Curva de Laffer

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Curva de Laffer
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Concepto:Cuando las tasas de impuestos son bajas, aumentarlas incrementa los ingresos fiscales. Sin embargo, después de un punto máximo, cualquier incremento adicional en la tasa de impuestos resulta en menos ingresos porque afecta negativamente a la economía.

La curva de Laffer es un concepto económico que muestra la relación entre las tasas de impuestos y la cantidad de ingresos fiscales que el gobierno recauda. Fue popularizada por el economista Arthur Laffer. La idea central es que, a partir de cierto punto, aumentar las tasas de impuestos puede resultar en una disminución de los ingresos fiscales totales. Esto se debe a que tasas de impuestos muy altas pueden desincentivar el trabajo, la inversión y la producción, lo que reduce la base imponible. El autor de la curva de Laffer es el economista estadounidense Arthur Laffer. El concepto fue formulado y popularizado en 1974 durante una reunión con funcionarios de la administración del presidente Gerald Ford

Origen del concepto

En 1974 Laffer, Jude Wanniski -editor asociado de The Wall Street Journal-, Dick Cheney –asistente del Jefe de Gabinete- y Donald Rumsfeld -Jefe de Gabinete- estaban almorzando en un restaurante, conversando sobre la política fiscal de elevar los impuestos del presidente de Estados Unidos, Gerald Ford. En medio de esa discusión, Laffer, para argumentar lo más claramente posible lo erróneas que eran las políticas de subir impuestos de Ford, dibujó en una servilleta una curva, que luego fue conocida como la curva de Laffer, con el objetivo de convencer al jefe de gabinete sobre la conveniencia de bajar los impuestos. La idea que quería ilustrar es que al reducir la carga tributaria la gente tiene más incentivos para pasar al mercado formal, invertir e incrementar sus ingresos.

Laffer dibujó en esta servilleta para ilustrar su teoría de que reducir los impuestos ayuda a incrementar la actividad económica.

Wanniski daría visibilidad a "la curva de Laffer" y la incluiría en un conocido artículo publicado en 1978 en la revista The Public Interest. Poco después, con la llegada al poder de Ronald Reagan en 1980, esta teoría pasaría a la práctica no solo en Estados Unidos, sino en muchas otras partes del mundo. Laffer fue incorporado al equipo de asesores económicos de Reagan, quien en 1981 realizó un importante recorte de impuestos y en 1986 realizó la mayor reforma del sistema impositivo de la historia de Estados Unidos, que incluyó una reducción de 50% a 28% de la tasa máxima aplicable a los individuos.

Desde entonces, la propuesta de rebajar los impuestos para impulsar el crecimiento económico quedó firmemente integrada como parte del credo económico del Partido Republicano.

Es por ello que la curva de Laffer se la asocia normalmente con los partidarios de la llamada Economía de la oferta. La economía de oferta es una escuela de pensamiento macroeconómico que aduce que el bienestar económico total se maximiza reduciendo las barreras impuestas a la producción de bienes y servicios. Laffer y Wanninski han pasado a la historia de la Economía principalmente por su papel en la creación y difusión de este concepto y formaron parte del grupo de asesores económicos de Ronald Reagan durante su etapa como presidente del gobierno de los Estados Unidos durante los años 80.

Aplicación en Estados Unidos

Durante el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) los recortes fiscales incrementaron el déficit, ayudando a aumentar las tasas de interés a 20%, lo que a su vez contribuyó a la recesión que se produjo a continuación. El mercado bursátil cayó más de 20%", reseñó en The New York Times el veterano periodista Steven Rattner, quien para la época del gobierno de Reagan era un joven reportero en ese diario. Desde el punto de vista impositivo, las pérdidas de ingresos fiscales totalizaron 2,9% del Producto Interior Bruto promedio entre 1981 y 1985", añadió.

Años más tarde, tras recibir una economía que venía de disfrutar de cuatro años consecutivos de superávit fiscal, heredados del gobierno de su predecesor Bill Clinton (1993-2001), el presidente George W. Bush anunció en 2001 un amplio paquete de reducciones fiscales que se aplicarían progresivamente y que, luego, fueron reforzados con nuevos recortes en 2003.

En ese gobierno, Rumsfeld y Cheney volverían a tener roles destacados como secretario de defensa y vicepresidente, respectivamente.

De acuerdo con un análisis del Centro sobre Políticas y Prioridades Presupuestarias (CBPP, un centro de investigación con sede en Washington) los más ricos fueron los principales beneficiarios de estas reducciones fiscales: el 1% de los hogares más ricos se ahorraron en promedio unos 570.000 USD entre los años 2004 y 2012, lo que significó un aumento de sus ingresos netos de más de 5% cada año.

Pese a las promesas de los partidarios de los recortes fiscales, la evidencia sugiere que no mejoran el crecimiento económico ni se pagan solos, pero -al contrario- alimentan el déficit, la deuda y contribuyen al aumento de la desigualdad", escribió la inverstigadora Emily Horton en un análisis publicado por el CBPP.

En 2017 el entonces presidente Donald Trump aplicó la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos (Tax Cuts and Jobs Act o TCJA, por sus siglas en inglés). La misma tiene entre sus objetivos implantar una reducción de la tasa impositiva corporativa del 35% al 21% y la eliminación del impuesto mínimo alternativo tambien a las corporaciones.

En un artículo publicado por el destacado economista e investigador William G. Gale en el sitio web del think tank estadounidense Brookings Institutions analiza si el recorte impositivo de 2017, promulgado por la ley TCJA, se ha autoamortizado, es decir, si ha generado suficiente crecimiento económico para compensar la pérdida de ingresos fiscales. El autor concluye que la TCJA no ha logrado autoamortizarse. Aunque hubo un crecimiento económico, los ingresos fiscales fueron significativamente menores a lo proyectado antes de la implementación de la ley. La reducción de impuestos no generó el aumento esperado en salarios, horas trabajadas, rendimientos de inversiones y utilidades empresariales.

Controversia

Algunos críticos han señalado que la reducción de impuestos a los más ricos es inútil a los efectos de dinamizar la economía, toda vez que estos ya tienen abundantes recursos para gastar e invertir a sus anchas.

No hay evidencia que apoye la afirmación de que el recorte se va a pagar solo, dijo a The New York Times Jared Bernstein, uno de los principales asesores económicos de la Casa Blanca durante el gobierno de Barack Obama.

Es cierto que un crecimiento significativamente más rápido generaría más ingresos, pero no hay evidencia empírica que vincule los recortes de impuestos con un crecimiento que sea, al mismo tiempo, más rápido y sostenido", apuntó.

Otra de las principales críticas que se la hacen a la curva de Laffer es el hecho de que la respuesta a los recortes fiscales son impredecibles y pueden variar según el país y el momento, por lo que no hay certeza de que las reducciones de impuestos deriven en una mayor actividad económica.

Fuga de capitales

Si las tasas impositivas son muy altas, pueden desincentivar la inversión y el emprendimiento, lo que lleva a una menor actividad económica y menores ingresos fiscales, tal como lo sugiere la parte derecha de la curva de Laffer. Además, tasas impositivas altas pueden motivar a individuos y empresas a mover su capital fuera del país para evitar esos impuestos, contribuyendo a la fuga de capitales.

Francia

En Francia, por ejemplo, un estudio de su propio Ministerio de Finanzas afirmaba que en 2006, un millonario abandonaba su país cada día para eludir la presión del fisco. Evidentemente, si una persona bien adinerada abandona España cada día, el Estado dejará de percibir la cantidad correspondiente a su Impuesto de patrimonio. Pero, además, tampoco pagará el IVA (Impuesto al Valor Agregado) de sus compras, su IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) y muchos otros tributos. Por lo tanto, es muy posible que, paradójicamente, se pierdan ingresos fiscales. Según Eric Pinchet, autor de un estudio fiscal citado en un artículo del Washingtonpost[1], a costa de conseguir los 2.600 millones de euros que recaudaba cada año, el Estado francés sufría una salida de capitales de 125.000 millones desde 1998.

Noruega

En Noruega tras su victoria electoral en 2021, el Partido Laborista de la nación nórdica cumplió su promesa de gravar a las mayores fortunas. Noruega es uno de los pocos países de la OCDE (Organización para la Coooperación y el Desarrollo Económico) que todavía grava la riqueza neta, y el Partido Laborista aumentó el impuesto sobre el patrimonio del país al 1,1% a pesar de las advertencias de que tal medida desencadenaría la fuga de capitales y amenazaría la creación de empleo. La fuga de capitales es exactamente lo que ha ocurrido, y ha dejado al gobierno noruego con menos ingresos.

El profesor emérito de la Escuela de Negocios noruega Ole Gjems-Onstad calculó que los noruegos acaudalados se llevaron con ellos una fortuna total de 54.000 millones de dólares cuando se marcharon. Esto significa que el impuesto sobre el patrimonio, que se preveía que aumentaría los ingresos en casi 150 millones de dólares anuales, se tradujo en un 40% menos de ingresos de los que genera actualmente. Luca Dellanna, asesor de gestión y autor, señala que Noruega recaudó unos 1.460 millones con su impuesto sobre la riqueza en 2019. Pero el éxodo de los ricos resultaró en una pérdida de ingresos estimada en 594 millones de dólares.

Referencias

Fuentes