Blog Murciego: Vuelve la ilusión

Es increíble cómo pueden cambiar las cosas en tan solo doce meses. Todavía guardo el recuerdo amargo de estar en la sala de prensa de La Fonteta y contemplar los rostros totalmente desalmados de David Ferrer y sus jugadores, decepcionados por no haber dado la talla en una fase de grupos donde quedaron eliminados tras perder los seis partidos celebrados en las dos primeras series. Un año después, con el mismo capitán pero alguna modificación en la plantilla, España se quitó la espina firmando una fase de grupos de Copa Davis memorable, gobernando el grupo de la muerte donde Chéquia, Francia y Australia fueron inclinadas por nuestros hombres. Y también por nuestra gente, imposible sin el calor de Valencia y sus gradas. Lo reconozco, había bastante respeto –y un pelín de pesimismo– antes de que arrancara la acción, nada que ver con las sensaciones actuales, donde hasta el más cauto se atreve a soñar en voz alta con una posible reconquista en Málaga.

¿Qué ha pasado para esta revolución? ¿Por qué en septiembre de 2023 nos costaba ganar un simple punto y esta vez no había manera de tosernos? Hay que ser claros, la figura de Carlos Alcaraz es imprescindible para que España pudiera optar al premio final, pero como lo sería cualquier otro equipo en el caso de quitarle a su mayor estrella. Esa luz que desprende el murciano lo ilumina todo, hasta a sus propios compañeros, aunque esta semana la gran atracción fue Roberto Bautista, el encargado de contagiar a los demás en busca de un mismo objetivo. Ahí nació la fe para que Pablo Carreño remontara a Thompson, para que Marcel Granollers se exhibiera en el dobles y para que Pedro Martínez supiera sumar su granito de arena en el momento adecuado. Raquetas de primer nivel, buen estado de forma, motivación al máximo y ese ambiente sano dentro del vestuario que siempre destaca Ferrer ante el micrófono. ¿Y si no se hubiera lesionado Machac? ¿Y si Fils hubiera amarrado aquel juego? ¿Y si la moneda hubiera salido cruz en los dobles? Cuestiones secundarias que no se pueden abordar si antes no cumples con las principales premisas.

Para David Ferrer, el secreto de este éxito responde a uno de esos valores incalculables que solo tienen los deportistas de raza, como tantas veces demostró él mismo en la cancha. “La palabra que define a este equipo es coraje, por sacar adelante los momentos difíciles y ser valientes en situaciones delicadas donde siempre es duro creer en ti mismo. Sin ese coraje que han tenido hubiera sido imposible sacar estos resultados, parece muy fácil decirlo aquí pero luego hay que ponerlo en práctica. De momento no tengo el equipo 100% claro de cara a Málaga, primero tenemos que disfrutar de lo que hemos conseguido aquí en Valencia, lo que sí sé es que esta semana me ha dado una alegría inmensa verles competir, sentir lo comprometidos que estaban. Todos

han formado un gran equipo, eso suma muchos puntos”, valoró el alicantino tras curar la herida de su debut como capitán doce meses atrás.

La figura del capitán, qué poco se habla de ella. Y seguramente sea el propio David el primer encargado de quitarse méritos, pero todos sabemos que si lo hace es por algún motivo. La experiencia que acumuló como jugador no le sirvió en su primer baile al frente del equipo, pero solamente hay que escucharle en una conferencia para darse cuenta de lo importante que es marcar los tiempos, definir el mensaje y jamás perder la fe en su equipo. Que sí, que son los jugadores son los que juegan, ganan y hace el trabajo duro de cada eliminatoria, ese cuento estamos cansados de escucharlo, pero también necesitan a una persona que les haga un seguimiento, les convoque, les haga saltar a la pista y les transmita la confianza necesaria para no ahogarte en el océano que puede llegar a suponer esta competición. Sabe mucho el bueno de Ferru y por eso representa el primer motivo por el que vamos a llegar a Málaga creyendo que todo este posible con este grupo humano.

Han sido temporadas un poco agrias para el tenis español en Copa Davis, separadas de una época donde formato y gloria cabalgaban en la misma dirección: la nuestra. Pero no nos podemos engañar: si ahora llevamos un tiempo sin abrazar la Ensaladera –aparte de estar viviendo un cambio drástico en lo generacional– es porque la figura de Rafa Nadal no vuelto a enfundarse el chándal de nuestra selección desde 2019. Con él hemos ganado todas nuestras Copa Davis, hasta la primera, donde aparecía sujetando la bandera del equipo con tan solo 14 años. Se me ocurre una fantasía en la cabeza: Nadal peleando por su última Ensaladera y Alcaraz por la primera. Suena bien, pero no deja de ser eso, una fantasía. Si David Ferrer consigue ligar estos cabos en Málaga, no me vengáis con Sinners, Aliassimes, De Miñaurs o Sheltons. Con esa dupla, sumada a la de otro Nº1 del mundo como Marcel Granollers, solo se me ocurre una escena para cerrar la temporada. ¡Que llegue ya noviembre!