La noche caía oscura sobre la capital de Ucrania y los focos se mostraban reticentes a iluminar las estrellas que lo albergaban. Ya desde antes del comienzo la ausencia de Rakitsky supuso un duro golpe a la calidad individual que se le presuponía a una de las anfitrionas, pero las miradas ociosas y los sentimientos encontrados ante un flashback improvisado pero gratificante, no recordaron ausencias porque ni siquiera buscaron actores, sino que lo encontraron a él. Fue un encuentro casual, como una cita a ciegas con el pasado. El caso es que en el Estadio Olímpico de Kiev las estrellas brillaron por sí solas.
La leve presión inicial sueca, que pudo en un primer momento hacer dudar a Ucrania de sus intenciones con balón, se deshizo rápido.Ucrania quería mandar y Suecia abdicó Ni siquiera que Ibrahimovic hiciera de Tymoshchuk su pareja de baile en salida local tuvo excesiva repercusión: los de Oleg Blokhin querían iniciar por fuera y así lo hicieron. Desde la cal, Yarmolenko y Konoplyanka presentaron sus credenciales para asistir tras el descanso a su consolidación en el verde, a una plena interacción en aras de perfeccionar las basculaciones ucranianas para dominar, definitivamente, el ancho del campo. Sin embargo, cada cual exigía una pieza para completar el ensamblaje de un ataque posicional efectivo: por un lado, un lateral largo que completara el carril diestro en la diagonal de Yarmolenko y, por otro, un desmarque de apoyo sobre la posición de Konoplyanka que, a su vez, sirviera de nexo con un inicialmente inédito Voronin.
Yarmolenko y Konoplyanka, extremos a pie cambiado.
En el minuto 35, Serhiy Nazarenko ya era el actor protagonista, a la espera de que el destino se encaprichara de unNazarenko fue la clave de la mejor Ucrania asiduo de las alfombras rojas. No se entiende la progresiva mejora de los extremos ucranianos sin la cada vez mayor trascendencia en el juego del “18”. Recogiendo el balón desde la posición de interior izquierdo, activó a Voronin entre líneas para completar la diagonal con la proyección de Gusev. Fue así como Ucrania destapó todas las carencias en fase defensiva de su rival, agazapado y herido por cada apertura o movimiento dentro-fuera que habilitaba Voronin con su entrada en escena, y cuya “ausencia” le había permitido a Suecia vivir de acumular ante la propia tendencia interior de los jugadores ucranianos.
Ni siquiera las opciones de contragolpe sirvieron como placebo para los eventuales azules. Suecia mostró su absoluta incapacidadSuecia confiaba en su talento individual para llevar a cabo su único plan: fiarlo todo al talento de sus jugadores ofensivos. Todo el peso del primer pase en transición recaía sobre Källström, que erró una y otra vez al buscar con desplazamientos largos a un Toivonen que nunca se dejó ver por su teórica posición fija en el extremo izquierdo. Tampoco Ibra, distraído y distante probablemente en búsqueda de la magia que lo ha acompañado especialmente durante su última temporada, ofrecía una solución de continuidad, y no fue capaz de generar prácticamente ninguna ventaja para su equipo. Sin embargo, el gigante sueco se aferró a su minuto de oro como solo los grandes jugadores en las grandes citas son capaces de hacerlo.
Suecia nunca barajó otra opción que no fuera el juego directo.
Azaroso destino el que pareció querer poner las cosas en su sitio y sacar a los jugadores de su tiempo cuando a Shevchenko le concedió alas para volar. Asistimos a su gran triunfo, al triunfo que con tanta fuerza sintió merecer que mereció. Y a nuestro propio triunfo, el que despertó la tranquilidad de saber que el transcurso de la historia continuaba con normalidad, que los grandes son grandes para siempre. La entrada en el campo de Elmander –más allá de que generara alguna buena acción- no fue más que una nueva apuesta sueca por la solución individual; una prueba de desesperación más que un resquicio de esperanza. Ucrania venció con una fórmula válida que durante 89 de los 90 minutos concentró todas las miradas de un Estadio Olímpico de Kiev que comenzó hablando en pasado y terminó espetando en perfecto presente: “qué grande eres, Andriy Shevchenko”.
Pablo Lázaro 12 junio, 2012
Nazarenko fue la gran sorpresa en el once. A priori, partía por detrás de Rotan y Garmasch, sobre todo del primero, ya que Blohkin ha venido empleando a Tymoschuk como medio más vertical. Nazarenko es el mediocentro qe más talento tiene de los cuatro, también el más irregular. Suele ser revulsivo. Ayer le vimos su faceta divisoria y criterio distributivo, sacó muy poco a relucir su gran virtud: el disparo desde media-larga distancia.
Para mí el hombre del partido fue claramente Voronin. Dio un recital de orientación y asociación a espalda de Elm-Källstrom. Yarmolenko, con problemas de escalonamiento en la primera mitad, fue a más en la segunda: dejó detalles de superclase. El que brilló algo menos que de costumbre fue Konoplyanka, sobre todo por falta de balón corrido en carrera, recibió muchas veces en estático, ahí tiene mucha calidad para descargar, cambiar el sentido o buscar pase interior pero su credencial principal es el dribling en carrera.
Una pena no ver ayer a Aliyev, que ha terminado la temporada bastante bien. La irrupción de los extremos y el momento de Voronin le dejan sin chances. Pena aún mayor ver a Kacheridi en el campo, ese central me da mucho miedo y es el principal exponente de que Ucrania sin balón sufr en defensa. Lo sabe Blohkin, por eso segura cn una propuesta alegre, asimétrica y atrevida. Avanti mi tapada.