Ayer iba a ser un gran día. Una de esas fechas concedidas a cada Copa del Mundo para escribir una página en el libro más sagrado. Desgraciadamente, por causas externas al juego, el sabor que ha dejado ha sido amargo. Incluso triste. Es casi imposible aislarse de los hechos más sonados y analizar el partido como si nunca hubiesen acontecido, pero se ha de hacer el esfuerzo. Conste, desde la decepción.
Quizás lo preciso es empezar a hablar sobre Inglaterra. Los pros han fracasado, y lo han hecho por muchas razones que se resumen en una sola: Nunca se vieron campeones. Llegaron al Mundial tras la fase de clasificación más contundente de Europa, mostrando un juego relativamente sólido y, sobre todo, claro. Inglaterra no era la octava maravilla, pero sabía qué quería y cómo conseguirlo. En base a eso se trabajó también en los amistosos, y en virtud de lo desarrollado se debutó en el Mundial. Distinta forma, porque Gerrard pasaba al primer escalón y un extremo ocupaba su plaza en la izquierda, pero mismo concepto, que es lo importante. Relativizar la importancia del primer pase, trabajar el contexto para el pase frontal, crear espacio en la segunda línea y activar el carril central con los tres cracks. A partir de ahí, con la ventaja creada, se abría hacia los costados, desde donde se finalizaban las jugadas. El caso es que Inglaterra no pudo ganar a Estados Unidos, el equipo tembló contra Argelia y Capello dio un giro de 180º (Fabio, ¿Defoe? ¿pero qué es esto?) buscando una reacción que el colectivo no podía dar. Sin base y sin espíritu, la generación de Terry, Ferdinand, Cole, Barry, Gerrard y Lampard se despidió para siempre de la Copa del Mundo con dos partidos que tocaron la línea que separa lo profesional de lo amateur. Una vergüenza.
A pesar de todo, los de Löw no se atrevieron a jugar a pecho descubierto contra ellos. Eso extrañó e hizo que el encuentro no terminara de llenar. Alemania no fue Alemania. Hará falta ver el partido contra Argentina para conocer las razones. Ayer jugaron en función de Inglaterra y machacaron el marcador, pero con una autoridad en el juego más discutida de lo deseable. Eran conscientes de que la calidad de la posesión inglesa era deficitaria, les dieron el peso de la pelota (nunca mejor dicho) y dejaron que Inglaterra desordenara su defensa desde su ataque. El cazador cazado. La habilidad de los niños germanos en el contragolpe hizo el resto. No sin fortuna, porque ni siquiera fueron capaces de reducir a cero a una Inglaterra que no exponía gran cosa.
Dentro del desencanto general, sí se tuvo la fortuna de asistir a la consagración de Müller como aprendiz de jugador diferencial. El partido del delantero del Bayern de Munich fue extraordinario, muy por encima del resto, especialmente en el primer tiempo. Tanto en la ejecución de cada gesto como, sobre todo, en la lectura del encuentro. El de Thomas fue el único espacio donde la pelota se paró, donde Alemania intentó asociarse con el ánimo de prolongar los periodos de posesión, algo que se echó muy en falta en el resto del sistema. Y huelga decir que fue protagonista en las contras. Decisivo, diferente y bonito. Es futbolista.
En el otro lado estuvieron Özil y Khedira. El primero, que ha perdido peso en favor de Bastian, ha completado actuaciones dispersas en los dos partidos más exigentes: Ghana, pese al gol, e Inglaterra. No ha exhibido la ascendencia suficiente como para condicionar el choque a favor de los suyos. La Alemania vertical y precipitada no es la de Özil. Y el segundo es un caso más delicado. Khedira es un jugador que, por características, muestra lo mejor de sí jugando por detrás de la pelota. Lee bien la salida, es dinámico, domina el primer toque y es excelente batiendo líneas. Sin embargo, en este Mundial está desvinculado tanto de la gestación como de la gestión de la jugada. Todo ese peso recae en Schweinsteiger, mientras que el del Stuttgart trata de activar líneas de pase en el frente sin demasiado éxito, tendiendo a perderse en la inmensidad que separa a Podolski de Müller. Está aportando mucho menos de lo que podría.
Inglaterra vuelve a casa y Alemania sigue adelante. Argentina será una gran prueba para los chavales de Löw. A priori, es un partido muy, muy incierto. Ojalá mande el fútbol en él. Aquí estaremos para contarlo.
DBEcos 25 marzo, 2012
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