A propósito de la publicación de la antología Las cosas que no son. Los aforistas y Dios por parte de Libros al Albur, reunimos un puñado de aforismos sobre Dios escritos por Juan Kruz, José Luis García Martín, Gregorio Luri o Jesús Cotta, entre otros.
De poetas (a) aforistas
El Aforista comienza una ronda de entrevistas con poetas que, en algún momento, se sintieron atraídos por el género más breve y empezaron a escribir aforismos hasta incorporarlos a su quehacer cotidiano. Empezamos con Ana Pérez Cañamares, León Molina y José Luis Morante. Continuaremos con Antonio Rivero Taravillo, Erika Martínez, Raquel Vázquez y Miguel Ángel Arcas.
Cioran: la pausa del espíritu
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Pessoa: aprender a no ser nadie
La obra y la personalidad de Fernando Pessoa han sido sobradamente estudiadas, analizadas e incluso desmenuzadas desde que, en 1982, se diera a conocer uno de los títulos mayúsculos del siglo XX, su proteico y deforme Libro del desasosiego. La pluralidad y heterogeneidad del autor eran, no sólo conocidas, sino fomentadas por él mismo, así que sería ocioso abundar de nuevo en ello. Aun así, tal vez se haya incidido excesivamente en su gusto por los heterónimos desde la perspectiva de la multiplicación de la identidad personal, orillando el hecho de que, detrás de ella, late un proyecto de destrucción de la misma, una verdadera tarea de conquista del anonimato esencial del ser humano.
Gil-Albert: el placer de discurrir
Un arte de vivir es un volumen misceláneo, compuesto por anotaciones dispersas entre las cuales los aforismos tienen un papel destacado, donde Juan Gil-Albert (Alcoi, 1904-Valencia, 1994) "escribe, como si se tratara de un dietario personal", en palabras de Claudia Simón, aquellas reflexiones en bruto que luego darían pie, o no, a algunos de sus poemas, ensayos o artículos de prensa. Ese carácter primario, un tanto visceral, nos permite acceder a la intimidad del escritor desde una perspectiva nueva, la cual ya habíamos avizorado en su Breviarium vitae. Son sus disquisiciones, aun inspiradas en la España de su época, de total actualidad, plenamente vigentes, lo cual nos informa, para nuestro espanto, de lo poco que cambian algunas naciones por mucho que muden sus estructuras políticas, y para nuestro consuelo, de lo mucho que perviven los buenos textos cuando apuntan a lo esencial.
Hiram Barrios: "El aforismo es una suerte de épica posmoderna"
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Los sofismas de Vicente Núñez
Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002) empezó a publicar sus peculiares 'sofismas' en octubre de 1987, y siguió haciéndolo prácticamente hasta su muerte en las páginas de los periódicos Córdoba y El Correo de Andalucía. Según indica Miguel Casado, "se trata de tiradas breves, que recogen en cada caso ocho o diez frases, sin una especial ordenación ni alguna clase de afinidad temática". Estos sofismas se recogieron en volumen en varias ocasiones: Sofisma (1994), Entimema (1997) o Sorites (2000). El propio Casado publicó la antología Nuevos sofismas (Germania, Alzira, 2001), en la cual agrupaba los aforismos por temas, a modo de diccionario extravagante; con ello muchas de las anotaciones se iluminaban entre sí, logrando una apariencia sistemática que tal vez no había buscado conscientemente el autor (lo cual no significa que no existiera). En El Aforista compartimos algunos de los aforismos de este libro que más nos han llamado la atención.
Karl Kraus: el artista es el Otro
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María Zambrano: la entraña del cielo
En el libro titulado Dictados y sentencias (Edhasa, Barcelona, 1999), Antoni Marí realizó una selección de frases entresacadas de las obras de María Zambrano, tal vez la autora más densa, honda y audaz del pensamiento español de todos los tiempos. La exigencia de claridad que la propia Zambrano planteaba como horizonte moral y conceptual de la filosofía se traduce en un estilo con sobreabundancia de expresiones rotundas, apodícticas, válidas por sí mismas aunque deudoras de una cosmovisión que las ilumina y dignifica. Es por ello que la operación desnaturalizadora de Marí, y en general de todas las antologías que destilan aforismos a partir de textos de otra naturaleza, encuentra en este caso una plena justificación, tanto filosófica como poética.