Un hombre de fútbol que ha ganado cinco Copas de Europa contó que al campeón se le conoce desde antes de que empiece la Final. Según él y su experiencia, siempre vence quien haya protagonizado el partido más lírico de la fase de eliminatorias. El año pasado, el parricidio de Messi avaló la teoría. Casi siempre se cumple, en realidad. Quizá se trate de un mecanismo de defensa de la propia Champions League. El único sitio del fútbol que nunca perdió la memoria son las salas de trofeos, y si guarda en ellas cada uno de los recuerdos que la engrandecieron, están a salvo. Y con ellos, ella. Ahora, el Atlético de Madrid confía en que no quiera olvidarse de cómo Simeone derrotó a Guardiola, en aquella batalla entre 10 defensores y 10 atacantes que consagró definitivamente al líder y escudo del Vicente Calderón.
Hay más sucesos colaterales que alimentan la fe rojiblanca. Los cinco años de “Cholismo”, el dolor de Lisboa, haber eliminado a Messi, la resurrección de Fernando Torres. Cada uno de estos factores se lee como un verso suelto de un poema que ya está escrito. Se titula «La Primera». Todavía es invisible. Pero Oblak, Godín, Saúl, Koke y Griezmann lo han escuchado y asienten. Esa fuerza va a constar. El problema reside en el Madrid. El Madrid es el malo que nadie quiere para su cuento; un club que ha dado tanto a la Copa de Europa que esta se piensa a menudo que todavía le debe favores. Además, en lo deportivo, tampoco resulta cómodo. Queda un pasito. Pero de los complicados.
El Atlético ya ha vencido a los tres equipos que le superan en potencial. En todos los casos empleó la misma hoja de ruta. Por supuesto, la base fue defensiva. Resistió atrás. En cuanto al ataque, detectó el punto más débilDefensivamente, el Madrid puede plantear problemas al Atleti de su rival y lo exprimió con persistencia. Se alude en la antigua debilidad aérea de la medular madridista, a la falta de talla en el sector izquierdo de la zaga culé y a los problemas defensivos generales del central zurdo del gigante de Baviera. El 80% de los ataques rojiblancos cuando vencieron a esta Santa Trinidad intentaron castigar estos indisimulables déficits. Sin embargo, el equipo que ha construido Zidane no adolece de ninguna grieta tan pronunciada en su zona de atrás. Cualquiera de sus defensas puede fallar, son cuatro humanos y no pasan por su mejor momento, pero ninguna parte de su sistema les penaliza en el minuto a minuto. Simeone habrá buscado sin descanso esa falla coyuntural que nadie ha sabido encontrar. Si la ha hallado, dominará. Si se confirma que no existe -si se confirma que Luis Enrique, Emery, Marcelino y Pellegrini no erraron a la vez-, deberá mover ficha.
El Atlético de Madrid tiene mucha más calidad con el balón en sus pies que en 2014.
La matización del Cholo puede llegar de dos maneras diferentes. Para empezar, cabe mejorar la calidad de su ataque estático. Recursos detenta para ello. Y poco a poco, hasta está cogiéndole la costumbre. La sociedad tejida entre Koke y Torres, basada en el pase al hueco del joven al veterano, ha intimidado a las defensas rivales, las ha echado para atrás y ha derivado en un ataque posicional más rico y más duradero. En algunas fases, Simeone puede apostar por esto. Sin embargo, sería raro que las extendiera en demasía. En primer lugar, porque el Madrid viene sufriendo poco en defensa organizada. En segundo, porque en los últimos cuatro años y medio de su carrera, ha huido como del demonio de dos situaciones muy particulares: Messi en el balcón del área y Bale, Ronaldo y Benzema con espacios para correr.
Al analizar los últimos derbis de uno en uno, costaba entender al Cholo. El Atlético, para no conceder metros, se encerraba muchísimo, tanto que apenas atacaba cuatro o cinco veces por encuentro. Sin embargo, alejando el zoom y viendo el conjunto de encuentros como un todo, el mosaico que aparece le otorga la razón. Los blancos han sufrido horrores para penetrar en ese fortín, el cero en la portería de Courtois u Oblak ha sido una opción muy, muy factible. A partir de ahí, cobraba valor su virtud ofensiva suprema: el gol improbable. Diego Ribas desde 50 metros, Godín tras el chocante fallo de Casillas, Saúl vestido de Messi. El Atlético ha marcado goles sin crear ocasiones de gol. Simeone podía permitirse no atacar y soñar con el tanto. Y si no atacaba, si no dejaba espacios, contra Godín, el Madrid no sabía qué hacer.
Pero esto ha podido cambiar. La eliminatoria colchonera contra el Bayern sembró un precedente harto peligroso; se percibió un deterioro en la defensa del área de Oblak que no fue castigado… porque la fortunaEn teoría, Savic es más indicado que Giménez para este partido se salió con el equipo. Nunca se le había visto estremecerse así y dejar tantos rebotes sueltos tras un centro lateral. Y lo preocupante radica en que fue coherente con su presente once titular. Giménez y Augusto superan a Miranda y Tiago en aspectos que luego se detallarán, pero defienden la situación descrita mucho peor. Para más inri, el Madrid ha pasado de disponer de un rematador puro a contar con los dos mejores, porque ha nacido un nuevo Bale. Uniéndolos al destacado balón parado de Zidane, el contexto se separa de su pasado. El negocio de encerrarse se presume menos rentable que antes para el Atlético. Por supuesto, podría resistir, con Godín siempre es posible, pero la apuesta sería mucho más riesgosa que en 2014. Entonces, la amparaba una base argumental sólida. Ahora, no tanto.
Pero el Atlético no es peor equipo que entonces. Es diferente. Su opciones de éxito no se han diluido. Se han transformado.
La presión del Atlético de Madrid va a condicionar la Final de San Siro mientras aguante su físico.
Al contrario que sin balón, el Madrid de Zidane sí padece déficits estructurales cuando sí lo tiene en su poder. A la cabeza, su salida desde atrás. El francés obliga a sus jugadores a iniciar el juego siempre en raso y con pases cortos, pero, por el momento, tan solo se percibe la intención radical. No se observa un método, no se vislumbra un camino predibujado, no queda claro su sistema. Se sabe que lo está buscando porque ha probado varias cosas, pero no lo ha encontrado aún. Cuando el talento individual de Ramos, Marcelo, Kroos o Modric no trasluce vestido de acción privilegiada, pierden la pelota donde perderla está prohibido. Y esto es jugosísimo para el Atlético, porque, a cambio de esa dosis de consistencia que extravió en su área chica, incorporó a su repertorio la mejor presión que se aplica en Europa.
Llama la atención porque no alberga desventajas. La ha esgrimido contra el Barça y contra el Bayern y ha creado problemas a ambos; y ninguno logró castigarle tras conseguir evitar el robo adelantado rojiblanco. Es como jugar a la lotería sin pagar los boletos.
La extraordinaria calidad de esta presión radica en que no se puede dibujar. Es asimétrica, mutante, adaptativa, viviente. Carece de mecanismos, sólo lee, infiere e interpreta. Vez tras vez. Sabe lo que hace. Acosa al central que tiene pase largo, deja solo al que la toca mal, muerde al pivote cuyo primer control palidece, hace dos contra uno al lateral más habilidoso. La versatilidad de Filipe, Godín, Gabi, Koke, Torres, Griezmann y, sobre todo, Augusto Fernández y Saúl Ñíguez permite esta maravilla. Todos son capaces de aguantar o meter el pie y siempre saben qué conviene, contra quién y dónde. La presión del Atlético de Madrid no es fruto de la táctica ni del físico, sino del talento. El de su entrenador y el de sus futbolistas. Su única desventaja consiste en su excesivo consumo. Es agotadora. Pero mientras dure, parece casi una certeza que el Atlético dominará la Final.
Simeone nunca ha presionado a Bale, Ronaldo y Benzema. Hoy, las circunstancias le invitan a hacerlo. No actuar le quita la iniciativa. Y la Copa descansa a 15 metros, a 15 pasos. Se han visto muchos derbis. Este será el primero. Simeone no va a quedarse quieto. «Es ahora». Y el Atlético lo siente así.
JackBonaventura 28 mayo, 2016
Grandísimo análisis, Abel.
Muy de acuerdo con el tema de la presión. No deja de ser curioso como en este fútbol que estamos viviendo sobre todo en la liga española, tan rico en su táctica y creatividad, extensible a la inmensa labor de Pep Guardiola allá por donde va… el físico y, concretamente, la velocidad, sigue siendo un factor decisivo y subyugante.
Un equipo que ha presionado exitosamente contra el Barça de Messi (y con Neymar y Suárez a la espalda) y el Bayern de Pep (ida), teme mucho presionar a un equipo que se ha mostrado bastante inferior en salida de balón y velocidad de circulación como el Real Madrid… porque el Madrid tiene a un excelso lanzador de contras como Benzema y a dos Fórmulas 1 como Bale y Cristiano Ronaldo que te ajustician.
Honestamente, ojalá Simeone arriesgue y salga a presionar. Creo que habrá fases así, es la única forma, pienso yo, que tiene Simeone de calibrar fínamente las posibilidades de llevarse la Copa de Europa.
Si cuando presiona la cosa va bien y logra cortocircuitar todo lo posible la salida del Madrid, la primera va a estar muchísimo más cerca de sus intereses.
Si por el contrario, la cosa no va bien y el Madrid logra salir bien, el Atleti lo tendrá muchísimo mas difícil. Pero bueno, como ha dicho Abel, Simeone sabe que su equipo puede hacer gol sin crear ocasiones.