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Crítica de "El auge del humano": Teddy Williams en zona de riesgo

Teddy Williams debuta en el largometraje con una ópera prima provocadora y audaz, donde mantiene la coherencia narrativa y estética que ya había mostrado en sus cortometrajes (Pude ver un puma, El ruido de las estrellas me aturde y Que je tombe tout le temps?), pero esta vez apostando por un enfoque más ambicioso y expansivo.

viernes 06 de septiembre de 2024

El auge del humano (2016) se estructura en tres episodios filmados en diferentes países, unidos por el uso de la tecnología como hilo conductor. En el primer episodio, conocemos a Exe, un joven veinteañero que, tras ser despedido de su trabajo, vaga por espacios que parecen extraños incluso para él. Recorre una Buenos Aires inundada, el depósito de un supermercado, los juegos de una plaza y una habitación oculta, donde las personas se exhiben desnudas y practican sexo oral frente a internautas a cambio de dinero. El nexo con el segundo episodio surge a partir de un video de YouTube, donde unos jóvenes en Mozambique realizan la misma actividad. Aquí entramos en la historia de Alf, quien, en una situación laboral similar a la de Exe, sigue a Archie a través de una selva hasta que su atención se detiene en un hormiguero. Esta mirada, en un inesperado giro, nos lleva a Filipinas, donde se narra la historia de Canh y nuevamente la precariedad laboral aparece como tema central.

El cine de Teddy Williams es tan personal como inquietante. Su estilo puede generar tanto fascinación como rechazo, pero nunca deja indiferente al espectador. Es radical en su propuesta, aunque sin caer en lo críptico, abordando situaciones realistas que, al mismo tiempo, tienen un aire surrealista. Filmado con cámara en mano, luz natural y mayoritariamente utilizando planos secuencia, El auge del humano es una experiencia cinematográfica que desafía cualquier búsqueda de lógica temporal o espacial. Williams construye su relato a través de fragmentos y viñetas, tocando temas como la precariedad laboral en los jóvenes, la dependencia tecnológica y la ambigüedad sexual.

La propuesta es tan única que es difícil compararla con otra obra, salvo con su propio cine. Tras un primer capítulo de enorme potencia, que sorprende al espectador con una apertura a nuevas formas narrativas, la película pierde algo de fuerza cuando el dispositivo se revela y la sorpresa inicial es reemplazada por una mayor previsibilidad. Sin embargo, siempre habrá escenas memorables, como la cámara entrando en el hormiguero o la poesía visual de los chicos en el río de Filipinas.

El auge del humano no pretende contar una historia lineal ni ofrecer una lógica clara, sino todo lo contrario. Es un ejercicio cinematográfico que invita a ser experimentado sin buscar explicaciones, sino simplemente dejándose llevar por su singular propuesta visual y narrativa.

8.0
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