El fútbol base junta historias que, vistas con el tiempo, nos sacan una sonrisa. Niños arrasadores que oscurecían a otros, igualmente destacados, pero que necesitaban ser observados con mayor atención. Rememorar sin sonrojo aquel ¿quién es el bueno, Cristiano o Quaresma? es poco menos que imposible. También divierte pensar que las peripecias de Guti en la cantera blanca llegaran a tener incluso más relevancia que las del, quizás, mejor futbolista que produjo España. La relación de Messi y Ronaldinho no guarda demasiados paralelismos con los ejemplos citados pero sí que, con el paso de los años, hemos tenido ocasión de darnos cuenta hasta que punto la ascendencia de Dinho tapó la realidad de un monstruo extremadamente superior a él. No existe reproche hacia nadie, cada uno reinó cuando debía, aunque por el camino la inmensa mayoría anduviéramos más que perdidos.
Todo comenzó por enero de 2004. Rijkaard, entrenador cuestionado por entonces, empezaba a dar con la tecla tras meses de zozobra. Su principal acierto, como casi siempre ocurre, llegó a la horaGiuly siempre muy abierto, la gran solución para Dinho de potenciar a su crack, Ronaldinho Gaucho. Tras ver que la mediapunta era para él un incordio lleno de piernas, Frank tiraba al brasileño a la izquierda. Orientado hacia dentro, siempre de cara, el golpeo del ex de Gremio salía a relucir. Heredero de Maradona en la visión total del pase, tocaba darle sentido colectivo a dicho talento diferencial. Para ello llegaron Etoo y especialmente Giuly. El francés, un limitadísimo futbolista, escenificaba como nadie el concepto de chincheta. Siempre abierto, siempre dispuesto a la ruptura, Ronaldinho sabía que ante cualquier problema, no tenía más que levantar la cabeza (o no) y ponérsela al pequeño Ludovic. De esta manera, el Barcelona comenzaba a levantar un sistema defensivo que iría sometiendo a sus rivales. Ronaldinho y Giuly eran los mejores centrales de Europa.
Tras el verano de 2005, aquello no podía seguir oculto. Un Mundial sub-20 impactante y un ya mítico Gamper ponían a Lionel Messi en las portadas de los diarios. Mediapunta en la cantera, la banda derecha parecía ser su única ubicación posible ante los gigantes RonaldinhoLeo modificaba los patrones del sistema y Etoo. Su aplastante superioridad individual sobre Giuly llevaba a Rijkaard a alinearlo a pesar del rotundo éxito de Ludovic en su primera temporada. Leo, que no podía participar en Liga por temas burocráticos, decidía con insultante frecuencia: Penalty en Bremen en su debut en Copa de Europa, gol al Panathinaikos… Sin duda era diferente. Entre otras cosas, por su innata cualidad para el mano a mano. Que Messi es el mayor talento de la historia en el uno contra uno presenta poco debate, por no decir ninguno. Regate y banda serían pronto sus mayores enemigos y el motivo de una confusión que se alargó por tres temporadas. Obligado a mantener la amplitud que otorgaba Giuly, pero sin la marcada tendencia de este por el juego al espacio, Messi buscaba demasiado a menudo la solución individual hacia dentro, movimiento antagónico que achataba el juego del Barcelona, le llevaba a mayor número de pérdidas y a una peor defensa con balón. Nuestro gran error fue endosarle la deficiencia al futbolista cuando no se trataba sino de una mera cuestión de supervivencia. La prueba la hallamos el 22 de octubre, fecha en la que el Osasuna visitaba el Camp Nou.
Messi siempre jugó por dentro en la cantera. En banda solo buscaba sobrevivir
Aquel día Rijkaard ordenó a Samuel Etoo una tendencia más externa que de costumbre. El camerunés no partiría de banda, pero sí compensaría cada movimiento interior que Leo hiciese. Ronaldinho, como siempre, izquierda con incursiones contadas al centro. El documento visual habla por sí solo, su potencia impacta. El recital resulta impropio de un chico de 18 años: multitud de recepciones interiores, manejo de pequeños espacios, desbordes en zonas que no existen, primeros toques ante centrales o pases que ya veía, los completara o no. Y sobre todo, un juego sin balón que, lejos de las esclavitudes de la banda, le servía para intervenir mucho y bien. Llevaba todo el fútbol dentro. Siempre lo tuvo.
Por lesiones y porque ese seguía siendo el equipo de Ronnie, aquello no duró, algo completamente normal. Era el momento de otros. Messi fue creciendo y a medida que sus posibilidades subían, el ciclo de Ronaldinho menguaba, hasta morir entre capítulos oscuros. La degradación de aquel conjunto fue fea, y el caos contribuyó a mantener el engaño de un Messi que seguía con la obligación de mantener su rol en banda derecha abriendo el campo para un Dinho que, curiosamente, casi nunca jugaba, pero que mantenía la influencia por sobre todas las piezas del engranaje. Dinho murió, y muchos vaticinaron un complicado escenario para Messi, obligado a liderar desde la pizarra. No sabemos si Guardiola vio aquel partido ante Osasuna, seguramente sí. Lo que está claro es que a él Ronaldinho no le engañó. ¿Para qué quiero un príncipe si puedo tener al Rey?
···
···
HAZ CLICK AQUÍ PARA VER TODAS LAS COLECCIONES DE
– ORIGEN | ECOS –
···
Larios84 16 julio, 2012
Bueno como yo soy muy de Dexter, aqui fue donde comenzo a surgir el "Pasajero Oscuro" de Messi, en este caso en su version mas global a lo largo de un partido. Esta claro que ha ido puliendo defectos, perfeccionandose, y ante todo conviertiendose en una maquina global de golear casi de cualquier forma.
Podemos calificar como el dia 1 de el "PASAJERO OSCURO" de Messi como ese partido frente a Osasuna. Luego llego su Harry Morgan particular interpretado por Pep Guardiola, para darle el codico adecuado para convertirse en la pesadilla de cualquier equipo del planeta tierra.
Grandioso Messi, y lo dice un madridista. Lo cual no quiere decir nada, pero Messi hoy en dia es Messi, despues estan los demas