La titubeante primera mitad de temporada en el Real Madrid, tanto en el trayecto de Julen Lopetegui como en los primeros encuentros de Santiago Solari, ha obligado a la pareja de centrales blanca a tener que enfrentarse a situaciones límite con bastante frecuencia, de las que con mucha regularidad han resultado perdedores.
Es difícil valorar hasta qué punto el problema ha sido puramente individual, y es cierto que debe ir por delante que la gestión del balón del equipo blanco ha estado durante muchos meses lejos de los mejores picos alcanzados bajo el mando de Zinedine Zidane: los rivales juntaban pases en la zona de iniciación con mucha comodidad, y los envíos profundos salían limpios y resultaban un verdadero marrón tanto para Sergio Ramos como para Raphael Varane.
Ramos y Varane se vieron muy superados en la primera mitad de curso. Indiscutiblemente, enseñaron errores individuales, pero el contexto no les ayudó a rendir de forma óptima
Puede ponerse por tanto un foco del espectacular rendimiento del capitán blanco en los últimos dos meses en el crecimiento colectivo en la gestión del balón, lo que está repercutiendo positivamente en el tipo de acción defensiva que deben ejecutar los zagueros centrales. Modric y Benzema están permitiendo al Real Madrid conectar cadenas de pase más largas y estables, y a partir de ahí Ramos y Varane están defendiendo 20 metros más arriba y pudiendo anticipar a los puntas rivales con más facilidad.
La activación blanca del juego entre líneas a partir de la presencia interior de Vinícius Juior o de Dani Ceballos –que ha entrado con bastante frecuencia en el interior izquierdo rotando con Toni Kroos-, que están permitiendo conectar de forma frecuenta a Benzema y Modric, ha permitido en los últimos encuentros un retorno defensivo mucho menos caótico: el Real Madrid fluye con más naturalidad con la pelota, gana metros de forma más sólida y presiona con más naturalidad.
Sergio Ramos es un termómetro de la calidad de juego que está enseñando el Real Madrid: si puede robar arriba y sufre poco al correr hacia detrás, suele significar que el equipo blanco controla lo que pasa
Todo esto ha derivado en un mejor rendimiento de Varane y, especialmente, de Sergio Ramos, uno de los grandes termómetros de la calidad de juego del equipo blanco. Si el camero consigue anticipar en campo rival y ganar con facilidad sus cruces cuando recupera al espacio, significa que el equipo contrario no está soltando la pelota con comodidad, y es justo lo que está sucediendo en los últimos encuentros del Real Madrid.
Una ‘ayuda’ que hay que sumar a la sensación de una confianza superior a la hora de ejecutar acciones en lo individual, que ha provocado que de la sensación de que, otra vez, el conjunto blanco tenga en su pareja de centrales uno de sus grandes argumentos para pelear en el tramo final de curso. Desde luego, con Sergio Ramos a este nivel, el Real Madrid siempre va a estar más cerca de la victoria.
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