Demi Moore
Prólogo al libro-poema EL INFIERNO DE LA SIMETRÍA
de José Martín Carmona
Cáceres, Ediciones Liliputienses, 2025
Parpadea el cerebro caliente del estómago de la vaca del camarero caballero. No siempre un poema extraviado se reconstruye con sintagmas pero la gran complejidad de El Infierno de la Simetría así lo exige. Así, nos advierten que hubo un lugar para los versos y que una mujer, adanista, era el Gran Bolsillo del Espacio. ¿Nos hallamos ante un guion, ante un diario, ante los apuntes que se toman en la sala discreta de la vieja morgue? El poema, el libro poema, se interroga a sí mismo sobre razones que van de la filosofía a la filología, incurriendo, a veces, en fatídicas ansias homosexuales en una acción que recuerda los cantes de ida y vuelta. ¡Qué gran poema bibliográfico, cambiante, voluble! El Mendigo Cósmico, la Gran Peluquería de Caballeros de Valeriano, personajes, escenarios, donde se sumerge la acción y, en especial, la hermenéutica de la acción. He dicho que nos advierten, esa es la fórmula, la advertencia del cambio, de la permuta, de la simulación, del engaño. El poema avanza, se vislumbra un final planetario que exige algunas explicaciones a los lectores poco dotados, se nos dice que El Infierno de la Simetría revela la fascinación y el terror del autor a la reconciliación de los fragmentos de la unidad perdida. Pero no vamos a revelar nada, nada de un final senil y trágico; sólo una nota acerca de la simetría, ese capricho, esa exigencia pequeño burguesa que repugna a José Martín Carmona, ese relato que él quizá escuchara, desde una perspectiva de eternidad, de los labios del más funesto de sus mayores, el terror a entrar en la cocina del apartamento de la Costa Dorada por si los dos trapos, colgados de los tres ganchos situados junto al frigorífico, no guardaban simetría. Difícil poema El Infierno.., confieso sentirme alucinado, incluso los lectores bregados en infinitas lecturas caemos ahora desvanecidos sobre las cromáticas baldosas del cuarto de baño, incapaces de llegar a la pila del lavabo para refrescarnos un rostro que ya nunca más será el nuestro tras haber leído este texto deslumbrante, temerario, magnífico.
Ferrer Lerín, enero 2025.
En Jaén, en enero de 2011, durante unas jornadas dedicadas a la fotografía y a la literatura, propongo a Ouka Leele rodar, en el Prepirineo oscense, un cortometraje, de posible título Una entrevista, cuyo contenido le avanzo. Parece entusiasmada, pero pocos días después, ya ella en Madrid y yo en Jaca, cuando le envío la sinopsis del guion y fotografías de diversas carroñadas, se asusta y renuncia.
Una entrevista
En el monte: una mesa rectangular y dos sillas.
En un extremo de la mesa el entrevistador: Ouka Leele caracterizada de periodista hombre.
En el otro extremo el entrevistado: yo mismo, famoso recogedor de cadáveres de animales y humanos atropellados.
Los buitres bajan (del cielo) a comer (despojos de carnicería y matadero) en torno a la mesa en la que se hallan entrevistador y entrevistado imperturbables.
Los buitres se han ido. El entrevistador y el entrevistado siguen a lo suyo pero al aproximarse la cámara se descubre que les faltan pedazos de carne en las manos y en el rostro.
Carroñada en el Prepirineo oscense
Un interesante fenómeno premonitorio. Cuando en 1971 redacto el poema “Descenso al mar”, Purificación Lara Siscar Peiró aún no ha nacido; lo hará, en el Grao de Gandía, Valencia, en 1977. En 2016 coincidimos como ponentes en las Conversaciones de Formentor, y compruebo alborozado que ella es la protagonista, la heroína, del texto, y que, en concreto, son sus brazos los que se citan. Cuando se lo digo parece gustarle.
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Descenso al mar
De Sinatra a mi calle a través de la muchacha de las medias negras y el cabello flotante.
That’s life.
Qué cita y qué amor en la encrucijada.
Pienso en su uniforme y yo en el instante preciso deslizo entre sus manos el billete esperado.
Acude puntual.
No sé realmente lo que digo y ella sacude la cabeza y ríe.
Da igual.
Lo cierto es que me ama y me siento capaz de todo.
Bajamos hasta el muelle.
Hasta las tiendas árabes.
El cielo estrecho se llena de vencejos.
Le compro un abrigo.
Salimos al mar y bajo el giro del faro beso sus brazos.
Brazos de oro con sabor a rape.
Ella llora ahora.
La hora del llanto llega.
Pero estaba prevenido.
Voy hacia el buque varado.
Qué luz en el lugar.
Se oyen gaviotas y la dulce música de los yates la hace soñar
Le hablo de cuando mi padre calafateaba.
Del linaje.
De Beatriz Guido.
Parece animada.
Puede llegar hasta la bocana.
Y hasta el profundo significado de las palabras.
Allá la veo bien.
Su figura se recorta en el ocaso y me hundo en las aguas.
Quisiera emerger con el mayor mero.
O con la esperanza de toda una vida.
Pero ella huye en la espera.
Y nada hay que la haga volver.
Ni mi alarido en la noche.
Ni la promesa de no mentir.
Dice algo desde la escalerilla.
Algo a no sé quién que la ayuda.
Cuando el motor ruge parece que empiezo a morir.
Eso debe de ser.
Morir en las aguas.
Hermoso final.
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Glosario
Purificación Lara Siscar Peiró es, en la actualidad, presentadora de Televisión Española. Licenciada en comunicación audiovisual, trabajó inicialmente en Canal 9 de Valencia y posteriormente en Nova, uno de los canales del grupo Antena 3.
SISCAR: lugar pródigo en siscas, siendo “sisca” un nombre local de “carrizo”.
Carrizo (Phragmites australis): planta gramínea, indígena de España, con raíz larga, rastrera y dulce, tallo de dos metros, hojas planas lineares y lanceoladas, y flores en panojas anchas y copudas. Se cría cerca del agua. Sus hojas sirven para forraje, sus tallos para construir cielos rasos y sus panojas para hacer escobas.
Sinónimos: siscar, ciscar, jiscar, liscar, carrizal; sisca, cisca, jisca, lisca, carrizo, cañavera, cañaveta, cañeta, cañota, millaca.
Llano liscar, en la localidad oscense de Bailo, es un enclave de gran interés ornitológico porque en él pueden verse las tres especies occidentales europeas del género Circus: Circus aeruginosus (aguilucho lagunero), Circus pygargus (aguilucho cenizo) y Circus cyaneus (aguilucho pálido).
PEIRÓ: hipocorístico de Pere (Pedro > Perico).
Lara Siscar y sus brazos de rape.
Foto: SEOSM
Macho de aguilucho lagunero
Macho de aguilucho cenizo
Hembra de aguilucho pálido
No es María Isabel “Mabel” Acuña Rodríguez santo de mi devoción. Agresiva, desasosegada, a menudo desafiante, pertenece al grupo de viudas no alegres que se reúnen los jueves en la vieja cafetería Onagro. Ayer, ya de lejos, la divisé. Venía hacia mí. Calibré, midiendo nuestras velocidades, lo que iba a tardar en producirse el encuentro y no vi posible amagar una escaramuza, colarme entre los coche aparcados, meterme en el Callejón del Botocudo o, simplemente, hacer como si no la viera apartándome lateralmente de su línea de progresión dada la amplitud de la acera, incluso reforzando la estratagema sacando el móvil del bolsillo y simulando una llamada. Ya digo, no fue posible, tardé en reaccionar y, además, el ritmo de sus pasos era mayor de lo que yo había calculado. Me miró arrogante, de forma inquisitiva, al tiempo que espetaba (palabra horrible, pero que le conviene a Mabel): “dichosos los ojos... ¿pero sigues viviendo aquí?; alguien comentó que te habías ido definitivamente a Andalucía”. Decidido a cortar el interrogatorio solté el manido: “intento vivir a caballo entre las dos regiones, pero por la distancia, no deja de ser una opción complicada”. Mabel llevaba el brazo derecho caído, rígido, en paralelo al costado, sujetando con las puntas de los dedos un pequeño bolso y, el brazo izquierdo replegado contra el pecho, con la mano a la altura de las solapas del traje chaqueta, como protegiendo un exagerado broche de bisutería, y los dedos, retorciéndose a la manera de un manojo de colas de lagartija, situados, intranquilos, donde comienza el escote. Hice algo que nunca debí hacer, algo en esa línea de cosas que en tiempos eran en mí frecuentes, actos irreflexivos, absurdos, espasmódicos, casi hipercinéticos; lancé mi mano izquierda en dirección a sus dedos nerviosos que, la verdad, resultaban insoportables, para agarrarlos, inmovilizarlos para que dejaran de agitarse de ese modo, de un modo que me incomodaba enormemente. Pero Mabel respondió de modo inesperado, ejecutó con maestría un quiebro rapidísimo. Antes de que mi mano y la suya entrarán en contacto, creyendo quizá que iba a arrebatarle el broche o quizá a manosearle los senos, me arreó un tremendo golpe en los genitales con el pequeño bolso que sujetaba con la mano derecha, bolso cargado, luego se supo, con pedazos de metralla de plomo, de cuando la guerra civil española.
Ese aire de familia que impregna todo el arte parietal, sea Namibia, sea Argelia o sea el Levante español, esa sospechosa coincidencia, en el trazo, que lleva inquietando desde hace décadas a la comunidad científica, ha merecido, por fin, la atención, eso sí confusa, de los servicios oníricos. Mediante IA, y compuestos químicos de última generación, se ha desenmascarado el fraude, se han confirmado las sospechas de que había alguien, y no precisamente neandertal, tras la ejecución de esas obras de arte. Se trataría de un clan, de una secta, que ha ido recorriendo cuevas, abrigos rocosos, galerías subterráneas, cualquier cavidad pintarrajeada torpemente por humanos prehistóricos, para añadir estilizadas figuras de cazadores y bestias. Nadie, en serio, podía creer que los habitantes de esos enclaves, tamaños energúmenos, tamaños seres primordiales, pudieran estar dotados tan finamente para el dibujo; ahora, será curioso conocer, en deseables nuevas sesiones, cuál es la finalidad del timo. Al despertarme, levantarme, y recorrer el largo pasillo que del dormitorio conduce al cuarto de estudio donde me aguarda el ordenador, hago votos para que no se me escapen, para que no se diluyan las escenas, los matices, de la peripecia soñada de la que he sido protagonista; CEO de una organización que aún no sé si es la que pugna por llegar a la verdad o es la que, con fondos y con métodos de disciplina y omertá que remedan la más severa de las mafias, subvenciona a lo más granado del plantel planetario de artistas murales. Pero en uno u otro campo yo milito. Y hablaré.
No recuerdo a instancias de quién surgió este texto. Tampoco dónde se publicó. Sólo sé, por el archivo en el que lo he encontrado, que es anterior a 2010.
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Entrevista capotiana
En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora rescatadas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la verdadera vida, de Francisco Ferrer Lerín.
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-Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Andalucía
-¿Prefiere los animales a la gente?
Por supuesto prefiero los animales, en especial la fauna salvaje.
-¿Es usted cruel?
La
crueldad supone un gran gasto energético. No me interesa.
-¿Tiene
muchos amigos?
No.
-¿Qué
cualidades busca en sus amigos?
Que sepan conversar.
-¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Mis
amigos no, la gente sí.
-¿Es
usted una persona sincera?
No.
-¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No conozco ese concepto 'tiempo libre'; siempre estoy ocupado.
-¿Qué le da más miedo?
Envejecer.
-¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que
aún existan las creencias religiosas.
-Si
no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué
habría hecho?
Hubiera ejercido cualquier otro de mis oficios: ornitólogo de campo, prospector, ginecólogo-dentista, piloto, etc.
-¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
No.
-¿Sabe cocinar?
No.
-Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Sin duda es una pregunta trampa; esa publicación desapareció hace años.
-¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Futuro.
-¿Y la más peligrosa?
Aburrimiento.
-¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Constantemente.
-¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No tengo tendencias políticas, me convencen todos los políticos cuando los escucho, siempre y cuando no defiendan la religión y la destrucción de la naturaleza.
-Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Lagartija.
-Cuáles son sus vicios principales?
Comer
chocolate y frutos secos.
-¿Y sus virtudes?
No
molestar.
-Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La sonrisa de Millán Astray.
Aprendí inglés gracias a las portadas, las carátulas, los estuches de los discos de 45 RPM, las fundas en las que aparecía, junto al título español de la canción, su título original que casi siempre era inglés dada mi preferencia por los Platters, por los Everly Brothers, por Paul Anka, Sonny James, Neil Sedaka, Pat Boone, Roy Orbison, Elvis Presley, y demás genios estadounidenses. Ahora, aprendo portugués gracias a MERCADONA; mientras meriendo voy leyendo los envoltorios de las galletas, del chocolate, del yogur líquido y del resto de productos, etiquetados, rotulados, invariablemente, en expresión bilingüe hispano-portuguesa. La dualidad, el nombre doble, parecido, pero no exacto, es algo consustancial a mi vida… y, por cierto, ahora recuerdo un asunto que me tuvo preocupado durante meses, quizá durante años, el porqué la ópera de Alban Berg se llamaba Wozzeck y su fuente, el drama inconcluso de Georg Büchner, se llamaba Woyzeck. Dicen que fue un error de imprenta en la cubierta de la edición del manuscrito del drama de Büchner, error que transformó el “Woyzeck” original en un espurio “Wozzeck”, grafía leída por Alban Berg y utilizada para su ópera. Quizá sea así pero realmente da igual, quiero decir que lo que me importa es el hecho de la dualidad, la condición doble, casi diría la condición del doble, del sosias, del otro, la copia que se te parece tanto que muchos o todos creen que eres tú, como esa persona que vi sentada en el extremo de la primera fila, pegado a la pared, cuando yo me sentaba en el extremo que daba a la puerta de entrada del salón de actos del Círculo la Unión de la localidad jienense de Torredonjimeno, y que se parecía tanto a mí que al terminar la presentación del número 20 de la revista cultural Órdago, me levanté rápido del asiento para conocerle, para interpelarle, casi para exigirle de forma puede poco educada que me dijera quién era él realmente, porque a todas luces Gregorio Malaca era yo, Gregorio Malaca soy yo.
Fácil es descubrir si el comensal es un gourmet; si pide pan cuando se le ofrece queso o jamón, no lo es. Y otra cosa, el queso cortado en cuñas es práctico desde un punto de vista comercial (envases, aperitivos, etc.), pero ha de cortarse en tacos para degustarlo en condiciones. Y otra cosa más aún, el sexo sigue siendo un tabú.
Produce fatiga hablar y no digamos escribir sobre política y políticos. Mas no me resisto a comentar, eso sí de modo apresurado, ese fenómeno, propio de miembros destacados de la derecha española, en el que se traslada la acentuación de algunos apellidos, convirtiendo, por ejemplo, Suñer en Súñer, Fuster en Fúster y Semper en Sémper, que de esta manera resultan menos vulgares, más elegantes, que a nadie le gusta que le llamen sucio (Suñer / Sunyer podría proceder de un antiquísimo nombre masculino de persona, pero la realidad es que es un término aplicado a un sujeto poco aseado), ni quizá que lo consideren carpintero (‘fuster’ en Cataluña y en partes de Aragón, ‘fustero’ en Aragón e incluso en Castilla la Vieja) y, en cuanto a Semper, es obvia la serie San Pedro, Sampedro, Sampere, Sempere, Semper, nada de nada del eufónico e impostado Sémper, que aún sin tilde, que a menudo la olvidan o la desconocen, es pronunciado como palabra llana, con acento prosódico en la primera sílaba.
Hoy he ido a lo de la renovación del permiso de conducir. Todo bien. Me lo han renovado. Me han cobrado 35 euros, descuento por ser mayor de 70 años, y a la hora de pagar me han dicho que no les funcionaba el lector de tarjetas. En el cambio, del billete de 50 euros, me han preguntado si no me importaba que de los 15 euros de vuelta, 5 euros fueran en monedas, tres de 1 euro y una de 2 euros. Nunca me han gustado las monedas pero he aceptado por acabar de una vez con el dichoso trámite. Al llegar a casa, y cambiarme de ropa, las cuatro monedas han ido a parar al suelo y, rodando rodando, se han desperdigado. A una no la he encontrado. Casualmente, qué mala suerte, la de 2 euros. Así se hacen ricas las mujeres de la limpieza.
Ingresado en el Hospital San Jorge de la ciudad de Huesca, en las interminables horas de espera de no se sabe bien qué, medito, con fluidez, sobre ese sólido concepto denominado “intimidad”, sobre qué es la intimidad en la vida diaria, algo no exigente, normal, dado por hecho, y que aquí, en esta habitación hospitalaria compartida, cobra una singular importancia, cobra sentido a la inversa, por su carencia, de tal modo que me hace rememorar un pasaje de Los bellos sexos indomables, esa obra singular de Douglas Diegues, en el que se habla del cometido de las lavanderas, de lo que tiene de excepcional, porque con sus manos tocan y lavan la suciedad del otro, también sus heridas, apareciendo, además, dicho pasaje, creo recordar, repito, hablo de memoria, tras decir Diegues que si algo perdieron los esclavos, aparte de su apellido, fue la intimidad. O sea que las lavanderas, aquí y ahora enfermeras, profanan impunemente, algunas haciendo gala de esa profanación, el derecho a lo íntimo del que todos disponemos antes de entrar en este edificio sanitario de trato igualatorio y despiadado.
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Vórtex, Anagrama, Barcelona, 2025
Ante todo convendría fijar el alcance del término y, al mismo tiempo, despegarlo de su carga vulgar, cotidiana, cómplice. Me refiero al término ‘aparcada’, el acto en el cual se detiene un automóvil en un lugar solitario para que las personas que lo ocupan puedan dar rienda suelta a sus efusiones eróticas. O sea que tras cenar en un restaurante habitual, uno de los figones vascos de la calle Roger de Flor, Mari Carmen y yo nos montamos en el R12 y nos dirigimos a la parte alta de la ciudad; tomamos la carretera del Tibidabo y paramos en una de las primeras curvas, una curva famosa, idónea para la realización de aparcadas, una curva amplia, un desmonte de tierra con capacidad para varios coches y con orientación sur, con una buena vista de la urbe, a esa hora iluminada, socorrida contemplación que facilita unos primeros comentarios para romper el hielo. Mas no hubo hielo que romper pese a ser nuestra primera aparcada. Mari Carmen abrió el bolso y extrajo un objeto rectangular que no logré identificar por la poca luz y que, así de repente, pensé si no sería una caja de preservativos, pero no, era una grabadora, que colocó sobre el salpicadero. Mari Carmen me miró, y con la voz ronca de las grandes solemnidades y el más profundo de los acentos mallorquines, pronunció las siguientes palabras: “es una grabación, una selección de gemidos durante mis recientes masturbaciones”, y le dio al clic mientras yo le daba al motor de arranque, derrapaba entre una nube de polvo, enfilaba la carretera a una velocidad desconocida, dejaba a la gimiente en su casa y me encerraba yo en la mía. Estaba realmente asustado.
Andan derribando las naves industriales del Polígono Grande de Junín, dicen que para ensanchar la autopista. Un hecho trivial pero que a mí, de repente, me ha traído, casi de forma violenta, un grato recuerdo. Ella, regentaba sola un pequeño almacén de productos de parafarmacia situado en la periferia del polígono. Yo, la visitaba a veces con la excusa de que necesitaba cajas de cartón y, un día, fuera ya de horarios comerciales, la puerta de la calle cerrada, los dos de pie en el fondo del local, le dije que me gustaría abrazarla, y Dora, sin inmutarse, preguntó si quería abrazarla por detrás o quería abrazarla por delante. Fue tan efectiva su reacción que comprendí en aquel instante que el poder de las palabras, en los lances amorosos y en general en todas las actividades humanas, era superior a los gestos y a las miradas.
He comido con el Dr. Angus Calvitorromo. Avanza en su proyecto de casa elástica y me propone implicarme en el mismo. Cuestiones de salud, de edad, cuestiones de carácter geoestratégico, aconsejan que no me implique, pero el proyecto resulta tan atractivo que, consideraciones pecuniarias aparte, he decidido colaborar con Angus, hacerme cargo del apartado artístico del proyecto. Buscaré un nombre. Diseñaré un logo. Elegiré un color. Crearé, en suma, la marca.
Siempre se ha dicho que el conocimiento de disciplinas como la botánica, la entomología, la herpetología, la ornitología, añaden valor, justifican una actividad como la del paseo por el campo, actividad que en sí misma no deja de ser insulsa, aburrida e inútil, como todas las vinculadas al ejercicio del deporte y a sus doctrinas paralelas. Descubrir a los seres vivos que nos rodean, y que son lógicamente más abundantes en espacios periurbanos que en espacios urbanos, proporciona una gratificante experiencia al observador, incluso al que, por prescripción médica, no le queda más remedio que pasear pese a que le resulte profundamente anodina dicha experiencia, hablo de quienes añoran el bullicio inmisericorde de las grandes ciudades. Ahora me escribe un desconocido domador uruguayo, de desconcertante nombre, Ferenc Krasna, para informarme, para agradecerme que le haya introducido en el mundo del Arte Casual (AC), que le haya abierto los ojos ante el gran número de manifestaciones de este concepto artístico que surgen ante el observador atento, eso sí del observador que disponga de cierto grado de conocimientos sobre Arte Contemporáneo. Adjunta foto de una porción del suelo del entorno de su domicilio en Montevideo, suelo que nunca tuvo en cuenta y que, ahora, le produce un gran impacto visual gracias a AC, al lograr que su retina, educada, registre, de modo incuestionable, un evidente, aunque quizá fugaz, hecho artístico. AC aporta pues un plus de interés a ejidos, huertos, ruinas, polígonos industriales, cementerios de coches, calles que se pierden en los campos, uno más de los benéficos efectos obtenidos al adentrarse en ese nuevo concepto que permite ver las cosas de otra manera, que quizá, incluso, enseñe a ver la realidad de otra manera, enseñe a ver, de modo pertinaz, la verdadera realidad.
Maria Schneider, Marlon Brando
El último tango en París (Last Tango in Paris) (1972)
Director: Bernardo Bertolucci
Una lorra
no evita siempre al humano
se sabe
autora de burlas provocantes a risa
porque
no hablamos de la zorra de carne
ni
siquiera
del gato de clavo
hablamos de quien festeja la piltrafa
en los meses de mayo y junio
de quien
como el esclavo puesto de continuo a la tortura
no está libre de cardenales.
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-Amara Montoya Doblas: “No identifico el poema, ¿a qué libro pertenece?”
-Ferrer Lerín: “No tiene libro aún; es un homenaje a ‘lorra’, un hápax.”
-Amara: “Ahora comprendo porque no aparecía “lorra” en mi diccionario. Benditos hápax siempre fugitivos y solitarios.”
-Lerín: “En el famoso opúsculo Sobre el animal cebra que se criaba en España (1752) del Padre Sarmiento se dice que ‘los Golpefares son sitios en que abundan de Lorras’.”
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Golpefares; golpejares; vulpejares; golpeja; vulpeja; vulpécula; vulpes; raboso, a; raposo, a; zorro, a; lorra.
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Golpejar de la Tercia
Se deriva del nombre latino ´Vulpes´ = zorra, y su sufijo abundancial. Es, por tanto, un poblado en cuyo término hay abundancia de raposos. Uno de sus topónimos del monte se llama, precisamente, ´Las raposas´. En la provincia de León existe otro Golpejar, en La Sobarriba.
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-León: Golpejar de la Tercia, Golpejar de la Sobarriba.
-Salamanca: Golpejas, Golpejera.
-La Coruña: Golpa, Golpilleiras–Cambre.
-Lugo: Golpeiras, Golpilleira–Baleira, Golpilleira–Cospeito, Golpilleira–Germade, Golpilleiras–Abadín, Golpilleiras–Castro de Rey, Golpilleiras–Fonsagrada.
-Orense: Golpellás–Calvos de Randín, Golpellás–Paderne de Alariz.
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Hiela sangre, Barcelona, Tusquets, 2013
Ferrer Lerín
UNA LUZ / Ferrer Lerín
GRANTA en español, nueva época, nº 9, 2018
El Boomeran(g), 21 noviembre 2024
https://www.elboomeran.com/francisco-ferrer-lerin/una-luz/
'Existe un punto, en el éter, situado a siete metros en sentido norte de la veleta del campanario, que no ha sido alterado. Ese punto es, en realidad, una esfera, de veinte centímetros de radio, compuesta por aire luminoso, ya que los cuerpos emplumados e impuros de las aves voladoras y la sarna de los murciélagos nunca lo han hollado. De noche es posible ver resplandecer la esfera, suspendida en la nada.’
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Un no-espacio, un espacio-vacío, carece y ha carecido de presencia biológica visible, nunca ha sido ocupado, siquiera en fracciones de segundo, por humanos o animales vertebrados o invertebrados; nunca el hombre, o partes de él, nunca murciélagos, aves o insectos lo cruzaron, atravesaron, profanaron. Dicen que está compuesto de aire de tal pureza que resulta luminoso, quizá por contraste con el aire impuro que lo rodea.