«A glorius free kick from Tévez! His celebration from this free kick displays all the frustration and pain that Tevez has been through in his long, long weeks of torment in english football», exclamaba emocionado el narrador de la BBC. La frustración a la que hacía referencia no era ni una exageración, ni una forma de hablar. Carlos Tévez había llegado al West Ham en el verano de 2006 como una estrella, pero hasta ese 4 de marzo no se había estrenado como goleador hammer. Ni con la diestra, ni con la zurda, ni con la cabeza. Ni pegándola bien, ni pegándola mal, ni de rebote. De ninguna manera había sido capaz de perforar la portería rival en sus primeros 20 partidos, así que, cuando lo logró, estalló de emoción. Se quitó la camiseta, corrió enloquecido hacia la grada, se liberó con un par de aspavientos y, finalmente, se fundió en un abrazo con su afición. El West Ham acabaría perdiendo 3-4 ese partido, lo que le mantenía como colista de la Premier League con únicamente 20 puntos en 29 jornadas, pero ese gol lo cambió todo.
Carlos Tévez sólo pudo marcar 7 goles en 26 partidos.
La historia de Carlos Tévez en el West Ham ya había comenzado con problemas desde el día de su fichaje. Tras cambiar Boca por Corinthians y marcar 25 goles en su primera temporada en Brasil, el delanteroEl fichaje de Tévez desató la polémica en el fútbol inglés argentino había ganado tal caché que los rumores que lo relacionaban con Manchester United, AC Milan o Real Madrid, entre otros grandes clubes europeos, fueron prácticamente diarios. Sin embargo, junto a Javier Mascherano, acabó en un equipo que dos años atrás estaba en la Championship. Evidentemente, había truco. La operación estaba valorada en torno a los 50 ó 60 millones de dolares, pero la realidad es que el West Ham sólo debería pagar esa cantidad para tenerlo en propiedad en las siguientes temporadas. Hasta entonces, el coste era cero y los derechos pertenecían a la empresa Media Sports Investment. Un movimiento no permitido en el fútbol inglés, el cual prohibe la participación de terceros, que complicaría aún más el ya problemático inicio de temporada del equipo de Alan Pardew.
El West Ham venía de disputar la final de la FA Cup, lo que le permitiría disfrutar de forma efímera de una UEFA de la que sería eliminado en la primera ronda por el Palermo (4-0). Distraído o no porEl West Ham, como C.Tévez, tardó mucho en arrancar esta competición, el arranque liguero también se le atragantó a un conjunto que tenía a Robert Green en portería, a Anton Ferdinand en la defensa, a los prometedores Reo-Coker y Noble en la medular, a Benayoun partiendo desde un costado y a Zamora como «9». Un equipo completito, bastante inglés y que estaba coronado por un «Apache» y un «Jefecito» que tardarían en aclimatarse. La continuidad de ambos pronto se puso en duda y, de hecho, Mascherano únicamente disputó cinco partidos antes de irse al Liverpool de Rafa. En cambio, Tévez se quedó hasta el final pese a las críticas, la mala racha personal y los aún peores resultados colectivos. A la eliminación europea y los problemas en liga, los hammers debían sumarle las tempranas eliminaciones coperas tanto en la Copa de la Liga, como en la FA Cup ya con Alan Curbishley como técnico. El clima que envolvía al club era negativo, muy negativo. Las cosas no estaban sucediendo como habían planeado.
Los 7 goles de Tévez fueron en las últimas 10 jornadas.
Así se llegó a la visita del Tottenham a Upton Park; el día de la impresionante irrupción de Tévez en la Premier League. En ese partido marcó su primer gol y asistió por partida doble, pero aún más impactante fue ver cómo arrastró a sus compañeros hasta no dejarles otra posibilidad que la de creer que salvarse era posible. Habían perdido otra vez, pero… ¿cómo iban a dejar de luchar teniendo a un líder como él? La permanencia quedaba tan lejos como el viernes de un lunes y aún se rumoreaba una sanción administrativa por su propio fichaje, pero bastaba con verle correr tras el balón con el hambre de quien no ha comido jamás para entender que él iba a lograrlo. Era una cuestión de orgullo. No le quedaba otra opción; había nacido para morir en estas batallas. Y la grada lo hizo suyo. Al instante.
Cada partido que pasaba, que a partir de aquel día se comenzaban a guionizar como victorias del West Ham gracias a goles o asistencias del «Apache», los cánticos en su apoyo iban en aumento. Dicen que hasta se llegó a mezclar con el mítico «I’m Forever Blowing Bubbles». Sea como fuere, tras seis victorias en ocho partidos, el ya conocido como el club de Carlos Tévez llegó a la última jornada necesitando un único punto para asegurar el éxito de su particular «The Great Escape». En frente, esperaba el Manchester United de Sir Alex Ferguson en Old Trafford. Un reto complejo, sin duda, pero era su día y su lugar. Era él. El resto, es historia: «Back to Tévez again… Tévez… goal from West Ham United!! He´s done it again!! The man all the fuss is about…».
@theAndres33 22 mayo, 2013
Es un gran ejemplo este de Tévez. Llegó con unas expectativas realmente altas pero la adaptación a un club nuevo, a una ciudad nueva, a una competición nueva nunca son fáciles, aún así si eres bueno de verdad no hay problema y es lo que mostró Carlos, tenía el talento necesario para equipararse a las expectativas generadas y así cumplir con lo que el equipo quería de él, por lo que estaba ahí.