La literatura en tiempos del coronavirus. Leer para sobrellevar la vida. Desde el Decamerón hasta Onetti, desde Cervantes a Wilde, ahí están conviviendo la literatura y el encierro, físico o interior, qué más da. Con los tiempos de las redes sociales había perdido la práctica de leer durante horas. No es que haya vuelto a aquella disciplina de hace décadas, pero sí que estoy recobrando un modo pausado de leer que me permite abordar libros más allá de la novela negra o la juvenil, con sus ritmos más acelerados. Quizá por eso, en esta sesquidécada voy a recuperar a Luis Mateo Díez, un clásico de este blog, cuya novela Fantasmas del invierno leí hace quince años.
No sé si los jóvenes, entregados a la vorágine de la multitarea y las recompensas inmediatas, llegarán algún día a conectar con autores que para mí fueron un gozoso descubrimiento. Luis Mateo Díez es un narrador espléndido, un autor que cultiva una prosa deliciosa, más cercana que la de Delibes, más evocadora que la de, por ejemplo, Muñoz Molina. Es un novelista de lo cotidiano que, además, tiene un fino sentido del humor. En Fantasmas del invierno nos traslada a la posguerra de Ordial, su ciudad mítica. No creo que sea su mejor novela, aunque en ella se pueden encontrar todos los elementos de su particular estilo. Sí que es una novela de la desolación, un relato que tal vez nos haga conectar en la distancia de los años con sentimientos actuales. En cualquier caso, recuperar una vez más a Luis Mateo Díez es mi obligación como filólogo y como aficionado a la literatura de calidad. Ojalá estos autores no acaben también confinados en los temarios de literatura de libros de texto o manuales universitarios. Sería una gran pérdida cultural. Confiando en que vosotros, buenos lectores, mantenéis viva la pasión incondicional por la lectura, os deseo un feliz confinamiento literario.