El Girona FC es un recién ascendido que ha causado un impacto claro y potente en este arranque de Primera División. Pablo Machín esgrime un equipo propositivo y con sello de autor que destaca por el uso de un sistema táctico único en el concierto europeo: nadie emplea ni el 5-2-2-1 ni los movimientos que frecuentan los jugadores del conjunto albirrojo. Durante dos campañas, los entrenadores de la categoría de plata se devanaron los sesos en la tarea de descifrar el jeroglífico de Montilivi; y tres fechas han bastado para avalar que la mejor liga del mundo también va a sufrir para entender a Pons y Granell.
Uno de los principios básicos de este Girona es compaginar ser un equipo protagonista sin asumir riesgos excesivos. En pos de ello, diseñar una salida desde atrás que no exija pases interiores en los primeros escalones de la posesión resulta imprescindible. La principal vía aprovechada alberga como artífices a sus dos carrileros, Aday Benítez (volante reconvertido) y el talentoso Pablo Maffeo, que es quizá el jugador con más proyección del actual once titular. Ellos cruzan la divisoria y luego activan a uno a los mediapuntas (Portu y Borja García) a uno de los pivotes. Como añadido, esta temporada se ha sumado el recurso del juego directo sobre Cristian Stuani, que está teniendo un impacto realmente positivo en el fútbol de los de Machín. Con estas dos salidas, el Girona erradica de su guion uno de los problemas endémicos más letales que afectan a los equipos de la Liga: las pérdidas en campo propio.
Álex Granell y Pere Pons forman la pareja que define el estilo futbolístico del Girona FC de Pablo Machín.
Una vez la pelota se instala en la mitad del contrario, el objetivo del Girona FC estriba en activar de cara a uno de sus tres jugadores creativos: Portu (mediapunta derecha vertical), Borja (mediapunta izquierda pausado) o Granell (pivote izquierdo de toque ultra diferencial). Al no utilizar tanto a Granell para salir en sí (en caso de necesitar «marear la perdiz» atrás para no excederse de verticalidad, Granell sí se implica mucho), se consigue que ocupe una posición más adelantada y que, como extra, reciba de cara a portería rival, potenciando la determinación de su zurda. El juego táctico de Pons, que es quien con su movilidad hace que un sistema que, de partida, dibuja un cuadrado forme, en vivo, esos triángulos que tanta fluidez dan a una circulación, resulta clave para que sus compañeros más dotados puedan meter el gesto final. Los jovencísimos Douglas Luiz y Aleix García podrían sumarse a esa colección. En este sentido, si de algo carece el Girona FC que le daría un nuevo salto de calidad es de un delantero capaz de trazar el desmarque de ruptura. Stuani no está para esos trotes. En principio, Machín buscará encontrar ese update en el keniata Michael Olunga o el nigeriano Olarenwaju Kayode, pero ninguno de ellos está bendecido por un campeonato de postín ni conservaría el plus en el juego directo del charrúa.
Pocos equipos de Primera División presionan en campo contrario con la calidad de este Girona FC.
En cualquier caso, la mayor ventaja que obtiene Pablo Machín de su sistema no radica en lo que ocurre cuando su equipo ataca, sino en lo que sucede justo en el instante en el que pasa a defender. El contar con hasta cuatro medios -más Stuani- enfocados en el carril central y en una altura adelantada, mirando los cuatro hacia el frente, y juntos, le provee de una capacidad de presión instantánea que es lo que le transforma en un equipo dificilísimo de batir. El Girona FC tiene una de las mejores transiciones defensivas de Primera División y ello le dota de un colchón de seguridad para desplegar su juego que es puro oro. Quien osa robarle el balón, inmediatamente se descubre rodeado de albirrojos acosándole y quitándole el oxígeno. Aquí, de nuevo, la participación táctica de Pere Pons se desvela como troncal.
El Girona FC de Pablo Machín ha llegado a Primera División con la intención de quedarse en ella. Haber mantenido una base esculpida durante tres campañas le dota de una personalidad, una confianza y un trabajo pre-realizado que, como bases, dan pie a un comienzo prometedor. Pero quien sabe hasta cuándo podrá mantenerse ese factor sorpresa. Si La Liga es capaz de inferir lo que la Segunda no supo, el salto de calidad que pueda dar su banquillo determinará la diferencia entre la vida y la muerte. Sea como sea, se presenta una temporada para aprender con el ilusionado, e ilusionante, colectivo albirrojo.
Foto: PAU BARRENA/AFP/Getty Images
Andreu 11 septiembre, 2017
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