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miércoles, 22 de mayo de 2019

LOS OJOS CON MUCHA NOCHE (EMILIO CALDERÓN)


Los ojos con mucha noche
Emilio Calderón


 Título: Los ojos con mucha noche
Autor: Emilio Calderón
Editorial: Algaida, 2018
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 372

viernes, 11 de noviembre de 2016

LA SANGRE DE LOS CRUCIFICADOS (FÉLIX G. MODROÑO)

La sangre de los crucificados
Félix G. Modroño





FICHA TÉCNICA

Título: La sangre de los crucificados
Autor: Félix G. Modroño
Editorial: Algaida, 2007
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 348








Editorial: Algaida, 2010
Encuadernación: Tapa blanda, bolsillo
Páginas: 384
PVP: 3,00 €





jueves, 3 de diciembre de 2015

SIN EPITAFIO (FRANCISCO JOSÉ JURADO)

Sin epitafio

Francisco José Jurado




FICHA TÉCNICA

Título: Sin epitafio
Autor: Fancisco José Jurado
Editorial: Algaida, 2015
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 409
PVP: 18,00 €






FRANCISCO JOSÉ JURADO

De él nos cuenta la editorial en la solapa interior lo siguiente:

Francisco José Jurado (Córdoba, 1967) es licenciado en Derecho, aunque nunca ha ejercido la abogacía, pues pronto encaminó sus pasos hacia el mundo de la gestión cultural. Comenzó a escribir en 1988 y desde entonces ha obtenido casi un centenar de premios, menciones y accésit en certámenes de novela corta y relatos de ámbito nacional e internacional.

En 2009 publicó Benegas, un libro de relatos entrelazados que tuvo una excelente acogida de crítica y público y con el que consiguió ser finalista del Premio NOVELPOL a la mejor obra de género negro editada en España ese año, y del Premio Brigada 21 al mejor autor debutante.

Sin epitafio supone el esperado regreso de este singular inspector de Homicidios en una novela larga.



Un nuevo caso para el inspector Benegas


ARGUMENTO


¿Cuántas autopsias habría visto en su vida?, se preguntó intentando racionalizar el creciente desasosiego, interiorizando que quizás Espadas, el comisario jefe, estuviese en lo cierto. “Unas cuantas”, se dijo. ¿Y cuántos muertos a lo largo de su carrera? “Otros cuantos más”, se repitió. De hecho unos cuantos más de “demasiados muertos”, eso es lo que arrastraba en su historial el inspector Benegas. Sin embargo, pocas veces una imagen lo había impactado tanto como la que acababa de ver en la sala de disección de Pozo, su forense de confianza, como le gustaba llamarlo. (Página 12)

En un coche calcinado y sin cabeza, aparece el cadáver de un delincuente habitual. En apariencia parece obra de narcotraficantes. Pero cuando posteriormente aparece el cadáver de una mujer de clase acomodada y que presenta un peculiar corte en su abdomen como el que se encontró en el anterior cadáver, hace evidente que los tiros van por otro derrotero.
Del caso se ocupará el inspector Benegas. Una investigación que nos llevará nada más y nada menos que a la caída del temple, un suceso del que la segunda víctima estaba haciendo un estudio.

Y cómo no, con las presiones y las prisas que los casos mediáticos terminan imponiendo:
-Y cuanto antes, ¡eh, Pozo!; rapidito, que ya vamos tarde con toda esta historia del muerto sin nombre, sin esquela y sin epitafio. (Página 13)


SIN EPITAFIO


En Sin epitafio, el inspector Benegas aparece en una novela, porque en la entrega anterior se trataba de relatos. La primera duda que puede surgir es hasta qué punto es independiente esta novela Mi experiencia tras leerla, es que es perfectamente comprensible, que sin haber leído los relatos anteriores es perfectamente comprensible y disfrutable.

Como buena novela negra, hay un personaje que es el motor de la historia, o tal vez sería mejor hablar de la serie, puesto que de eso es de lo que tiene vocación esta novela.
Sin duda el inspector Benegas cumple sobradamente este papel, pues es un personaje bien dibujado, creíble, con una personalidad muy bien marcada y lo suficientemente atractiva como para tras leer Sin epitafio esperar una próxima entrega.
Eso sí, las pinceladas para conocerlo se nos dan de un modo salpicado y disperso a lo largo de la lectura. De hecho de su vocación se nos habla en el último cuarto de la novela (tal vez porque de ella se hablaba en los relatos):
Y por eso se acordó de su padre, de aquel hombre recto y duro, estricto y marcial hasta la intransigencia por quien él, en realidad, se había hecho finalmente policía. Por su padre, o para ser más exactos, para llevarle la contraria a su padre. (Página 324)

También es al final del libro cuando se nos habla del comienzo de su carrera, allá por la época de la transición:
Se intuían nuevos tiempos cuando Benegas accedió al Cuerpo. Harían falta, por tanto, nuevos métodos y vendrían bien caras nuevas a las que no les hubiera dado demasiado el sol. Él hizo todo lo que pudo, y creía haber puesto su grano de arena en todo aquel marasmo que llamamos Transición hacia no se sabe dónde. (Página 325)

Ante todo, Benegas en un hombre honrado, entregado en exclusiva a su trabajo, pasando de posibles prebendas o chanchullos a los que podría acceder con él:
Benegas pensó: “Yo, por ejemplo; yo no tengo nada, ni por ahí ni por aquí”, nunca le gustaron los chanchullos para sacarse un sobresueldo, pero Olga Matas ya le había dejado bien claro que él, de tan honrado, probo y cabal como era, empezaba a deslizarse peligrosamente hacia la categoría de medio tonto. (Página 286)

No tendremos que enfrentarnos (es de agradecer) al típico alcohólico o drogadicto. Sabemos que está separado de su mujer, pero tampoco hay aquí el típico trauma, pues no han llegado a divorciarse y mantienen una relación de mucha cordialidad. Simplemente viven en casas separadas. Es más, de pura normalidad se pasa el inspector Benegas, cuya forma de relajación y concentración es pasear por las calles del centro cordobés.
Unos se relajan en el gimnasio o con las cartas. A otros les basta con el humo de un cigarrillo, le había dicho Olga Matas. Y algunas se refugian en una sesión de peluquería. Muy bien. Pues a él, al inspector Benegas, le gustaba pasear, perderse entre piedras milenarias. Ese era su truco para medio entender su propio universo. (Página 262)

Una novela en la que no faltan alusiones a la novela de género negro:
-Venga, Andrés, mastica y traga. Eso de que los polis somos unos gourmets finos no se lo creen ni los que escriben las novelas. No sé de dónde sacan esos tíos que podamos tener gustos tan refinados. Yo no tengo tiempo ni para entrenarlos. Alguien que escribe algo así no ha estado en una comisaría en su puta vida. (Página 68)

A noveluchas del género (aunque también sería aplicable a muhas series televisivas)
Tampoco con la comparativa de los casquillos habían tenido suerte, prosiguió Marita, pero Benegas no esperaba nada por ahí; tales facilidades y/o felices coincidencias no ocurrían ni en esas noveluchas de intriga Britihs de serie B. (Página 72)

Ironía con respecto a algunas frases como la que sigue. Ironía máxima pues ese el precisamente el título que le pone al capítulo:
A las niñas ricas les gustan los canallas, todos lo sabemos”, siguió Benegas hilando sus pensamientos. Como título para un capítulo no estaba mal, pero si se le ocurría incluirla en su informe como sesuda deducción criminológica, le quitaban la placa. ((Página 106)

Aunque no abunden los golpes de humor, la novela no está exenta de alguno de ellos:
Nosotros no tenenos ninguna teoría, Benegas, para eso ya estáis vosotros y los economistas. (Página 60)

Un mundo muy peculiar el benegiano:
Entonces se dio cuenta. Ató cabos y se dio perfecta cuenta. Fue apenas un parpasegundo, famosa y muy compleja unidad de medición temporal típicamente benegiana que iba más allá de un simple abrir y cerrar de ojos, como pudiera pensarse, y que podríamos definir científicamente como un certero y fulminante golpe de pensamiento, de esos que se tienen muy pocas veces a lo largo de una temporada, e incluso de una vida. (Página 303)


Esa es la otra peculiaridad de la novela: su ambientación, porque la gran protagonistas de la novela es Córdoba, una ciudad por la que no se cansa de pasear el inspector Benegas:
Córdoba es una ciudad tan bonita, tan dulcemente serena y hermosa, que no se merece a alguno de sus habitantes”, se dijo el inspector contemplando una belleza, sin dejar de pensar en el caso, en todos los implicados y en ninguno en particular. (Página 269)


La novela se mueve en dos planos temporales: por una parte en la actualidad. Por otra parte, nos remonta unos siglos atrás, a la desaparición de la orden templaria gracias a los tejemanejes del rey de Francia y el Papa de Roma. Aunque podáis pensar al comenzar la novela que esta parte del pasado es importante, en realidad lo que cuenta es lo de hoy, siendo el pasado un simple complemento del presente.
Basta si no ver lo que el autor cuenta a través de sus personajes de las supuestas sagas templarias:
-Si, bueno, estas cosas de los templarios y la Edad Media... En fin, dan mucho juego. (…)
-Todos esos libros suelen resumirse en cuatro palabras: una sarta de bobadas. Se lo digo yo. Y de mentiras que sólo sirven para engañar a quien se deje. Y también para que algún espabilado se gane los cuartos embaucando a la gente, claro. (Página 329)



IMPRESIÓN PERSONAL


Me ha gustado la novela, por la normalidad de su protagonista (repetiré si es posible con una nueva entrega cuando la haya), por su ambientación en Córdoba y por el estilo narrativo del autor. Un estilo que es muy descriptivo, al menos en la primera parte según va presentando a los personajes de la novela. Probablemente eso frene un poco el ritmo, algo que, a medida que transcurre la acción, se soluciona, pues entonces sí que nos encontraremos con un ágil ritmo narrativo.
Basta con ver como describe a uno de los tres policías que trabaja con Benegas:
Llevaba Marita ese día el pelo suelto, rozándole los hombros en rítmico vaivén coordinado con sus caderas, un suéter ajustado de color azul ficha de parchís, fular a juego en tono más claro sin llegar a celeste y unos jeans medio gastados que se le adherían al cuerpo mejor que su verdadera piel. Remataba con unas botas marrones de montar, también ajadas por el uso que le ceñían las piernas hasta un par de dedos por debajo de la rodilla. (Página 53)

Con todo, bien trazados los personajes que intervienen en la novela, con un equipo de ayudantes que promete dar mucho juego por lo variado del mismo.


Entretenida y con una buena resolución, Sin epitafio es una novela que seguro entretendrá a los aficionados al género negro.
Una buena novela que de hecho incluiré en mis recomendaciones de novelas negras del 2015.




Gracias a Editorial Algaida que me ha facilitado un ejemplar de Sin epitafio y a Francisco José Jurado por proponérmelo y moverlo, para su lectura y reseña.




VALORACIÓN: 8/10




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miércoles, 2 de diciembre de 2015

EL HOMBRE QUE AMO A EVE PARADISE (EDMUNDO DÍAZ CONDE)

El hombre que amó a Eve Paradise

Edmundo Díaz Conde






FICHA TÉCNICA

Título: El hombre que amó a Eve Paradise
Autor: Edmundo Díaz Conde
Editorial: Algaida, 2015
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 503
PVP: 20,00 €







EDMUNDO DÍAZ CONDE

De él nos cuenta la editorial en la solapa interior:

Edmundo Díaz Conde nació en Orense en 1966. Se licenció en Derecho, carrera que, por convicción, no ha llegado a ejercer jamás. Ha trabajado como asesor editorial y ha colaborado, entre otras publicaciones con El Correo de Andalucía y la revista cultural Mercurio. Residió en Orense, Santiago de Compostela, Madrid y, actualmente, en Sevilla.
Su primera novela, Jonás el estilista, mereció el III Premio Ciudad de Badajoz. Su siguiente obra, La ciudad invisible, se alzó con el finalista del XXXIII Premio Ateneo de Sevilla. A éstas le siguieron El Club de los amantes, El veneno de Napoleón (finalista del Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio 2008 ) y El Príncipe de los Piratas (2013)





Una novela de crímenes y besos


ARGUMENTO


Las tres víctimas eran chicos jóvenes, habían fallecido a consecuencia de cuchilladas y los cadáveres tenían la macabra seña de identidad del asesino: la ostentosa exhibición de los genitales emasculados. (Página 313)



No serán las últimas muertes, porque hasta cinco serán las víctimas de un asesino en serie. Las víctimas tienen algo en común: además de ser jóvenes, fueron amantes de Eve Paradise, una famosa actriz de cine cuya carrera está llegando al final pues el cine sonoro está irrumpiendo con fuerza y Eve tiene un ligero tartamudeo, lo cual la inhabilita para esa nueva etapa del cine.






EL HOMBRE QUE AMÓ A EVE PARADISE

El hombre que amó a Eve Paradise, escrita por Edmundo Díaz Conde ha sido la ganadora del XLVII Premio Ateneo de Sevilla (2015). Un premio cuyos ganadores nunca me han defraudado (aún tengo en mi memoria el ganador del año pasado: Félix G. Modroño con su Secretos del Arenal)

Asistí a la presentación que de los Premios Ateneo de Sevilla se hizo en el Rincón Cultural de El Corte Ingles (si quieres ver la entrada pincha AQUÍ). Hablo en plural, porque desde hace ya unos años también hay Premio Ateneo Joven. Y si ganas tenía de leer la novela antes de asistir a la presentación, estas aumentaron tras la misma.
Unas expectativa que no se han visto defraudadas en una novela que es un encuentro de géneros, hasta el punto de que, aunque finalmente la he otorgado los colores de la novela histórica en mi blog, es también novela negra, de misterio, thriller judicial y una gran historia de amor. Todo en uno.
Sin perder de vista que es una novela muy cinematográfica, no tanto en cuanto a que sea una novela que veas como si de una película se tratase, sino porque las referencias cinematográficas en ella son totales, comenzando por su protagonista Eve Paradise, una actriz de cine mudo y por la descripción que de ese mundo se nos hace en la novela.
El negocio del cine triunfó a una escala que ni Edison -responsable en buena medida de que los estudios se establecieran en Hollywood, huyendo de su monopolio- había previsto, y cuya explicación hasta una criatura de pecho habría considerado juiciosa. ¿No era cierto que la mayoría de ellos no hablaba inglés? ¿No era cierto que los emigrantes no compraban libros ni iban al teatro? Entonces, ¿qué mejor opción de entretenimiento que el cine mudo? (Página 48)

No es benigno el autor con alguna de las descripciones que hace de dicho mundo del cine:
Fue su madre, ausente en lo demás, quien en principio, alimento en ella la pasión por la industria del cine. Una pasión como han de ser todas: perfectamente amoral y hasta inmoral. (Página 211)

Podríamos hablar de El hombre que amó a Eve Paradise como una novela coral, pues son numerosos los personajes que transitan por ella: los amantes de Eve, su madre (una mujer incapaz de demostrar su cariño a Eve con la que tiene constantes peleas), su hermano (que trabaja para la mafia y cuyo mayor empeño es defender a su hermana desde la sombra para no perjudicar su carrera), Donovan el hipnotizador y último amante de la actriz, el policía que va tras el asesino y por supuesto, Amós Zambrano, ayudante del mago y hombre profundamente enamorado de Eve.
Sin embargo, por encima de todos estos personajes está la figura de Eve Paradise, una mujer muy peculiar a la que su profesión le permite llevar un estilo de vida que no está al alcance de las mujeres corrientes:
No era dócil, odiaba el sentido común y actuaba con más atrevimiento que loa mayor parte de las mujeres; en algunas facetas, se sentía casi tan libre como un hombre, una libertad que le reportaba su condición de estrella. (Página 31)

Y dentro de esa peculiaridad de Eve está el amar a muchachos jóvenes, en muchos casos sin experiencia en el amor:
Nunca se había sentido joven por dentro, y que sólo su carne había sido joven, pero eso bastaba para suscitar las eternas pasiones de los hombres que le gustaban y que no solían sobrepasar los veinte años.
Porque lo que ella amaba en los hombres era su inmadurez. La hechizaba su juventud, el breve camino que va de la inocencia a la esperanza, la supremacía de un vigor que llega y,de pronto ya no está. (Página 34)

Su hija no amaba la vida, no como ella; amaba la juventud, el candor, la exuberancia de las pasiones irremediables que se dan entre los jóvenes con la misma espontaneidad con que proliferan las arrugas en el rostro de una vieja. (Página 377)

Una mujer que en todo momento sabe lo que quiere:
Eve hubiese añadido que nunca se había enamorado locamente; pero buscaba. Y buscaba con la misma autonomía para amar y desear que los hombres. ¿Femenina? Claro que era femenina; ahora bien, ¿dispuesta a perder ante los hombres? ¿Dispuesta, por las buenas, a cambiar cuando era obvio lo que la mayor parte de ellos daba de sí? Eso sí que no. (Página 57)

Consciente del tiempo que pasa, que su carrera llega a su fin y su belleza también:
Dinero y suerte. Eso es lo primero que se me viene a la cabeza. Puede que a usted no le resulte muy fascinante ese binomio. Es usted joven. Todavía ha de confiar en el amor, el éxito, la constancia, la franqueza, tal y cual. En una palabra, debe tener a todas las mujeres rendidas a sus pies. (Página 89)


Junto al mundo del cine, también se nos da una descripción del Chicago de la ley seca, donde las peleas entre bandas llenaban las calles de cadáveres. De ahí que el autor definiera esta novela como una novela de crímenes y besos.


Está claro que crímenes vamos a ver unos cuantos, de ahí que podamos hablar con El hombre que amó a Eve Paradise de una novela negra. Una novela que nos remonta al primer asesino en serie de la historia, que no fue pese a su fama Jack el Destripador, sino Framk Hickey. La diferencia entre ambos es que nunca se ha sabido quién fue Jack el Destripador, de ahí su fama:
Como es natural, es una comparación burlesca, pues Jack el Destripador nunca fue capturado. Pero además es una comparación falsa. (…) ¿Recuerda que la carrera de John Frank Hickey comenzó cinco años antes que la de Jack el Destripador? ¿Recuerda que el primer crimen del Asesino de la Tarjeta Postal data de 1883? (Página 424)

A este asesino en serie al que se le detuvo precisamente por las cartas que enviaba a los padres de sus víctimas, es el modelo que sigue el autor de los crímenes en esta novela.


Pero ante todo, El hombre que amó a Eve Paradise como el propio nombre de la novela indica, es una novela de amor. No tanto en lo que hace referencia a los peculiares amores de Eve, sino al que Amós Zambrano siente por ella. Es una historia que poco a poco va ganando fuerza en el libro hasta culminar en el gran final del mismo.


Una novela histórica no sólo por su ambientación en Chicago durante la turbulenta época de la ley seca y las bandas de ganster, por su ambientación en el mundo del cine mudo en su transición al cine sonoro, sino también porque recoge un episodio prácticamente desconocido en nuestra historia como la emigración a principios de siglo de los españoles a Estados Unidos. Bien es verdad que el hecho del que partió la idea de esta novela no fue una emigración directa a Estados Unidos sino hacia Hawai, donde a través de anuncios y pasquines como el que recoge la foto se incitaba a braceros y jornaleros españoles a emigrar hasta allí para trabajar en las plantaciones de caña. Anuncio engañoso, porque en realidad iban con unas condiciones de trabajo cercanas a la esclavitud. Desde allí, muchos de los españoles que fueron, como algunos de los protagonistas de esta historia, dieron finalmente el salto a los Estados Unidos.



IMPRESIÓN PERSONAL


A pesar de que esta ha sido una novela maltratada por mí, porque no la he leído de un tirón sino en tres tandas, me ha gustado. Por una parte porque trata de un mundo que siempre, por más que ahora lo tenga muy abandonado, como es el mundo del cine. Por otra por esa trama judicial (un género que siempre me ha encantado, si bien en esta novela es secundario) y por último por la gran historia de amor que nos narra la novela.
Una novela que va de menos a más, cerrando con un gran final, de esos que se recuerden por más que muchos otros detalles de la novela seguramente se olviden.
La estructura de la novela es compleja, no tanto por la mezcla de géneros, sino porque hay saltos adelante y atrás en el tiempo en el que se nos van anticipando sucesos que aún no han tenido lugar pero que nos dan pistas de por dónde va a ir la trama, puesto que hay un juicio y sabemos a quién se está acusando de los crímenes que han sucedido. Pero no por ello pierde interés la novela, muy al contrario, pues nada de lo que sucede en ese futuro que leeremos más adelante cuadra con las impresiones y las sospechas que como lector tienes de quién es el culpable.
Tranquilos, hay que leer hasta el final, donde todas las piezas finalmente encajan y donde no te quedará otro remedio que aplaudir al autor, Edmundo Díaz Conde, por haberte llevado hasta allí.

Personajes, trama, ambientación. ¿Qué más se puede pedir? Simplemente que os animéis a leer esta novela.





Gracias a Editorial Algaida por facilitarme un ejemplar de El hombre que amó a Eve Paradise para su lectura y reseña.



Si quieres conocer más sobre la novela, pincha AQUÍ para ver la entrada con la presentación de la misma que se hizo en Madrid.








VALORACIÓN: 9/10




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martes, 15 de septiembre de 2015

LA CIUDAD DE LOS OJOS GRISES (FÉLIX G. MODROÑO)

La ciudad de los ojos grises
Félix G. Modroño




FICHA TÉCNICA

Título: La ciudad de los ojos grises
Autor: Félix G. Modroño
Editorial: Algaida, 2012
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 399
PVP: 18,00 €






FÉLIX G. MODROÑO

Félix G. Modroño es un escritor vizcaíno, afincado en Sevilla. Tras publicar Villalpando, paisajes y rincones (2002), en homenaje al pueblo zamorano de sus padres, se animó a emprender la aventura de su primera novela, La sangre de los crucificados (2007), protagonizada por el doctor Zúñiga, un peculiar investigador del siglo XVII, que también sería el personaje central de su siguiente obra: Muerte dulce (2009).
Con La ciudad de los ojos grises (2012) cosechó un gran éxito de ventas y el reconocimiento de los lectores.
Secretos del Arenal (2014) ha obtenido el XLVI Premio de Novela Ateneo de Sevilla.







De París a Bilbao

ARGUMENTO

-Dime una cosa. Nunca te lo he contestado, y puedes no contestar.
-Adelante. Déjate de rodeos.
-¿Tú también estabas enamorado de ella?
-Somos unos pringaos -fue su respuesta, mientras la añoranza esbozaba una sonrisa en sus labios apretados.
-Hazme un favor; averigua quién lo hizo.
-No te quepa la menor duda. (Página 80)

Alberto Gastiasoro se ve obligado a regresar precipitadamente desde París a Bilbao al enterarse de la noticia de la muerte de la mujer que fue su gran amor de juventud.
Al parecer la muerte no fue tan accidental como se ha hecho creer, por lo que pide a su antiguo compañero de cuadrilla, hoy importante cargo de la policía, que averigüe quién ha sido el culpable. Una investigación en la que él mismo se involucra y que pondrá en peligro su vida.






LA CIUDAD DE LOS OJOS GRISES

La ciudad de los ojos grises es una novela histórica que nos cuenta como telón de fondo el cambio que sufrió una ciudad Bilbao, hasta convertirse en la gran urbe que hoy día es:
La generación de Alfredo Gastiasoro se convirtió en testigo de un hecho demográfico sin precedentes: su pequeña villa de dieciocho mil habitantes, que apenas había experimentado cambios desde su fundación por don Diego López de Haro en 1300, superaba las cien mil almas en menos de cuarenta años. Gentes de toda ideología, calaña y condición que debían aprender a convivir. (Página 23)

Pero es mucho más que una novela histórica, porque también podríamos considerarlo como una guía del viajero en la que se nos describirá el Bilbao de los primeros años del siglo XX. Es también una novela de intriga, con elementos de novela negra, porque turbio y cargado de intereses inconfesables era el mundo de la construcción y la especulación en el Bilbao de principios del siglo XX. Sin olvidar que es una historia de amor, de un amor de juventud que se vio frustrado sin que su protagonista Alfredo pudiera saber por qué.

Pero ante todo, La ciudad de los ojos grises es la historia de una pérdida, o mejor sería de decir dos: porque Alfredo pierde su ciudad y su amor. Por eso la vida de Alfredo se convierte en una constante búsqueda de aquello que tuvo y que ya no tiene. Por eso ya no vive en Bilbao sino en París. Por eso no consigue ni quiere tener una relación sentimental estable:
Alfredo echaba de menos el Café Boulevard; en realidad, echaba de menos muchas cosas, la mayoría de ellas perdidas para siempre. Quizás, le resultase imposible tratar de contener la hemorragia de la nostalgia derramada a base de vendas impregnadas de ayer. Regresas a los lugares de antaño, le causaba un doble efecto: avivaba su tristeza a la vez que se la paliaba. (Página 189)

Una nostalgia que no es solo la de un lugar, sino la de un tiempo en que todo parecía posible:
Echaba de menos la ciudad de su infancia, cuando conocía de vista a todos los fieles de la misa de San Nicolás, cuando la gente se saludaba por la calle, cuando correteaba con su cuadrilla, cuando vivían sus padres... y vivía ella. De niño, uno disfruta de los años en los que el tiempo parece no existir, sin imaginarse que pueda llegar a agotarse antes de empezar a sentirse viejo. (Página 359)

En realidad, Bilbao e Izarbe, su gran amor, van unidas de tal modo en sus recuerdos que ambas se confunden en el interior de su alma hasta convertirse en una única cosa:
Miraba a la ciudad y la veía a ella, con sus mismos ojos grises. En realidad eran dos ciudades. A un lado, la de siempre, la de calles estrechas, la de edificios antiguos, la que olía a su infancia; al otro, la de las avenidas, la de las modernas construcciones, la reciente, la que no olía a nada y que, no obstante también se llamaba Bilbao usurpándole el nombre a la vieja villa. Una Bilbao que se mostraba tan distante como cariñosa... como podía serlo una mujer... como había sido Izarbe con él. Dos Bilbaos y dos Izarbes. (Página 230)

Como crónica de una época, La ciudad de los ojos grises no tiene precio, pues nos narra una época de cambios convulsos, acelerados, de progresos científicos sin par. Una época en la que para muchos era inevitable echar de menos la sencillez de tiempos pasados, aunque eso no era un impedimento para disfrutar de las maravillas que traía el presente. Si nos fijamos bien, esta es una situación que en mucho se parece a los finales del siglo XX en el que la evolución tecnológica ha sido no solo constante, sino acelerada:
Le había tocado vivir en una época en que todo parecía posible. Demasiados cambios en tan poco tiempo como para poderlos asimilar sin sentirse desconcertado. La luz eléctrica, el automóvil, el teléfono... se unían al ferrocarril, que representaba la imagen de la modernidad y que, por otra parte, para él encarnaba su dicotomía. Maldecía el progreso y la pérdida de valores que acarreaba, pero no podía imaginar una vida sin los trenes. Trenes que utilizaba para viajar en su constante huida de sí mismo. (Página 266)

La vida de Alfredo es la historia de una huida: huye de la ciudad que adora, huye de la presencia de la mujer a la que el ama pero que sin embargo se ha casado con su hermano. Una huida a la que tiene que poner punto final al recibir la noticia de la muerte de la mujer que nunca ha dejado de amar.
-¡Última llamada para el tren de Bilbao!
Sólo un andén separaba las dos vías. De buena gana se hubiera embarcado rumbo a la capital francesa, no ya porque ella se dirigiera también allí, sino por emprender una nueva deserción: París significaba la eterna huida y Bilbao, el eterno retorno. (Página 290)

Es el momento entonces de enfrentarse al conocimiento, a averiguar quién era, cómo era realmente aquella mujer a la que amó. La mujer que un día, sin más explicaciones decide cortar con él para finalmente casarse con su hermano. Una decisión que no puede comprender, que marcará el resto de sus días, porque no puede dejar de amar a alguien que consigue que el mundo sea un lugar mejor para vivir:
-Tú si te preocupas por los demás... quizás, en exceso.
-¿Tú crees? -ella le sonrió, agradecida-. No estoy yo tan segura de eso.
-Sabes bien que si. Y además, te afanas por mejorar el mundo. (Página 326)






IMPRESIÓN PERSONAL

Hay autores que hacen de la sencillez (que no de la pobreza) su marca de estilo personal. Ese es el caso de Félix G. Modroño, que consigue que parezca muy fácil el arte de escribir. Y eso es lo que hace para mí como lector tan atractivos sus libros. Bien estructurados y fáciles de seguir, a pesar de que se narre, como es el caso de La ciudad de ojos grises en distintos planos temporales.
Personajes bien dibujados, algunos claros y transparentes como Alberto Gstaisoro, otros cargados de un misterio que habrá que descubrir poco a poco como su amada Izarbe.

Todo ello en aras de atrapar al lector en una historia cargada de nostalgia, de añoranza por aquello que la vida nos ha ido arrebatando, pero que no impide sin embargo a su protagonista de disfrutar también del día a día. Una novela que sin duda disfrutarán de un modo especial todos los aficionados a las grandes historias de amor, y que tras leerla, hará que Bilbao, la otra gran protagonista de esta historia, no puedas mirarla del mismo modo.






VALORACIÓN: 9/10




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