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Tartaletas de pera y almendra

marzo 26, 2018
La receta de esta semana es una de esas que lo tiene todo, es muy fácil, requiere poco tiempo y sobre todo, deliciosa. Además no es de esos dulces que empachan y dan un poco de reparo. Al contrario, después de comer una de estas tartaletas es muy probable que apetezca una segunda...aunque eso ya entra en el terreno de la gula.
Aunque las peras no solían llamarme mucho la atención, desde hace poco tiempo he empezado a apreciarlas, sobre todo cuando están bien maduras y dulces, así que cuando vi esta receta de Donna Hay no me pude resistir.
Supongo que solamente con verlas ya os podéis imaginar el hojaldre crujiente, la dulce crema de almendra y el frescor de la pera, todo con un sabor muy suave de sirope de arce. Es importante que el hojaldre quede bien tostadito, así que no tengáis prisa en sacarlas del horno hasta que no tengan un color bastante tostado. ¡Ya veréis como merece la pena!
Precalentar el horno a 200º
Batir en un cuenco la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar y el extracto de vainilla hasta tener una crema. Añadir la yema, la almendra y la harina. mezclar bien. Quedará una pasta bastante espesa.
Pelar las peras, partirlas por la mitad a lo largo, quitarles el corazón y cortar cada mitad en láminas lo más finas posible usando una mandolina o un cuchillo bien afilado.
Poner las dos laminas de hojaldre una sobre la otra y pasar el rodillo para estirarlas ligeramente.
Cortar círculos con un cortapastas de unos 10 cm. y marcar un círculo en el interior de cada disco con un cortapastas algo más pequeño.
Repartir la pasta de almendra sobre los discos de hojaldre sin cubrir la zona del borde.
Cubrir la pasta de almendra con las láminas de pera y pintarlas con sirope de arce con ayuda de una brocha.
Hornear durante unos 15 minutos, volver a pintarlos con sirope de arce y dejarlos en el horno otros 10 minutos, hasta que estén bien tostadas.
Servir templadas o a temperatura ambiente.

Galletas de mantequilla salada con trocitos de chocolate

marzo 12, 2018
Aunque ahora no publico tantas recetas de galletas como en los primeros años de blog ya que a menudo repito las que más nos gustan en casa, me sigue gustando probar alguna nuevas para ir ampliando el repertorio.
Esta vez se trata de unas galletas de mantequilla normales, prácticamente solo harina, azúcar y mantequilla, con la particularidad de que esta vez emplearemos este último ingrediente en su variedad salada, lo que les da un sabor especial muy agradable.
Si os decidís a probarlas ya veréis que no tienen ningún misterio, solamente mezclar los ingredientes y respetar el periodo de enfriado para poder manejar bien la masa.
Si no os apetece trocear el chocolate podéis emplear pepitas de chocolate, aunque no quedarán con el aspecto rústico tan atractivo que da el chocolate troceado.
Partir el chocolate en trozos no muy pequeños.
Trocear en dados la mantequilla recién sacada del frigorífico.
poner la mantequilla en el bol de la amasadora con las dos clases de azúcar y mezclar con la pala durante unos 5 minutos hasta que estén bien mezclados. Añadir la harina y seguir mezclando hasta tener una masa homogénea.
Por último, añadir los trocitos de chocolate, mezclar bien y formar una bola.
Dividir la masa en dos trozos y modelar cada parte en un cilindro de unos 4 ó 5 cm de diámetro, envolverlos en film y dejarlos enfríar en el frigorífico al menos durante dos horas o toda la noche.
Pasado este tiempo, batir el huevo y pincelar con él los cilindros y pasarlos por azúcar moreno.
Cortar los cilindros en rebanadas de 1,5 cm más o menos. Poner un poquito de sal sobre cada una.
Hornear en el horno precalentado a 170º durante unos 15 minutos. Aunque pasado este tiempo aún estén muy blandas, al estar fuera del horno endurecerán.

Bizcocho caprese al limón

febrero 19, 2018
El bizcocho caprese, o "torta caprese" en italiano es un dulce napolitano que debe su nombre a la isla de Capri y del que existen dos versiones, la de chocolate que es la original y más conocida y la de limón con chocolate blanco. Ambas tienen en común estar elaboradas con almendra molida en lugar de harina y el ser un dulce contundente pero delicioso.
Ya se que el chocolate es imbatible para la mayoría, pero yo me atrevo a decir que me quedo con esta versión más fresca aunque también densa y llena de sabor. Aunque antes huía de cualquier receta con chocolate blanco porque no me gusta nada tal cual, me he dado cuenta de que al usarlo en la elaboración de dulces apenas se nota su sabor pero aporta una textura especial maravillosa.
Eso si, os advierto que este bizcocho es verdaderamente adictivo, así que vosotros veréis...
Yo lo he hecho en un molde de 20 cm, pero también quedará bien en uno de 22 cm. no os aconsejo un molde más grande porque quedaría demasiado fino. El tiempo de cocción, además del horno dependerá del tamaño del molde, si es de 22 cm tardará algo menos pero en cualquier caso os aconsejo comprobar si está bien hecho insertando una brocheta en el centro, deberá salir limpia, aunque este bizcocho siempre queda algo húmedo en el centro.
Precalentar el horno a 170º. Engrasar un molde de 20 ó 22 cm y forrar la base con un papel de horno.
Picar finamente el chocolate blanco.
Mezclar en un bol la almendra molida, el azúcar glas, la fécula, la levadura y el chocolate blanco. Añadir la mantequilla fundida y mezclar bien.
En otro bol, o en el recipiente de la amasadora poner los huevos, el azúcar normal, la ralladura de limón y las semillas de vainilla y batir bien a velocidad alta hasta que la mezcla triplique su volumen.
Añadir dos o tres cucharadas del batido a la mezcla de almendra y mezclar para aligerar un poco la mezcla, después unir ambas preparaciones y mezclar suavemente con una espátula hasta tener ua masa lisa.
Verter la mezcla en el molde y hornear durante unos 50/60 minutos.
Al sacarla del horno, esperar diez minutos para desmoldarlo y dejarlo enfriar sobre una rejilla, una vez frío cubrirlo generosamente con azúcar glas.

Canestrelli

febrero 05, 2018
Lo primero, antes de hablaros de estos deliciosos canestrelli es presentaros la nueva cara del blog, mucho más actual y con más fácil acceso a recetas antiguas que a veces se van quedando en el olvido, os aconsejo que uséis el índice y buscador de recetas donde podéis buscar por categorías y donde encontraréis imágenes de todas las recetas. Aún quedan algunas cosas que pulir, pero son pequeños detalles que no afectan a la navegación por el blog.
Este cambio se lo debo a mi querida amiga Maite Martin, una persona maravillosa que lo mismo te enseña una receta acompañada de maravillosas historias, a veces divertidas y a veces de las que te tocan el corazón en su blog Hierbas y especias, que te diseña una plantilla para el blog y te lo deja como un pincel. Así que si estás pensando en darle un nuevo aire a tu blog no dudes en contactar con ella, de regalo te llevarás el poder conocer a una persona extraordinaria.
Y respecto a los canestrelli, poco que decir ya que su aspecto habla por si solo de su suavidad y ternura y de su delicado sabor a vainilla. Desde que los encontré hace tiempo en este blog estaba loca por probarlos pero me faltaba un ingrediente, la fécula de patata que no podía encontrar en Cartagena.
Pero por fin, en mi viaje a las islas Eolias de septiembre pasado la encontré y me traje un paquete junto con algunas otras cosillas "imprescindibles".
Si vosotros tampoco encontrais la fécula de patata supongo que la podreis sustituir por otra fécula, de maíz o de arroz por ejemplo. Otro de los ingredientes que contribuyen a la deliciosa textura de estas galletas son las yemas de huevo cocidas que también están presentes en estas fantásticas galletas húngaras.
Poner en un bol la harina, el azúcar la fécula, la ralladura de limón y las semillas de la vaina de vainilla.
Añadir la mantequilla muy fría y cortada en dados.
Aplastar la yema de los huevos con un tenedor y añadirla al bol.
Trabajar con la punta de los dedos o en la amasadora con la pala hasta que se forme una bola.
Envolver la masa en film de cocina y dejar reposar en el frigorífico al menos durante una hora.
Pasado este tiempo, precalentar el horno a 170º y extender la masa con el rodillo sobre una superficie enharinada o sobre un papel de horno, dejándola con un espesor de un centímetro más o menos.
Cortar con un cortapastas con forma de flor y hacer el agujero central con una boquilla para manga pastelera. Hornear durante unos 15/20 minutos, no deben dorarse.
Al sacarlos del horno, dejarlos enfriar y espolvorearlos abundantemente con azúcar glas.

Calissons

diciembre 16, 2016
Los calissons son unos dulces típicos de La Provenza, más concretamente de la ciudad de Aix-en -Provence, cuyos orígenes parece que se remontan al siglo XII. Se trata de una pasta elaborada con almendra y fruta confitada a la que se le da forma de almendra y se recubre con glasa real. El resultado son unos riquísimos pastelitos semejantes a nuestros mazapanes, aunque con el sabor especial que le confieren las frutas.
La receta original emplea melón confitado, pero también se pueden usar otras frutas confitadas, que es lo que he hecho yo, ya que no he encontrado el melón. Aunque no se trata de un dulce puramente navideño, todos los ingredientes los tenemos a manos en estas fechas, así que me parecen estupendos para incluirlos en nuestra bandeja de dulces.

 Respecto al cortador, casualmente me lo compré en París hace unos meses sin saber siquiera si lo iba a usar, así que al encontrar la receta en el libro À la mère de famille no me he podido resistir a hacerlos. Si no tenéis el cortador, simplemente cortarlos con un cuchillo o un cortapastas dándoles forma de rombo.
Poner el azúcar y el agua a calentar en un cazo.
Poner las frutas con el agua de azahar en una batidora y triturarlas.
Añadir las almendras molidas y la miel y mezclar.
Cuando el agua con el azúcar llegue a 120º, verterla sobre la mezcla y seguir batiendo durante unos dos minutos hasta que se forme una pasta.
Poner la pasta sobre una oblea, cubrirla con un papel de horno y extenderla con el rodillo hasta que tenga un grosor de 1 cm. Retirar el papel de horno y dejar que la pasta se seque al aire hasta el día siguiente.
Preparar el glaseado mezclando la clara de huevo con el azúcar glas, ha de quedar como una pasta algo espesa.
Cortar los calissons con el molde o con un cuchillo (se necesita algo de paciencia porque la masa es algo pegajosa)  Cubrirlos con la glasa con ayuda de un cuchillo o una espátula y hornearlos a 130º durante unos 5 minutos.

Mantecados de avellana

diciembre 08, 2016
 Empezamos la temporada navideña con estos mantecados de avellana que creo que son mis favoritos de entre todas las variedades de mantecados y polvorones que he probado y la verdad es que no sé por qué aún no los había publicado. Por eso este año he querido que esta receta fuera mi primera receta para estas fiestas.
La verdad es que todos los tipos de mantecados y polvorones son facilísimos de elaborar y si no los habéis hecho nunca os sorprenderá su sencillez y sobre todo su delicioso sabor y
estupenda textura, mucho mejor que cualquiera que podáis comprar.
Para tostar la harina, precalentar el horno a 150º. Poner unos 500 gr. de harina en la placa de horno y hornear durante unos 40 minutos, moviéndola de vez en cuando para que se seque por igual. Sacarla en cuanto tenga un color amarillento y dejarla enfríar.
Moler las avellanas con un procesador de alimentos hasta que empiecen a soltar el aceite. Poner en un bol 400 gr. de la harina tostada tamizada, la avellana, la manteca, el azúcar glas también tamizado y la canela. Amasar hasta que todos los ingredientes estén bien mezclados.
Precalentar el horno a 190º. extender la masa con el rodillo hasta que tenga un espesor de un par de centimetros, cortar con un cortapastas redondo y trasladarlos con cuidado a una placa de horno.
Hornear durante unos 30 minutos hasta que empiecen a dorarse.
Una vez fuera del horno, espolvorearlos con azúcar glas y dejarlos enfriar completamente antes de moverlos.

Linzertorte

noviembre 30, 2016
La Linzertorte o Tarta Linzer es una de las tartas clásicas centroeuropeas, en este caso proveniente de la ciudad austriaca de Linz de donde toma su nombre. Es bastante más sencilla de elaborar que otras como la Sacher o la Dobos, ya que se trata simplemente de una base de una especie de masa quebrada enriquecida con frutos secos y rellena de mermelada de frambuesa o grosella.
Como podéis imaginar, el resultado es delicioso, y tiene la ventaja de que su sabor mejora después de varios días, con lo que la podemos preparar con antelación para un día que tengamos invitados a los que sorprender con una tarta digna de la mejor pastelería.

Mezclar en un bol la harina, las avellanas molidas, la levadura, las especias y la sal. Hacer un hueco en el centro y añadir el azúcar glas, las yemas cocidas desmenuzadas, una yema cruda, el kirsch y la mantequilla ablandada.
Mezclar y amasar el tiempo justo para tener una masa lisa. Envolver con film y guardar en el frigorífico durante una hora.
Pasado este tiempo, extender la masa sobre una superficie enharinada o entre dos hojas de papel de horno. Forrar el fondo y las paredes de un molde de tarta de 22 cm.
Esparcir por el fondo las dos galletas molidas y cubrir con la mermelada. Con los restos de la masa, cortar unas tiras de unos 2 cm de ancho y formar un enrejado sobre la mermelada. Poner una tira de masa por el borde.
Barnizar la masa con la yema de huevo restante y poner en el frigorífico durante una media hora.
Precalentar el horno a 190º y hornear la tarta durante unos 35/40 minutos.
Antes de servirla, se puede espolvorear de azúcar glas.

 
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