Bueno, pues contra todo pronóstico ya que este verano no pensaba salirme del helado de chocolate, vuelvo con otro helado, también con base de chocolate, pero mucho más suave y con un delicioso toque de avellana.
La Gianduja es una mezcla de chocolate y avellanas nacida en el Piamonte que dio lugar, entre otras delicias a la Nutella. recuerdo que cuando estuve en Turín cada día nos dejaban en la habitación un par de gianduiotti, unos riquísimos bombones rellenos de gianduja que son uno de los productos típicos de la ciudad…eran de verdadero vicio.
Este helado si que os lo puedo recomendar con conocimiento de causa, aunque solamente me he permitido rebañar alguna cuchara o el recipiente de la heladera, seguramente a los que os guste el chocolate-chocolate os parecerá demasiado suave su sabor, pero a mi me ha resultado perfecto: ni la avellana ni el chocolate predominan demasiado pero el conjunto resulta una verdadera delicia.
Por desgracia, hacer fotos de helado en mi cocina en pleno mes de agosto es una tortura, por muy rápida que quiera ir, a los dos minutos empieza a derretirse, con lo que no puedo hacer más de cinco o seis fotografías…creo que los helados que quiera publicar el próximo verano los haré y fotografiaré en enero, a ver si hay suerte!
Estos son los ingredientes:
-185 gr. de avellanas tostadas
-250 ml. de leche entera
-500 ml de nata para montar
-150 gr. de azúcar
-1/4 cucharadita de sal
-115 gr. de chocolate con leche
-5 yemas
-1/4 cucharadita de extracto de vainilla
Así se hace:
Quitar a las avellanas toda la piel posible, y triturarlas en una picadora o batidora.
Calentar la leche en un cazo con la mitad de la nata, el azúcar y la sal. una vez caliente, sin que llegue a hervir, apartar del fuego y añadir las avellanas. Tapar y dejar a temperatura ambiente durante una hora.
En otro cazo, calentar el resto de la nata hasta que empiece a hervir, apartar del fuego y añadir el chocolate con leche troceado, remover hasta que el chocolate esté completamente deshecho.
Poner una muselina sobre un colador y colar la infusión de leche y avellanas sobre un cazo, apretar bien para que pase toda la leche y descartar las avellanas. Volver a calentar la leche.
Poner las yemas en un bol y batirlas, añadir poco a poco la leche caliente sobre las yemas mientras seguimos batiendo. Volver a poner esta mezcla en el cazo y ponerla a fuego suave, removiendo con una espátula hasta que la mezcla empiece a espesar.
Verter esta crema sobre la mezcla de chocolate y nata y mezclar bien, añadir el extracto de vainilla y dejar enfriar, una vez fría, meterla en el frigorífico durante un par de horas al menos para que esté bien fría en el momento de ponerla en la heladera.
Del libro: The Perfect Scoop, de David Lebovitz