Netflix

Crítica de "La caída de la Casa Blanca": Conflicto interno para Channing Tatum y Jamie Foxx

Existe una diferencia clave entre "La caída de la Casa Blanca" (White House Down, 2013) y las películas de acción centradas en el patriotismo resurgente, como "Ataque a la Casa Blanca" (2013). Esa diferencia radica en su director: Roland Emmerich. Sí, el mismo que dirigió "Día de la independencia" (1996), "El día después de mañana" (2004) y "2012" (2009). En todas sus películas, Emmerich siempre ha mantenido un tono patriótico tan exagerado que resulta imposible tomarlo en serio.

Crítica de "La caída de la Casa Blanca": Conflicto interno para Channing Tatum y Jamie Foxx
sábado 07 de septiembre de 2024

El núcleo de los relatos de Roland Emmerich siempre gira en torno a las relaciones entre los personajes y los valores del "buen ciudadano americano." Todo está presentado a través de una construcción fantástica y simbólica (por eso, en sus películas, siempre son grandes monumentos estadounidenses los que acaban siendo destruidos). Emmerich no recurre al realismo ni pretende ofrecer un discurso serio. Esto permite la inclusión de momentos de humor al estilo de Arma mortal (Lethal Weapon, 1987) en medio de situaciones de peligro, como ocurre en este caso.

En La caída de la Casa Blanca, el presidente de los Estados Unidos (Jamie Foxx) acaba de retirar sus tropas de Medio Oriente con el objetivo de lograr la paz mundial. Sin embargo, no todos en su país apoyan su visión demócrata. Aquí es donde entra la oposición, presentada de manera homogénea, como si todas las voces en contra fueran una sola: desde los indignados hasta los miembros de la industria armamentista, pasando por padres que han perdido a sus hijos en combate y republicanos. Juntos, orquestan un golpe de Estado disfrazado de ataque terrorista, que a su vez encubre un robo a la Reserva Federal.

Por otro lado, la subtrama más clásica y menos politizada: un exmarine (Channing Tatum) que aspira a unirse al Servicio Secreto lleva a su hija preadolescente —con quien tiene una relación distante— a la Casa Blanca. Dato crucial: la niña es más patriótica que Lincoln y necesita que su padre vuelva a ser un héroe a sus ojos. ¿Adivinen qué pasa?

Uno de los personajes que cuestiona su propio patriotismo es el jefe del Servicio Secreto (James Woods), quien se convierte en villano movido por una venganza personal. Junto a un grupo de mercenarios, que representan la mencionada oposición, invade y toma control del simbólico edificio. Algunos de estos mercenarios, por cierto, son bastante entretenidos.

La gran diferencia entre esta película y otras del mismo estilo radica en Emmerich. Él sabe cómo contar historias. Utiliza la estructura de la "montaña rusa": la primera parte de la película desarrolla lentamente las relaciones entre los personajes, mostrando sus anhelos y conflictos. En la segunda mitad, las situaciones se vuelven cada vez más intensas, hasta que la acción alcanza niveles inverosímiles. Pero para ese momento ya nos hemos encariñado con los personajes, lo que nos lleva a aceptar que sobrevivan de cualquier manera.

Como película de acción, La caída de la Casa Blanca cumple con su cometido: entretiene y ofrece algunas escenas muy bien filmadas. El patriotismo estadounidense es tan exagerado que resulta imposible tomarlo en serio. Basta con pensar en la imagen del terrorista disparando contra el retrato de George Washington o en la del presidente pacifista empuñando un cañón. Ante tales parodias, al menos podemos agradecer que, en esta ocasión, el enemigo proviene del interior del país.

6.0
Te puede interesar
Últimas noticias
MÁS VISTAS